Publicidad
Categorías
Categorías
Análisis - 14 mayo, 2017

¿Cuál es la realidad del río Guatapurí?

El ambientalista Miguel Ángel Sierra hace un análisis sobre los riesgos que genera la deforestación de la Sierra Nevada en la cuenca alta del Guatapurí y las consecuencias que genera en la capital del Cesar, donde recorre la parte noroccidental de la ciudad.

La Sierra Nevada de Santa Marta, por sus características especiales de clima, vegetación, fuentes de agua y etnias indígenas, constituye una zona única en Latinoamérica, por lo cual se debe manejar de manera muy especial para evitar su degradación y la perdida de sus recursos naturales. Cabe recordar que está localizada en la parte norte de Colombia en vecindad con el Mar Caribe y que posee climas que abarcan desde el cálido seco hasta las nieves perpetuas.

A finales del mes de marzo el Ideam anunció que los glaciares de Colombia pueden desaparecer en los próximos 40 años a consecuencia del cambio climático, situación que involucra al casquete de nieve de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esta noticia género polémica y temor en nuestra región, pero la Sierra Nevada no deja de generar peligro y esta vez la causa son los deslizamientos generados por las lluvias y el riesgo inminente de desbordamiento del río Guatapurí.

Aunque las autoridades de gestión de riesgo y el Alcalde, así como varios funcionarios estuvieron atentos a la luz de las alarmas, monitoreando el curso del río y desalojando las familias que cohabitan a la orilla del río en su parte baja. Se sabe que geológicamente hablando el río Guatapurí es joven como para que se presenten avalanchas por represamientos, pero sí se vienen presentando crecientes súbitas a causa de su corto recorrido, la primera de ellas correspondiente a este año, se presentó la noche del 6 de mayo, a su paso por el balneario Hurtado se vio una corriente cargada de troncos, barro y piedras, que no dejó víctimas humanas y tampoco daños materiales.

Desde el 2011 cada vez que llueve copiosamente en la zona alta de la vertiente sur de la Sierra Nevada se genera alarma y los organismos de socorro corren despavoridamente en búsqueda de auxiliar y atender cada señal de emergencia, frente a los deslizamientos de tierra y el caudal del río Guatapurí que se vuelve supremamente tenebroso.

Para dejar claro por qué se han mantenido las alarmas por crecientes súbitas, puedo comentar que a causa de su cercanía con Valledupar, la cuenca media del río Guatapurí fue transformada en grandes pastizales durante décadas pasadas, a manos de los terratenientes y después por las comunidades indígenas que hoy la habitan, dejando solo las partes altas de la Sierra con algunas manchas de lo que algún día fue un bosque.

Esta transformación del paisaje lleva implícito riesgos, si a eso le sumamos que la Sierra Nevada ya se encuentra despoblada de árboles, porque poco a poco los indígenas introdujeron la ganadería a zonas donde hoy no tienen control, es decir, en las zonas altas, la de los páramos, generando un alto grado de erosión, inestabilidad y perdida de la frontera hídrica, asociado a las constantes quemas cerca a la orilla del río; no es para sorprenderse que haya deslizamientos causados por la lluvias.

Pero en realidad esto no es nada, comparado con las pretensiones del gobierno, que busca legalizar la minería de mediana y gran escala en este territorio, porque ya se solicitaron licencias para siete bloques mineros, expresados en 160 minas, 258 títulos mineros vigentes, más de 1.300 solicitudes para titulación minera, que amenazan la estabilidad hídrica y alimenticia de la Sierra Nevada de Santa Marta.

El río Guatapurí por su importancia para los diferentes pueblos indígenas y para quienes dependemos de sus aguas, entendemos que para recuperar su cuenca, va a ser complejo probablemente, por las concepciones y las situaciones que hacen de esta futura recuperación una tarea difícil, conflictiva y poco enriquecedora.

La cuenca media y baja del río Guatapurí bordea la ciudad Valledupar en su parte nororiental hasta llegar al río Cesar. En su recorrido hacia la desembocadura, tiene en su margen derecha asentamientos (barrios subnormales).

Estas zonas se han constituido en corredores de miseria, en donde las familias viven en situaciones de alto riesgo, debido a que las viviendas están por debajo de los niveles de seguridad y del control de inundaciones, expuestas a las crecientes periódicas del río.

La zona que ocupa la mayor extensión se ubica a lo largo del río, en la margen derecha, desde el sector del balneario Hurtado hasta los barrios subnormales y en la margen izquierda desde inmediaciones de la bocatoma de la empresa DPA hasta los barrios subnormales. Esta área presenta una extensión aproximada de 105 Hectáreas, cuyo uso se caracteriza por la urbanización ilegal de los barrios Zapato en Mano, El Edén, Cantarrana, Paraíso, Pescaíto, La Esperanza, Once de Noviembre, Nueva Colombia y Nueve de Marzo al sur de la zona, con infraestructura recreativa y educativa al norte y la ganadería extensiva en el resto del área.

Actualmente en el área urbana de la cuenca baja del río Guatapurí, se realizan actividades de extracción minera sobre su cauce. Estas actividades, además de alterar la morfología del suelo del río tanto dentro como fuera del mismo, propicia la desestabilización y erosión en su lecho por la adicción de sedimentos al cuerpo del agua, además de alterar el cauce natural del río, que genera un riesgo inminente, también se le atribuye la contaminación de sus aguas, que es causada por el vertimiento de fluidos contaminantes utilizados por los vehículos de extracción como aceites, grasas y gasolina, a eso sumémosle que el acopio de este material no se realiza en un sitio adecuado, sino sobre el mismo lecho del río.

Señor alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhia, señor director de Corpocesar, Kaleb Villalobos Brochel, es una necesidad iniciar un programa en el que todos los habitantes que estén relacionados con el río Guatapurí empecemos a tomar conciencia para proteger y conservar esta cuenca, mediante la aplicación de políticas que limiten la intervención del hombre y el aprovechamiento de su ribera y que busque conservar su biodiversidad.

Lamentablemente al recorrer los 78 kilómetros del legendario río Guatapurí se puede fácilmente evidenciar la falta de árboles desde su nacimiento, allá en la parte alta de la Sierra Nevada.

Los puntos en donde convergen los diferentes actores, es la toma de decisiones frente las medidas para encontrar la sostenibilidad, recuperación y rehabilitación de la cuenca del río Guatapurí; pero las divergencias en las concepciones que se tienen del territorio, el ordenamiento territorial, el poder y el agua, llevan a pensar que aún es largo el camino a recorrer y que posiblemente sean las medidas extremas tomadas por la naturaleza la que nos lleven a reconsiderar nuestras relaciones entre los grupos humanos y ella.

Propongo que no nos distraigamos por los efectos de las inundaciones, cuando en realidad este fenómeno es causado por la tala y la quema que facilitan la erosión, de todas las cuencas de nuestros ríos, aunque los organismos de emergencia se presentan casi de manera inmediata, ante estas adversidades de la naturaleza, no he visto quien inicie una campaña para remediar todos los antecedentes que propician esta catástrofes.

 

Por Miguelángel Sierra

@biosierra

 

Análisis
14 mayo, 2017

¿Cuál es la realidad del río Guatapurí?

El ambientalista Miguel Ángel Sierra hace un análisis sobre los riesgos que genera la deforestación de la Sierra Nevada en la cuenca alta del Guatapurí y las consecuencias que genera en la capital del Cesar, donde recorre la parte noroccidental de la ciudad.


La Sierra Nevada de Santa Marta, por sus características especiales de clima, vegetación, fuentes de agua y etnias indígenas, constituye una zona única en Latinoamérica, por lo cual se debe manejar de manera muy especial para evitar su degradación y la perdida de sus recursos naturales. Cabe recordar que está localizada en la parte norte de Colombia en vecindad con el Mar Caribe y que posee climas que abarcan desde el cálido seco hasta las nieves perpetuas.

A finales del mes de marzo el Ideam anunció que los glaciares de Colombia pueden desaparecer en los próximos 40 años a consecuencia del cambio climático, situación que involucra al casquete de nieve de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esta noticia género polémica y temor en nuestra región, pero la Sierra Nevada no deja de generar peligro y esta vez la causa son los deslizamientos generados por las lluvias y el riesgo inminente de desbordamiento del río Guatapurí.

Aunque las autoridades de gestión de riesgo y el Alcalde, así como varios funcionarios estuvieron atentos a la luz de las alarmas, monitoreando el curso del río y desalojando las familias que cohabitan a la orilla del río en su parte baja. Se sabe que geológicamente hablando el río Guatapurí es joven como para que se presenten avalanchas por represamientos, pero sí se vienen presentando crecientes súbitas a causa de su corto recorrido, la primera de ellas correspondiente a este año, se presentó la noche del 6 de mayo, a su paso por el balneario Hurtado se vio una corriente cargada de troncos, barro y piedras, que no dejó víctimas humanas y tampoco daños materiales.

Desde el 2011 cada vez que llueve copiosamente en la zona alta de la vertiente sur de la Sierra Nevada se genera alarma y los organismos de socorro corren despavoridamente en búsqueda de auxiliar y atender cada señal de emergencia, frente a los deslizamientos de tierra y el caudal del río Guatapurí que se vuelve supremamente tenebroso.

Para dejar claro por qué se han mantenido las alarmas por crecientes súbitas, puedo comentar que a causa de su cercanía con Valledupar, la cuenca media del río Guatapurí fue transformada en grandes pastizales durante décadas pasadas, a manos de los terratenientes y después por las comunidades indígenas que hoy la habitan, dejando solo las partes altas de la Sierra con algunas manchas de lo que algún día fue un bosque.

Esta transformación del paisaje lleva implícito riesgos, si a eso le sumamos que la Sierra Nevada ya se encuentra despoblada de árboles, porque poco a poco los indígenas introdujeron la ganadería a zonas donde hoy no tienen control, es decir, en las zonas altas, la de los páramos, generando un alto grado de erosión, inestabilidad y perdida de la frontera hídrica, asociado a las constantes quemas cerca a la orilla del río; no es para sorprenderse que haya deslizamientos causados por la lluvias.

Pero en realidad esto no es nada, comparado con las pretensiones del gobierno, que busca legalizar la minería de mediana y gran escala en este territorio, porque ya se solicitaron licencias para siete bloques mineros, expresados en 160 minas, 258 títulos mineros vigentes, más de 1.300 solicitudes para titulación minera, que amenazan la estabilidad hídrica y alimenticia de la Sierra Nevada de Santa Marta.

El río Guatapurí por su importancia para los diferentes pueblos indígenas y para quienes dependemos de sus aguas, entendemos que para recuperar su cuenca, va a ser complejo probablemente, por las concepciones y las situaciones que hacen de esta futura recuperación una tarea difícil, conflictiva y poco enriquecedora.

La cuenca media y baja del río Guatapurí bordea la ciudad Valledupar en su parte nororiental hasta llegar al río Cesar. En su recorrido hacia la desembocadura, tiene en su margen derecha asentamientos (barrios subnormales).

Estas zonas se han constituido en corredores de miseria, en donde las familias viven en situaciones de alto riesgo, debido a que las viviendas están por debajo de los niveles de seguridad y del control de inundaciones, expuestas a las crecientes periódicas del río.

La zona que ocupa la mayor extensión se ubica a lo largo del río, en la margen derecha, desde el sector del balneario Hurtado hasta los barrios subnormales y en la margen izquierda desde inmediaciones de la bocatoma de la empresa DPA hasta los barrios subnormales. Esta área presenta una extensión aproximada de 105 Hectáreas, cuyo uso se caracteriza por la urbanización ilegal de los barrios Zapato en Mano, El Edén, Cantarrana, Paraíso, Pescaíto, La Esperanza, Once de Noviembre, Nueva Colombia y Nueve de Marzo al sur de la zona, con infraestructura recreativa y educativa al norte y la ganadería extensiva en el resto del área.

Actualmente en el área urbana de la cuenca baja del río Guatapurí, se realizan actividades de extracción minera sobre su cauce. Estas actividades, además de alterar la morfología del suelo del río tanto dentro como fuera del mismo, propicia la desestabilización y erosión en su lecho por la adicción de sedimentos al cuerpo del agua, además de alterar el cauce natural del río, que genera un riesgo inminente, también se le atribuye la contaminación de sus aguas, que es causada por el vertimiento de fluidos contaminantes utilizados por los vehículos de extracción como aceites, grasas y gasolina, a eso sumémosle que el acopio de este material no se realiza en un sitio adecuado, sino sobre el mismo lecho del río.

Señor alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhia, señor director de Corpocesar, Kaleb Villalobos Brochel, es una necesidad iniciar un programa en el que todos los habitantes que estén relacionados con el río Guatapurí empecemos a tomar conciencia para proteger y conservar esta cuenca, mediante la aplicación de políticas que limiten la intervención del hombre y el aprovechamiento de su ribera y que busque conservar su biodiversidad.

Lamentablemente al recorrer los 78 kilómetros del legendario río Guatapurí se puede fácilmente evidenciar la falta de árboles desde su nacimiento, allá en la parte alta de la Sierra Nevada.

Los puntos en donde convergen los diferentes actores, es la toma de decisiones frente las medidas para encontrar la sostenibilidad, recuperación y rehabilitación de la cuenca del río Guatapurí; pero las divergencias en las concepciones que se tienen del territorio, el ordenamiento territorial, el poder y el agua, llevan a pensar que aún es largo el camino a recorrer y que posiblemente sean las medidas extremas tomadas por la naturaleza la que nos lleven a reconsiderar nuestras relaciones entre los grupos humanos y ella.

Propongo que no nos distraigamos por los efectos de las inundaciones, cuando en realidad este fenómeno es causado por la tala y la quema que facilitan la erosión, de todas las cuencas de nuestros ríos, aunque los organismos de emergencia se presentan casi de manera inmediata, ante estas adversidades de la naturaleza, no he visto quien inicie una campaña para remediar todos los antecedentes que propician esta catástrofes.

 

Por Miguelángel Sierra

@biosierra