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Crónica - 6 octubre, 2010

La Ciénaga de Zapatosa vestida de verde (I)

Un serio problema ecológico Por Juan Rincón Vanegas [email protected] Los pescadores de Chimichagua debieron dejar forzosamente el oficio que los ha identificado toda la vida para dedicarse – con sus propias manos- a pescar taruyas, debido a que la cuarta parte de la Ciénaga de Zapatosa está llena de estas plantas. De las 80 mil […]

Un serio problema ecológico



Por Juan Rincón Vanegas
[email protected]

Los pescadores de Chimichagua debieron dejar forzosamente el oficio que los ha identificado toda la vida para dedicarse – con sus propias manos- a pescar taruyas, debido a que la cuarta parte de la Ciénaga de Zapatosa está llena de estas plantas. De las 80 mil hectáreas con que ahora cuenta, debido al invierno, el cuerpo de agua dulce más grande de Colombia, 15 mil están taponadas e impiden la pesca y la navegabilidad de toda clase de embarcaciones.
Este es el panorama que se aprecia y cubre -además de la cabecera municipal de Chimichagua- a las poblaciones de Saloa, La Mata, Sempegua, Plata Perdida, Santo Domingo y Corralito, entre otras.
El primero que toma la palabra para esbozar la situación que se vive hace dos meses es Pedro Pablo Medina, toda su familia – de generación en generación- se ha dedicado a la pesca e incluso su nombre es en homenaje al pescador más famoso del mundo.
“Nosotros estamos encerrados en nuestro propio territorio. Quién iba a pensar que la taruya nos hiciera esa jugada y nos pusiera a los quinientos pescadores y nuestras familias a tener que aguantar física hambre. Ahora recibimos un pago por sacar esa planta de la ciénaga y estamos es amontonando los tapones para sacarlos de una, pero en semana y media que tenemos de trabajo los vientos no nos han acompañado y se vuelve a llenar y está peor que cuando comenzamos. La verdad es que entre más taruya sacamos más llega y es de nunca acabar y en el momento no estamos viendo resultados en el trabajo”.
La labor se hace con varios botes, dos planchones, garabatos, ganchos, horquetas y latas de castilla, entre otros elementos.

Como un campo de golf

Son las seis de la mañana, el nuevo día apenas da la bienvenida y Pedro Pablo toma aire, mira la inmensidad de la ciénaga donde ahora no se ve nada de agua, sino que todo está teñido de verde, parecido a un campo de golf y señala: “No podemos salir a ningún lado. Esto está completamente tupido. Es más, nos podemos subir encima de la taruya y no nos hundimos. Estamos sin vía por la ciénaga y lo peor es que apenas el invierno comienza y esto va para largo, más o menos tres o cuatro meses porque la cantidad de taruya es terrible.
Los pescadores estamos fregados porque nos ganábamos diariamente entre 40 y 50 mil pesos, pero ahora recibimos un jornal de 22 mil pesos, para solventar la situación gracias al Gobernador del Cesar, que nos tuvo en cuenta y aportó el dinero, 260 millones de pesos, que se están manejando”. El horario de trabajo es de siete de la mañana a cuatro de la tarde y siempre están metidos de lleno en la ciénaga a sol y agua.
Cuenta también Pedro Pablo que “estas aguas están podridas, es pura agua negra. No hay oxigeno, se han muerto una gran cantidad de peces y esta zona se demorará en recuperarse”. En medio de su exposición relata que en dos barrios de Chimichagua cercanos a la ciénaga, hay más de 40 casas encerradas por el agua.
“Vea, hay agua por delante y por detrás y el mosquito que vuela bajito. Son mosquitos grandes, sino estoy mal tienen grado de general. Pienso que cuando el invierno llegue con toda su intensidad el asunto se pondrá más grave, no solamente en Chimichagua, sino en toda la región. Nosotros, los pescadores, que conocemos de las etapas del invierno estamos sumamente preocupados porque ahora lo que se avecina es agua y más agua y la pesca se pone difícil. No hay duda que seguiremos hundidos en la pobreza”.

Atención del gobierno nacional

Ante la acumulación de taruya en distintos sectores de la Ciénaga de Zapatosa, el presidente de la Asociación de Pescadores del municipio de  Chimichagua, Alfonso López Arguelles, quien está al frente de las cuadrillas, manifestó que “en el desespero por tener para el sustento de nuestras familias algunos pescadores pagábamos un carro que nos llevara las canoas a distintos puertos y de esta manera trabajar en lo nuestro. La cantidad de dinero que aportó el gobierno departamental no es ni siquiera un 10 por ciento de lo que se necesita, mirando la magnitud del problema. En este sentido se necesita el apoyo inmediato del gobierno nacional y de las entidades encargadas del medio ambiente que se vinculen a la recuperación de la Ciénaga de Zapatosa”.
Respecto a los pescadores que trabajan en esta labor, López Arguelles comunicó que son 70 cada semana y se están turnando para darles participación a todos. “Ante las circunstancias que viven los 500 pescadores de la cabecera municipal, no se está dando una verdadera solución para que tengan su fuente de trabajo”.

Por su parte el personero municipal de Chimichagua, Pablo Rocha Lemus, llamó la atención sobre el caso de la Zapatosa. “la situación atípica que vive Chimichagua es crítica porque la acumulación de la taruya se ha venido convirtiendo en unos firmales que han imposibilitado la labor de los pescadores y de la navegación. Ante esto nos pusimos al frente para entre entidades como la Gobernación del Cesar, Corpocesar, el municipio y la Agencia de Desarrollo Local de la Zapatosa (ADEL), aunar esfuerzos y tratar de resolverlo en el menor tiempo posible y en el momento se tienen varios frentes de trabajo tratando de mitigar el impacto ambiental”.
Para analizar la situación, desde el punto de vista técnico el profesional de Corpocesar y natural de Chimichagua, Libardo Lascarro Ditta, conceptuó: “el taponamiento de 15 mil hectáreas es debido al incremento de la taruya, una planta exótica e invasora que causa diversos problemas como el que presenta actualmente la ciénaga de Zapatosa. Es una planta demasiado resistente y puede reproducirse de múltiples maneras. Respecto al problema que se presenta se debe a que ha sido un año atípico en el sentido del clima porque no se tuvo el verano o veranillo de San Juan, sino que comenzó a llover a mediados de abril y no ha terminado de hacerlo. Ha sido un periodo demasiado largo que le ha dado unas condiciones ambientales para que la planta se reproduzca de manera agresiva y se expanda libremente por la cuarta parte de la Zapatosa, teniendo buena cosecha”.

También Lascarro Ditta anotó que el cuerpo de agua no tiene ningún controlador biológico natural, como existía antes por diversos animales, como el manatí que tenía la capacidad de consumir entre 40 y 70 kilos de buchón diarios dependiendo del tamaño del animal, además de los patos reales y el pisingo, entre otros.
“Lo anterior significa que la biodiversidad y la cadena  atrófica hace rato que se rompió en la ciénaga de Zapatosa y ahora los seres humanos están dedicados a esa tarea. Debido a lo anterior, se hace necesario implementar, con el respaldo de las distintas entidades, una política de desarrollo económico y social aprovechando la planta para alimento del ganado y de manera artesanal”.
Sobre el proceso de evacuación de la taruya el funcionario de Corpocesar anotó que el trabajo se cumple de manera artesanal y debido al gran impacto se demorará aproximadamente cuatro meses, contando con la colaboración de la naturaleza. “En estos momentos la cota del rio Magdalena está muy alta e inunda a la Zapatosa con una gran fuerza dinámica”.

Crónica
6 octubre, 2010

La Ciénaga de Zapatosa vestida de verde (I)

Un serio problema ecológico Por Juan Rincón Vanegas [email protected] Los pescadores de Chimichagua debieron dejar forzosamente el oficio que los ha identificado toda la vida para dedicarse – con sus propias manos- a pescar taruyas, debido a que la cuarta parte de la Ciénaga de Zapatosa está llena de estas plantas. De las 80 mil […]


Un serio problema ecológico



Por Juan Rincón Vanegas
[email protected]

Los pescadores de Chimichagua debieron dejar forzosamente el oficio que los ha identificado toda la vida para dedicarse – con sus propias manos- a pescar taruyas, debido a que la cuarta parte de la Ciénaga de Zapatosa está llena de estas plantas. De las 80 mil hectáreas con que ahora cuenta, debido al invierno, el cuerpo de agua dulce más grande de Colombia, 15 mil están taponadas e impiden la pesca y la navegabilidad de toda clase de embarcaciones.
Este es el panorama que se aprecia y cubre -además de la cabecera municipal de Chimichagua- a las poblaciones de Saloa, La Mata, Sempegua, Plata Perdida, Santo Domingo y Corralito, entre otras.
El primero que toma la palabra para esbozar la situación que se vive hace dos meses es Pedro Pablo Medina, toda su familia – de generación en generación- se ha dedicado a la pesca e incluso su nombre es en homenaje al pescador más famoso del mundo.
“Nosotros estamos encerrados en nuestro propio territorio. Quién iba a pensar que la taruya nos hiciera esa jugada y nos pusiera a los quinientos pescadores y nuestras familias a tener que aguantar física hambre. Ahora recibimos un pago por sacar esa planta de la ciénaga y estamos es amontonando los tapones para sacarlos de una, pero en semana y media que tenemos de trabajo los vientos no nos han acompañado y se vuelve a llenar y está peor que cuando comenzamos. La verdad es que entre más taruya sacamos más llega y es de nunca acabar y en el momento no estamos viendo resultados en el trabajo”.
La labor se hace con varios botes, dos planchones, garabatos, ganchos, horquetas y latas de castilla, entre otros elementos.

Como un campo de golf

Son las seis de la mañana, el nuevo día apenas da la bienvenida y Pedro Pablo toma aire, mira la inmensidad de la ciénaga donde ahora no se ve nada de agua, sino que todo está teñido de verde, parecido a un campo de golf y señala: “No podemos salir a ningún lado. Esto está completamente tupido. Es más, nos podemos subir encima de la taruya y no nos hundimos. Estamos sin vía por la ciénaga y lo peor es que apenas el invierno comienza y esto va para largo, más o menos tres o cuatro meses porque la cantidad de taruya es terrible.
Los pescadores estamos fregados porque nos ganábamos diariamente entre 40 y 50 mil pesos, pero ahora recibimos un jornal de 22 mil pesos, para solventar la situación gracias al Gobernador del Cesar, que nos tuvo en cuenta y aportó el dinero, 260 millones de pesos, que se están manejando”. El horario de trabajo es de siete de la mañana a cuatro de la tarde y siempre están metidos de lleno en la ciénaga a sol y agua.
Cuenta también Pedro Pablo que “estas aguas están podridas, es pura agua negra. No hay oxigeno, se han muerto una gran cantidad de peces y esta zona se demorará en recuperarse”. En medio de su exposición relata que en dos barrios de Chimichagua cercanos a la ciénaga, hay más de 40 casas encerradas por el agua.
“Vea, hay agua por delante y por detrás y el mosquito que vuela bajito. Son mosquitos grandes, sino estoy mal tienen grado de general. Pienso que cuando el invierno llegue con toda su intensidad el asunto se pondrá más grave, no solamente en Chimichagua, sino en toda la región. Nosotros, los pescadores, que conocemos de las etapas del invierno estamos sumamente preocupados porque ahora lo que se avecina es agua y más agua y la pesca se pone difícil. No hay duda que seguiremos hundidos en la pobreza”.

Atención del gobierno nacional

Ante la acumulación de taruya en distintos sectores de la Ciénaga de Zapatosa, el presidente de la Asociación de Pescadores del municipio de  Chimichagua, Alfonso López Arguelles, quien está al frente de las cuadrillas, manifestó que “en el desespero por tener para el sustento de nuestras familias algunos pescadores pagábamos un carro que nos llevara las canoas a distintos puertos y de esta manera trabajar en lo nuestro. La cantidad de dinero que aportó el gobierno departamental no es ni siquiera un 10 por ciento de lo que se necesita, mirando la magnitud del problema. En este sentido se necesita el apoyo inmediato del gobierno nacional y de las entidades encargadas del medio ambiente que se vinculen a la recuperación de la Ciénaga de Zapatosa”.
Respecto a los pescadores que trabajan en esta labor, López Arguelles comunicó que son 70 cada semana y se están turnando para darles participación a todos. “Ante las circunstancias que viven los 500 pescadores de la cabecera municipal, no se está dando una verdadera solución para que tengan su fuente de trabajo”.

Por su parte el personero municipal de Chimichagua, Pablo Rocha Lemus, llamó la atención sobre el caso de la Zapatosa. “la situación atípica que vive Chimichagua es crítica porque la acumulación de la taruya se ha venido convirtiendo en unos firmales que han imposibilitado la labor de los pescadores y de la navegación. Ante esto nos pusimos al frente para entre entidades como la Gobernación del Cesar, Corpocesar, el municipio y la Agencia de Desarrollo Local de la Zapatosa (ADEL), aunar esfuerzos y tratar de resolverlo en el menor tiempo posible y en el momento se tienen varios frentes de trabajo tratando de mitigar el impacto ambiental”.
Para analizar la situación, desde el punto de vista técnico el profesional de Corpocesar y natural de Chimichagua, Libardo Lascarro Ditta, conceptuó: “el taponamiento de 15 mil hectáreas es debido al incremento de la taruya, una planta exótica e invasora que causa diversos problemas como el que presenta actualmente la ciénaga de Zapatosa. Es una planta demasiado resistente y puede reproducirse de múltiples maneras. Respecto al problema que se presenta se debe a que ha sido un año atípico en el sentido del clima porque no se tuvo el verano o veranillo de San Juan, sino que comenzó a llover a mediados de abril y no ha terminado de hacerlo. Ha sido un periodo demasiado largo que le ha dado unas condiciones ambientales para que la planta se reproduzca de manera agresiva y se expanda libremente por la cuarta parte de la Zapatosa, teniendo buena cosecha”.

También Lascarro Ditta anotó que el cuerpo de agua no tiene ningún controlador biológico natural, como existía antes por diversos animales, como el manatí que tenía la capacidad de consumir entre 40 y 70 kilos de buchón diarios dependiendo del tamaño del animal, además de los patos reales y el pisingo, entre otros.
“Lo anterior significa que la biodiversidad y la cadena  atrófica hace rato que se rompió en la ciénaga de Zapatosa y ahora los seres humanos están dedicados a esa tarea. Debido a lo anterior, se hace necesario implementar, con el respaldo de las distintas entidades, una política de desarrollo económico y social aprovechando la planta para alimento del ganado y de manera artesanal”.
Sobre el proceso de evacuación de la taruya el funcionario de Corpocesar anotó que el trabajo se cumple de manera artesanal y debido al gran impacto se demorará aproximadamente cuatro meses, contando con la colaboración de la naturaleza. “En estos momentos la cota del rio Magdalena está muy alta e inunda a la Zapatosa con una gran fuerza dinámica”.