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Cultura - 4 julio, 2020

“La gente solo busca salvar su pellejo”: Miguel Barrios Payares

Carlos César Silva entrevistó al escritor Miguel Barrios Payares a propósito del lanzamiento de su libro de cuentos ‘¿Dónde están los salvajes?’.

Miguel Barrios Payares, escritor. 

FOTO/CORTESÍA.
Miguel Barrios Payares, escritor. FOTO/CORTESÍA.

Miguel Barrios Payares, que nació en Astrea, pero que ha vivido gran parte de su vida en Valledupar donde se formó como escritor en el taller de literatura del poeta Luis Alberto Murgas, acaba de publicar su primer libro ‘¿Dónde están los salvajes?’, un compendio de cuentos que discurren entre la perversidad, la desesperanza y la ciencia ficción. Su lenguaje es urbano, diáfano. No improvisa sus personajes, sino que los extrae del caos cotidiano y los transforma poéticamente.  A continuación, una charla con el autor.  

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Miguel, cuéntame: ¿dónde están los salvajes?

Quien lea este libro se podrá dar una buena idea de dónde encontrarlos.

En tus cuentos hay varios personajes que buscan la felicidad con desespero, pero siempre terminan estrellándose contra los infortunios: ¿los desamores y las frustraciones tienen algún tipo de complicidad con la violencia?

Me gusta pensar que la violencia es una consecuencia del caos universal y no algo que llevamos por dentro, pero entiendo que cada fracaso es una herida abierta, y un animal herido es siempre peligroso. Aunque también existen personas-personajes capaces de dar lo mejor de sí mismos y hasta logran dar cierta sensación de esperanza en medio de la crueldad y el desespero. Lo que pasa es que los personajes de estos cuentos siempre están ante situaciones críticas, donde sus decisiones pueden cambiar por completo el rumbo de sus vidas.

En uno de los cuentos del libro un combo de niños, que se supone que viven los años inocentes de la infancia, convierten un simple juego en una tragedia: ¿acaso es imposible que la perversidad deje de aparecer en alguna etapa de la vida?

Nos gusta pensar en los niños como seres puros y hasta solemos relacionarlos con figuras angelicales. Sin embargo, muchos niños han demostrado ser capaces de atrocidades similares a sus versiones adultas. Te cuento: hace varios años me topé, por cosas del azar, con una noticia que describía la tortura y el posterior asesinato de un grupo de chicos contra un compañero de juegos. Eso me mantuvo conmocionado por semanas, simplemente se me hacía imposible concebir que algo así fuera posible. Volví sobre la lectura de ‘El señor de las moscas’ y luego de una revisión del tema decidí escribir. ¿Hitler o Ted Bundy fueron desde niños lo que de adultos llegaron a ser? Esto crea un dilema moral complejo, pero el dejar de lado la discusión no cancela el tema.

Algunos de tus cuentos transcurren en lugares indeterminados, pero otros suceden en una Valledupar urbana, conflictiva: ¿la capital del Cesar es una ciudad salvaje?

He vivido en Valledupar más de la mitad de mi vida y eso pesa, pero creo que el espacio específico de esta ciudad no ha sido determinante a la hora de escribir los cuentos que están situados aquí. Me gusta la idea de gente perdida entre la jungla de cemento, entre el sonido de los carros, entre el barullo del anonimato donde cazador y presa se encuentran y se hacen uno. Eso sucede en cualquier ciudad. Es que el mundo entero es un lugar salvaje.

No dejes de leer: Rosalbina, la mujer que amó a Luis Enrique Martínez hasta el final de sus días

Martín, uno de tus personajes del cuento que da título al libro, dice: “El mundo se está yendo por el desbarrancadero y a nadie le importa. La gente solo busca salvarse el pellejo… vivir un día más”. ¿Esto es mero pesimismo o una realidad?

Carlos, el pesimismo puede ser una forma sosegada de ver el mundo. No esperas nada de nadie y te alegras con las sorpresas. Lo cierto es que si nos sentamos a ver noticias por al menos una hora, nuestra posición frente a la realidad no saldrá indemne. Allí hay motivos de sobra para ser pesimistas, pero me da confianza la ciencia y el poder que tenemos como especie para sobreponernos ante las adversidades. Ya creamos la penicilina, las vacunas, pisamos nuestra luna. En ese tipo de avances sí soy profundamente optimista.

En el relato ‘El evangelio de la guerra’, que trata sobre el conflicto armado, Wilfredo, el protagonista, toma justicia por mano propia: ¿La reconciliación en Colombia es imposible porque abunda una sed de venganza como la que carcome a tu personaje?

Creo en la reconciliación y en el poder transformador que tiene, pero sé que la sociedad colombiana es profundamente violenta y atesora el rencor como un bien precioso, y eso no nos permite avanzar. También sé que el problema con este tipo de procesos es mucho más complejo. Hay intereses particulares que buscan mantenernos en un estado de perpetua histeria y se lucran con el sufrimiento colectivo de nuestra sociedad.

¿Aunque los relatos ‘Manual para armar a Cecilia’ y ‘Canto de sirenas’ son de ciencia ficción, tienen algún hilo comunicante con los otros cuentos, que son más bien de corte realista?

Sin lugar a dudas. En todos estos cuentos, sin excepción, priman los instintos e impulsos primarios de supervivencia, lo que nos hace más cercanos a la tierra: el hambre, el sexo, el miedo, la violencia. Ten en cuenta que miles de años de convivencia en comunidad han enjaulado las fuerzas primitivas que llevamos dentro, pero en momentos límite, cuando somos atacados, solemos golpear con furia y las consecuencias son siempre inesperadas. Intenté que los cuentos de este libro se mantuvieran en esa dirección. De hecho, cuando escogí lo que al final terminaría publicándose, aparté algunos por no mantener este mismo hilo comunicante.

¿Cuáles cuentistas te influenciaron para escribir esta obra?

Debo hacerte una aclaración que creo que haré siempre que hable de estos cuentos como un conjunto, y es que algunos fueron escritos con varios años de diferencia en relación con otros cuentos del libro, por lo que se puede percibir una multiplicidad de formas en la narración. También, durante todo ese tiempo, pasaron por mis manos muchos libros que ahora son fundamentales. Por ejemplo, a mí me marcó la lectura de Raymond Carver, un cuentista muy potente, formidable, pero también me conmovió sobremanera un texto de John Varley que está a medio camino entre el cuento y la novela corta titulado ‘La persistencia de la visión’. Como ves, son voces muy distintas pero que de seguro hicieron que cada parte de este libro variara y se hiciera más diverso.  

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Hablemos de Terrear Ediciones, que es la editorial con la cual publicaste ‘¿Dónde están los salvajes?’. Tremendo trabajo viene haciendo William Jiménez, ¿cierto?

Sí. Imagina, alguien dedica buena parte de sus energías y dinero de su bolsillo a una empresa tan noble pero al mismo tiempo tan difícil. ¿Quién por aquí anda publicando libros y revistas de literatura? William. Este libro de cuentos es el noveno de la suma de tres colecciones en un tramo de unos cuatro años. Eso es loable. Para ello se necesita un aguante y una persistencia que pocos alcanzan.

¿Cuál es tu próximo proyecto literario?

Tú como escritor sabes que siempre tenemos apuntaladas muchas cosas. ¿Qué es lo siguiente que quiero publicar? Una novela cyberpunk que ya está lista y duerme el sueño de los justos esperando su hora. Pero la verdad es que de momento estoy concentrado en acercar este libro a los lectores y en eso estoy gastando buena parte de mi energía.

Por: Carlos César Silva/EL PILÓN

Cultura
4 julio, 2020

“La gente solo busca salvar su pellejo”: Miguel Barrios Payares

Carlos César Silva entrevistó al escritor Miguel Barrios Payares a propósito del lanzamiento de su libro de cuentos ‘¿Dónde están los salvajes?’.


Miguel Barrios Payares, escritor. 

FOTO/CORTESÍA.
Miguel Barrios Payares, escritor. FOTO/CORTESÍA.

Miguel Barrios Payares, que nació en Astrea, pero que ha vivido gran parte de su vida en Valledupar donde se formó como escritor en el taller de literatura del poeta Luis Alberto Murgas, acaba de publicar su primer libro ‘¿Dónde están los salvajes?’, un compendio de cuentos que discurren entre la perversidad, la desesperanza y la ciencia ficción. Su lenguaje es urbano, diáfano. No improvisa sus personajes, sino que los extrae del caos cotidiano y los transforma poéticamente.  A continuación, una charla con el autor.  

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Miguel, cuéntame: ¿dónde están los salvajes?

Quien lea este libro se podrá dar una buena idea de dónde encontrarlos.

En tus cuentos hay varios personajes que buscan la felicidad con desespero, pero siempre terminan estrellándose contra los infortunios: ¿los desamores y las frustraciones tienen algún tipo de complicidad con la violencia?

Me gusta pensar que la violencia es una consecuencia del caos universal y no algo que llevamos por dentro, pero entiendo que cada fracaso es una herida abierta, y un animal herido es siempre peligroso. Aunque también existen personas-personajes capaces de dar lo mejor de sí mismos y hasta logran dar cierta sensación de esperanza en medio de la crueldad y el desespero. Lo que pasa es que los personajes de estos cuentos siempre están ante situaciones críticas, donde sus decisiones pueden cambiar por completo el rumbo de sus vidas.

En uno de los cuentos del libro un combo de niños, que se supone que viven los años inocentes de la infancia, convierten un simple juego en una tragedia: ¿acaso es imposible que la perversidad deje de aparecer en alguna etapa de la vida?

Nos gusta pensar en los niños como seres puros y hasta solemos relacionarlos con figuras angelicales. Sin embargo, muchos niños han demostrado ser capaces de atrocidades similares a sus versiones adultas. Te cuento: hace varios años me topé, por cosas del azar, con una noticia que describía la tortura y el posterior asesinato de un grupo de chicos contra un compañero de juegos. Eso me mantuvo conmocionado por semanas, simplemente se me hacía imposible concebir que algo así fuera posible. Volví sobre la lectura de ‘El señor de las moscas’ y luego de una revisión del tema decidí escribir. ¿Hitler o Ted Bundy fueron desde niños lo que de adultos llegaron a ser? Esto crea un dilema moral complejo, pero el dejar de lado la discusión no cancela el tema.

Algunos de tus cuentos transcurren en lugares indeterminados, pero otros suceden en una Valledupar urbana, conflictiva: ¿la capital del Cesar es una ciudad salvaje?

He vivido en Valledupar más de la mitad de mi vida y eso pesa, pero creo que el espacio específico de esta ciudad no ha sido determinante a la hora de escribir los cuentos que están situados aquí. Me gusta la idea de gente perdida entre la jungla de cemento, entre el sonido de los carros, entre el barullo del anonimato donde cazador y presa se encuentran y se hacen uno. Eso sucede en cualquier ciudad. Es que el mundo entero es un lugar salvaje.

No dejes de leer: Rosalbina, la mujer que amó a Luis Enrique Martínez hasta el final de sus días

Martín, uno de tus personajes del cuento que da título al libro, dice: “El mundo se está yendo por el desbarrancadero y a nadie le importa. La gente solo busca salvarse el pellejo… vivir un día más”. ¿Esto es mero pesimismo o una realidad?

Carlos, el pesimismo puede ser una forma sosegada de ver el mundo. No esperas nada de nadie y te alegras con las sorpresas. Lo cierto es que si nos sentamos a ver noticias por al menos una hora, nuestra posición frente a la realidad no saldrá indemne. Allí hay motivos de sobra para ser pesimistas, pero me da confianza la ciencia y el poder que tenemos como especie para sobreponernos ante las adversidades. Ya creamos la penicilina, las vacunas, pisamos nuestra luna. En ese tipo de avances sí soy profundamente optimista.

En el relato ‘El evangelio de la guerra’, que trata sobre el conflicto armado, Wilfredo, el protagonista, toma justicia por mano propia: ¿La reconciliación en Colombia es imposible porque abunda una sed de venganza como la que carcome a tu personaje?

Creo en la reconciliación y en el poder transformador que tiene, pero sé que la sociedad colombiana es profundamente violenta y atesora el rencor como un bien precioso, y eso no nos permite avanzar. También sé que el problema con este tipo de procesos es mucho más complejo. Hay intereses particulares que buscan mantenernos en un estado de perpetua histeria y se lucran con el sufrimiento colectivo de nuestra sociedad.

¿Aunque los relatos ‘Manual para armar a Cecilia’ y ‘Canto de sirenas’ son de ciencia ficción, tienen algún hilo comunicante con los otros cuentos, que son más bien de corte realista?

Sin lugar a dudas. En todos estos cuentos, sin excepción, priman los instintos e impulsos primarios de supervivencia, lo que nos hace más cercanos a la tierra: el hambre, el sexo, el miedo, la violencia. Ten en cuenta que miles de años de convivencia en comunidad han enjaulado las fuerzas primitivas que llevamos dentro, pero en momentos límite, cuando somos atacados, solemos golpear con furia y las consecuencias son siempre inesperadas. Intenté que los cuentos de este libro se mantuvieran en esa dirección. De hecho, cuando escogí lo que al final terminaría publicándose, aparté algunos por no mantener este mismo hilo comunicante.

¿Cuáles cuentistas te influenciaron para escribir esta obra?

Debo hacerte una aclaración que creo que haré siempre que hable de estos cuentos como un conjunto, y es que algunos fueron escritos con varios años de diferencia en relación con otros cuentos del libro, por lo que se puede percibir una multiplicidad de formas en la narración. También, durante todo ese tiempo, pasaron por mis manos muchos libros que ahora son fundamentales. Por ejemplo, a mí me marcó la lectura de Raymond Carver, un cuentista muy potente, formidable, pero también me conmovió sobremanera un texto de John Varley que está a medio camino entre el cuento y la novela corta titulado ‘La persistencia de la visión’. Como ves, son voces muy distintas pero que de seguro hicieron que cada parte de este libro variara y se hiciera más diverso.  

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Hablemos de Terrear Ediciones, que es la editorial con la cual publicaste ‘¿Dónde están los salvajes?’. Tremendo trabajo viene haciendo William Jiménez, ¿cierto?

Sí. Imagina, alguien dedica buena parte de sus energías y dinero de su bolsillo a una empresa tan noble pero al mismo tiempo tan difícil. ¿Quién por aquí anda publicando libros y revistas de literatura? William. Este libro de cuentos es el noveno de la suma de tres colecciones en un tramo de unos cuatro años. Eso es loable. Para ello se necesita un aguante y una persistencia que pocos alcanzan.

¿Cuál es tu próximo proyecto literario?

Tú como escritor sabes que siempre tenemos apuntaladas muchas cosas. ¿Qué es lo siguiente que quiero publicar? Una novela cyberpunk que ya está lista y duerme el sueño de los justos esperando su hora. Pero la verdad es que de momento estoy concentrado en acercar este libro a los lectores y en eso estoy gastando buena parte de mi energía.

Por: Carlos César Silva/EL PILÓN