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Leer es nuestro cuento - 5 agosto, 2019

La mariposa

Un día un hombre paseando por el campo encontró un capullo de mariposa y observó en él un pequeño orificio. Se sentó a observarla ya que luchaba por salir, pero a pesar de su esfuerzo no lo lograba.

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Dulce María Romero Rondón 

Un día un hombre paseando por el campo encontró un capullo de mariposa y observó en él un pequeño orificio. Se sentó a observarla ya que luchaba por salir, pero a pesar de su esfuerzo no lo lograba.

Apiadado el hombre quiso ayudarla. Tomó con cuidado el capullo y rompió más el agujero, ella pudo salir fácilmente, pero con su cuerpo hinchado y sus alas arrugadas.

Pasado un rato, la mariposa  voló bajo la mirada triste pero satisfecha de quien la contemplaba maravillado. Luego él siguió su camino esperanzado en verla de nuevo.

Meses después por aquel lugar pasaba una mujer muy bonita quien caminaba por la pradera como esperando encontrar a alguien. Un día cuando iba  llegando vio a lo lejos una figura humana sentada en el mismo lugar donde aquél hombre le ayudó a ver la luz por primera vez. Su corazón latió fuerte.

Mientras  se acercaba silenciosa el hombre dibujaba corazones en el suelo sin darse cuenta de su presencia. Hola -dijo ella. Soy Emma. Sorprendido él se levantó. Y apenas si pudo decir –Yo, yo, Stalin. Estaba impactado con su belleza. Hablaron un poco y reían como si fueran viejos amigos, pero  al oscurecer ella se paró rápidamente y sin despedirse corrió asustada. ¡Emma espera! -Gritó él. Pero ella desapareció.

Los días pasaron y él la esperaba. Por fin una tarde apareció. Ansioso él la abrazó y le confesó su amor. Ella lloró porque también lo amaba. ¿Por qué lloras? -Preguntó él. ¿Por qué huiste? No soy quien ves –gritó. ¡Soy una mariposa!. Aquella que ayudaste un día a salir de su capullo. Un hechizo me transforma en mariposa al llegar la noche, pero al amanecer vuelvo a ser mujer.

Diciendo esto no se dio cuenta que había oscurecido, pero él sí. Por eso fuertemente la apretó contra su pecho para que no se le escapara, ella empezó a encogerse y aterrorizada gritaba ¡No, no me mires, déjame ir! Te amo así como eres, -respondió él- y una hermosa mariposa quedó entre sus manos la cual besó dulcemente.

Al instante, la mujer más hermosa estaba entre sus brazos. El hechizo se había roto con un beso de sincero amor.  Después se casaron y vivieron muy felices.

Por: Dulce María Romero Rondón   6-02 – I.E. José Celestino Mutis  –  Guacoche.

Leer es nuestro cuento
5 agosto, 2019

La mariposa

Un día un hombre paseando por el campo encontró un capullo de mariposa y observó en él un pequeño orificio. Se sentó a observarla ya que luchaba por salir, pero a pesar de su esfuerzo no lo lograba.


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Dulce María Romero Rondón 

Un día un hombre paseando por el campo encontró un capullo de mariposa y observó en él un pequeño orificio. Se sentó a observarla ya que luchaba por salir, pero a pesar de su esfuerzo no lo lograba.

Apiadado el hombre quiso ayudarla. Tomó con cuidado el capullo y rompió más el agujero, ella pudo salir fácilmente, pero con su cuerpo hinchado y sus alas arrugadas.

Pasado un rato, la mariposa  voló bajo la mirada triste pero satisfecha de quien la contemplaba maravillado. Luego él siguió su camino esperanzado en verla de nuevo.

Meses después por aquel lugar pasaba una mujer muy bonita quien caminaba por la pradera como esperando encontrar a alguien. Un día cuando iba  llegando vio a lo lejos una figura humana sentada en el mismo lugar donde aquél hombre le ayudó a ver la luz por primera vez. Su corazón latió fuerte.

Mientras  se acercaba silenciosa el hombre dibujaba corazones en el suelo sin darse cuenta de su presencia. Hola -dijo ella. Soy Emma. Sorprendido él se levantó. Y apenas si pudo decir –Yo, yo, Stalin. Estaba impactado con su belleza. Hablaron un poco y reían como si fueran viejos amigos, pero  al oscurecer ella se paró rápidamente y sin despedirse corrió asustada. ¡Emma espera! -Gritó él. Pero ella desapareció.

Los días pasaron y él la esperaba. Por fin una tarde apareció. Ansioso él la abrazó y le confesó su amor. Ella lloró porque también lo amaba. ¿Por qué lloras? -Preguntó él. ¿Por qué huiste? No soy quien ves –gritó. ¡Soy una mariposa!. Aquella que ayudaste un día a salir de su capullo. Un hechizo me transforma en mariposa al llegar la noche, pero al amanecer vuelvo a ser mujer.

Diciendo esto no se dio cuenta que había oscurecido, pero él sí. Por eso fuertemente la apretó contra su pecho para que no se le escapara, ella empezó a encogerse y aterrorizada gritaba ¡No, no me mires, déjame ir! Te amo así como eres, -respondió él- y una hermosa mariposa quedó entre sus manos la cual besó dulcemente.

Al instante, la mujer más hermosa estaba entre sus brazos. El hechizo se había roto con un beso de sincero amor.  Después se casaron y vivieron muy felices.

Por: Dulce María Romero Rondón   6-02 – I.E. José Celestino Mutis  –  Guacoche.