Un dirigente asequible al público, respetado por sus conocimientos académicos y, sobre todo, leal a sus principios y a sus copartidarios; estaba en el tintero de Uribe para ser el próximo candidato presidencial por el Centro Democrático. Indiscutiblemente, heredó de su padre la correría política.
Con motivo de mi tesis doctoral en Ciencia Política, en la Universidad del Zulia, Venezuela, intitulada ‘Comportamiento de la abstención electoral en la democracia representativa colombiana’, escogí a Carlos Holmes Trujillo García para que respondiera una entrevista estructurada.
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Él hizo parte de las cuatro personas seleccionadas: Álvaro Uribe Vélez, Alfonso Araujo Cotes y un miembro de la Misión de Observación Electoral, MOE.
Con él todo fue sencillo, mucho más de lo que yo creía, en comparación con los otros contactos que hice. Lo llamé a su celular y enseguida acordamos fecha para la entrevista. Días después, el 11 de febrero del 2016, hice la entrevista.
Hoy hago pública sus declaraciones, en un momento aciago por su muerte. La entrevista también está en el libro ‘La abstención como manifestación de democracia’, que me acaba de publicar la Universidad Popular del Cesar.
Carlos Holmes Trujillo fue uno de esos intelectuales que militó en una élite de privilegios políticos y ocupó los cargos más importantes de un Estado, por elección popular y por designación presidencial. Su visión estaba inmersa en su forma estructural de observar cada situación política, fue el pulso de sus copartidarios y quien representaba el ideal de todos.
Un dirigente asequible al público, respetado por sus conocimientos académicos y, sobre todo, leal a sus principios y a sus copartidarios; estaba en el tintero de Uribe para ser el próximo candidato presidencial por el Centro Democrático. Indiscutiblemente, heredó de su padre la correría política.
La entrevista estructurada al ministro Trujillo tiene 18 preguntas.
Creo que el abstencionismo en Colombia tiene la característica de que, a pesar de la diversidad de las causas que lo originan a lo largo de los años, ha estado siempre presente en la vida política de la nación.
Las razones que conducen a que el ciudadano no concurra a las urnas hoy son bien distintas a las del pasado, no obstante, el común denominador es la baja participación. En las circunstancias actuales ese comportamiento puede atribuirse a la falta de credibilidad en los partidos y en el sistema en general.
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Sin embargo, preocupa mucho que los ciudadanos tampoco acudan a los mecanismos de participación democrática que se consagraron en la Constitución del 91, con la ilusión de que su utilización fortaleciera la actividad democrática de la gente.
Además de las causas internas, creo que estamos enfrentados a una crisis global de los principios democráticos que hemos conocido y defendido durante tanto tiempo. Por esa razón, estimo que Colombia debería participar activamente en un movimiento tendiente a convocar una sesión especial de la Organización de Naciones Unidas para definir los “nuevos principios de la democracia global”. Se enfrenta una crisis conceptual y ello exige promover una reflexión global.
Tal como lo mencioné en el punto anterior, creo que la falta de credibilidad y confianza en los partidos y en las instituciones, al igual que el decaimiento de los conceptos tradicionales y centenarios sobre la democracia explican lo que sucede en la actualidad. Pero es necesario repetir que la precaria participación en las decisiones electorales es una de las características de nuestro sistema.
Fluctúa y se mantiene dentro de los promedios históricos. Lo que sí crece es el descontento de la ciudadanía, la falta de credibilidad en el sistema y la desconfianza sobre la capacidad de darle soluciones a las exigencias de los asociados.
Estimo que cada vez cree menos.
No es una relación directa, pero sería inadecuado dejar de señalar que tiene un impacto indirecto toda vez que la violencia refleja, entre otras cosas, la incapacidad del Estado para cumplir con el deber de garantizar el orden público y la seguridad de los colombianos.
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Ni lo uno ni lo otro. Se incorporará a los procesos un actor nuevo, desde luego, y el hecho de que abandonen el terrorismo contribuirá a que las elecciones puedan hacerse en un ambiente más tranquilo en aquellas zonas en donde han actuado, pero el fortalecimiento de la actividad electoral tiene que ver con factores que trascienden la acción de los grupos armados ilegales en determinadas zonas del país.
Sí, la han entorpecido mediante las amenazas y la violencia en muchas regiones de Colombia.
No hay duda. Incide en los resultados electorales por el uso indebido y delictuoso de los recursos públicos, por la contaminación con dineros producto de actividades criminales y por el rechazo e indignación que produce en los ciudadanos el cáncer de la corrupción.
Por supuesto. En la medida en que la situación de la economía incide sobre la capacidad del Estado para avanzar en la creación de oportunidades y la satisfacción de las necesidades de la gente, dicha situación tiene una incidencia en la percepción de los electores con respecto a la utilidad de participar en los procesos electorales.
La responsabilidad es muy alta. Buena parte de la abstención se explica por los comportamientos indebidos de miembros de la clase política, el abandono de sus deberes, y la falta de una relación permanente con los ciudadanos, que no se limite solamente a la presencia en las comunidades durante los certámenes electorales.
No se puede creer en la pureza total del sistema porque este es débil y da lugar, en virtud de esas debilidades, a que lo afecte la corrupción.
Creo que es necesario hacer una gran pedagogía acerca de la participación democrática. Una de las grandes ilusiones que tuvimos los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente fue que mediante la incorporación de los principios y mecanismos de la democracia participativa avanzaríamos hacia un escenario dinámico y vigoroso de presencia ciudadana en las grandes decisiones a todos los niveles. Infortunadamente, no se ha logrado, pero creo que hay que insistir en la mencionada pedagogía y la generación de una cultura participativa.
Ese es el ideal. Queda mucho camino por recorrer.
Tiene razones y motivos, pero perdió confianza en las instituciones, no cree en los partidos, y deja de acudir a los instrumentos que tiene para decidir. Se margina en lugar de participar y esa actitud en lugar de contribuir a la corrección de las fallas las agudiza.
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No están creyendo en la democracia porque dejaron de tener confianza en las instituciones, como ya lo dije, y las organizaciones políticas han dejado de representar a las mayorías de la nación.
No creo. Eso del umbral en los plebiscitos no es asunto que sea suficientemente conocido por los ciudadanos, entre otras razones, porque los mecanismos de participación se han aplicado muy poco en Colombia. Ahora bien, esta pregunta es útil para recordar que la alta exigencia del umbral se concibió para evitar la democracia plebiscitaria.
Creo en algunos dirigentes políticos del país. Hay ciudadanos de bien, con gran preparación y verdadera vocación de servicio. Pero también existen muchos que deshonran la actividad pública y han dado lugar a la incredulidad y falta de confianza en las instituciones.
Además de lo que ya he mencionado creo que hay un fenómeno vinculado con los desarrollos globales que inciden en la abstención. Me explico: el ciudadano de hoy tiene acceso a un flujo de información creciente. Lo que no quiere decir que esté debidamente informado porque es tanto lo que escucha, lee y ve que se enfrenta a realidades contradictorias.
A pesar de eso, sí le es posible definir sus expectativas a la luz no solamente de la realidad de su entorno sino del de otras sociedades. Ello, como es natural, conduce a que espere más del Gobierno y deseé más como ciudadano. Frente a ese mar de expectativas, el dirigente tiene la tendencia a elevar el nivel de las ofertas programáticas que hace en los certámenes electorales, lo cual genera una brecha dañina entre los deseos, las posibilidades reales y las ofertas políticas.
De esta manera, crece la insatisfacción, aumenta la incredulidad y se debilita el sistema. A mi juicio, uno de los más grandes desafíos del mundo de hoy es definir los nuevos principios de la democracia global y ese movimiento debe generarse en la Organización de Naciones Unidas.
Paz en su tumba.
Por Aquilino Cotes Zuleta.
Un dirigente asequible al público, respetado por sus conocimientos académicos y, sobre todo, leal a sus principios y a sus copartidarios; estaba en el tintero de Uribe para ser el próximo candidato presidencial por el Centro Democrático. Indiscutiblemente, heredó de su padre la correría política.
Con motivo de mi tesis doctoral en Ciencia Política, en la Universidad del Zulia, Venezuela, intitulada ‘Comportamiento de la abstención electoral en la democracia representativa colombiana’, escogí a Carlos Holmes Trujillo García para que respondiera una entrevista estructurada.
Lee también: Nostalgia en el Cesar por muerte del ministro de Defensa y del presidente de la CGT
Él hizo parte de las cuatro personas seleccionadas: Álvaro Uribe Vélez, Alfonso Araujo Cotes y un miembro de la Misión de Observación Electoral, MOE.
Con él todo fue sencillo, mucho más de lo que yo creía, en comparación con los otros contactos que hice. Lo llamé a su celular y enseguida acordamos fecha para la entrevista. Días después, el 11 de febrero del 2016, hice la entrevista.
Hoy hago pública sus declaraciones, en un momento aciago por su muerte. La entrevista también está en el libro ‘La abstención como manifestación de democracia’, que me acaba de publicar la Universidad Popular del Cesar.
Carlos Holmes Trujillo fue uno de esos intelectuales que militó en una élite de privilegios políticos y ocupó los cargos más importantes de un Estado, por elección popular y por designación presidencial. Su visión estaba inmersa en su forma estructural de observar cada situación política, fue el pulso de sus copartidarios y quien representaba el ideal de todos.
Un dirigente asequible al público, respetado por sus conocimientos académicos y, sobre todo, leal a sus principios y a sus copartidarios; estaba en el tintero de Uribe para ser el próximo candidato presidencial por el Centro Democrático. Indiscutiblemente, heredó de su padre la correría política.
La entrevista estructurada al ministro Trujillo tiene 18 preguntas.
Creo que el abstencionismo en Colombia tiene la característica de que, a pesar de la diversidad de las causas que lo originan a lo largo de los años, ha estado siempre presente en la vida política de la nación.
Las razones que conducen a que el ciudadano no concurra a las urnas hoy son bien distintas a las del pasado, no obstante, el común denominador es la baja participación. En las circunstancias actuales ese comportamiento puede atribuirse a la falta de credibilidad en los partidos y en el sistema en general.
No dejes de leer: Tres días de duelo por la muerte del ministro Carlos Holmes Trujillo
Sin embargo, preocupa mucho que los ciudadanos tampoco acudan a los mecanismos de participación democrática que se consagraron en la Constitución del 91, con la ilusión de que su utilización fortaleciera la actividad democrática de la gente.
Además de las causas internas, creo que estamos enfrentados a una crisis global de los principios democráticos que hemos conocido y defendido durante tanto tiempo. Por esa razón, estimo que Colombia debería participar activamente en un movimiento tendiente a convocar una sesión especial de la Organización de Naciones Unidas para definir los “nuevos principios de la democracia global”. Se enfrenta una crisis conceptual y ello exige promover una reflexión global.
Tal como lo mencioné en el punto anterior, creo que la falta de credibilidad y confianza en los partidos y en las instituciones, al igual que el decaimiento de los conceptos tradicionales y centenarios sobre la democracia explican lo que sucede en la actualidad. Pero es necesario repetir que la precaria participación en las decisiones electorales es una de las características de nuestro sistema.
Fluctúa y se mantiene dentro de los promedios históricos. Lo que sí crece es el descontento de la ciudadanía, la falta de credibilidad en el sistema y la desconfianza sobre la capacidad de darle soluciones a las exigencias de los asociados.
Estimo que cada vez cree menos.
No es una relación directa, pero sería inadecuado dejar de señalar que tiene un impacto indirecto toda vez que la violencia refleja, entre otras cosas, la incapacidad del Estado para cumplir con el deber de garantizar el orden público y la seguridad de los colombianos.
Te puede interesar: Declaran culpable a ‘Tuto’ Uhía por corrupción al sufragante
Ni lo uno ni lo otro. Se incorporará a los procesos un actor nuevo, desde luego, y el hecho de que abandonen el terrorismo contribuirá a que las elecciones puedan hacerse en un ambiente más tranquilo en aquellas zonas en donde han actuado, pero el fortalecimiento de la actividad electoral tiene que ver con factores que trascienden la acción de los grupos armados ilegales en determinadas zonas del país.
Sí, la han entorpecido mediante las amenazas y la violencia en muchas regiones de Colombia.
No hay duda. Incide en los resultados electorales por el uso indebido y delictuoso de los recursos públicos, por la contaminación con dineros producto de actividades criminales y por el rechazo e indignación que produce en los ciudadanos el cáncer de la corrupción.
Por supuesto. En la medida en que la situación de la economía incide sobre la capacidad del Estado para avanzar en la creación de oportunidades y la satisfacción de las necesidades de la gente, dicha situación tiene una incidencia en la percepción de los electores con respecto a la utilidad de participar en los procesos electorales.
La responsabilidad es muy alta. Buena parte de la abstención se explica por los comportamientos indebidos de miembros de la clase política, el abandono de sus deberes, y la falta de una relación permanente con los ciudadanos, que no se limite solamente a la presencia en las comunidades durante los certámenes electorales.
No se puede creer en la pureza total del sistema porque este es débil y da lugar, en virtud de esas debilidades, a que lo afecte la corrupción.
Creo que es necesario hacer una gran pedagogía acerca de la participación democrática. Una de las grandes ilusiones que tuvimos los integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente fue que mediante la incorporación de los principios y mecanismos de la democracia participativa avanzaríamos hacia un escenario dinámico y vigoroso de presencia ciudadana en las grandes decisiones a todos los niveles. Infortunadamente, no se ha logrado, pero creo que hay que insistir en la mencionada pedagogía y la generación de una cultura participativa.
Ese es el ideal. Queda mucho camino por recorrer.
Tiene razones y motivos, pero perdió confianza en las instituciones, no cree en los partidos, y deja de acudir a los instrumentos que tiene para decidir. Se margina en lugar de participar y esa actitud en lugar de contribuir a la corrección de las fallas las agudiza.
Lee también: “Unidos en familia, embargados en dolor y tristeza”: hijos de ministro Trujillo
No están creyendo en la democracia porque dejaron de tener confianza en las instituciones, como ya lo dije, y las organizaciones políticas han dejado de representar a las mayorías de la nación.
No creo. Eso del umbral en los plebiscitos no es asunto que sea suficientemente conocido por los ciudadanos, entre otras razones, porque los mecanismos de participación se han aplicado muy poco en Colombia. Ahora bien, esta pregunta es útil para recordar que la alta exigencia del umbral se concibió para evitar la democracia plebiscitaria.
Creo en algunos dirigentes políticos del país. Hay ciudadanos de bien, con gran preparación y verdadera vocación de servicio. Pero también existen muchos que deshonran la actividad pública y han dado lugar a la incredulidad y falta de confianza en las instituciones.
Además de lo que ya he mencionado creo que hay un fenómeno vinculado con los desarrollos globales que inciden en la abstención. Me explico: el ciudadano de hoy tiene acceso a un flujo de información creciente. Lo que no quiere decir que esté debidamente informado porque es tanto lo que escucha, lee y ve que se enfrenta a realidades contradictorias.
A pesar de eso, sí le es posible definir sus expectativas a la luz no solamente de la realidad de su entorno sino del de otras sociedades. Ello, como es natural, conduce a que espere más del Gobierno y deseé más como ciudadano. Frente a ese mar de expectativas, el dirigente tiene la tendencia a elevar el nivel de las ofertas programáticas que hace en los certámenes electorales, lo cual genera una brecha dañina entre los deseos, las posibilidades reales y las ofertas políticas.
De esta manera, crece la insatisfacción, aumenta la incredulidad y se debilita el sistema. A mi juicio, uno de los más grandes desafíos del mundo de hoy es definir los nuevos principios de la democracia global y ese movimiento debe generarse en la Organización de Naciones Unidas.
Paz en su tumba.
Por Aquilino Cotes Zuleta.