La noche del sábado se apagó la vida del columnista de este diario, el abogado Luis Augusto González Pimienta.
Pocas cosas tan difíciles de asimilar como la muerte de un amigo: el pecho se comprime y la respiración se corta como buscando una explicación, una respuesta que consuele la sensación de inconformidad.
Ese es el sentimiento que invade a quienes tuvieron la oportunidad de ser amigos de Luis Augusto González, un abogado apasionado por las letras que escribió durante casi dos décadas en las páginas de opinión de EL PILON.
La vida de Luis Augusto González Pimienta, se apagó en forma repentina la noche del miércoles, cuando sufrió un accidente cardiovascular y quedó en estado de gravedad, falleciendo en la noche del sábado.
Tenía 66 años y era dueño de una labia fluida, egresado de la Universidad Javeriana de Bogotá. Había nacido en Valledupar y conservaba en su esencia, las características típicas de los hombres nobles y trabajadores de esta región, un legado que sin duda heredó de sus padres Luis González y Gala Pimienta, creadores de una familia ejemplar que le entregó a la ciudad tres hijos profesionales.
El cuerpo sin vida de Luis Augusto González Pimienta, llegó anoche a Valledupar. Sus exequias se realizarán en la funeraria La Esperanza y posteriormente el cuerpo será sepultado en el Jardines del Ecce Homo.
Además de su pasión por Valledupar, Luis Augusto, quien era cariñosamente llamado por amigos y familiares el Nene, tenía tres grandes orgullos: Su hijo Luis David, a quien acompañó hace pocos días a Bogotá; su esposa Gloria Ackerman Villazón, una hermosa dama vallenata, que años atrás representó al Cesar en el concurso Nacional de la Belleza; y su casa, un lugar diseñado por él mismo en el que sentía que podía ser simplemente Luis Augusto.
Además de su extraordinario desempeño como abogado, profesión que lo llevó a ocupar importantes cargos como Juez de Valledupar, Fiscal, y Procurador, Luis Augusto era muy buen escritor. Sus columnas disfrutaban de la aceptación general de los vallenatos quienes descubrían en ellas una forma de interpretar el cotidiano existir de esta ciudad, que pasa por la simpleza de un día común descrito de forma inmejorable e incluye textos relacionados al deporte, un tema en el que demostró virtud y conocimiento.
Su amor por el deporte, particularmente por el fútbol, no se limitaba a plasmarlo en algunas de sus columnas, sino que disfrutaba practicándolo y lo combinaba con caminatas matutinas que hacía en compañía de amigos y familiares: un momento que, en varias oportunidades, Luis Augusto describió como mágico ya que permitía ver a una Valledupar tranquila, serena y en la que todos trotaban e intentaban con su charla solucionar los problemas del mundo.
Así como disfrutaba una buena charla, mientras el sol despuntaba en la ciudad del Cacique Upar, ‘El Nene’, saboreaba las cosas simples de la vida.
Su alegría siempre acompañaba sus conversaciones y cuentos, por eso era el mejor cómplice de parrandas que podía existir, un hombre que pese a la seriedad con la que trataba su trabajo, lograba arrancar una sonrisa de algún desprevenido que se cruzara en su camino o leyera su columna.
Pero no eran únicamente su alegría a la hora de escribir y el conocimiento demostrado en varios temas de coyuntura social, lo que hizo reconocido su trabajo. Su manera de plasmar las letras era de respeto absoluto por la forma más pura del lenguaje, algo que hizo que su nombre fuera relacionado con la excelencia literaria y que lo motivó a publicar un libro con sus escritos más destacados: ‘Crónicas Vallenatas: Analecta’. Una propuesta diferente que estaba próxima a tener una segunda parte.
Como nunca son suficientes las virtudes que se resaltan en las personas de bien que como este hombre logran penetrar en lo más profundo del corazón de sus amigos, otro buen recuerdo que deja este vallenato es la admiración que despertaba por sus buenos modales y su exquisita amabilidad, virtudes que mostraba, sobre todo con el sexo femenino.
El momento de su partida
El desconsuelo de los familiares y amigos más cercanos de Luis Augusto, gira entorno a lo sorpresiva que fue la gravedad de su estado de salud.
Durante su última visita a Bogotá, ciudad a la que fue acompañado por su esposa e hijo, González se hizo un completo chequeo médico de rutina, en el que todo salió bien, por eso continuó con su rutina que incluía las actividades físicas y deportivas que solía hacer.
El miércoles pasado, González Pimienta perdió el conocimiento y fue trasladado hasta la clínica Valledupar, en donde aseguraron que se trataba de un accidente cardiovascular.
Con el fin de conocer otra opinión médica, el abogado fue revisado por Fernando Dangond, quien advirtió la gravedad del asunto y les solicitó a sus familiares que lo trasladaran a Bogotá, hasta donde fue remitido en un avión ambulancia. Allí, los médicos dieron la trágica noticia: No había nada que hacer. El sábado, siendo las 10:00 de la noche, la vida del Nene González llegó a su fin.
Por Pepe Morón Reales
La noche del sábado se apagó la vida del columnista de este diario, el abogado Luis Augusto González Pimienta.
Pocas cosas tan difíciles de asimilar como la muerte de un amigo: el pecho se comprime y la respiración se corta como buscando una explicación, una respuesta que consuele la sensación de inconformidad.
Ese es el sentimiento que invade a quienes tuvieron la oportunidad de ser amigos de Luis Augusto González, un abogado apasionado por las letras que escribió durante casi dos décadas en las páginas de opinión de EL PILON.
La vida de Luis Augusto González Pimienta, se apagó en forma repentina la noche del miércoles, cuando sufrió un accidente cardiovascular y quedó en estado de gravedad, falleciendo en la noche del sábado.
Tenía 66 años y era dueño de una labia fluida, egresado de la Universidad Javeriana de Bogotá. Había nacido en Valledupar y conservaba en su esencia, las características típicas de los hombres nobles y trabajadores de esta región, un legado que sin duda heredó de sus padres Luis González y Gala Pimienta, creadores de una familia ejemplar que le entregó a la ciudad tres hijos profesionales.
El cuerpo sin vida de Luis Augusto González Pimienta, llegó anoche a Valledupar. Sus exequias se realizarán en la funeraria La Esperanza y posteriormente el cuerpo será sepultado en el Jardines del Ecce Homo.
Además de su pasión por Valledupar, Luis Augusto, quien era cariñosamente llamado por amigos y familiares el Nene, tenía tres grandes orgullos: Su hijo Luis David, a quien acompañó hace pocos días a Bogotá; su esposa Gloria Ackerman Villazón, una hermosa dama vallenata, que años atrás representó al Cesar en el concurso Nacional de la Belleza; y su casa, un lugar diseñado por él mismo en el que sentía que podía ser simplemente Luis Augusto.
Además de su extraordinario desempeño como abogado, profesión que lo llevó a ocupar importantes cargos como Juez de Valledupar, Fiscal, y Procurador, Luis Augusto era muy buen escritor. Sus columnas disfrutaban de la aceptación general de los vallenatos quienes descubrían en ellas una forma de interpretar el cotidiano existir de esta ciudad, que pasa por la simpleza de un día común descrito de forma inmejorable e incluye textos relacionados al deporte, un tema en el que demostró virtud y conocimiento.
Su amor por el deporte, particularmente por el fútbol, no se limitaba a plasmarlo en algunas de sus columnas, sino que disfrutaba practicándolo y lo combinaba con caminatas matutinas que hacía en compañía de amigos y familiares: un momento que, en varias oportunidades, Luis Augusto describió como mágico ya que permitía ver a una Valledupar tranquila, serena y en la que todos trotaban e intentaban con su charla solucionar los problemas del mundo.
Así como disfrutaba una buena charla, mientras el sol despuntaba en la ciudad del Cacique Upar, ‘El Nene’, saboreaba las cosas simples de la vida.
Su alegría siempre acompañaba sus conversaciones y cuentos, por eso era el mejor cómplice de parrandas que podía existir, un hombre que pese a la seriedad con la que trataba su trabajo, lograba arrancar una sonrisa de algún desprevenido que se cruzara en su camino o leyera su columna.
Pero no eran únicamente su alegría a la hora de escribir y el conocimiento demostrado en varios temas de coyuntura social, lo que hizo reconocido su trabajo. Su manera de plasmar las letras era de respeto absoluto por la forma más pura del lenguaje, algo que hizo que su nombre fuera relacionado con la excelencia literaria y que lo motivó a publicar un libro con sus escritos más destacados: ‘Crónicas Vallenatas: Analecta’. Una propuesta diferente que estaba próxima a tener una segunda parte.
Como nunca son suficientes las virtudes que se resaltan en las personas de bien que como este hombre logran penetrar en lo más profundo del corazón de sus amigos, otro buen recuerdo que deja este vallenato es la admiración que despertaba por sus buenos modales y su exquisita amabilidad, virtudes que mostraba, sobre todo con el sexo femenino.
El momento de su partida
El desconsuelo de los familiares y amigos más cercanos de Luis Augusto, gira entorno a lo sorpresiva que fue la gravedad de su estado de salud.
Durante su última visita a Bogotá, ciudad a la que fue acompañado por su esposa e hijo, González se hizo un completo chequeo médico de rutina, en el que todo salió bien, por eso continuó con su rutina que incluía las actividades físicas y deportivas que solía hacer.
El miércoles pasado, González Pimienta perdió el conocimiento y fue trasladado hasta la clínica Valledupar, en donde aseguraron que se trataba de un accidente cardiovascular.
Con el fin de conocer otra opinión médica, el abogado fue revisado por Fernando Dangond, quien advirtió la gravedad del asunto y les solicitó a sus familiares que lo trasladaran a Bogotá, hasta donde fue remitido en un avión ambulancia. Allí, los médicos dieron la trágica noticia: No había nada que hacer. El sábado, siendo las 10:00 de la noche, la vida del Nene González llegó a su fin.
Por Pepe Morón Reales