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Crónica - 7 agosto, 2023

Héctor Zuleta, los irremplazables sí existen

“Calma tu dolor que no hay nada que hacer, si así lo impone Dios ya no hay nada que hacer”. Héctor Zuleta, homenaje a La Vieja Sara 1975. Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.

Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.
Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.

Se cumplen este 8 de agosto 41 años de la partida para siempre de Héctor Zuleta Díaz. Igual han transcurrido 41 de inmortalidad sin que se avisore en el inmediato futuro quien pueda remplazarlo, porque definitivamente es insustituible.

Por eso acertó Juan Segundo Lagos cuando dijo en su canción titulada ‘El difunto trovador”, que “había un muchacho querido por todo el mundo que en pocos años demostró lo que iba a ser, grande como sus hermanos como Poncho y Emiliano, pero Dios mandó por él”.

Evidentemente, no tenía contendor porque su estilo fue único e imbatible con el acordeón en la mano; por eso durante el funeral de Juancho Rois, dijo en una entrevista Jesualdo Bolaños, que en su manera de ejecutar el acordeón, Juancho, al igual que Héctor, “su estilo era único no se parecía al de nadie”.

Es indiscutible que Héctor era el más completo músico de los Zuleta porque tenía la virtud de ejecutar el acordeón con frescura y versatilidad, para tocar caja parecía emular a Carmelo Barraza (un maestro), clásico guacharaquero, en la piqueria era infalible y como compositor dejó a su cortísima edad (21 años) un catálogo musical extenso y su ayuda fue vital para el éxito en grabaciones de trabajos musicales de sus amigos, entre ellos Diomedes Díaz. Es por eso que aparece en algunas carátulas de producciones ajenas; una de ellas en el LP “Dos grandes” de Diomedes y Colacho en 1978.

Grabó tres discos con Adaníes, su música sigue siendo comercial y recurrente en la radio, sin tener plan de medio ni pagar payolas. Los temas de su autoría son clásicos: nunca pierden vigencia; los cantan viejas y nuevas generaciones. Recordamos entre otros, ‘Homenaje a la Vieja Sara’ que grabaron Poncho y Emilianito; ‘Los santos y yo’ y ‘A mano dura’, grabados por el Binomio de Oro; ‘Me deja el avión’, ‘Firme como siempre’, ‘Vendo el alma’, ‘Penas de un soldado’ e ‘Injusticia’, que las grabó Diomedes; ‘Golpe a golpe’, por Emilio Oviedo y el Papi Díaz; ‘La moneda de cincuenta’, por Miguel López y Gustavo Bula, ‘María Claudia’ e ‘Injusticia’ que grabó con Adanies; ‘Flor de mayo’ la cantó Jorge Oñate, ‘La fuetera’ Juancho Rois y Elías Rosado, ‘La borrachera’ por Los Embajadores, entre otras. Y ninguna presa mala.

Su primera canción grabada fue el homenaje que hizo a su abuela, incluida por sus hermanos en el LP “Reencuentro” en el año 1975, cuando tenía quince años de edad, y la calidad de su cadencia y sentido contenido, son inobjetables. Fue y sigue siendo una de esas canciones que quedan en el gusto del público y tienen permanente recordación, no como sucede ahora que son flor de un día.

Si descendemos en el análisis de sus tres grabaciones, producto de las cuales nos quedaron para siempre tres producciones discográficas junto a Adanies Díaz, también fallecido, contienen un derroche de notas acompañadas con los bajos que manejaba magistralmente, los cuales hacía acompañar a los pitos desde cuando iniciaba la ejecución del instrumento hasta finalizar el disco. Por eso se decía entonces, que él, al igual que el Pangue Maestre y Bolañitos, tocaban con las dos manos, sin copiarse y eran impredecibles e identificables.

Héctor Zuleta tenía la virtud de ejecutar el acordeón con frescura y  versatilidad

No ha superado la música vallenata su sentida ausencia, tal como lo advirtió Juan Segundo hace 32 años en la precitada canción a su memoria incluida por Poncho y Emiliano en el LP “El Zuletazo”: “Era preciso que pasaran muchos años, para que el pueblo se dé cuenta que hoy por hoy, nadie ha superado a Héctor, nadie ha tenido el talento, del difunto trovador”.

Definitivamente y tal como lo manifestamos en una crónica hace algún tiempo, el año 1982 que inició con desbordante alegría para los nuevos protagonistas de la música vallenata y buenos augurios para el vallenato en general, porque cada uno parecían iluminados regalándole a la humanidad lo mejor de su talento, Poncho y Emilianito pusieron a disposición del público para aquellos carnavales una producción musical antológica: “Por ella”, seis de sus canciones fueron éxitos desde su lanzamiento el 23 de febrero.

Dos agrupaciones competían en los escenarios y la discografía, en fama y aceptación, “Los sensacionales” Héctor Zuleta y Adaníes Díaz y “Los sorprendentes” Ender Alvarado y Toby Murgas. Toby y Ender disfrutaban en todo el país con sus dos producciones que posicionaron éxitos con vocación de permanencia como sucedió con sus colegas. “La bogotana”, “Quiero”, ‘La verdad de mi destino’, ‘Esta noche me declaro’ y ‘Campesina ibaguereña’, entre otras, las cantaba todo mundo y por todas partes, pero Ender no sabía que tenía una cita con el Todopoderoso en el cielo el fatídico 17 de mayo de 1982 cuando apenas había cumplido sus primeros 27 añitos. Con él se fue también a otra vida su agrupación, Toby no ha recibido después el apoyo que merece a pesar de su capacitad interpretativa, buena voz y cantar afinado.

Héctor grabó tres discos  con Adaníes Díaz.  

También en el atroz año 1982 en los colegios y universidades todos cantábamos “Marianita”, era éxito indiscutible en la radio y la televisión nacional, y la fanaticada de la nota picada de Héctor, aprendida de su hermano Emiliano y aumentada con su inteligencia natural, hacía lo que le daba la gana con el acordeón, derrochaba arpegios y hacía cada vez más largos sus larguísimos interludios, mientras componía canciones con letras insinuosas a veces registradas por él y otras que regalaba a otras personas porque era especialmente generoso con sus hermanos y con sus amigos y las mujeres, siendo “Volverás” -que salió en el LP “Pico y espuela” en 1981- una de las canciones en las que dejó los trazos de su habilidad para confeccionar versos entrelazados con dichos populares. En ella hizo gala de un machismo acorde con la rebeldía de su juventud, pues se fue siendo aún un muchacho acelerado que se adelantó en el tiempo. Quien lo dude que escuche en el disco este fragmento: “Tu novio está muy contento porque sabe que eres buena, pero va a pasar una pena cuando vuelvas a tu puesto, como tu llegaste sola, sola tiene que volver, llorando lo van a ver cuando vea que lo abandonas quien se viste de lo ajeno lo desvisten en lo bueno, quien da pan a perro ajeno pierde el pan y pierde al perro”.

La agrupación estaba en los primeros lugares en la preferencia del público, pero unos eran los planes musicales de ellos y otros los de Dios, porque el 8 de agosto el infortunio cargó con Héctor. Ese día se silenció en la tierra para irse a tocarle el acordeón a Dios y a los santos, a los cuales también les hizo una canción: “Los santos y yo”.

Así terminó todo porque Adaníes no alcanzó a recuperarse y, aún estremecido por la tragedia, Dios vino también por él.

Las heridas del año fatal, siguen abiertas en el corazón de la música vallenata, a veces se necesitan las pérdidas para valorar lo que tuvimos, Héctor, Ender y Juancho no tuvieron sustitutos, muchos que podrían intentarlo tomaron el camino fácil de remedar los piticos flojos que tocan algunos de sus colegas, a tal punto que uno no puede diferenciar quién es el que toca, porque esa vaina la uniformaron.

“Era preciso que pasaran muchos años para que el pueblo se dé cuenta que hoy por hoy nadie ha superado a Héctor, nadie ha tenido el talento de El Difunto Trovador”. Juan Segundo Lagos.

Por: Luis Eduardo Acosta Medina. @Nene_AcostaM

Crónica
7 agosto, 2023

Héctor Zuleta, los irremplazables sí existen

“Calma tu dolor que no hay nada que hacer, si así lo impone Dios ya no hay nada que hacer”. Héctor Zuleta, homenaje a La Vieja Sara 1975. Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.


Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.
Héctor Arturo murió de manera confusa en Valledupar el 8 de agosto de 1982.

Se cumplen este 8 de agosto 41 años de la partida para siempre de Héctor Zuleta Díaz. Igual han transcurrido 41 de inmortalidad sin que se avisore en el inmediato futuro quien pueda remplazarlo, porque definitivamente es insustituible.

Por eso acertó Juan Segundo Lagos cuando dijo en su canción titulada ‘El difunto trovador”, que “había un muchacho querido por todo el mundo que en pocos años demostró lo que iba a ser, grande como sus hermanos como Poncho y Emiliano, pero Dios mandó por él”.

Evidentemente, no tenía contendor porque su estilo fue único e imbatible con el acordeón en la mano; por eso durante el funeral de Juancho Rois, dijo en una entrevista Jesualdo Bolaños, que en su manera de ejecutar el acordeón, Juancho, al igual que Héctor, “su estilo era único no se parecía al de nadie”.

Es indiscutible que Héctor era el más completo músico de los Zuleta porque tenía la virtud de ejecutar el acordeón con frescura y versatilidad, para tocar caja parecía emular a Carmelo Barraza (un maestro), clásico guacharaquero, en la piqueria era infalible y como compositor dejó a su cortísima edad (21 años) un catálogo musical extenso y su ayuda fue vital para el éxito en grabaciones de trabajos musicales de sus amigos, entre ellos Diomedes Díaz. Es por eso que aparece en algunas carátulas de producciones ajenas; una de ellas en el LP “Dos grandes” de Diomedes y Colacho en 1978.

Grabó tres discos con Adaníes, su música sigue siendo comercial y recurrente en la radio, sin tener plan de medio ni pagar payolas. Los temas de su autoría son clásicos: nunca pierden vigencia; los cantan viejas y nuevas generaciones. Recordamos entre otros, ‘Homenaje a la Vieja Sara’ que grabaron Poncho y Emilianito; ‘Los santos y yo’ y ‘A mano dura’, grabados por el Binomio de Oro; ‘Me deja el avión’, ‘Firme como siempre’, ‘Vendo el alma’, ‘Penas de un soldado’ e ‘Injusticia’, que las grabó Diomedes; ‘Golpe a golpe’, por Emilio Oviedo y el Papi Díaz; ‘La moneda de cincuenta’, por Miguel López y Gustavo Bula, ‘María Claudia’ e ‘Injusticia’ que grabó con Adanies; ‘Flor de mayo’ la cantó Jorge Oñate, ‘La fuetera’ Juancho Rois y Elías Rosado, ‘La borrachera’ por Los Embajadores, entre otras. Y ninguna presa mala.

Su primera canción grabada fue el homenaje que hizo a su abuela, incluida por sus hermanos en el LP “Reencuentro” en el año 1975, cuando tenía quince años de edad, y la calidad de su cadencia y sentido contenido, son inobjetables. Fue y sigue siendo una de esas canciones que quedan en el gusto del público y tienen permanente recordación, no como sucede ahora que son flor de un día.

Si descendemos en el análisis de sus tres grabaciones, producto de las cuales nos quedaron para siempre tres producciones discográficas junto a Adanies Díaz, también fallecido, contienen un derroche de notas acompañadas con los bajos que manejaba magistralmente, los cuales hacía acompañar a los pitos desde cuando iniciaba la ejecución del instrumento hasta finalizar el disco. Por eso se decía entonces, que él, al igual que el Pangue Maestre y Bolañitos, tocaban con las dos manos, sin copiarse y eran impredecibles e identificables.

Héctor Zuleta tenía la virtud de ejecutar el acordeón con frescura y  versatilidad

No ha superado la música vallenata su sentida ausencia, tal como lo advirtió Juan Segundo hace 32 años en la precitada canción a su memoria incluida por Poncho y Emiliano en el LP “El Zuletazo”: “Era preciso que pasaran muchos años, para que el pueblo se dé cuenta que hoy por hoy, nadie ha superado a Héctor, nadie ha tenido el talento, del difunto trovador”.

Definitivamente y tal como lo manifestamos en una crónica hace algún tiempo, el año 1982 que inició con desbordante alegría para los nuevos protagonistas de la música vallenata y buenos augurios para el vallenato en general, porque cada uno parecían iluminados regalándole a la humanidad lo mejor de su talento, Poncho y Emilianito pusieron a disposición del público para aquellos carnavales una producción musical antológica: “Por ella”, seis de sus canciones fueron éxitos desde su lanzamiento el 23 de febrero.

Dos agrupaciones competían en los escenarios y la discografía, en fama y aceptación, “Los sensacionales” Héctor Zuleta y Adaníes Díaz y “Los sorprendentes” Ender Alvarado y Toby Murgas. Toby y Ender disfrutaban en todo el país con sus dos producciones que posicionaron éxitos con vocación de permanencia como sucedió con sus colegas. “La bogotana”, “Quiero”, ‘La verdad de mi destino’, ‘Esta noche me declaro’ y ‘Campesina ibaguereña’, entre otras, las cantaba todo mundo y por todas partes, pero Ender no sabía que tenía una cita con el Todopoderoso en el cielo el fatídico 17 de mayo de 1982 cuando apenas había cumplido sus primeros 27 añitos. Con él se fue también a otra vida su agrupación, Toby no ha recibido después el apoyo que merece a pesar de su capacitad interpretativa, buena voz y cantar afinado.

Héctor grabó tres discos  con Adaníes Díaz.  

También en el atroz año 1982 en los colegios y universidades todos cantábamos “Marianita”, era éxito indiscutible en la radio y la televisión nacional, y la fanaticada de la nota picada de Héctor, aprendida de su hermano Emiliano y aumentada con su inteligencia natural, hacía lo que le daba la gana con el acordeón, derrochaba arpegios y hacía cada vez más largos sus larguísimos interludios, mientras componía canciones con letras insinuosas a veces registradas por él y otras que regalaba a otras personas porque era especialmente generoso con sus hermanos y con sus amigos y las mujeres, siendo “Volverás” -que salió en el LP “Pico y espuela” en 1981- una de las canciones en las que dejó los trazos de su habilidad para confeccionar versos entrelazados con dichos populares. En ella hizo gala de un machismo acorde con la rebeldía de su juventud, pues se fue siendo aún un muchacho acelerado que se adelantó en el tiempo. Quien lo dude que escuche en el disco este fragmento: “Tu novio está muy contento porque sabe que eres buena, pero va a pasar una pena cuando vuelvas a tu puesto, como tu llegaste sola, sola tiene que volver, llorando lo van a ver cuando vea que lo abandonas quien se viste de lo ajeno lo desvisten en lo bueno, quien da pan a perro ajeno pierde el pan y pierde al perro”.

La agrupación estaba en los primeros lugares en la preferencia del público, pero unos eran los planes musicales de ellos y otros los de Dios, porque el 8 de agosto el infortunio cargó con Héctor. Ese día se silenció en la tierra para irse a tocarle el acordeón a Dios y a los santos, a los cuales también les hizo una canción: “Los santos y yo”.

Así terminó todo porque Adaníes no alcanzó a recuperarse y, aún estremecido por la tragedia, Dios vino también por él.

Las heridas del año fatal, siguen abiertas en el corazón de la música vallenata, a veces se necesitan las pérdidas para valorar lo que tuvimos, Héctor, Ender y Juancho no tuvieron sustitutos, muchos que podrían intentarlo tomaron el camino fácil de remedar los piticos flojos que tocan algunos de sus colegas, a tal punto que uno no puede diferenciar quién es el que toca, porque esa vaina la uniformaron.

“Era preciso que pasaran muchos años para que el pueblo se dé cuenta que hoy por hoy nadie ha superado a Héctor, nadie ha tenido el talento de El Difunto Trovador”. Juan Segundo Lagos.

Por: Luis Eduardo Acosta Medina. @Nene_AcostaM