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Editorial - 9 septiembre, 2024

En duda la ‘palabra de gallero’

Otra de las tradiciones que riñe con los nuevos pensamientos del mundo moderno es la actividad gallística relacionada con las riñas de gallos finos, una práctica que ha estado presente en varias regiones de Colombia, incluyendo el Cesar y en especial Valledupar que, durante el Festival de la Leyenda Vallenata, rinde honores a esta costumbre.

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Otra de las tradiciones que riñe con los nuevos pensamientos del mundo moderno es la actividad gallística relacionada con las riñas de gallos finos, una práctica que ha estado presente en varias regiones de Colombia, incluyendo el Cesar y en especial Valledupar que, durante el Festival de la Leyenda Vallenata, rinde honores a esta costumbre.

La reconocida frase de ‘palabra de gallero’ connota un pacto por la fe en lo que se dice y que se debe cumplir al pie de la letra, es una garantía por el cumplimiento de lo acordado verbalmente, sin testigos ni documentos notariales, pero su permanencia en estos momentos está en duda porque surgieron opositores a las actividades gallísticas y pretenden que se prohíban de manera absoluta, mientras que otros piensan que deben seguir y para lo cual piden que cuanto antes se legisle al respecto.
No se puede negar que las riñas de gallo fino hacen parte de un componente cultural de los pueblos y que además es un proceso que genera empleo en criadores, veterinarios, organizadores y demás actores involucrados. Sin embargo, cada día toman más fuerzas las voces que pregonan la necesidad de reglamentar esta actividad para asegurar así su sostenibilidad, respeto hacia los animales y beneficios para las comunidades locales.

En efecto, en el Congreso de la República cursa el proyecto de Ley 122 de 2023, el cual busca establecer una regulación a la actividad gallística y está en espera de que se inicie su estudio y discusión en la Cámara de Representantes.

Dicen los promotores del proyecto que la finalidad es “proteger más de 290 mil empleos directos que este sector genera, pues su prohibición dejaría expuesta a la población rural del país y al sector campesino que percibe beneficios económicos producto de esta tradición”.
Ellos aseguran que en el país existen 27.500 galleras, ubicadas en 1.100 municipios y de las cuales viven 290 mil familias y generan de manera general cerca de un millón de empleos.

Se calcula que en Valledupar funcionan entre 20 y 25 gallerías grandes, pero al incluir las pequeñas se cree que en total son alrededor de 50, y unas cuatro galleras donde se desarrollan las peleas de gallo, todo ello vincula de manera aproximadas a unas 700 personas solamente en esta ciudad.

La incertidumbre está creada, las inquietudes aumentan con el paso del tiempo y en ese sentido la Federación Nacional de Gallística Colombiana, Fenagacol, y los Galleros Unidos de Colombia realizarán el próximo 8 de octubre una gran marcha en Bogotá por la defensa de su tradición, quienes esperan movilizar a miles de trabajadores de este gremio, quienes viajarán desde diferentes ciudades del país “para pedir respuestas al Congreso de la República por una regulación a esta actividad sin que se amenace su continuidad”.

Según Fenagacol, la cadena económica, generada a partir de la actividad gallística, inyecta más de $6 billones de pesos por año a la economía del país.

Todo ello indica que el tema es complejo y requiere de muchos análisis en los que participen todas las voces a favor y todos los que estén en contra de la actividad gallística, para que de allí se desprendan decisiones acertadas y en justa democracia, ese ha de ser una posición salomonica que deberían asumir nuestros congresistas.

La reglamentación de las peleas de gallo fino debe combinar el respeto por la tradición cultural con el componente de bienestar animal y regulación laboral que garantice los derechos a miles de personas que se dedican a estas actividades.

Editorial
9 septiembre, 2024

En duda la ‘palabra de gallero’

Otra de las tradiciones que riñe con los nuevos pensamientos del mundo moderno es la actividad gallística relacionada con las riñas de gallos finos, una práctica que ha estado presente en varias regiones de Colombia, incluyendo el Cesar y en especial Valledupar que, durante el Festival de la Leyenda Vallenata, rinde honores a esta costumbre.


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Otra de las tradiciones que riñe con los nuevos pensamientos del mundo moderno es la actividad gallística relacionada con las riñas de gallos finos, una práctica que ha estado presente en varias regiones de Colombia, incluyendo el Cesar y en especial Valledupar que, durante el Festival de la Leyenda Vallenata, rinde honores a esta costumbre.

La reconocida frase de ‘palabra de gallero’ connota un pacto por la fe en lo que se dice y que se debe cumplir al pie de la letra, es una garantía por el cumplimiento de lo acordado verbalmente, sin testigos ni documentos notariales, pero su permanencia en estos momentos está en duda porque surgieron opositores a las actividades gallísticas y pretenden que se prohíban de manera absoluta, mientras que otros piensan que deben seguir y para lo cual piden que cuanto antes se legisle al respecto.
No se puede negar que las riñas de gallo fino hacen parte de un componente cultural de los pueblos y que además es un proceso que genera empleo en criadores, veterinarios, organizadores y demás actores involucrados. Sin embargo, cada día toman más fuerzas las voces que pregonan la necesidad de reglamentar esta actividad para asegurar así su sostenibilidad, respeto hacia los animales y beneficios para las comunidades locales.

En efecto, en el Congreso de la República cursa el proyecto de Ley 122 de 2023, el cual busca establecer una regulación a la actividad gallística y está en espera de que se inicie su estudio y discusión en la Cámara de Representantes.

Dicen los promotores del proyecto que la finalidad es “proteger más de 290 mil empleos directos que este sector genera, pues su prohibición dejaría expuesta a la población rural del país y al sector campesino que percibe beneficios económicos producto de esta tradición”.
Ellos aseguran que en el país existen 27.500 galleras, ubicadas en 1.100 municipios y de las cuales viven 290 mil familias y generan de manera general cerca de un millón de empleos.

Se calcula que en Valledupar funcionan entre 20 y 25 gallerías grandes, pero al incluir las pequeñas se cree que en total son alrededor de 50, y unas cuatro galleras donde se desarrollan las peleas de gallo, todo ello vincula de manera aproximadas a unas 700 personas solamente en esta ciudad.

La incertidumbre está creada, las inquietudes aumentan con el paso del tiempo y en ese sentido la Federación Nacional de Gallística Colombiana, Fenagacol, y los Galleros Unidos de Colombia realizarán el próximo 8 de octubre una gran marcha en Bogotá por la defensa de su tradición, quienes esperan movilizar a miles de trabajadores de este gremio, quienes viajarán desde diferentes ciudades del país “para pedir respuestas al Congreso de la República por una regulación a esta actividad sin que se amenace su continuidad”.

Según Fenagacol, la cadena económica, generada a partir de la actividad gallística, inyecta más de $6 billones de pesos por año a la economía del país.

Todo ello indica que el tema es complejo y requiere de muchos análisis en los que participen todas las voces a favor y todos los que estén en contra de la actividad gallística, para que de allí se desprendan decisiones acertadas y en justa democracia, ese ha de ser una posición salomonica que deberían asumir nuestros congresistas.

La reglamentación de las peleas de gallo fino debe combinar el respeto por la tradición cultural con el componente de bienestar animal y regulación laboral que garantice los derechos a miles de personas que se dedican a estas actividades.