Los tiempos han pasado y hoy, la inteligencia artificial (IA) es algo muy común en nuestras vidas y los chicos de la generación Z sí que la están aprovechando, a veces con la no muy santa intención de cometer fraude académico.
Inicio este escrito presentando disculpas a mis estudiantes universitarios por ponerlos en evidencia en este escrito. Pero, la manera de apelar a hechos concretos para apoyar mi tesis aquí expuesta, requiere de esa alusión no mal intencionada.
En febrero del 2023, escribí una columna titulada “Inteligencia artificial” en la que me refería a la, entonces reciente entre nosotros, emergencia de las aplicaciones tipo GPT que constituían todo un reto para quienes, como yo, ejercemos la docencia. Señalaba entonces que, atrás quedaron aquellos tiempos en los que las chicas, hacían bordillos a las faldas del uniforme para esconder minúsculos ovillos en los que tenían ‘los machetes´ para hacerle trampa a los maestros y poder mostrar en casa mejores notas. También aquellos códigos cifrados que se dibujaban en las paredes, pupitres y tableros con la ´generosa´ intención que todo el curso tuviera las claves del ´peludo´ examen de lenguaje o naturales. La práctica de escribirnos la ropa o la piel con las fórmulas químicas, matemáticas o físicas ante la mirada escrutadora de los maestros, que ya son fantasma del pasado escolar. Ahora solo se habla de la inteligencia artificial como la aplicación chat GPT, muy sonada en estos días y vista como la redención del estudiante perezoso y el ´avispado´.
Los tiempos han pasado y hoy, la inteligencia artificial (IA) es algo muy común en nuestras vidas y los chicos de la generación Z sí que la están aprovechando, a veces con la no muy santa intención de cometer fraude académico. Un nivel de mayor complejidad de estas aplicaciones ha venido evolucionando, tanto así que ya no solo genera textos, sino que involucra varios métodos y tecnologías como el OCR para reconocimiento de texto, la técnica de summarización con modelos de lenguaje y técnicas para extracción de información y hasta la generación de imágenes y organizadores gráficos.
Cuando escribí ese texto, los docentes estábamos en desventaja, pues aún no existían aplicaciones capaces de detectar cuando un texto era generado con IA, como sí existía ya el Turnitin que identifica las coincidencias con publicaciones en la web y eso nos permite reconocer un plagio. Hoy en día ya existen esas aplicaciones que vinieron en nuestro auxilio, pero, más que estas, a los profes la experiencia, corta pero eficaz, nos ha llevado a afinar las sospechas de plagio o generación de contenidos con IA y sobre eso me voy a referir.
Aunque lo voy a delimitar al campo de la música vallenata, lo que nos está ocurriendo en las aulas se presenta en todas las áreas y disciplinas de la academia y en especial en las universidades. Ofrezco dos cátedras universitarias, una es un curso de redacción y otra es Introducción a la vallenatología. En los productos de mis estudiantes en estos cursos se hace evidente que, la inteligencia artificial no es precisamente la fuente documental más propicia cuando se trata de datos concretos sobre una música regional. He aquí las pruebas.
La primera alarma me la compartió mi colega y compadre Enmanuel Pichón cuando le pidió a GPT hacer la lista de los mejores cantantes del vallenato y se sorprendió encontrar entre estos a Rafael Escalona quien, si bien era genial autor, casi ni chiflaba.
Una de mis estudiantes, en lugar de leer los materiales de consulta para responder un formulario Google y más bien buscar la facilidad de GPT, ante la pregunta de cómo había incidido el canon de los festivales en la puya vallenata me dio esta respuesta: “Las puyas han sido excluidas de las fiestas ya que pueden causar heridas a los toros”. Un total disparate descontextualizado.
En días recientes, varios de mis estudiantes volvieron a ser víctimas (además porque se les aplica sanción por fraude) de los desatinos de las aplicaciones de IA a las que acuden para ahorrarse el esfuerzo de leer los materiales de apoyo. Una de las metas de aprendizaje de mis cursos es la redacción de ensayos, necesariamente con el uso de citas y referencias de varias fuentes. Entre las obras que usaron como referentes en sus ensayos están las siguientes: de M.T Cárdenas “El acordeón en la nueva ola del vallenato” editado en Bogotá por Editorial Musical (2018), de J.A Monsalve “La nueva ola del vallenato: Una mirada crítica” en la Revista de Música Popular (2015).
El autor R. Fernández (2021) aparece referenciado con el artículo “Transformaciones culturales en la música vallenata: ¿Pérdida de identidad?” en la Revista Colombiana de Estudios Culturales. La Fundación Vallenata (2020) con el libro “La evolución de las letras en el vallenato y su impacto en la identidad cultural” editado en Bogotá por Editorial Caribe. También L. González, autor del artículo “El vallenato y la industria musical: Entre la autenticidad y la comercialización” en la revista Pop & Cultura. Citaron a J. Martínez con el libro “Cambios rítmicos y melódicos en el vallenato Nueva Ola” (2021), prensado en Bogotá por Editorial Musical Andina. Otro artículo es de P. Rodríguez, (2020) titulado “Industria musical y la transformación del vallenato tradicional” de la Revista de Música Colombiana. Me aparece el autor M. Contreras que en 2020 nos dio a conocer “La historia del vallenato: tradición y transformación” a través de Editorial Caribe. J.A Monsalve en el 2015, aparece como autor del artículo “La nueva ola del vallenato: Una mirada crítica” de la Revista de Música Popular. Por último, W. Mendoza quien en el 2017 editó “La nueva ola del vallenato: ¿ruptura o continuación?” en la Revista de Música y Cultura.
Hasta aquí, amigo lector, todo parece confirmar no solo la voluminosa producción escrita sobre el vallenato, sino las habilidades de consulta de los estudiantes. Colosal engaño. Ninguno, léase bien, ninguno de estos autores, títulos, editoriales existen. ¡Se los inventó la inteligencia artificial! Con esto se engañan, no solo mis estudiantes que confían en que su trampa les hará ganarse un 5, sino quienes leemos esos ensayos con referentes totalmente falseados.
También puedo dar fe de esto. Está en periodo de edición mi libro “Compendio bibliográfico de La Guajira” que recoge las referencias de los libros publicados en este Departamento en su historia. Como hay publicaciones en otras regiones y países de los que no me entero, quise usar la IA para que me hiciera una lista de referencias bibliográficas de libros sobre La Guajira. Me sirvió un menú de unas 15 obras. Como llevo más de 30 años haciendo ese mapeo, me pareció sospechoso que ninguna de las obras y autores me era reconocido. Mis sospechas se confirmaron al tratar de verificar: todas las referencias eran de obras y autores que no existen.
En algunos casos, la IA les dio a mis estudiantes referentes de un editorial que sí existe, como el de la Universidad Nacional, pero el autor P. Barrios y su supuesta obra del 2019 “Evolución y adaptación cultural: el caso del vallenato en el siglo XXI” es imaginaria. Uno de mis estudiantes presentó una cita de la revista Semana del 2018 en un artículo titulado “El impacto de la Nueva Ola en el vallenato moderno” que nunca pude encontrar en la web.
Paradójicamente, uno de los ensayos cita un autor A. Medina (presumo que soy yo), pero la IA me endilga un artículo que nunca he escrito y en una revista que no existe: “El vallenato: tradición e innovación en la música colombiana” (Revista Cultural Caribe, 2012). Precisamente, las revistas que se inventa la IA para engañar a los cibernautas con supuestos artículos y ensayos sobre música vallenata que no existen son: Revista Cultural Caribe, Revista Colombiana de Estudios Musicales, Revista de Música Popular o Revista Musical. Como se aprecia, se trata de denominaciones casi genéricas.
Pero, guarde un poco de asombro, estimado lector. Cómo le parece que en otro de los ensayos que me han presentado aparece un referenciado y citado un libro del 2020 titulado “Instrumentación y modernidad en el vallenato” del engañoso Editorial Música del Caribe. ¿Saben quién es el autor? Nada menos que Juancho Polo (así aparece). Juan Polo Cervantes, como en realidad se llamaba “Valencia”, si bien era poeta popular, nunca escribió libro alguno y mucho menos es posible que se haya publicado en el 2020. Igualmente me referenciaron un libro cuyo autor es Carlos Vives, cuyo único libro en co-autoría con Guillermo Barreto es “Cumbiana” del que fui corrector de estilo.
La IA también se inventa “autoridades” académicas para engañar a los incautos lectores. Aparecen citados prestigiosos “musicólogos colombianos” como Álvaro Álvarez Tascón, Eduardo Arias (dizque autor del libro “Vallenato: Una Historia Cultural”) y María Teresa Cárdenas a quien le endilgan el libro “El acordeón en la nueva ola del vallenato”. Es decir, GPT está otorgando falsos títulos a falsas personas que escriben falsos libros sobre el vallenato.
Pero, los datos falsos o imprecisos que han tratado de usar mis estudiantes, confiados en la ayuda “eficaz” de la IA, también llega a piezas gráficas. Una de las tareas tenía que ver con líneas de tiempo sobre los periodos de la música vallenata a partir de un capítulo que debieron leer de mi libro “Introducción a la vallenatología”. Resulta que, el lugar de leer, algunos quisieron irse por el rápido camino de la confortante IA. Como efecto, me aparece el reconocido autor de música andina, compositor del famoso “Pueblito viejo”, José A. Morales como representante del periodo juglaresco del vallenato. Otro organizador gráfico me presenta a “Chiche” Maestre como representante de los autores vallenatos nacidos entre 1880-1930 cuando ni por ahí se asomaba el patillalero a los planes de la vida. Hubo un estudiante que hasta me relaciona un periodo del Renacimiento en la evolución del vallenato.
Un error en el que incurre la IA es que, si quien la usa no usa un filtro que delimite el tópico de búsqueda, te ofrece referentes descontextualizados. Por ejemplo, uno de mis estudiantes me presenta una línea de tiempo en el que aparecen como representantes de la Nueva ola vallenata: François Truffaut, Jean-Luc Godard, Agnès Varda, Jacques Demy y Eric Rohmer. Estos sí son representantes de la Nueva ola o Nouvelle vague como se traduce en francés, pero: ¡Del cine de los años 50 en Francia!
Lo anterior, también evidencia que la IA requiere un usuario que no sea acrítico, que sepa usarla, que entienda que la aplicación no siempre puede entender el contexto o la relación entre las diferentes referencias; no siempre pueden contextualizar las referencias bibliográficas dentro de un marco teórico o disciplinar específico y eso le dificulta la evaluación de la calidad y la pertinencia de las referencias para un tema de investigación determinado. La IA también tiene limitaciones para evaluar la calidad de las referencias y no discierne entre fuentes confiables y no confiables. Además, está demostrado con estos ejemplos que tiene dificultades para generar referencias consistentes y que presenta sesgos en la selección de estas.
Pero, lo más grave de la IA: no siempre reconoce que no tiene la información, como en el caso de la música vallenata, si no la tiene, se la inventa. Así que estudiantes, no inventen y más bien dedíquense a producir sus trabajos priorizando su inteligencia natural. Porque ya se dan cuenta lo mucho que se inventa la IA y también lo costoso que puede ser para ustedes a la hora de ser calificados. El vallenato está muy mal mapeado en la inteligencia artificial y fácilmente podemos caer en engaños.
Por: Abel Medina Sierra.
Los tiempos han pasado y hoy, la inteligencia artificial (IA) es algo muy común en nuestras vidas y los chicos de la generación Z sí que la están aprovechando, a veces con la no muy santa intención de cometer fraude académico.
Inicio este escrito presentando disculpas a mis estudiantes universitarios por ponerlos en evidencia en este escrito. Pero, la manera de apelar a hechos concretos para apoyar mi tesis aquí expuesta, requiere de esa alusión no mal intencionada.
En febrero del 2023, escribí una columna titulada “Inteligencia artificial” en la que me refería a la, entonces reciente entre nosotros, emergencia de las aplicaciones tipo GPT que constituían todo un reto para quienes, como yo, ejercemos la docencia. Señalaba entonces que, atrás quedaron aquellos tiempos en los que las chicas, hacían bordillos a las faldas del uniforme para esconder minúsculos ovillos en los que tenían ‘los machetes´ para hacerle trampa a los maestros y poder mostrar en casa mejores notas. También aquellos códigos cifrados que se dibujaban en las paredes, pupitres y tableros con la ´generosa´ intención que todo el curso tuviera las claves del ´peludo´ examen de lenguaje o naturales. La práctica de escribirnos la ropa o la piel con las fórmulas químicas, matemáticas o físicas ante la mirada escrutadora de los maestros, que ya son fantasma del pasado escolar. Ahora solo se habla de la inteligencia artificial como la aplicación chat GPT, muy sonada en estos días y vista como la redención del estudiante perezoso y el ´avispado´.
Los tiempos han pasado y hoy, la inteligencia artificial (IA) es algo muy común en nuestras vidas y los chicos de la generación Z sí que la están aprovechando, a veces con la no muy santa intención de cometer fraude académico. Un nivel de mayor complejidad de estas aplicaciones ha venido evolucionando, tanto así que ya no solo genera textos, sino que involucra varios métodos y tecnologías como el OCR para reconocimiento de texto, la técnica de summarización con modelos de lenguaje y técnicas para extracción de información y hasta la generación de imágenes y organizadores gráficos.
Cuando escribí ese texto, los docentes estábamos en desventaja, pues aún no existían aplicaciones capaces de detectar cuando un texto era generado con IA, como sí existía ya el Turnitin que identifica las coincidencias con publicaciones en la web y eso nos permite reconocer un plagio. Hoy en día ya existen esas aplicaciones que vinieron en nuestro auxilio, pero, más que estas, a los profes la experiencia, corta pero eficaz, nos ha llevado a afinar las sospechas de plagio o generación de contenidos con IA y sobre eso me voy a referir.
Aunque lo voy a delimitar al campo de la música vallenata, lo que nos está ocurriendo en las aulas se presenta en todas las áreas y disciplinas de la academia y en especial en las universidades. Ofrezco dos cátedras universitarias, una es un curso de redacción y otra es Introducción a la vallenatología. En los productos de mis estudiantes en estos cursos se hace evidente que, la inteligencia artificial no es precisamente la fuente documental más propicia cuando se trata de datos concretos sobre una música regional. He aquí las pruebas.
La primera alarma me la compartió mi colega y compadre Enmanuel Pichón cuando le pidió a GPT hacer la lista de los mejores cantantes del vallenato y se sorprendió encontrar entre estos a Rafael Escalona quien, si bien era genial autor, casi ni chiflaba.
Una de mis estudiantes, en lugar de leer los materiales de consulta para responder un formulario Google y más bien buscar la facilidad de GPT, ante la pregunta de cómo había incidido el canon de los festivales en la puya vallenata me dio esta respuesta: “Las puyas han sido excluidas de las fiestas ya que pueden causar heridas a los toros”. Un total disparate descontextualizado.
En días recientes, varios de mis estudiantes volvieron a ser víctimas (además porque se les aplica sanción por fraude) de los desatinos de las aplicaciones de IA a las que acuden para ahorrarse el esfuerzo de leer los materiales de apoyo. Una de las metas de aprendizaje de mis cursos es la redacción de ensayos, necesariamente con el uso de citas y referencias de varias fuentes. Entre las obras que usaron como referentes en sus ensayos están las siguientes: de M.T Cárdenas “El acordeón en la nueva ola del vallenato” editado en Bogotá por Editorial Musical (2018), de J.A Monsalve “La nueva ola del vallenato: Una mirada crítica” en la Revista de Música Popular (2015).
El autor R. Fernández (2021) aparece referenciado con el artículo “Transformaciones culturales en la música vallenata: ¿Pérdida de identidad?” en la Revista Colombiana de Estudios Culturales. La Fundación Vallenata (2020) con el libro “La evolución de las letras en el vallenato y su impacto en la identidad cultural” editado en Bogotá por Editorial Caribe. También L. González, autor del artículo “El vallenato y la industria musical: Entre la autenticidad y la comercialización” en la revista Pop & Cultura. Citaron a J. Martínez con el libro “Cambios rítmicos y melódicos en el vallenato Nueva Ola” (2021), prensado en Bogotá por Editorial Musical Andina. Otro artículo es de P. Rodríguez, (2020) titulado “Industria musical y la transformación del vallenato tradicional” de la Revista de Música Colombiana. Me aparece el autor M. Contreras que en 2020 nos dio a conocer “La historia del vallenato: tradición y transformación” a través de Editorial Caribe. J.A Monsalve en el 2015, aparece como autor del artículo “La nueva ola del vallenato: Una mirada crítica” de la Revista de Música Popular. Por último, W. Mendoza quien en el 2017 editó “La nueva ola del vallenato: ¿ruptura o continuación?” en la Revista de Música y Cultura.
Hasta aquí, amigo lector, todo parece confirmar no solo la voluminosa producción escrita sobre el vallenato, sino las habilidades de consulta de los estudiantes. Colosal engaño. Ninguno, léase bien, ninguno de estos autores, títulos, editoriales existen. ¡Se los inventó la inteligencia artificial! Con esto se engañan, no solo mis estudiantes que confían en que su trampa les hará ganarse un 5, sino quienes leemos esos ensayos con referentes totalmente falseados.
También puedo dar fe de esto. Está en periodo de edición mi libro “Compendio bibliográfico de La Guajira” que recoge las referencias de los libros publicados en este Departamento en su historia. Como hay publicaciones en otras regiones y países de los que no me entero, quise usar la IA para que me hiciera una lista de referencias bibliográficas de libros sobre La Guajira. Me sirvió un menú de unas 15 obras. Como llevo más de 30 años haciendo ese mapeo, me pareció sospechoso que ninguna de las obras y autores me era reconocido. Mis sospechas se confirmaron al tratar de verificar: todas las referencias eran de obras y autores que no existen.
En algunos casos, la IA les dio a mis estudiantes referentes de un editorial que sí existe, como el de la Universidad Nacional, pero el autor P. Barrios y su supuesta obra del 2019 “Evolución y adaptación cultural: el caso del vallenato en el siglo XXI” es imaginaria. Uno de mis estudiantes presentó una cita de la revista Semana del 2018 en un artículo titulado “El impacto de la Nueva Ola en el vallenato moderno” que nunca pude encontrar en la web.
Paradójicamente, uno de los ensayos cita un autor A. Medina (presumo que soy yo), pero la IA me endilga un artículo que nunca he escrito y en una revista que no existe: “El vallenato: tradición e innovación en la música colombiana” (Revista Cultural Caribe, 2012). Precisamente, las revistas que se inventa la IA para engañar a los cibernautas con supuestos artículos y ensayos sobre música vallenata que no existen son: Revista Cultural Caribe, Revista Colombiana de Estudios Musicales, Revista de Música Popular o Revista Musical. Como se aprecia, se trata de denominaciones casi genéricas.
Pero, guarde un poco de asombro, estimado lector. Cómo le parece que en otro de los ensayos que me han presentado aparece un referenciado y citado un libro del 2020 titulado “Instrumentación y modernidad en el vallenato” del engañoso Editorial Música del Caribe. ¿Saben quién es el autor? Nada menos que Juancho Polo (así aparece). Juan Polo Cervantes, como en realidad se llamaba “Valencia”, si bien era poeta popular, nunca escribió libro alguno y mucho menos es posible que se haya publicado en el 2020. Igualmente me referenciaron un libro cuyo autor es Carlos Vives, cuyo único libro en co-autoría con Guillermo Barreto es “Cumbiana” del que fui corrector de estilo.
La IA también se inventa “autoridades” académicas para engañar a los incautos lectores. Aparecen citados prestigiosos “musicólogos colombianos” como Álvaro Álvarez Tascón, Eduardo Arias (dizque autor del libro “Vallenato: Una Historia Cultural”) y María Teresa Cárdenas a quien le endilgan el libro “El acordeón en la nueva ola del vallenato”. Es decir, GPT está otorgando falsos títulos a falsas personas que escriben falsos libros sobre el vallenato.
Pero, los datos falsos o imprecisos que han tratado de usar mis estudiantes, confiados en la ayuda “eficaz” de la IA, también llega a piezas gráficas. Una de las tareas tenía que ver con líneas de tiempo sobre los periodos de la música vallenata a partir de un capítulo que debieron leer de mi libro “Introducción a la vallenatología”. Resulta que, el lugar de leer, algunos quisieron irse por el rápido camino de la confortante IA. Como efecto, me aparece el reconocido autor de música andina, compositor del famoso “Pueblito viejo”, José A. Morales como representante del periodo juglaresco del vallenato. Otro organizador gráfico me presenta a “Chiche” Maestre como representante de los autores vallenatos nacidos entre 1880-1930 cuando ni por ahí se asomaba el patillalero a los planes de la vida. Hubo un estudiante que hasta me relaciona un periodo del Renacimiento en la evolución del vallenato.
Un error en el que incurre la IA es que, si quien la usa no usa un filtro que delimite el tópico de búsqueda, te ofrece referentes descontextualizados. Por ejemplo, uno de mis estudiantes me presenta una línea de tiempo en el que aparecen como representantes de la Nueva ola vallenata: François Truffaut, Jean-Luc Godard, Agnès Varda, Jacques Demy y Eric Rohmer. Estos sí son representantes de la Nueva ola o Nouvelle vague como se traduce en francés, pero: ¡Del cine de los años 50 en Francia!
Lo anterior, también evidencia que la IA requiere un usuario que no sea acrítico, que sepa usarla, que entienda que la aplicación no siempre puede entender el contexto o la relación entre las diferentes referencias; no siempre pueden contextualizar las referencias bibliográficas dentro de un marco teórico o disciplinar específico y eso le dificulta la evaluación de la calidad y la pertinencia de las referencias para un tema de investigación determinado. La IA también tiene limitaciones para evaluar la calidad de las referencias y no discierne entre fuentes confiables y no confiables. Además, está demostrado con estos ejemplos que tiene dificultades para generar referencias consistentes y que presenta sesgos en la selección de estas.
Pero, lo más grave de la IA: no siempre reconoce que no tiene la información, como en el caso de la música vallenata, si no la tiene, se la inventa. Así que estudiantes, no inventen y más bien dedíquense a producir sus trabajos priorizando su inteligencia natural. Porque ya se dan cuenta lo mucho que se inventa la IA y también lo costoso que puede ser para ustedes a la hora de ser calificados. El vallenato está muy mal mapeado en la inteligencia artificial y fácilmente podemos caer en engaños.
Por: Abel Medina Sierra.