El huerto comunitario ubicado en la Institución Educativa Leónidas Acuña es un aula a cielo abierto de aprendizaje e innovación tecnológica amigable con el medio ambiente.
La Institución Educativa Leónidas Acuña de Valledupar brilló en la COP16 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad), realizada en Cali con la presentación de su huerto comunitario que desde hace siete años tiene lugar en el colegio y se ha caracterizado por ser un aula de aprendizaje e innovación tecnológica amigable con el medio ambiente.
Con una fascinante disertación en inglés a cargo de la docente Lizmagda López en el tema ‘Eventos Ecológicos en la Educación: lo que estamos haciendo en nuestra escuela’, López expuso la experiencia de éxito de este huerto comunitario de aproximadamente 2.000 metros cuadrados que ha integrado a estudiantes, docentes, padres de familia y la comunidad en torno al cultivo de hortalizas y protección de la biodiversidad.
Al respecto, Duver Vides, director de Proárbol, le contó al diario EL PILÓN que el huerto comunitario hace parte de un programa que tiene por nombre ‘Comunas Verdes’ que inició en el año 2017 en la Institución Educativa Leónidas Acuña con el apoyo del Programa Internacional del Servicio Forestal de los Estados Unidos.
“El programa busca el desarrollo e implementación de huertos urbanos comunitarios. Inicialmente arrancamos en la comuna 1 de Valledupar, donde exploramos lugares potenciales y encontramos el Colegio Leónidas Acuña, un espacio ideal porque es un megacolegio que cuenta con áreas productivas y fue ampliamente acogido por su rector, docentes y padres de familia”, comentó Vides.
El huerto, que alberga más de 15 tipos de hortalizas, no solo está en la sede principal del colegio Leónidas Acuña, sino que también ha sido replicado en las sedes Rafael Valle Meza, Doce de Octubre, El Hogar del Niño y en la sede San Fernando, debido a que este proyecto busca inculcar en los niños desde muy temprana edad el amor por la naturaleza y que “aprendan a cultivar sus propios alimentos”.
“Uno de los objetivos del huerto es llevarle seguridad alimentaria a las comunidades. El año pasado se produjeron 1.3 toneladas de comida en el huerto. Todo lo que se produce es distribuido entre todas las personas que intervienen en el proyecto. Las familias de los estudiantes son beneficiadas con la producción al igual que la comunidad que hace parte de este proyecto”, explicó Duver Vides director de Proárbol.
Agregó que desde Proárbol se facilitan todos los insumos y materiales para el desarrollo del huerto con el apoyo de aliados que le apuestan a la forestería urbana, arboricultura y seguridad alimentaria en entornos educativos como la Institución Educativa Leónidas Acuña.
Rodeado de una pared de flores y plantas que han crecido como una especie de cerca, en el huerto, los niños, niñas, jóvenes, docentes, padres de familia y demás voluntarios, han cultivado lechuga crespa, berenjena, cúrcuma, acelgas, maíz, frijol, batata, cilantro, ají, pimentón, tomate plátano y yuca.
De igual manera plantas aromáticas para conciliar el sueño y la relajación. De acuerdo con Duver, los niños de la institución conocen la trazabilidad de los procesos de germinación, control de plagas de manera orgánica, elaboración de abono orgánico, entre otros procesos en los que participan de manera voluntaria.
Además de los cultivos de hortalizas, en el huerto también se están desarrollando proyectos de innovación en el campo de la agricultura como la acuaponía que es la producción de hortalizas a través de los peces, elaboración de harina de nopal para la preparación de productos panificables e infusiones con flores como la conocida popularmente como ‘flor de campanita’. Lo anterior con el propósito de beneficiar a la comunidad y “mostrarle a los estudiantes” que pueden incorporar innovación tecnológica en un huerto.
En la búsqueda de promover el amor por la naturaleza, el cultivo de hortalizas, la protección y conservación del medio ambiente, este proyecto se ha extendido a otros lugares de la ciudad como el Centro de Desarrollo Infantil Nació Mi Poesía, ubicado en el barrio Los Milagros, donde niños de cero a cinco años pueden aprender sobre agricultura e interactuar en un ecosistema.
“El programa de ‘Comunas Verdes’ también lo llevamos a las sedes del adulto mayor ubicadas en el barrio Los Mayales y La Nevada. Esta población también está participando en esta iniciativa de agricultura urbana y los estamos educando en relación a la conservación del medio ambiente y que aprendan a cultivar sus propios alimentos”, dijo Duver Vides, director Proárbol.
Por Namieh Baute Barrios
El huerto comunitario ubicado en la Institución Educativa Leónidas Acuña es un aula a cielo abierto de aprendizaje e innovación tecnológica amigable con el medio ambiente.
La Institución Educativa Leónidas Acuña de Valledupar brilló en la COP16 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad), realizada en Cali con la presentación de su huerto comunitario que desde hace siete años tiene lugar en el colegio y se ha caracterizado por ser un aula de aprendizaje e innovación tecnológica amigable con el medio ambiente.
Con una fascinante disertación en inglés a cargo de la docente Lizmagda López en el tema ‘Eventos Ecológicos en la Educación: lo que estamos haciendo en nuestra escuela’, López expuso la experiencia de éxito de este huerto comunitario de aproximadamente 2.000 metros cuadrados que ha integrado a estudiantes, docentes, padres de familia y la comunidad en torno al cultivo de hortalizas y protección de la biodiversidad.
Al respecto, Duver Vides, director de Proárbol, le contó al diario EL PILÓN que el huerto comunitario hace parte de un programa que tiene por nombre ‘Comunas Verdes’ que inició en el año 2017 en la Institución Educativa Leónidas Acuña con el apoyo del Programa Internacional del Servicio Forestal de los Estados Unidos.
“El programa busca el desarrollo e implementación de huertos urbanos comunitarios. Inicialmente arrancamos en la comuna 1 de Valledupar, donde exploramos lugares potenciales y encontramos el Colegio Leónidas Acuña, un espacio ideal porque es un megacolegio que cuenta con áreas productivas y fue ampliamente acogido por su rector, docentes y padres de familia”, comentó Vides.
El huerto, que alberga más de 15 tipos de hortalizas, no solo está en la sede principal del colegio Leónidas Acuña, sino que también ha sido replicado en las sedes Rafael Valle Meza, Doce de Octubre, El Hogar del Niño y en la sede San Fernando, debido a que este proyecto busca inculcar en los niños desde muy temprana edad el amor por la naturaleza y que “aprendan a cultivar sus propios alimentos”.
“Uno de los objetivos del huerto es llevarle seguridad alimentaria a las comunidades. El año pasado se produjeron 1.3 toneladas de comida en el huerto. Todo lo que se produce es distribuido entre todas las personas que intervienen en el proyecto. Las familias de los estudiantes son beneficiadas con la producción al igual que la comunidad que hace parte de este proyecto”, explicó Duver Vides director de Proárbol.
Agregó que desde Proárbol se facilitan todos los insumos y materiales para el desarrollo del huerto con el apoyo de aliados que le apuestan a la forestería urbana, arboricultura y seguridad alimentaria en entornos educativos como la Institución Educativa Leónidas Acuña.
Rodeado de una pared de flores y plantas que han crecido como una especie de cerca, en el huerto, los niños, niñas, jóvenes, docentes, padres de familia y demás voluntarios, han cultivado lechuga crespa, berenjena, cúrcuma, acelgas, maíz, frijol, batata, cilantro, ají, pimentón, tomate plátano y yuca.
De igual manera plantas aromáticas para conciliar el sueño y la relajación. De acuerdo con Duver, los niños de la institución conocen la trazabilidad de los procesos de germinación, control de plagas de manera orgánica, elaboración de abono orgánico, entre otros procesos en los que participan de manera voluntaria.
Además de los cultivos de hortalizas, en el huerto también se están desarrollando proyectos de innovación en el campo de la agricultura como la acuaponía que es la producción de hortalizas a través de los peces, elaboración de harina de nopal para la preparación de productos panificables e infusiones con flores como la conocida popularmente como ‘flor de campanita’. Lo anterior con el propósito de beneficiar a la comunidad y “mostrarle a los estudiantes” que pueden incorporar innovación tecnológica en un huerto.
En la búsqueda de promover el amor por la naturaleza, el cultivo de hortalizas, la protección y conservación del medio ambiente, este proyecto se ha extendido a otros lugares de la ciudad como el Centro de Desarrollo Infantil Nació Mi Poesía, ubicado en el barrio Los Milagros, donde niños de cero a cinco años pueden aprender sobre agricultura e interactuar en un ecosistema.
“El programa de ‘Comunas Verdes’ también lo llevamos a las sedes del adulto mayor ubicadas en el barrio Los Mayales y La Nevada. Esta población también está participando en esta iniciativa de agricultura urbana y los estamos educando en relación a la conservación del medio ambiente y que aprendan a cultivar sus propios alimentos”, dijo Duver Vides, director Proárbol.
Por Namieh Baute Barrios