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Informe - 12 mayo, 2024

Huella ecológica, árboles y suelos

Nuestros suelos tienen un prado de degradación que sigue estando un poco oculto en el debate público.

En el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta es de 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.
En el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta es de 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.

A este respecto, nos parece importante lo que anota el Instituto Geográfico Agustín Codazzi en el año 2012, 22 millones de hectáreas tienen vocación agrícola, nos referimos aquí en Colombia, 4 millones vocación agroforestal y 15 millones vocación ganadera. Sin embargo, cerca de 7 millones de hectáreas se utilizan para agricultura y cerca de 39 millones de hectáreas se utilizan para ganadería extensiva (la que genera metano y no la que secuestra carbono). En resumen, nuestros suelos tienen un prado de degradación que sigue estando un poco oculto en el debate público.

Según el instituto SINCHI (Instituto Amazónico de Investigaciones Científica) -este instituto tiene como objeto la realización, coordinación y divulgación de estudios e investigaciones científicas de alto nivel relacionados con la realidad biológica, social y ecológica de la región amazónica- una hectárea de suelo, por ejemplo, en la Amazonia colombiana, puede almacenar cerca del 32% del carbono que almacena la capa vegetal (árboles por ser simplistas). Este dato expone dos puntos de análisis sobre su importancia. Por una parte, el suelo es un sumidero de carbono que sirve como medida de mitigación ante el cambio climático. Pero por otra, necesitamos de materia orgánica que permita recuperar los suelos para que sean dichos sumideros. Ella puede llegar por medio de más capa vegetal.

Para poder recuperar los suelos, necesitamos primero recuperar la capa vegetal que debe haber sobre él. Esto puede hacerse por medio de la regeneración natural o la siembra de árboles idóneos para ello (ojo, no todo tipo de árboles). Ellos, quienes, por medio de la fotosíntesis, logran transferir el carbono hacia el suelo, por medio de sus raíces. Lo anterior podría interpretarse como un juego de huevo y gallina: necesitamos primero recuperar los suelos para poder garantizar que la siembra de árboles cumpla con su función de valor de capturar carbono, pero también necesitamos, sembrar árboles, pero si lo hacemos en suelos que no están sanos, ellos no van a crecer y prosperar.

Entonces, ¿cómo abordar esta encrucijada? Y justamente ahí es donde no me cuadra la ecuación y el análisis que empresas e inversionistas hacen de momento: varias, por puro y simple desconocimiento, más no por falta de voluntad, quieren invertir en siembra de árboles en donde los suelos aún no están recuperados lo cual va a conllevar a que su inversión no genere el impacto positivo deseado. Es ahí donde debemos hacer otra pregunta, Tipo propuesta: ¿no deberían invertir entonces como medida de compensación en la recuperación de los suelos, sabiendo que ellos son determinantes para la generación de una capa vegetal, y además, también capturan carbono?

El tema de los suelos es tan apasionante como inesperado. Es un tema que merece ser abordado en todos los niveles: política pública, en los debates y en las decisiones de política de generación de las empresas privadas y por supuesto, debe ser analizado desde un enfoque más holístico (integral) y menos apasionado por parte de la ciudadanía.

Finalmente nos parece importante anotar en este escrito para tener en cuenta y ojalá urgente, la gravedad de la situación que presenta el Departamento del Cesar respecto a la desertificación, deterioro o destrucción de los suelos.

El César posee 1.767.070 hectáreas en ecosistemas secos (78.1 %) del departamento, de los cuales 1.561.158 hectáreas se encuentran en desertificación, es decir 69 % del departamento. La anterior anotación nos lleva o implica que con carácter urgente necesitamos abordar la recuperación de estos suelos para luego entrar a establecer o diseñar un plan de acción para la reforestación.

Profundizando un poco más, de acuerdo con estudios realizados por el IDEAM en su momento, el Cesar posee 950.716 hectáreas en Ecosistemas secos (42.04 % del departamento), de los cuales 613.795 hectáreas se encuentran con diferentes niveles de desertificación correspondientes al 27.14 % del departamento y a los principales polos de desarrollo.

Para abundar un poco en este escrito, en el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta tenemos 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.

Así las cosas, señalamos a continuación los municipios con mayor grado de desertificación: El Paso, Astrea, Bosconia, San Diego, Valledupar Becerril y la Paz. Observando para ello, que en estos municipios fue donde más se produjo el cultivo de algodón, teniendo en cuenta que para este monocultivo fue mucho el descumbre de vegetación nativa o Ígnea del Bosque Seco Tropical, pero a esta deforestación le tenemos que agregar el lacerante uso permanente de insecticidas, herbicidas y fungicidas, siendo el principal usado el D.D.T., (dicloruro difenil tricoloroetano); que para degradación puede durar más de 100 años, es decir, que todavía estamos viviendo las consecuencias de su uso, especialmente como productor de cáncer.

No se puede desconocer otro incidente, y es que para los años 40 y 50 al Cesar llegaron muchos desplazados del interior por causa de enfrentamiento político, especialmente santandereanos, con esta ocasión hubo mucho descumbre especialmente en las partes altas de la cordillera Oriental o serranía de Perijá.

Hay que decir que en el Cesar se llegaron a cultivar 200 mil hectáreas de algodón para la época de los 70.
Tampoco se nos puede olvidar, que para los 80 se descombró mucha vegetación en terreno quebrado con motivo del cultivo de narcóticos (marihuana y Coca).

Tampoco podemos desconocer la permanente deforestación habida de hacer potreros para la ganadería, para lo cual hay que tener presente que tumbar bosque para potrero es la introducción de la desertificación.

Finalmente manifestar que no podemos excluirnos de la desertización (cambio de una región a las condiciones de desiertos por causas naturales).
Todo este grave problema de degradación de tierras ha traído consigo la reducción de perdida de la productividad biológica o económica de los terrenos.

Por: Hernán Maestre Martínez

Informe
12 mayo, 2024

Huella ecológica, árboles y suelos

Nuestros suelos tienen un prado de degradación que sigue estando un poco oculto en el debate público.


En el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta es de 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.
En el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta es de 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.

A este respecto, nos parece importante lo que anota el Instituto Geográfico Agustín Codazzi en el año 2012, 22 millones de hectáreas tienen vocación agrícola, nos referimos aquí en Colombia, 4 millones vocación agroforestal y 15 millones vocación ganadera. Sin embargo, cerca de 7 millones de hectáreas se utilizan para agricultura y cerca de 39 millones de hectáreas se utilizan para ganadería extensiva (la que genera metano y no la que secuestra carbono). En resumen, nuestros suelos tienen un prado de degradación que sigue estando un poco oculto en el debate público.

Según el instituto SINCHI (Instituto Amazónico de Investigaciones Científica) -este instituto tiene como objeto la realización, coordinación y divulgación de estudios e investigaciones científicas de alto nivel relacionados con la realidad biológica, social y ecológica de la región amazónica- una hectárea de suelo, por ejemplo, en la Amazonia colombiana, puede almacenar cerca del 32% del carbono que almacena la capa vegetal (árboles por ser simplistas). Este dato expone dos puntos de análisis sobre su importancia. Por una parte, el suelo es un sumidero de carbono que sirve como medida de mitigación ante el cambio climático. Pero por otra, necesitamos de materia orgánica que permita recuperar los suelos para que sean dichos sumideros. Ella puede llegar por medio de más capa vegetal.

Para poder recuperar los suelos, necesitamos primero recuperar la capa vegetal que debe haber sobre él. Esto puede hacerse por medio de la regeneración natural o la siembra de árboles idóneos para ello (ojo, no todo tipo de árboles). Ellos, quienes, por medio de la fotosíntesis, logran transferir el carbono hacia el suelo, por medio de sus raíces. Lo anterior podría interpretarse como un juego de huevo y gallina: necesitamos primero recuperar los suelos para poder garantizar que la siembra de árboles cumpla con su función de valor de capturar carbono, pero también necesitamos, sembrar árboles, pero si lo hacemos en suelos que no están sanos, ellos no van a crecer y prosperar.

Entonces, ¿cómo abordar esta encrucijada? Y justamente ahí es donde no me cuadra la ecuación y el análisis que empresas e inversionistas hacen de momento: varias, por puro y simple desconocimiento, más no por falta de voluntad, quieren invertir en siembra de árboles en donde los suelos aún no están recuperados lo cual va a conllevar a que su inversión no genere el impacto positivo deseado. Es ahí donde debemos hacer otra pregunta, Tipo propuesta: ¿no deberían invertir entonces como medida de compensación en la recuperación de los suelos, sabiendo que ellos son determinantes para la generación de una capa vegetal, y además, también capturan carbono?

El tema de los suelos es tan apasionante como inesperado. Es un tema que merece ser abordado en todos los niveles: política pública, en los debates y en las decisiones de política de generación de las empresas privadas y por supuesto, debe ser analizado desde un enfoque más holístico (integral) y menos apasionado por parte de la ciudadanía.

Finalmente nos parece importante anotar en este escrito para tener en cuenta y ojalá urgente, la gravedad de la situación que presenta el Departamento del Cesar respecto a la desertificación, deterioro o destrucción de los suelos.

El César posee 1.767.070 hectáreas en ecosistemas secos (78.1 %) del departamento, de los cuales 1.561.158 hectáreas se encuentran en desertificación, es decir 69 % del departamento. La anterior anotación nos lleva o implica que con carácter urgente necesitamos abordar la recuperación de estos suelos para luego entrar a establecer o diseñar un plan de acción para la reforestación.

Profundizando un poco más, de acuerdo con estudios realizados por el IDEAM en su momento, el Cesar posee 950.716 hectáreas en Ecosistemas secos (42.04 % del departamento), de los cuales 613.795 hectáreas se encuentran con diferentes niveles de desertificación correspondientes al 27.14 % del departamento y a los principales polos de desarrollo.

Para abundar un poco en este escrito, en el departamento del Cesar, el grado de desertificación en condiciones alta tenemos 796.943 hectáreas, en desertificación media 106.537 hectáreas y en desertificación baja 111.002 hectáreas.

Así las cosas, señalamos a continuación los municipios con mayor grado de desertificación: El Paso, Astrea, Bosconia, San Diego, Valledupar Becerril y la Paz. Observando para ello, que en estos municipios fue donde más se produjo el cultivo de algodón, teniendo en cuenta que para este monocultivo fue mucho el descumbre de vegetación nativa o Ígnea del Bosque Seco Tropical, pero a esta deforestación le tenemos que agregar el lacerante uso permanente de insecticidas, herbicidas y fungicidas, siendo el principal usado el D.D.T., (dicloruro difenil tricoloroetano); que para degradación puede durar más de 100 años, es decir, que todavía estamos viviendo las consecuencias de su uso, especialmente como productor de cáncer.

No se puede desconocer otro incidente, y es que para los años 40 y 50 al Cesar llegaron muchos desplazados del interior por causa de enfrentamiento político, especialmente santandereanos, con esta ocasión hubo mucho descumbre especialmente en las partes altas de la cordillera Oriental o serranía de Perijá.

Hay que decir que en el Cesar se llegaron a cultivar 200 mil hectáreas de algodón para la época de los 70.
Tampoco se nos puede olvidar, que para los 80 se descombró mucha vegetación en terreno quebrado con motivo del cultivo de narcóticos (marihuana y Coca).

Tampoco podemos desconocer la permanente deforestación habida de hacer potreros para la ganadería, para lo cual hay que tener presente que tumbar bosque para potrero es la introducción de la desertificación.

Finalmente manifestar que no podemos excluirnos de la desertización (cambio de una región a las condiciones de desiertos por causas naturales).
Todo este grave problema de degradación de tierras ha traído consigo la reducción de perdida de la productividad biológica o económica de los terrenos.

Por: Hernán Maestre Martínez