Publicidad
Categorías
Categorías
Judicial - 26 enero, 2019

La emotiva carta de adiós a Juan Felipe Ustáriz

La tarde de este sábado se realizó el sepelio del ganadero Juan Felipe Ustáriz, asesinado cerca de su finca en zona rural de Valledupar, crimen que ha generado todo tipo de reacciones en la sociedad vallenata.

Foto: Sergio Mcgreen.
Foto: Sergio Mcgreen.

La tarde de este sábado se realizó el sepelio del ganadero Juan Felipe Ustáriz, asesinado cerca de su finca en zona rural de Valledupar, crimen que ha generado todo tipo de reacciones en la sociedad vallenata.

En medio de todos los pronunciamientos y mensajes de condolencias, hay una emotiva carta de despedida escrita por José Francisco Castro, uno de los mejores amigos del Puro, como era conocido Juan Felipe.

La presentamos a continuación:

“Es normal que ante las noticias dolorosas nuestra mente y nuestro corazón reaccionen de maneras insospechadas por nosotros mismos. El año pasado recibí muchas y muy dolorosas noticias, especialmente relacionadas con las ausencias definitivas de muchos de mis seres más queridos, incluido un compañero de estudios desde mi infancia, quienes abandonaron ésta tierra para reencontrarse con El Dueño de todo cuanto vemos, sabemos y sentimos.

Hoy recibí una noticia que no solo me partió el alma y el corazón en mil pedazos, sino que también me hizo convencerme que nuestro paso por éste mundo es momentáneo, fugaz y pasajero. Por esa razón hoy más que siempre considero que el tiempo para amar y perdonar se nos está acabando. Ya no desperdiciaré más el tiempo sin decirle a todos los seres que tanto significan para mí, cuanto los quiero y necesito en mi vida.

Hoy, uno de mis hermanitos menores, a quien ví crecer, a quién enseñé a jugar, con quién reí y aprendí, con quién parrandié, a quien protegí y aconsejé, a quién asesoré y enseñé, a quién consulté y escuché atentamente; hoy, ese hermanito de mi alma y mi corazón se me adelantó en éste momentáneo, fugaz y pasajero paso por el mundo terrenal, para adelantarse a aquel lugar en el que con certeza, nos encontraremos más adelante, para seguir disfrutando de nuestra amistad verdadera.

Hoy tuve tiempo de pensar en todas las ultimas veces en que nos habíamos encontrado por ahí, en los abrazos profundos que nos dimos al saludarnos, en cómo me presentó a sus dos hermosas hijas y a su adorable esposa. Hoy pensé también en su sonrisa permanente, en su capacidad para saberse toda la discografía de su ídolo Diomedes Díaz, con la precisión de conocer cada una de las canciones y poder afirmar en que año habían sido grabadas e incluso, el orden en que aparecían en cada CD. Hoy recordé las veces en que lo invité a jugar microfútbol y se presentaba muy puntual y bien uniformado con la camiseta de Batistuta. Vaya sorpresa la que nos dio en el primer partido en el que anotó más de 5 goles. En los siguientes partidos jamás volvió a meter siquiera un gol!!!, pero ahí estaba siempre, dispuesto, optimista y motivado, con que ya vendrían mejores faenas.

Recuerdo que era un excelente amigo, y no solo mío, sino de tantas personas que conozco, que estoy seguro que no existe alguien que hoy me pueda decir que en algún momento tuvo una discusión con él. Era muy noble y humilde, era incansable y obstinado. En definitiva era un hombre bueno, entendiendo que tenía ésta condición porque en todo momento y lugar, hacía cosas buenas por los demás.

También fue el mejor hermano para sus hermanos Jose, Orlandito y Lucho. Y también fue el mejor hijo de Glorita y Orlando. Nada es comparable, simplemente porque compararse con Juan Felipe era un ejercicio perdido.

Era un apasionado de cada cosa que se proponía. Últimamente los temas agropecuarios le ocupaban gran parte del tiempo que le quedaba después de educar a sus pequeñas hijas. Nunca escatimó tiempo para conocer de nuevas experiencias y tecnologías aplicadas en su finca. Nunca se negó a ayudar a su Papá en la administración diaria de las fincas familiares. Él siempre estaba dispuesto a servir, claro está, como debe ser, en silencio y sin llamar la atención, con respeto y obediencia, como el mejor de los servidores inútiles.

Juanfe, Pipe, Puro, Purito, Piperrón: No alcancé a despedirme de ti la última vez que nos vimos. No alcancé a decirte cuanto te quería. No alcancé a pedirte perdón por no acompañarte hoy, pero como dijo tu ídolo Diomedes en la canción No 1 del albúm titulado “Un canto celestial”, por allá en 1995 me atrevo a decirte, lleno de sentimiento y profunda tristeza: “Compadre Puro no fuí a su entierro, porque no quise verlo enterrar…”. ¡Dios te bendiga hermano! Escrito por José Francisco Castro.

Artículos relacionados:

Judicial
26 enero, 2019

La emotiva carta de adiós a Juan Felipe Ustáriz

La tarde de este sábado se realizó el sepelio del ganadero Juan Felipe Ustáriz, asesinado cerca de su finca en zona rural de Valledupar, crimen que ha generado todo tipo de reacciones en la sociedad vallenata.


Foto: Sergio Mcgreen.
Foto: Sergio Mcgreen.

La tarde de este sábado se realizó el sepelio del ganadero Juan Felipe Ustáriz, asesinado cerca de su finca en zona rural de Valledupar, crimen que ha generado todo tipo de reacciones en la sociedad vallenata.

En medio de todos los pronunciamientos y mensajes de condolencias, hay una emotiva carta de despedida escrita por José Francisco Castro, uno de los mejores amigos del Puro, como era conocido Juan Felipe.

La presentamos a continuación:

“Es normal que ante las noticias dolorosas nuestra mente y nuestro corazón reaccionen de maneras insospechadas por nosotros mismos. El año pasado recibí muchas y muy dolorosas noticias, especialmente relacionadas con las ausencias definitivas de muchos de mis seres más queridos, incluido un compañero de estudios desde mi infancia, quienes abandonaron ésta tierra para reencontrarse con El Dueño de todo cuanto vemos, sabemos y sentimos.

Hoy recibí una noticia que no solo me partió el alma y el corazón en mil pedazos, sino que también me hizo convencerme que nuestro paso por éste mundo es momentáneo, fugaz y pasajero. Por esa razón hoy más que siempre considero que el tiempo para amar y perdonar se nos está acabando. Ya no desperdiciaré más el tiempo sin decirle a todos los seres que tanto significan para mí, cuanto los quiero y necesito en mi vida.

Hoy, uno de mis hermanitos menores, a quien ví crecer, a quién enseñé a jugar, con quién reí y aprendí, con quién parrandié, a quien protegí y aconsejé, a quién asesoré y enseñé, a quién consulté y escuché atentamente; hoy, ese hermanito de mi alma y mi corazón se me adelantó en éste momentáneo, fugaz y pasajero paso por el mundo terrenal, para adelantarse a aquel lugar en el que con certeza, nos encontraremos más adelante, para seguir disfrutando de nuestra amistad verdadera.

Hoy tuve tiempo de pensar en todas las ultimas veces en que nos habíamos encontrado por ahí, en los abrazos profundos que nos dimos al saludarnos, en cómo me presentó a sus dos hermosas hijas y a su adorable esposa. Hoy pensé también en su sonrisa permanente, en su capacidad para saberse toda la discografía de su ídolo Diomedes Díaz, con la precisión de conocer cada una de las canciones y poder afirmar en que año habían sido grabadas e incluso, el orden en que aparecían en cada CD. Hoy recordé las veces en que lo invité a jugar microfútbol y se presentaba muy puntual y bien uniformado con la camiseta de Batistuta. Vaya sorpresa la que nos dio en el primer partido en el que anotó más de 5 goles. En los siguientes partidos jamás volvió a meter siquiera un gol!!!, pero ahí estaba siempre, dispuesto, optimista y motivado, con que ya vendrían mejores faenas.

Recuerdo que era un excelente amigo, y no solo mío, sino de tantas personas que conozco, que estoy seguro que no existe alguien que hoy me pueda decir que en algún momento tuvo una discusión con él. Era muy noble y humilde, era incansable y obstinado. En definitiva era un hombre bueno, entendiendo que tenía ésta condición porque en todo momento y lugar, hacía cosas buenas por los demás.

También fue el mejor hermano para sus hermanos Jose, Orlandito y Lucho. Y también fue el mejor hijo de Glorita y Orlando. Nada es comparable, simplemente porque compararse con Juan Felipe era un ejercicio perdido.

Era un apasionado de cada cosa que se proponía. Últimamente los temas agropecuarios le ocupaban gran parte del tiempo que le quedaba después de educar a sus pequeñas hijas. Nunca escatimó tiempo para conocer de nuevas experiencias y tecnologías aplicadas en su finca. Nunca se negó a ayudar a su Papá en la administración diaria de las fincas familiares. Él siempre estaba dispuesto a servir, claro está, como debe ser, en silencio y sin llamar la atención, con respeto y obediencia, como el mejor de los servidores inútiles.

Juanfe, Pipe, Puro, Purito, Piperrón: No alcancé a despedirme de ti la última vez que nos vimos. No alcancé a decirte cuanto te quería. No alcancé a pedirte perdón por no acompañarte hoy, pero como dijo tu ídolo Diomedes en la canción No 1 del albúm titulado “Un canto celestial”, por allá en 1995 me atrevo a decirte, lleno de sentimiento y profunda tristeza: “Compadre Puro no fuí a su entierro, porque no quise verlo enterrar…”. ¡Dios te bendiga hermano! Escrito por José Francisco Castro.

Artículos relacionados: