Leímos antier en el diario internacional El País la acusación de Ucrania a Rusia, en medio de la infernal guerra, de haber bajado las aguas del embalse de Kajovka. “La caída en los niveles de agua también es preocupante porque el embalse habitualmente acumula agua en invierno que se usa para el riego en la estación seca. Maksym Soroka, experto en catástrofes ambientales de la Universidad Estatal de Ucrania de Ciencia y Tecnología, explicó en declaraciones citadas por “Zapsich” que las acciones de Rusia incrementan el riesgo de hambrunas y pueden causar la quiebra de muchas pequeñas empresas agrícolas.

Una reducción de la cosecha afectaría a las exportaciones de productos agrícolas, lo que dañaría a la economía ucraniana y a los mercados alimentarios a escala global. Además, en los territorios ocupados por Rusia muchos hogares ya dependen de los productos que cultivan en sus jardines, y, por ende, del agua del embalse de Kajovka.

Por otro lado, el primer ministro ucranio, Denys Shmyhal, advirtió este martes de que la disminución en los niveles de agua puede producir fallos en el funcionamiento del sistema de refrigeración de la planta nuclear de Zaporiyia. Shmyhal instó al ‘mundo civilizado’ a no permanecer en silencio y a ejercer presión sobre Moscú para que cierre las compuertas de la presa y reconstruya las infraestructuras parcialmente dañadas de la planta hidroeléctrica de Kajovka”.

Las represas, embalses, reservorios cumplen importante función ambiental, regulan los caudales, proveen agua para el consumo humano, la agricultura, los peces, el turismo y la generación de energía limpia. Crean empleo, riqueza y felicidad a las poblaciones.

En visita que hemos reseñado a la represa del Ranchería observamos la regulación de sus caudales, contrariando la errada idea que se ha almacenado en la mente de algunos elocuentes ciudadanos guajiros que consideran que el agua del río Ranchería se represa y se detiene, se secuestra y se deja ahí.

Verificamos que el caudal promedio histórico del Ranchería es de 7.73 m3/s – es decir 7730 litros por segundo- con caudales promedios mínimos en 24 horas de 1.5 m3/s en los veranos y máximos de 184 m3/s, en los momentos de extremas lluvias. La Represa ha permitido evitar las desastrosas crecientes del pasado y sostiene en verano un caudal superior a las promedios históricos que tenía el río antes de su construcción.

Al ver la estadística pluvial y la comparación entre los caudales de entrada al embalse y los descargados se prueba que en los años de extrema sequía desde su inauguración en 2010, la obra ha sido una bendición real para la agricultura regional, sin que se hayan construido aun los distritos de riego proyectados, y para el consumo de sus poblaciones, a pesar de que el fraude sobre los tubos compromete el servicio continuo.

Actualmente, en soleados veranos, a pesar de que los niveles de entrada bajan de los 2.000 litros por segundo, se descargan al río del orden de 7.000 litros por segundo. Pura agua, pura realidad.