Como en cada verano, los agricultores del corregimiento de Badillo y El Alto de La Vuelta inician disputas por el caudal del río Badillo. Lo irónico es que con la disminución del caudal se incrementan las desviaciones de sus corrientes. Corpocesar visitó la zona durante dos días.
El río Badillo al que Octavio de Jesús Daza le compuso un paseo está agonizando. Las sequías y la presión de los cultivos aledaños disminuyeron su caudal al punto que cada verano los agricultores de los corregimientos de Badillo y El Alto de La Vuelta disputan sus corrientes.
Contrario a reducir la presión, en época de pocas lluvias se incrementan las desviaciones sobre el cuerpo de agua, cada uno intentando llevar agua a su cultivo. Por redes sociales circularon las imágenes de las improvisadas represas con piedras y zapatos que desviaban las corrientes, presuntamente, hacia cultivos de arroz y palma africana.
Según los agricultores, desde octubre no llueve y el temor que los cultivos se pierdan los obligó a abrir pequeñas represas. Sin embargo, las desviaciones son ilegales por lo que la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, en una comisión de dos días intervino cerca de cuatro kilómetros del caudal en el que se encontraron alrededor de 100 usuarios.
“La corriente más crítica del departamento es la del río Badillo porque hay una demanda muy alta de agua hacia los cultivos de arroz. Allá siempre ha habido problemas, incluso amenazas de muerte, allí nosotros hacemos el papel de mediadores”, explicó el subdirector general del Área de gestión de Corpocesar, Antonio Rudas.
En medio de la lucha entre agricultores está la comunidad de Badillo y la necesidad de agua para el consumo humano. “Nosotros dentro de unos 10 años más nos vamos a quedar sin agua, están deforestando, eso le meten criadero de ganados, la gente hace quemas en las orillas… El río Badillo tenía 7 manantiales, hoy se trabaja con uno solo, los otros seis se secaron”, explicó un ‘echador de agua’ de la comunidad, quienes tienen la función de ir al río y buscar el agua para regar los cultivos, de arroz y de palma africana.
En el otro lado de la lucha por el agua está la autoridad ambiental, Corpocesar. Desde la entidad están trabajando en una resolución para la regulación de la corriente denominada río Badillo. ¿El objetivo? Poder sancionar a quienes desvíen las corrientes del río hacia los cultivos, además de distribuir las concesiones según el caudal, para ajustar los caudales al porcentaje correspondiente a la época se procedió a desmontar parcialmente los trinchos construidos para encausar las aguas a sus respectivos canales.
Lee aquí también: VIDEO | Alerta en el balneario La Vega por creciente del río Badillo
En similares condiciones está el río Ariguaní que cruza el departamento del Magdalena y Cesar. Golpeado por la escasez de lluvia, el Ariguaní sufre la presión de las siembras de palma ubicadas en Bosconia y El Copey. En sequías pasadas se hizo un pico y placa sobre cada concesión. Como la crisis volvió, desde la comunidad están solicitando reactivar el control en las concesiones.
En total son 42 corrientes divididas en 19 cuencas del departamento del Cesar que por la sequía, que empezó antes de tiempo, están en crisis. Al río Badillo y Ariguaní se suma el Guatapurí, principalmente por la presión que ejerce el acueducto de Valledupar. “La del río Guatapurí es crítica porque está el balneario y el acueducto que produce agua no solo para Valledupar, porque aquí se lleva agua para los municipios del departamento y de otros departamentos”, concluyó el ingeniero Rudas.
DEIVIS CARO/ EL PILÓN
[email protected]
Como en cada verano, los agricultores del corregimiento de Badillo y El Alto de La Vuelta inician disputas por el caudal del río Badillo. Lo irónico es que con la disminución del caudal se incrementan las desviaciones de sus corrientes. Corpocesar visitó la zona durante dos días.
El río Badillo al que Octavio de Jesús Daza le compuso un paseo está agonizando. Las sequías y la presión de los cultivos aledaños disminuyeron su caudal al punto que cada verano los agricultores de los corregimientos de Badillo y El Alto de La Vuelta disputan sus corrientes.
Contrario a reducir la presión, en época de pocas lluvias se incrementan las desviaciones sobre el cuerpo de agua, cada uno intentando llevar agua a su cultivo. Por redes sociales circularon las imágenes de las improvisadas represas con piedras y zapatos que desviaban las corrientes, presuntamente, hacia cultivos de arroz y palma africana.
Según los agricultores, desde octubre no llueve y el temor que los cultivos se pierdan los obligó a abrir pequeñas represas. Sin embargo, las desviaciones son ilegales por lo que la Corporación Autónoma Regional del Cesar, Corpocesar, en una comisión de dos días intervino cerca de cuatro kilómetros del caudal en el que se encontraron alrededor de 100 usuarios.
“La corriente más crítica del departamento es la del río Badillo porque hay una demanda muy alta de agua hacia los cultivos de arroz. Allá siempre ha habido problemas, incluso amenazas de muerte, allí nosotros hacemos el papel de mediadores”, explicó el subdirector general del Área de gestión de Corpocesar, Antonio Rudas.
En medio de la lucha entre agricultores está la comunidad de Badillo y la necesidad de agua para el consumo humano. “Nosotros dentro de unos 10 años más nos vamos a quedar sin agua, están deforestando, eso le meten criadero de ganados, la gente hace quemas en las orillas… El río Badillo tenía 7 manantiales, hoy se trabaja con uno solo, los otros seis se secaron”, explicó un ‘echador de agua’ de la comunidad, quienes tienen la función de ir al río y buscar el agua para regar los cultivos, de arroz y de palma africana.
En el otro lado de la lucha por el agua está la autoridad ambiental, Corpocesar. Desde la entidad están trabajando en una resolución para la regulación de la corriente denominada río Badillo. ¿El objetivo? Poder sancionar a quienes desvíen las corrientes del río hacia los cultivos, además de distribuir las concesiones según el caudal, para ajustar los caudales al porcentaje correspondiente a la época se procedió a desmontar parcialmente los trinchos construidos para encausar las aguas a sus respectivos canales.
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En similares condiciones está el río Ariguaní que cruza el departamento del Magdalena y Cesar. Golpeado por la escasez de lluvia, el Ariguaní sufre la presión de las siembras de palma ubicadas en Bosconia y El Copey. En sequías pasadas se hizo un pico y placa sobre cada concesión. Como la crisis volvió, desde la comunidad están solicitando reactivar el control en las concesiones.
En total son 42 corrientes divididas en 19 cuencas del departamento del Cesar que por la sequía, que empezó antes de tiempo, están en crisis. Al río Badillo y Ariguaní se suma el Guatapurí, principalmente por la presión que ejerce el acueducto de Valledupar. “La del río Guatapurí es crítica porque está el balneario y el acueducto que produce agua no solo para Valledupar, porque aquí se lleva agua para los municipios del departamento y de otros departamentos”, concluyó el ingeniero Rudas.
DEIVIS CARO/ EL PILÓN
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