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Opinión - 18 julio, 2017

Juan Esteban Madrid Orrego

De las serpenteantes tierras del Valle del Aburra y su capital Medellín, llegaron hasta la población de Salamina en el Magdalena, el matrimonio paisa conformado por Miguel Madrid y Celia Matilde Orrego, vinieron buscando nuevos horizontes en estas prodigas tierras, allí echaron raíces con sus siete hijos, entre los cuales se destacaron Manuel, clarinetista y […]

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De las serpenteantes tierras del Valle del Aburra y su capital Medellín, llegaron hasta la población de Salamina en el Magdalena, el matrimonio paisa conformado por Miguel Madrid y Celia Matilde Orrego, vinieron buscando nuevos horizontes en estas prodigas tierras, allí echaron raíces con sus siete hijos, entre los cuales se destacaron Manuel, clarinetista y saxofonista, y Juan Esteban Madrid Orrego, guitarrista. Nos referiremos a este último por sus importantísimos aportes al folclor vallenato.

Miguel Madrid terminó de criar a sus hijos con cultivos de pan coger, sembraba en una parcela de tres hectáreas a orillas del río Magdalena, los jóvenes le decían ‘El Compa sin amigos’, por su rigurosidad, al no dejarse robar sus productos de la muchachada.

En sus ratos libres, Miguel tocaba guitarra, su hijo Juan heredó esta afición, se convirtió en diestro intérprete del instrumento, del cual vivió el resto de sus días.

Luis Enrique Martínez, quien siempre andaba en correrías musicales por la región, llega a Salamina a amenizar fiestas y parrandas, Juan, tímidamente se le acercó a que escuchara su ejecución de la guitarra, Martínez accede y quedó impactado por la habilidad interpretativa de este joven e inmediatamente lo incorporó a su agrupación.

Madrid se traslada a vivir al municipio de El Copey, lugar de residencia de Luis Enrique, esta población para la época era el epicentro del vallenato, al ser pueblo fecundo en ganadería, los dueños de las fincas eran amantes de la música vallenata y generosos con sus intérpretes, los músicos en reciprocidad premiaban a los ganaderos con canciones que hoy son antológicas del folclor.

En sus giras por todo por el Caribe, Madrid conoció en San Juan del Cesar, La Guajira, a la mujer que sería su esposa, Silvina María González, con ella tuvo siete hijos.

Juan Madrid es contemporáneo de otros guitarristas brillantes como Guillermo Buitrago, Julio Bovea Fandiño y Julio Vásquez.

Se destacó Madrid por ser de los primeros guitarristas en adornar con sus compases la música vallenata, en parrandas y grabaciones, al lado del acordeón de Luis Enrique, con él mantuvo una estrecha relación musical por treinta años.

Quedan registros fonográficos que él fue iniciador en la música vallenata al lado de ‘El Pollo Vallenato’, en hacer segunda voz, voz acompañante y contralto, sin dejar de ejecutar la guitarra.

Se hizo técnico de acordeones viendo a Luis Enrique Martínez reparar los suyos, ‘Juancho’ conoció tan bien el acordeón, que creó una cartilla sobre la composición melódica del instrumento por su referencia, ADG o cinco letras, hacía o reconstruía un acordeón según las necesidades del acordeonero.

En sus últimos tiempos vivió de este oficio en Barranquilla, arregló acordeones de Julio Rojas, Rafael Ricardo, Aníbal Velásquez, Dolcey Gutiérrez y todo el que requiriera de su sapiencia

Esta actividad le produjo cáncer en la garganta, al carecer de un fuelle de pies que succionara la cera química que brota de las peinillas del acordeón, al ser limadas él inhalaba estos residuos con la boca, a consecuencia de esta práctica murió en la arenosa de 65 años en 1992.

Por Celso Guerra Gutiérrez

 

 

Opinión
18 julio, 2017

Juan Esteban Madrid Orrego

De las serpenteantes tierras del Valle del Aburra y su capital Medellín, llegaron hasta la población de Salamina en el Magdalena, el matrimonio paisa conformado por Miguel Madrid y Celia Matilde Orrego, vinieron buscando nuevos horizontes en estas prodigas tierras, allí echaron raíces con sus siete hijos, entre los cuales se destacaron Manuel, clarinetista y […]


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De las serpenteantes tierras del Valle del Aburra y su capital Medellín, llegaron hasta la población de Salamina en el Magdalena, el matrimonio paisa conformado por Miguel Madrid y Celia Matilde Orrego, vinieron buscando nuevos horizontes en estas prodigas tierras, allí echaron raíces con sus siete hijos, entre los cuales se destacaron Manuel, clarinetista y saxofonista, y Juan Esteban Madrid Orrego, guitarrista. Nos referiremos a este último por sus importantísimos aportes al folclor vallenato.

Miguel Madrid terminó de criar a sus hijos con cultivos de pan coger, sembraba en una parcela de tres hectáreas a orillas del río Magdalena, los jóvenes le decían ‘El Compa sin amigos’, por su rigurosidad, al no dejarse robar sus productos de la muchachada.

En sus ratos libres, Miguel tocaba guitarra, su hijo Juan heredó esta afición, se convirtió en diestro intérprete del instrumento, del cual vivió el resto de sus días.

Luis Enrique Martínez, quien siempre andaba en correrías musicales por la región, llega a Salamina a amenizar fiestas y parrandas, Juan, tímidamente se le acercó a que escuchara su ejecución de la guitarra, Martínez accede y quedó impactado por la habilidad interpretativa de este joven e inmediatamente lo incorporó a su agrupación.

Madrid se traslada a vivir al municipio de El Copey, lugar de residencia de Luis Enrique, esta población para la época era el epicentro del vallenato, al ser pueblo fecundo en ganadería, los dueños de las fincas eran amantes de la música vallenata y generosos con sus intérpretes, los músicos en reciprocidad premiaban a los ganaderos con canciones que hoy son antológicas del folclor.

En sus giras por todo por el Caribe, Madrid conoció en San Juan del Cesar, La Guajira, a la mujer que sería su esposa, Silvina María González, con ella tuvo siete hijos.

Juan Madrid es contemporáneo de otros guitarristas brillantes como Guillermo Buitrago, Julio Bovea Fandiño y Julio Vásquez.

Se destacó Madrid por ser de los primeros guitarristas en adornar con sus compases la música vallenata, en parrandas y grabaciones, al lado del acordeón de Luis Enrique, con él mantuvo una estrecha relación musical por treinta años.

Quedan registros fonográficos que él fue iniciador en la música vallenata al lado de ‘El Pollo Vallenato’, en hacer segunda voz, voz acompañante y contralto, sin dejar de ejecutar la guitarra.

Se hizo técnico de acordeones viendo a Luis Enrique Martínez reparar los suyos, ‘Juancho’ conoció tan bien el acordeón, que creó una cartilla sobre la composición melódica del instrumento por su referencia, ADG o cinco letras, hacía o reconstruía un acordeón según las necesidades del acordeonero.

En sus últimos tiempos vivió de este oficio en Barranquilla, arregló acordeones de Julio Rojas, Rafael Ricardo, Aníbal Velásquez, Dolcey Gutiérrez y todo el que requiriera de su sapiencia

Esta actividad le produjo cáncer en la garganta, al carecer de un fuelle de pies que succionara la cera química que brota de las peinillas del acordeón, al ser limadas él inhalaba estos residuos con la boca, a consecuencia de esta práctica murió en la arenosa de 65 años en 1992.

Por Celso Guerra Gutiérrez