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Crónica - 19 septiembre, 2010

Gustavo Gutiérrez no subió a la tarima

En Cartagena: Por Juan Rincón Vanegas [email protected] Cuando los músicos comenzaron su interpretación todos miraban hacía la tarima, pero el artista no aparecía hasta que su voz se escuchó al lado de una y otra mesa. Era la voz romántica de Gustavo Gutiérrez Cabello, quien en el Baluarte San Ignacio de Cartagena, al aire libre […]

En Cartagena:

Por Juan Rincón Vanegas
[email protected]

Cuando los músicos comenzaron su interpretación todos miraban hacía la tarima, pero el artista no aparecía hasta que su voz se escuchó al lado de una y otra mesa. Era la voz romántica de Gustavo Gutiérrez Cabello, quien en el Baluarte San Ignacio de Cartagena, al aire libre y con una bella vista al mar, quiso tener el contacto directo con los invitados que le agradecieron ese gesto.
La tarima quedó montada y el artista principal de la noche nunca la ocupó, porque su figura giró entorno a los asistentes a la cena con motivo del 16° de la Jurisdicción de los Contencioso Administrativo.
Y cuando el concierto ponía sus primeras notas en los oídos de Consejeros, Magistrados y Jueces, apareció la abogada vallenata, Olguita Valle de De la Hoz, Consejera de Estado, quien le regaló un capullo de flor.
La emoción de Gustavo Gutiérrez fue instantánea porque la magistrada le entregó la cuota inicial para llenar la noche del más grande romanticismo, donde la poesía se quedó corta ante el largometraje del cariño cantado.
De esta manera fueron desfilando canciones como ‘El cariño de mi pueblo’, ‘No pido más’, ‘Así fue mi querer’, ‘Camino largo’, ‘Lloraré’, ‘Corazón martirizado’, ‘Alma herida’, ‘Recuérdame’, ‘Mi niño se creció y  ‘Sin medir distancia’, a la que en esta última lo acompañó en el coro con sublime emoción, el presidente del Consejo de Estado, Luis Fernando Álvarez Jaramillo.
En medio del concierto Gustavo Gutiérrez esbozó su sentir sobre sus canciones, y por qué la mayoría de ellas hablan de Valledupar. Su valle del alma, al que le ha cantado incluso pidiendo anticipadamente que la violencia no llegara. De esta manera, las nostalgias y recuerdos que enmarcan sus canciones están envueltas en un  lienzo de penas y emociones, que forman la figura de una eterna ensoñación que fácilmente se esconde en el cuarto de su felicidad.

Mi niño se creció

El hijo que tanto quiero
me vino a endulzar la vida
y con mi madre querida,
lo que más quiero lo que más quiero.
Son dos amores que tengo
el uno nuevo y el otro viejo.

Todo cambia con el tiempo
y hasta yo me siento extraño
hoy el hijo que yo tengo
cambió mi condición.
Es lo hermoso de mi vida
canta mi corazón.

Gustavo Gutiérrez Cabello, habló de la canción dedicada a su hijo Gustavo José, ese que en aquella ocasión se le estaba saliendo del entorno de su mirada. Había crecido y era preciso ponerle un “tatequieto”. No fue tarea difícil porque en ese momento su único hijo colmaba todo. Era el patrocinador de sus alegrías y hacía posible que su sonrisa pusiera de fiesta su corazón, su alma y hasta su guitarra.
Es que un hijo es la trampa para atrapar todos los sentimientos, es el beso que llena, las caricias cargadas de ternura y dulzura y el regalo que Dios tuvo a bien entregarnos.
Con todas las fuerzas del recuerdo juntas se atrevió a decir: “Ya mi niño se creció, es una canción para la eternidad y a medida que pasan los años esa canción gusta más. Es de las canciones que más me piden en mis conciertos y noto que los padres se enternecen cuando la canto”.

La canción ‘Mi niño se creció’, el cantor romántico se la dedicó esa noche al Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez Maldonado, y al final le dijo: “allá con usted trabaja mi hijo, Gustavo José, ese que me inspiró la canción”. Las sonrisas y los aplausos no se hicieron esperar.
A sus 70 años, recién cumplidos, Gustavo Gutiérrez continúa llevando su mensaje musical donde su musa reina en todos los espacios y hace posible que afloren los recuerdos que se dan prisa en medio del paso de los años.
Con la claridad y precisión que lo han identificado en todos los actos de su vida  indica: “Ya uno va sintiendo el cansancio de la vida, lo que llamamos el dolor existencial, porque a medida que pasa el tiempo te acercas al momento de tu muerte. No le temo, pero como a todo ser humano me duele”. Guardó silencio y continuó con su trabajo que lo llena de la más absoluta alegría.

¿Y cuál canto?

Después de hora y media y cuando estaba a punto de terminar el concierto, Gustavo Gutiérrez le preguntó a Rodolfo Molina Araujo, qué cuál canción cantaba entre las dos suyas que habían ganado en el Festival de la Leyenda Vallenata en 1969 y 1982, respectivamente: ¿‘Rumores de viejas voces’ o ‘Paisaje de sol’?.
Cuando la respuesta iba camino a sus oídos, él comenzó a declamar y seguidamente a cantar:

Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
desde hace un tiempo que busco
la forma para hablarte.
Ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos
coplas de viejos caminos
que enmarcan a mi pueblo.

Definitivamente, no hubo necesidad de que Gustavo Gutiérrez ‘El flaco de oro’, subiera a la tarima porque en cada mesa, cuyo entorno le sirvió de escenario, se tropezó con agradecimientos, aplausos, sonrisas, abrazos, besos y hasta un capullo de flor, que lo hizo emocionar hasta el punto de ratificar que es el cantor romántico, soñador y que nada le hace cambiar la fuerza de su expresión.

FRASE PARA DESTACAR:

En medio del concierto Gustavo Gutiérrez esbozó su sentir sobre sus canciones, y por qué la mayoría de ellas hablan de Valledupar. Su valle del alma, al que le ha cantado, incluso pidiendo que la violencia no le llegara. De esta manera, las nostalgias y recuerdos enmarcan sus canciones que están envueltas en un  lienzo de tristezas y emociones, que hacen la figura de una eterna ensoñación que fácilmente se esconde en el cuarto de su felicidad.

Crónica
19 septiembre, 2010

Gustavo Gutiérrez no subió a la tarima

En Cartagena: Por Juan Rincón Vanegas [email protected] Cuando los músicos comenzaron su interpretación todos miraban hacía la tarima, pero el artista no aparecía hasta que su voz se escuchó al lado de una y otra mesa. Era la voz romántica de Gustavo Gutiérrez Cabello, quien en el Baluarte San Ignacio de Cartagena, al aire libre […]


En Cartagena:

Por Juan Rincón Vanegas
[email protected]

Cuando los músicos comenzaron su interpretación todos miraban hacía la tarima, pero el artista no aparecía hasta que su voz se escuchó al lado de una y otra mesa. Era la voz romántica de Gustavo Gutiérrez Cabello, quien en el Baluarte San Ignacio de Cartagena, al aire libre y con una bella vista al mar, quiso tener el contacto directo con los invitados que le agradecieron ese gesto.
La tarima quedó montada y el artista principal de la noche nunca la ocupó, porque su figura giró entorno a los asistentes a la cena con motivo del 16° de la Jurisdicción de los Contencioso Administrativo.
Y cuando el concierto ponía sus primeras notas en los oídos de Consejeros, Magistrados y Jueces, apareció la abogada vallenata, Olguita Valle de De la Hoz, Consejera de Estado, quien le regaló un capullo de flor.
La emoción de Gustavo Gutiérrez fue instantánea porque la magistrada le entregó la cuota inicial para llenar la noche del más grande romanticismo, donde la poesía se quedó corta ante el largometraje del cariño cantado.
De esta manera fueron desfilando canciones como ‘El cariño de mi pueblo’, ‘No pido más’, ‘Así fue mi querer’, ‘Camino largo’, ‘Lloraré’, ‘Corazón martirizado’, ‘Alma herida’, ‘Recuérdame’, ‘Mi niño se creció y  ‘Sin medir distancia’, a la que en esta última lo acompañó en el coro con sublime emoción, el presidente del Consejo de Estado, Luis Fernando Álvarez Jaramillo.
En medio del concierto Gustavo Gutiérrez esbozó su sentir sobre sus canciones, y por qué la mayoría de ellas hablan de Valledupar. Su valle del alma, al que le ha cantado incluso pidiendo anticipadamente que la violencia no llegara. De esta manera, las nostalgias y recuerdos que enmarcan sus canciones están envueltas en un  lienzo de penas y emociones, que forman la figura de una eterna ensoñación que fácilmente se esconde en el cuarto de su felicidad.

Mi niño se creció

El hijo que tanto quiero
me vino a endulzar la vida
y con mi madre querida,
lo que más quiero lo que más quiero.
Son dos amores que tengo
el uno nuevo y el otro viejo.

Todo cambia con el tiempo
y hasta yo me siento extraño
hoy el hijo que yo tengo
cambió mi condición.
Es lo hermoso de mi vida
canta mi corazón.

Gustavo Gutiérrez Cabello, habló de la canción dedicada a su hijo Gustavo José, ese que en aquella ocasión se le estaba saliendo del entorno de su mirada. Había crecido y era preciso ponerle un “tatequieto”. No fue tarea difícil porque en ese momento su único hijo colmaba todo. Era el patrocinador de sus alegrías y hacía posible que su sonrisa pusiera de fiesta su corazón, su alma y hasta su guitarra.
Es que un hijo es la trampa para atrapar todos los sentimientos, es el beso que llena, las caricias cargadas de ternura y dulzura y el regalo que Dios tuvo a bien entregarnos.
Con todas las fuerzas del recuerdo juntas se atrevió a decir: “Ya mi niño se creció, es una canción para la eternidad y a medida que pasan los años esa canción gusta más. Es de las canciones que más me piden en mis conciertos y noto que los padres se enternecen cuando la canto”.

La canción ‘Mi niño se creció’, el cantor romántico se la dedicó esa noche al Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez Maldonado, y al final le dijo: “allá con usted trabaja mi hijo, Gustavo José, ese que me inspiró la canción”. Las sonrisas y los aplausos no se hicieron esperar.
A sus 70 años, recién cumplidos, Gustavo Gutiérrez continúa llevando su mensaje musical donde su musa reina en todos los espacios y hace posible que afloren los recuerdos que se dan prisa en medio del paso de los años.
Con la claridad y precisión que lo han identificado en todos los actos de su vida  indica: “Ya uno va sintiendo el cansancio de la vida, lo que llamamos el dolor existencial, porque a medida que pasa el tiempo te acercas al momento de tu muerte. No le temo, pero como a todo ser humano me duele”. Guardó silencio y continuó con su trabajo que lo llena de la más absoluta alegría.

¿Y cuál canto?

Después de hora y media y cuando estaba a punto de terminar el concierto, Gustavo Gutiérrez le preguntó a Rodolfo Molina Araujo, qué cuál canción cantaba entre las dos suyas que habían ganado en el Festival de la Leyenda Vallenata en 1969 y 1982, respectivamente: ¿‘Rumores de viejas voces’ o ‘Paisaje de sol’?.
Cuando la respuesta iba camino a sus oídos, él comenzó a declamar y seguidamente a cantar:

Dame tu mano mi amigo
que quiero saludarte
desde hace un tiempo que busco
la forma para hablarte.
Ven y charlemos de cosas
que nos traerán recuerdos
coplas de viejos caminos
que enmarcan a mi pueblo.

Definitivamente, no hubo necesidad de que Gustavo Gutiérrez ‘El flaco de oro’, subiera a la tarima porque en cada mesa, cuyo entorno le sirvió de escenario, se tropezó con agradecimientos, aplausos, sonrisas, abrazos, besos y hasta un capullo de flor, que lo hizo emocionar hasta el punto de ratificar que es el cantor romántico, soñador y que nada le hace cambiar la fuerza de su expresión.

FRASE PARA DESTACAR:

En medio del concierto Gustavo Gutiérrez esbozó su sentir sobre sus canciones, y por qué la mayoría de ellas hablan de Valledupar. Su valle del alma, al que le ha cantado, incluso pidiendo que la violencia no le llegara. De esta manera, las nostalgias y recuerdos enmarcan sus canciones que están envueltas en un  lienzo de tristezas y emociones, que hacen la figura de una eterna ensoñación que fácilmente se esconde en el cuarto de su felicidad.