Este 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, que, en pocas palabras, significa usar menos recursos por más unidades o beneficios producidos. Hoy decimos que son más energías limpias para evitar el colapso de la gran casa que habitamos los seres humanos, y más satisfacción y bienestar por su uso.
Este 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, que, en pocas palabras, significa usar menos recursos por más unidades o beneficios producidos. Hoy decimos que son más energías limpias para evitar el colapso de la gran casa que habitamos los seres humanos, y más satisfacción y bienestar por su uso.
Es decir, la variable ambiental, tanto en su producción como en consumo ha venido a nutrir y remozar el viejo concepto con el cual se construyó todo el aparato productivo, de transporte, comunicaciones, industrias, trabajo y entretenimiento de la sociedad que ha llegado a denominarse la sociedad moderna.
Hay dos tipos de eficiencia energética. Una está basada en la tecnología y otra involucra nuestras acciones en el día a día. Normalmente estamos hablando de la tecnología como la solución a todos nuestros problemas, pero hay un desafío cultural para transformar nuestros hábitos de consumo. Porque en esto de la energía y la sostenibilidad una golondrina sí hace verano.
A gran escala, los gobiernos y las empresas privadas están tratando de reemplazar los minerales fósiles por otros más sostenibles para producir energía. Pero los últimos hechos han demostrado que aún falta mucho para lograr ese punto en el que nuestra torta energética sea totalmente sostenible. Es más, es probable que, durante las próximas décadas, a mucha menor escala, se sigan utilizando minerales fósiles como base.
Por otro lado, a pequeña escala, en alianza con la tecnología se puede empezar una pequeña transformación adquiriendo productos que consuman menos energía; aunque inicialmente representan una inversión recuperable, de persistir los incrementos ininterrumpidos de la factura que pagan los usuarios en la costa Caribe -individuales, comerciales o industriales- podría terminar resultando ser en últimas bastante costoso a largo plazo.
Por otro lado, está el impacto individual de cada consumidor. Y esto de la eficiencia energética pasa por pequeñas acciones que permiten disminuir la presión sobre el sistema, y ahorrar en costos. Desde apagar el televisor si nadie está viendo; o desconectar los aparatos por varias horas. O controlar la plancha, la nevera, apagar el aire acondicionado, el electrodoméstico más popular de la última década por su utilidad en estas zonas tan calientes y por lo que pesa sobre el costo de las tarifas.
Un elemento importante que se ha mencionado es de la generación eléctrica limpia derivada de los recursos renovables, como la alternativa del futuro. Pero los proyectos no parecen ir a la velocidad esperada, pareciera que le faltaran calidez solar y buen viento, especialmente los eólicos de la península guajira. Y que la energía debe cambiar los patrones de consumo, por ejemplo no se ha calculado bien la demanda tan grande de energía eléctrica si todos los carros pasaran de usar los hidrocarburos para moverse -gas o gasolina, e incluso mezclas como los de etanol o biodiesel- al uso eléctrico. Tendría que haber muchísimos más proyectos renovables pero al igual como soporte y respaldo más de aquellos basados en energía fósil. O seguir construyendo más hidroeléctricas a pesar de las restricciones ambientales y la resistencia social.
Capítulo especial de buena eficiencia es la ‘economía circular’ en las industrias, que aprovecha parte de sus productos y los convierte en insumos, como lo evidenciamos estos días al inaugurarse en las instalaciones conocidas tradicionalmente como Palmeras de La Costa, la planta de biogás de la industria de palma en El Copey.
Este 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, que, en pocas palabras, significa usar menos recursos por más unidades o beneficios producidos. Hoy decimos que son más energías limpias para evitar el colapso de la gran casa que habitamos los seres humanos, y más satisfacción y bienestar por su uso.
Este 5 de marzo se celebra el Día Mundial de la Eficiencia Energética, que, en pocas palabras, significa usar menos recursos por más unidades o beneficios producidos. Hoy decimos que son más energías limpias para evitar el colapso de la gran casa que habitamos los seres humanos, y más satisfacción y bienestar por su uso.
Es decir, la variable ambiental, tanto en su producción como en consumo ha venido a nutrir y remozar el viejo concepto con el cual se construyó todo el aparato productivo, de transporte, comunicaciones, industrias, trabajo y entretenimiento de la sociedad que ha llegado a denominarse la sociedad moderna.
Hay dos tipos de eficiencia energética. Una está basada en la tecnología y otra involucra nuestras acciones en el día a día. Normalmente estamos hablando de la tecnología como la solución a todos nuestros problemas, pero hay un desafío cultural para transformar nuestros hábitos de consumo. Porque en esto de la energía y la sostenibilidad una golondrina sí hace verano.
A gran escala, los gobiernos y las empresas privadas están tratando de reemplazar los minerales fósiles por otros más sostenibles para producir energía. Pero los últimos hechos han demostrado que aún falta mucho para lograr ese punto en el que nuestra torta energética sea totalmente sostenible. Es más, es probable que, durante las próximas décadas, a mucha menor escala, se sigan utilizando minerales fósiles como base.
Por otro lado, a pequeña escala, en alianza con la tecnología se puede empezar una pequeña transformación adquiriendo productos que consuman menos energía; aunque inicialmente representan una inversión recuperable, de persistir los incrementos ininterrumpidos de la factura que pagan los usuarios en la costa Caribe -individuales, comerciales o industriales- podría terminar resultando ser en últimas bastante costoso a largo plazo.
Por otro lado, está el impacto individual de cada consumidor. Y esto de la eficiencia energética pasa por pequeñas acciones que permiten disminuir la presión sobre el sistema, y ahorrar en costos. Desde apagar el televisor si nadie está viendo; o desconectar los aparatos por varias horas. O controlar la plancha, la nevera, apagar el aire acondicionado, el electrodoméstico más popular de la última década por su utilidad en estas zonas tan calientes y por lo que pesa sobre el costo de las tarifas.
Un elemento importante que se ha mencionado es de la generación eléctrica limpia derivada de los recursos renovables, como la alternativa del futuro. Pero los proyectos no parecen ir a la velocidad esperada, pareciera que le faltaran calidez solar y buen viento, especialmente los eólicos de la península guajira. Y que la energía debe cambiar los patrones de consumo, por ejemplo no se ha calculado bien la demanda tan grande de energía eléctrica si todos los carros pasaran de usar los hidrocarburos para moverse -gas o gasolina, e incluso mezclas como los de etanol o biodiesel- al uso eléctrico. Tendría que haber muchísimos más proyectos renovables pero al igual como soporte y respaldo más de aquellos basados en energía fósil. O seguir construyendo más hidroeléctricas a pesar de las restricciones ambientales y la resistencia social.
Capítulo especial de buena eficiencia es la ‘economía circular’ en las industrias, que aprovecha parte de sus productos y los convierte en insumos, como lo evidenciamos estos días al inaugurarse en las instalaciones conocidas tradicionalmente como Palmeras de La Costa, la planta de biogás de la industria de palma en El Copey.