Mientras el presidente plantea nuevamente la reactivación del sector algodonero, algunos de los agricultores ven imposible el resurgir de la agricultura en el Cesar sin el apoyo directo del Gobierno y la implementación de las políticas agropecuarias, mientras tanto, aseguran que permanecerán en la ganadería.
La última vez que el presidente Gustavo Petro estuvo en el departamento del Cesar, exactamente en Nabusímake, capital del pueblo arhuaco, en la Sierra Nevada de Santa Marta, habló de la posibilidad de reactivar el cultivo de algodón a gran escala en este territorio que en la década del 70 era conocido por la bonanza de esta fibra, con más de cien mil hectáreas.
“Si hay que sembrar algodón de nuevo, sembramos algodón, si hay que sembrar otros productos, pues lo sembramos. Las ciudades del Cesar y sus pueblos serán más ricos si la tierra, en vez de tener una vaca cada dos hectáreas, tiene cultivos de algodón o tiene cultivos de yuca”, expresó el mandatario el 28 de agosto.
Lea: Inició la temporada de siembra de algodón en el Cesar: ¿volverá la bonanza?
Pero no solo se refirió a intensificar el cultivo de algodón, producto que hasta el 2022 registraba alrededor de 1.600 hectáreas sembradas, según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), sino también a la producción agrícola para el autoabastecimiento, sin embargo precisó que existen retos para alcanzar esos objetivos.
“La comida del Cesar, de cada familia, puede volver a ser de productos hechos en el Cesar, que hoy no es, y es porque las tierras del Cesar se están quedando sin agua, son potreros porque no hay ayuda a la producción agraria o son enormes minas del carbón que se van a cerrar, ocasionando una enorme crisis social si no actuamos ya para prevenirla”, agregó en su alocución.
El presidente llegó a este tema mientras se refería a la reforma agraria en el Cesar, manifestando que el Estado podría comprar haciendas “improductivas” de latifundistas, que estuvieran cerca de Valledupar, pero aguas abajo de la línea negra, para reubicar de manera voluntaria a los campesinos que habitan en la Sierra Nevada que no pertenecen a ninguna de las cuatro etnias y han tenido conflictos con los indígenas por usufructuar ese territorio.
“Tenemos dos años para hacerlo…, en vez de tener potreros, es mejor tener cultivos”, añadió Petro Urrego, pidiéndole a la gobernadora del Cesar, Elvia Milena Sanjuán, y al director de la Agencia Nacional de Tierra, Felipe Harman, hacer las gestiones para convertir los discursos en realidad.
Mientras que en países como Brasil reportan un ‘boom’ con el algodón y récords en exportación mundial, la producción y venta internacional de este producto desde Colombia ha caído en las últimas décadas. A nivel local, antiguos agricultores consultados por esta casa editorial aseguran que es probable que existan menores hectáreas que las referenciadas por el ICA hace dos años.
Uno de ellos es José Hernández, quien llegó a cultivar 800 hectáreas de algodón en el municipio de Agustín Codazzi, según contó a EL PILÓN, pero tras las crisis del sector, decidió dedicarse más a la ganadería. “Está quebrado todo el mundo porque no hay política agropecuaria desde hace muchos años en el Cesar, estamos totalmente a la deriva”, aseguró.
Lea: Cooperativa de algodoneros del Cesar: entre liquidación y esperanza de reactivación
Hernández explicó que si siembran algodón, no hay quién compre “y si lo compran lo pagan al precio que ellos les da la gana, no al precio que manda el Fondo ni que manda al precio internacional, sino como quieren, porque se inventan una cantidad de cosas: que tiene melaza, que la fibra es corta, que el micronel es muy delgado, infinidades de inventos que hace la industria para dañar el agricultor”, precisó.
El también ganadero conserva la maquinaria para el tratamiento del algodón, entre esos aviones para fumigar, pero advierte que para emprender en este negocio no todos tienen los mismos recursos, puesto hoy un agricultor debe pagar “$200 millones por una sembradora o $300 millones un tractor, ¿y con qué plata?, si el pequeño productor no está sujeto a crédito”, pregunta.
“Sembrar algodón está complicado, muy complicado porque aquí la vocación agrícola se acabó. La gente se preparó para la minería, el Sena no preparó a un administrador de fincas, la gente perdió la vocación de la agricultura. Entonces eso lo que plantea el presidente lo veo imposible”, anotó Hernández, quien considera que los gobiernos nacional y local deben demostrar su apoyo al productor con actos, no con discursos.
Por Andrea Guerra Peña / EL PILÓN
Mientras el presidente plantea nuevamente la reactivación del sector algodonero, algunos de los agricultores ven imposible el resurgir de la agricultura en el Cesar sin el apoyo directo del Gobierno y la implementación de las políticas agropecuarias, mientras tanto, aseguran que permanecerán en la ganadería.
La última vez que el presidente Gustavo Petro estuvo en el departamento del Cesar, exactamente en Nabusímake, capital del pueblo arhuaco, en la Sierra Nevada de Santa Marta, habló de la posibilidad de reactivar el cultivo de algodón a gran escala en este territorio que en la década del 70 era conocido por la bonanza de esta fibra, con más de cien mil hectáreas.
“Si hay que sembrar algodón de nuevo, sembramos algodón, si hay que sembrar otros productos, pues lo sembramos. Las ciudades del Cesar y sus pueblos serán más ricos si la tierra, en vez de tener una vaca cada dos hectáreas, tiene cultivos de algodón o tiene cultivos de yuca”, expresó el mandatario el 28 de agosto.
Lea: Inició la temporada de siembra de algodón en el Cesar: ¿volverá la bonanza?
Pero no solo se refirió a intensificar el cultivo de algodón, producto que hasta el 2022 registraba alrededor de 1.600 hectáreas sembradas, según el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), sino también a la producción agrícola para el autoabastecimiento, sin embargo precisó que existen retos para alcanzar esos objetivos.
“La comida del Cesar, de cada familia, puede volver a ser de productos hechos en el Cesar, que hoy no es, y es porque las tierras del Cesar se están quedando sin agua, son potreros porque no hay ayuda a la producción agraria o son enormes minas del carbón que se van a cerrar, ocasionando una enorme crisis social si no actuamos ya para prevenirla”, agregó en su alocución.
El presidente llegó a este tema mientras se refería a la reforma agraria en el Cesar, manifestando que el Estado podría comprar haciendas “improductivas” de latifundistas, que estuvieran cerca de Valledupar, pero aguas abajo de la línea negra, para reubicar de manera voluntaria a los campesinos que habitan en la Sierra Nevada que no pertenecen a ninguna de las cuatro etnias y han tenido conflictos con los indígenas por usufructuar ese territorio.
“Tenemos dos años para hacerlo…, en vez de tener potreros, es mejor tener cultivos”, añadió Petro Urrego, pidiéndole a la gobernadora del Cesar, Elvia Milena Sanjuán, y al director de la Agencia Nacional de Tierra, Felipe Harman, hacer las gestiones para convertir los discursos en realidad.
Mientras que en países como Brasil reportan un ‘boom’ con el algodón y récords en exportación mundial, la producción y venta internacional de este producto desde Colombia ha caído en las últimas décadas. A nivel local, antiguos agricultores consultados por esta casa editorial aseguran que es probable que existan menores hectáreas que las referenciadas por el ICA hace dos años.
Uno de ellos es José Hernández, quien llegó a cultivar 800 hectáreas de algodón en el municipio de Agustín Codazzi, según contó a EL PILÓN, pero tras las crisis del sector, decidió dedicarse más a la ganadería. “Está quebrado todo el mundo porque no hay política agropecuaria desde hace muchos años en el Cesar, estamos totalmente a la deriva”, aseguró.
Lea: Cooperativa de algodoneros del Cesar: entre liquidación y esperanza de reactivación
Hernández explicó que si siembran algodón, no hay quién compre “y si lo compran lo pagan al precio que ellos les da la gana, no al precio que manda el Fondo ni que manda al precio internacional, sino como quieren, porque se inventan una cantidad de cosas: que tiene melaza, que la fibra es corta, que el micronel es muy delgado, infinidades de inventos que hace la industria para dañar el agricultor”, precisó.
El también ganadero conserva la maquinaria para el tratamiento del algodón, entre esos aviones para fumigar, pero advierte que para emprender en este negocio no todos tienen los mismos recursos, puesto hoy un agricultor debe pagar “$200 millones por una sembradora o $300 millones un tractor, ¿y con qué plata?, si el pequeño productor no está sujeto a crédito”, pregunta.
“Sembrar algodón está complicado, muy complicado porque aquí la vocación agrícola se acabó. La gente se preparó para la minería, el Sena no preparó a un administrador de fincas, la gente perdió la vocación de la agricultura. Entonces eso lo que plantea el presidente lo veo imposible”, anotó Hernández, quien considera que los gobiernos nacional y local deben demostrar su apoyo al productor con actos, no con discursos.
Por Andrea Guerra Peña / EL PILÓN