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Cultura - 5 agosto, 2023

 José Atuesta Mindiola, guardián de la tradición

Este gestor de cultura, residente en Valledupar, ha hecho de la décima culta, que escribe y difunde por distintos medios, la tabla de salvación para conservar esta tradición que corría el riesgo de silenciarse o perderse.

 José Atuesta Mindiola, escritor cesarense.
José Atuesta Mindiola, escritor cesarense.
Boton Wpp

Bien entrada la década del setenta, del pasado siglo, Riohacha, Sincelejo y Valledupar no contaban con universidad, y en los pueblos había escuelas y colegios en donde el ingreso era voluntario y la calidad académica, en la mayoría, precaria. La tasa de analfabetismo era alta, porque los padres preferían iniciar a los hijos en otras labores; y solo unos pocos ‘visionarios’ los educaban, pensando en un futuro más promisorio.

Esa circunstancia propiciaba que la oralidad fuese el vehículo más dinámico de comunicación, un filón cultural importante, debido a que se conservaba una tradición que solo se expresaba mediante el voz a voz. Sucedía con la música (Gabo hizo universal a Francisco El Hombre), pero también con la literatura; en Codazzi, quien escribe estas líneas, tuvo noticias de «Las mil y una noches» en las narraciones orales que en noches de luna hacía una señora que no había aprendido a leer, pero sí le sacaba provecho a un prodigio de memoria que le dio la gracia para contar a viva voz los cuentos de las noches árabes. 

LA INFLUENCIA DE LA RADIO

Por esa época, desde las seis de la tarde, emisoras de Barranquilla cedían espacio a versátiles decimeros y troveros, quienes mediante la armonía del canto transmitían usos, costumbres y picardías que los sueltos o ligeros de lengua (igual hombres que mujeres) esparcían por calles y plazas pueblerinas. Esta oral tradición fue desapareciendo al paso que se angostaba la franja de analfabetismo, desde que el Estado volvió obligatoria la educación primaria.

Esos tres párrafos preliminares conforman un necesario contexto, para valorar la casi solitaria labor del escritor y compositor vallenato –nacido en Mariangola– José Atuesta Mindiola. Este gestor de cultura, residente en Valledupar, ha hecho de la décima culta, que escribe y difunde por distintos medios, la tabla de salvación para conservar esta tradición que corría el riesgo de silenciarse o perderse.

Ahora bien, recordemos algo del origen y significado de la décima: «Estrofa de la lírica castellana que se compone de diez versos OCTOSÍLABOS. La rima es consonante y riman el primer verso con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el sexto con el séptimo y el décimo y el octavo con el noveno». Es definición de enciclopedia, porque los autores suelen darse ciertas licencias. De seis décimas que el maestro Atuesta le compuso a un personaje popular de Mariangola, transcribo dos (2), e invito a los lectores a escuchar la lectura-cantada, que en genuina y armoniosa entonación hace Joaquín Pertuz Barrios.

CARMEN ELENA, LA NEGRA BAILADORA

Por José Atuesta Mindiola

                 I

Mi nombre es Carmen Elena,                 

la mujer del pollerón,                              

por dentro soy un pregón                        

que suena en mi piel morena.              

Yo no conozco las penas,                        

la música vive en mí,                              

el baile es un frenesí,                             

hasta yo me bailo sola;                          

pregunten en Mariangola                       

a José Atuesta por mí. 

               II

Cuando sonaba el tambor

en fiesta de pajaritos

los versos de Tomasito

eran un himno al amor.

Repicaba el llamador

con su larga melodía

y yo cantando decía

este tambor es mi sangre,

negro que no se entusiasme

no es de la raza mía.

POR DONALDO MENDOZA/ESPECIAL PARA EL PILÓN.

Cultura
5 agosto, 2023

 José Atuesta Mindiola, guardián de la tradición

Este gestor de cultura, residente en Valledupar, ha hecho de la décima culta, que escribe y difunde por distintos medios, la tabla de salvación para conservar esta tradición que corría el riesgo de silenciarse o perderse.


 José Atuesta Mindiola, escritor cesarense.
José Atuesta Mindiola, escritor cesarense.
Boton Wpp

Bien entrada la década del setenta, del pasado siglo, Riohacha, Sincelejo y Valledupar no contaban con universidad, y en los pueblos había escuelas y colegios en donde el ingreso era voluntario y la calidad académica, en la mayoría, precaria. La tasa de analfabetismo era alta, porque los padres preferían iniciar a los hijos en otras labores; y solo unos pocos ‘visionarios’ los educaban, pensando en un futuro más promisorio.

Esa circunstancia propiciaba que la oralidad fuese el vehículo más dinámico de comunicación, un filón cultural importante, debido a que se conservaba una tradición que solo se expresaba mediante el voz a voz. Sucedía con la música (Gabo hizo universal a Francisco El Hombre), pero también con la literatura; en Codazzi, quien escribe estas líneas, tuvo noticias de «Las mil y una noches» en las narraciones orales que en noches de luna hacía una señora que no había aprendido a leer, pero sí le sacaba provecho a un prodigio de memoria que le dio la gracia para contar a viva voz los cuentos de las noches árabes. 

LA INFLUENCIA DE LA RADIO

Por esa época, desde las seis de la tarde, emisoras de Barranquilla cedían espacio a versátiles decimeros y troveros, quienes mediante la armonía del canto transmitían usos, costumbres y picardías que los sueltos o ligeros de lengua (igual hombres que mujeres) esparcían por calles y plazas pueblerinas. Esta oral tradición fue desapareciendo al paso que se angostaba la franja de analfabetismo, desde que el Estado volvió obligatoria la educación primaria.

Esos tres párrafos preliminares conforman un necesario contexto, para valorar la casi solitaria labor del escritor y compositor vallenato –nacido en Mariangola– José Atuesta Mindiola. Este gestor de cultura, residente en Valledupar, ha hecho de la décima culta, que escribe y difunde por distintos medios, la tabla de salvación para conservar esta tradición que corría el riesgo de silenciarse o perderse.

Ahora bien, recordemos algo del origen y significado de la décima: «Estrofa de la lírica castellana que se compone de diez versos OCTOSÍLABOS. La rima es consonante y riman el primer verso con el cuarto y el quinto; el segundo con el tercero; el sexto con el séptimo y el décimo y el octavo con el noveno». Es definición de enciclopedia, porque los autores suelen darse ciertas licencias. De seis décimas que el maestro Atuesta le compuso a un personaje popular de Mariangola, transcribo dos (2), e invito a los lectores a escuchar la lectura-cantada, que en genuina y armoniosa entonación hace Joaquín Pertuz Barrios.

CARMEN ELENA, LA NEGRA BAILADORA

Por José Atuesta Mindiola

                 I

Mi nombre es Carmen Elena,                 

la mujer del pollerón,                              

por dentro soy un pregón                        

que suena en mi piel morena.              

Yo no conozco las penas,                        

la música vive en mí,                              

el baile es un frenesí,                             

hasta yo me bailo sola;                          

pregunten en Mariangola                       

a José Atuesta por mí. 

               II

Cuando sonaba el tambor

en fiesta de pajaritos

los versos de Tomasito

eran un himno al amor.

Repicaba el llamador

con su larga melodía

y yo cantando decía

este tambor es mi sangre,

negro que no se entusiasme

no es de la raza mía.

POR DONALDO MENDOZA/ESPECIAL PARA EL PILÓN.