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Las huellas de los 'falsos positivos' - 26 agosto, 2022

La masacre en Patillal por un falso combate del Ejército

José Miguel Palacio, Álvaro Cesar Olivera Granados y dos personas no identificadas fueron asesinados para hacerlos pasar por guerrilleros.

 Los cuerpos de los hombres los dejaron en el sector de La Y de Patillal.
Los cuerpos de los hombres los dejaron en el sector de La Y de Patillal.
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«¡Hágale que me están dando, me van a matar, me van a matar, hágale!», dijo por radio el jefe de operaciones del Batallón La Popa, el mayor Heber Gómez Naranjo al entonces comandante del pelotón Espoleta, el teniente Nelson Llanos Quiñónez, quien iba con un grupo de soldados en un vehículo pasando sobre el corregimiento de Río Seco, área rural de Valledupar. 

(…) empezamos a escuchar ráfagas de fusil, disparos y explosiones, durísimo, muy duro, entonces inmediatamente, yo iba en el carro y yo dije «le están dando a mi mayor»”, recordó Llanos Quiñónez en una versión libre ante la JEP el 29 de agosto de 2018. 

Al llegar los soldados de Espoleta al punto exacto conocido como La Y de Patillal, el teniente Llanos encontró al mayor Gómez tendido, arrastrado y sucio, quien enseguida dio instrucciones: «¡Para allá están para arriba!».

Los uniformados empezaron los movimientos de infiltración en el área, pero no pasó mucho tiempo cuando sobre la carretera encontraron cuatro tipos tirados y muertos esa noche del 12 de abril del año 2002. Los cadáveres de los hombres vestidos con camuflado y con armas los trasladaron hasta la morgue del Cementerio Nuevo de Valledupar donde ingresaron como personas no identificadas. 

EL PILÓN el 14 de abril del 2002 registró la muerte de las víctimas.

EL INFORME 

Después el oficial de operaciones Heber Naranjo mandó al teniente Llanos Quiñónez a realizar el informe del resultado, una orden que no cayó bien en este, puesto que su pelotón no hizo ni un disparo en el operativo. Por consiguiente, el teniente se dirigió en aquella oportunidad al comandante del Batallón de Artillería N° 2 La Popa, el coronel Publio Hernán Mejía, para expresarle esa inquietud, pero no recibió una buena respuesta.

 “(…) Fue tajante. Recuerdo que, en ese momento, él con su voz y su voz de mando y todo, (…) «hermano eran bandidos y se tenían que morir. Haga el informe y me lo entrega ¿entendido?»”, explicó Llanos Quiñónez en la versión voluntaria.

LA NOTICIA

A los hombres muertos los reportaron como milicianos del ELN ‘dados de baja’ en un combate en zona rural de Valledupar. El 14 de abril de 2002 la noticia la registró el diario EL PILÓN.

El Ejército aseguró que el resultado obedeció a un enfrentamiento que sostuvieron con la cuadrilla ‘José Manuel Martínez’ del ELN. La institución especificó que recuperaron dos fusiles AK-47, una pistola calibre 9 milímetros, un radio, cinco equipos y documentos de interés para la inteligencia militar.

LA FAMILIA

Sin embargo, a los pocos días identificaron a dos de los muertos como José Miguel Palacios Torres, de 23 años de edad y Álvaro César Olivera Granados. De acuerdo a los archivos de EL PILÓN, la familia señaló que el joven salió con unos compañeros a realizar una tarea y nunca más volvió.

Mientras que Álvaro Cesar Olivera Granados fue recogido días antes en su casa por un paramilitar conocido como alias ‘Diamante’ y se lo llevó en un taxi. Según documentó el portal La Verdad Abierta, la familia de Álvaro Olivera en la justicia ordinaria admitió que el joven meses atrás había estado en un campamento paramilitar en La Mesa, pero se arrepintió y se salió del grupo, situación que al parecer le costó la vida. Las otras dos víctimas todavía no han sido identificadas. 

EL PILÓN el 14 de abril del 2002 registró la muerte de las víctimas.

LA ‘VERDAD’

La Fiscalía durante la investigación determinó que las víctimas no murieron en un combate, sino que las asesinaron los paramilitares para entregárselas al Ejército. 

Así lo aceptaron los exparamilitares Oscar Eduardo Daza Correa, alias Luna, y Leonardo Sánchez Barbosa, alias El Paisa, que participaron en los hechos siendo miembros del frente ‘Mártires del Cesar’ del Bloque Norte de las AUC. 

Estos aparentemente actuaron por orden de alias 39 que habría ordenado entregar unos ‘positivos’. El exsargento de inteligencia del Batallón La Popa, Manuel Valentín Padilla Espitia, confirmó aquella teoría al someterse a la JEP. Dijo que él mismo le dio la razón al excoronel Publio Hernán Mejía sobre el falso positivo.  

Yo iba para una finca de pollos finos y me encontré en un retén a alias el Paisa, quien era el comandante de esa zona y me dijo que 39 le había dado una orden de entregarle un positivo para el señor Mejía, en ese mismo sitio era que iba a realizarse el positivo, yo fui hasta el sitio de los gallos y me regresé para Valledupar a informarle al señor Mejía sobre lo que había dicho el Paisa, no recuerdo, pero supongo que le informe personalmente, porque era una información delicada”, acotó Padilla Espitia en la versión voluntaria del 7 de abril de 2021.

Agregó que el día del hecho se desplazó al sector conocido como la Y de Patillal con el oficial Heber Gómez Naranjo y el suboficial de la sección de inteligencia Efraín Andrade. Al respecto, Gómez Naranjo dijo ante la JEP que “tenía entendido de boca del comandante del batallón que estas personas, que eran entregadas por las autodefensas, eran personas que estaban al margen de la ley”.

Reconoció que al llegar al sitio él y los demás solo encontraron los cuerpos e hicieron unos disparos. “Gómez Naranjo fue claro en aseverar que en esos hechos no se presentó combate alguno. Si bien, a su juicio, el entonces teniente Llanos Quiñónez pudo pensar lo contrario por la escasa experiencia que tenía. Para engañar a este pelotón, Gómez Naranjo simuló incluso requerir apoyo y encontrarse en riesgo, como lo relató Llanos Quiñónez”, concluyó la JEP en un auto. 

Por Marllelys Salinas / EL PILÓN

[email protected] 

Las huellas de los 'falsos positivos'
26 agosto, 2022

La masacre en Patillal por un falso combate del Ejército

José Miguel Palacio, Álvaro Cesar Olivera Granados y dos personas no identificadas fueron asesinados para hacerlos pasar por guerrilleros.


 Los cuerpos de los hombres los dejaron en el sector de La Y de Patillal.
Los cuerpos de los hombres los dejaron en el sector de La Y de Patillal.
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«¡Hágale que me están dando, me van a matar, me van a matar, hágale!», dijo por radio el jefe de operaciones del Batallón La Popa, el mayor Heber Gómez Naranjo al entonces comandante del pelotón Espoleta, el teniente Nelson Llanos Quiñónez, quien iba con un grupo de soldados en un vehículo pasando sobre el corregimiento de Río Seco, área rural de Valledupar. 

(…) empezamos a escuchar ráfagas de fusil, disparos y explosiones, durísimo, muy duro, entonces inmediatamente, yo iba en el carro y yo dije «le están dando a mi mayor»”, recordó Llanos Quiñónez en una versión libre ante la JEP el 29 de agosto de 2018. 

Al llegar los soldados de Espoleta al punto exacto conocido como La Y de Patillal, el teniente Llanos encontró al mayor Gómez tendido, arrastrado y sucio, quien enseguida dio instrucciones: «¡Para allá están para arriba!».

Los uniformados empezaron los movimientos de infiltración en el área, pero no pasó mucho tiempo cuando sobre la carretera encontraron cuatro tipos tirados y muertos esa noche del 12 de abril del año 2002. Los cadáveres de los hombres vestidos con camuflado y con armas los trasladaron hasta la morgue del Cementerio Nuevo de Valledupar donde ingresaron como personas no identificadas. 

EL PILÓN el 14 de abril del 2002 registró la muerte de las víctimas.

EL INFORME 

Después el oficial de operaciones Heber Naranjo mandó al teniente Llanos Quiñónez a realizar el informe del resultado, una orden que no cayó bien en este, puesto que su pelotón no hizo ni un disparo en el operativo. Por consiguiente, el teniente se dirigió en aquella oportunidad al comandante del Batallón de Artillería N° 2 La Popa, el coronel Publio Hernán Mejía, para expresarle esa inquietud, pero no recibió una buena respuesta.

 “(…) Fue tajante. Recuerdo que, en ese momento, él con su voz y su voz de mando y todo, (…) «hermano eran bandidos y se tenían que morir. Haga el informe y me lo entrega ¿entendido?»”, explicó Llanos Quiñónez en la versión voluntaria.

LA NOTICIA

A los hombres muertos los reportaron como milicianos del ELN ‘dados de baja’ en un combate en zona rural de Valledupar. El 14 de abril de 2002 la noticia la registró el diario EL PILÓN.

El Ejército aseguró que el resultado obedeció a un enfrentamiento que sostuvieron con la cuadrilla ‘José Manuel Martínez’ del ELN. La institución especificó que recuperaron dos fusiles AK-47, una pistola calibre 9 milímetros, un radio, cinco equipos y documentos de interés para la inteligencia militar.

LA FAMILIA

Sin embargo, a los pocos días identificaron a dos de los muertos como José Miguel Palacios Torres, de 23 años de edad y Álvaro César Olivera Granados. De acuerdo a los archivos de EL PILÓN, la familia señaló que el joven salió con unos compañeros a realizar una tarea y nunca más volvió.

Mientras que Álvaro Cesar Olivera Granados fue recogido días antes en su casa por un paramilitar conocido como alias ‘Diamante’ y se lo llevó en un taxi. Según documentó el portal La Verdad Abierta, la familia de Álvaro Olivera en la justicia ordinaria admitió que el joven meses atrás había estado en un campamento paramilitar en La Mesa, pero se arrepintió y se salió del grupo, situación que al parecer le costó la vida. Las otras dos víctimas todavía no han sido identificadas. 

EL PILÓN el 14 de abril del 2002 registró la muerte de las víctimas.

LA ‘VERDAD’

La Fiscalía durante la investigación determinó que las víctimas no murieron en un combate, sino que las asesinaron los paramilitares para entregárselas al Ejército. 

Así lo aceptaron los exparamilitares Oscar Eduardo Daza Correa, alias Luna, y Leonardo Sánchez Barbosa, alias El Paisa, que participaron en los hechos siendo miembros del frente ‘Mártires del Cesar’ del Bloque Norte de las AUC. 

Estos aparentemente actuaron por orden de alias 39 que habría ordenado entregar unos ‘positivos’. El exsargento de inteligencia del Batallón La Popa, Manuel Valentín Padilla Espitia, confirmó aquella teoría al someterse a la JEP. Dijo que él mismo le dio la razón al excoronel Publio Hernán Mejía sobre el falso positivo.  

Yo iba para una finca de pollos finos y me encontré en un retén a alias el Paisa, quien era el comandante de esa zona y me dijo que 39 le había dado una orden de entregarle un positivo para el señor Mejía, en ese mismo sitio era que iba a realizarse el positivo, yo fui hasta el sitio de los gallos y me regresé para Valledupar a informarle al señor Mejía sobre lo que había dicho el Paisa, no recuerdo, pero supongo que le informe personalmente, porque era una información delicada”, acotó Padilla Espitia en la versión voluntaria del 7 de abril de 2021.

Agregó que el día del hecho se desplazó al sector conocido como la Y de Patillal con el oficial Heber Gómez Naranjo y el suboficial de la sección de inteligencia Efraín Andrade. Al respecto, Gómez Naranjo dijo ante la JEP que “tenía entendido de boca del comandante del batallón que estas personas, que eran entregadas por las autodefensas, eran personas que estaban al margen de la ley”.

Reconoció que al llegar al sitio él y los demás solo encontraron los cuerpos e hicieron unos disparos. “Gómez Naranjo fue claro en aseverar que en esos hechos no se presentó combate alguno. Si bien, a su juicio, el entonces teniente Llanos Quiñónez pudo pensar lo contrario por la escasa experiencia que tenía. Para engañar a este pelotón, Gómez Naranjo simuló incluso requerir apoyo y encontrarse en riesgo, como lo relató Llanos Quiñónez”, concluyó la JEP en un auto. 

Por Marllelys Salinas / EL PILÓN

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