En el 2021, 5.306 adolescentes entre los 10 y 19 años fueron madres en el Cesar, de las cuales 242 eran niñas entre los 10 y 14 años. En el departamento nacieron cada día 15 bebés de madres menores de 19 años.
El embarazo adolescente es considerado una “trampa de pobreza”, porque conlleva una serie de consecuencias físicas, psicológicas, económicas y sociales. Ser madre adolescente, sobre todo para las menores de 18 años, antes de que el cuerpo esté totalmente formado conlleva riesgos de morbilidad y mortalidad materna y perinatal y alto riesgo de bajo peso al nacer para el recién nacido. Desde el punto de vista psicológico, muchas madres-niñas o madres-adolescentes, no están preparadas emocionalmente para cambios tan drásticos en sus vidas.
Finalmente, la gran mayoría de madres-adolescentes, no han terminado siquiera la educación secundaria y las estadísticas nos dicen que una vez tienen el bebé, el 80% de ellas no retorna a culminar sus estudios. De tal manera que una madre- adolescente, que no cuenta siquiera con el título de bachiller difícilmente va a encontrar un enganche laboral formal y ventajoso económicamente para ella.
Al contrario, caerá en la informalidad o desempleo, y por ello no podrá brindarle a su recién nacido una estabilidad económica ni un crecimiento saludable. Todo esto es lo que atrapa a las adolescentes, en una trampa de pobreza.
Las causas del embarazo adolescente son múltiples. Ellas van desde un bajo nivel de escolaridad, ausencia de educación sexual y reproductiva, desconocimiento o falta de interés en el uso de métodos anticonceptivos, matrimonios infantiles, violencia y abuso sexual, o inclusive la maternidad temprana como proyecto de vida, es decir la decisión voluntaria individual o inclusive de presión familiar para ser madre a una edad temprana.
En el Cesar, las tasas de pobreza en los últimos años han aumentado. De unos niveles de pobreza monetaria ya de por si altos de 51.7% en el 2012, para el año 2021, se incrementaron a 56%. Con mayor razón, entonces combatir la pobreza en todas sus formas y especialmente si afecta de manera primordial a mujeres que son madres adolescentes y a sus hijos, debe ser un imperativo de política pública y objetivo departamental prioritario por parte de las autoridades regionales.
Gráfica 1. Nacimientos de madres entre 10-19 años. CESAR
Fuente: DANE
Si empezamos analizando el comportamiento histórico de los últimos 5 años, la primera conclusión que salta a la vista al ver el comportamiento de los números, es el nulo avance en tratar de disminuir el embarazo adolescente. Al contrario, en el año 2021, hubo 190 más madres adolescentes que en 2016. Se retrocedió. De hecho, entre 2016 y 2021, sólo en dos años los casos bajaron frente al año anterior, pues en los otros periodos se evidencia un aumento. En suma, el número de embarazos en niñas y adolescentes del departamento ha aumentado en los últimos cinco años a una tasa promedio anual de 0,9%. Esto es, casi 45 embarazos adicionales por año. Mientras tanto, como se puede apreciar en el Gráfico 2, Colombia como país viene presentando una tasa descendente en cuanto al embarazo adolescente
Gráfica 2. Nacimientos de madres entre 10-19 años. Colombia
Aunque los esfuerzos en la política pública nacional y departamental están presentes, lo cierto es que se deben tomar medidas más extremas, pues la incidencia del embarazo temprano en el Cesar ha permanecido casi que inalterada a través de los años (gráfico 1).
Ahora, si miramos lo que sucedió en el 2021, el 52% de todos los nacimientos en el departamento fueron de mujeres menores a 24 años, cuando por ejemplo en Bogotá el promedio de edad del primer hijo son 23 años, y en Europa de 30 años. El 23% de los nacimientos ocurridos en el Cesar, que equivale a poco más de 5.300 casos, fueron de mujeres entre los 10 y 19 años (gráfico 1). De esa cifra, 5.064 fueron jóvenes entre los 15 y 19 años, lo que, en otras palabras, significa que una de cada doce mujeres cesarenses en ese rango de edad tuvo un embarazo en el 2021.
Gráfico 3. Nacimientos en el Cesar 2021, según grupos de edad de la madre
Fuente: DANE
En el 2021, el Cesar ocupó el cuarto puesto a nivel nacional en cantidad de casos de embarazo temprano (gráfico 4), por detrás del Magdalena, La Guajira y Guainía. En particular, los datos indican que, de cada mil mujeres cesarenses entre los 10 y 19 años, 85 tuvieron un embarazo, un valor que casi cuadruplica el de Bogotá.
Gráfica 4. Tasa Específica de Fecundidad entre los 10 y 19 años en el 2021
(por cada mil mujeres)
Fuente: DANE
El Cesar debe tratar de construir soluciones propias y buscar experiencias exitosas de otras regiones en la lucha contra este flagelo. Lo primero que sugeriríamos es construir o fortalecer la alianza entre ICBF, autoridades educativas, judiciales y organizaciones sociales y de padres de familia con el objetivo de aunar esfuerzos y tener una política común en contra del embarazo temprano.
Entre las recomendaciones, ya implementadas en otras ciudades, está la provisión de servicios de salud que sean integrales a la educación sexual y reproductiva. Para ello, es esencial: explicar el uso de métodos anticonceptivos desde las escuelas, de modo que garantice el acceso seguro a métodos para prevenir el embarazo; enseñarles a los alumnos sobre sus derechos a acceder a los métodos de anticoncepción que provee el Gobierno.
Paralelo a esta educación, es necesario invertir en procesos terapéuticos que contribuyan a la salud mental y psicológica de las madres, pues ello sería un catalizador para salir de la trampa de pobreza.
Aunque está claro que el departamento necesita redireccionar sus acciones de política pública para hacer más eficiente la prevención del embarazo temprano, las decisiones deben igualmente tener presente la fuerte heterogeneidad municipal en este tema. Mientras Manaure, La paz, San Diego y La Gloria evidencian menores tasas de embarazo en mujeres jóvenes, otros municipios presentan más vulnerabilidades.
En particular, se requiere de una atención prioritaria y de mayor urgencia en la aplicación de estas recomendaciones en los municipios de Codazzi, Bosconia, Chiriguaná, Palaya y Aguachica que es donde se evidencia un mayor flagelo en esta materia.
Algunas experiencias en otras partes de Colombia, que han sido exitosas, podrían construirse en estos municipios. Por ejemplo, diseñar cursos de manera conjunta con los estudiantes, cuyo currículum aborde los temas de salud sexual de mayor interés para los jóvenes, de modo que pudieran hablar sin prejuicios. Medidas pragmáticas como ésta permitiría romper con el prohibicionismo y, por el contrario, enseñar a cuidarse. Este proceso se potencializaría si desde los colegios se trabaja con los padres de familia en enseñarles como dirigirse a sus menores para formar una educación sexual más sana.
Para acelerar el progreso hacia la reducción del embarazo, también es necesario que desde las instituciones educativas se trabaje de forma mancomunada con el Gobierno local para el diseño de un modelo en donde los alumnos puedan hablar, de manera confidencial, sobre sus experiencias de abuso sexual, de haberlas. Esto permitiría encender las alarmas para evitar que una mujer joven quede encinta.
Luis Miguel Bermúdez fue seleccionado como el mejor maestro de Colombia hace un par de años. El logro de Bermúdez es haber reducido a cero el número de embarazos en el colegio Gerardo Paredes de Suba, una de las localidades más pobladas de Bogotá con más de un millón de habitantes. Afirma el profesor que decidió en su cátedra hablar de derechos y diversidad sexual. “Me acerqué a los jóvenes sin juzgarlos y dejando de lado el discurso prohibicionista. Se trata de entenderlos no de imponerse”, fue la característica de su trabajo. Hoy día se dedica a pregonar su método por todo el país.
Hay que buscar aliados, con fundaciones y sector privado. Por ejemplo, la Fundación JUANFE, de Cartagena o muchas otras que hay en el país. La JUANFE que es muy exitosa en sus procesos, se promociona: “Con el propósito específico de romper los ciclos de pobreza de madres adolescentes, diseña e implementa el Modelo 360 Grados, que tiene una duración aproximada de dos años y consiste en la provisión integral de servicios de salud (mental, emocional y física), educación de calidad (básica, técnica laboral y complementaria) y vinculación al mercado laboral formal”. Tanto al profesor Bermúdez, como a la Fundación JUANFE hay que traerlos al Cesar.
Está también la inserción al mercado laboral formal de las jóvenes, que les permita generar ingresos y tener experiencia que les facilite su curso profesional en el futuro. Esto, por supuesto, debe estar reforzado de una educación de calidad, que les asegure la finalización de sus estudios y que las preparen en carreras técnicas acorde a la demanda del mercado laboral cesarense.
Finalmente, se debe trabajar en las barreras estructurales desde las comunidades, como lo sería romper con la creencia de que los embarazos tempranos traen mayor aceptación cultural y de que hay valores que benefician la desigualdad entre sexos. Aunque esta puede ser una de las propuestas más difíciles, en realidad sería de las más efectivas.
Por CESORE en alianza con Radio Guatapurí y diario EL PILÓN.
En el 2021, 5.306 adolescentes entre los 10 y 19 años fueron madres en el Cesar, de las cuales 242 eran niñas entre los 10 y 14 años. En el departamento nacieron cada día 15 bebés de madres menores de 19 años.
El embarazo adolescente es considerado una “trampa de pobreza”, porque conlleva una serie de consecuencias físicas, psicológicas, económicas y sociales. Ser madre adolescente, sobre todo para las menores de 18 años, antes de que el cuerpo esté totalmente formado conlleva riesgos de morbilidad y mortalidad materna y perinatal y alto riesgo de bajo peso al nacer para el recién nacido. Desde el punto de vista psicológico, muchas madres-niñas o madres-adolescentes, no están preparadas emocionalmente para cambios tan drásticos en sus vidas.
Finalmente, la gran mayoría de madres-adolescentes, no han terminado siquiera la educación secundaria y las estadísticas nos dicen que una vez tienen el bebé, el 80% de ellas no retorna a culminar sus estudios. De tal manera que una madre- adolescente, que no cuenta siquiera con el título de bachiller difícilmente va a encontrar un enganche laboral formal y ventajoso económicamente para ella.
Al contrario, caerá en la informalidad o desempleo, y por ello no podrá brindarle a su recién nacido una estabilidad económica ni un crecimiento saludable. Todo esto es lo que atrapa a las adolescentes, en una trampa de pobreza.
Las causas del embarazo adolescente son múltiples. Ellas van desde un bajo nivel de escolaridad, ausencia de educación sexual y reproductiva, desconocimiento o falta de interés en el uso de métodos anticonceptivos, matrimonios infantiles, violencia y abuso sexual, o inclusive la maternidad temprana como proyecto de vida, es decir la decisión voluntaria individual o inclusive de presión familiar para ser madre a una edad temprana.
En el Cesar, las tasas de pobreza en los últimos años han aumentado. De unos niveles de pobreza monetaria ya de por si altos de 51.7% en el 2012, para el año 2021, se incrementaron a 56%. Con mayor razón, entonces combatir la pobreza en todas sus formas y especialmente si afecta de manera primordial a mujeres que son madres adolescentes y a sus hijos, debe ser un imperativo de política pública y objetivo departamental prioritario por parte de las autoridades regionales.
Gráfica 1. Nacimientos de madres entre 10-19 años. CESAR
Fuente: DANE
Si empezamos analizando el comportamiento histórico de los últimos 5 años, la primera conclusión que salta a la vista al ver el comportamiento de los números, es el nulo avance en tratar de disminuir el embarazo adolescente. Al contrario, en el año 2021, hubo 190 más madres adolescentes que en 2016. Se retrocedió. De hecho, entre 2016 y 2021, sólo en dos años los casos bajaron frente al año anterior, pues en los otros periodos se evidencia un aumento. En suma, el número de embarazos en niñas y adolescentes del departamento ha aumentado en los últimos cinco años a una tasa promedio anual de 0,9%. Esto es, casi 45 embarazos adicionales por año. Mientras tanto, como se puede apreciar en el Gráfico 2, Colombia como país viene presentando una tasa descendente en cuanto al embarazo adolescente
Gráfica 2. Nacimientos de madres entre 10-19 años. Colombia
Aunque los esfuerzos en la política pública nacional y departamental están presentes, lo cierto es que se deben tomar medidas más extremas, pues la incidencia del embarazo temprano en el Cesar ha permanecido casi que inalterada a través de los años (gráfico 1).
Ahora, si miramos lo que sucedió en el 2021, el 52% de todos los nacimientos en el departamento fueron de mujeres menores a 24 años, cuando por ejemplo en Bogotá el promedio de edad del primer hijo son 23 años, y en Europa de 30 años. El 23% de los nacimientos ocurridos en el Cesar, que equivale a poco más de 5.300 casos, fueron de mujeres entre los 10 y 19 años (gráfico 1). De esa cifra, 5.064 fueron jóvenes entre los 15 y 19 años, lo que, en otras palabras, significa que una de cada doce mujeres cesarenses en ese rango de edad tuvo un embarazo en el 2021.
Gráfico 3. Nacimientos en el Cesar 2021, según grupos de edad de la madre
Fuente: DANE
En el 2021, el Cesar ocupó el cuarto puesto a nivel nacional en cantidad de casos de embarazo temprano (gráfico 4), por detrás del Magdalena, La Guajira y Guainía. En particular, los datos indican que, de cada mil mujeres cesarenses entre los 10 y 19 años, 85 tuvieron un embarazo, un valor que casi cuadruplica el de Bogotá.
Gráfica 4. Tasa Específica de Fecundidad entre los 10 y 19 años en el 2021
(por cada mil mujeres)
Fuente: DANE
El Cesar debe tratar de construir soluciones propias y buscar experiencias exitosas de otras regiones en la lucha contra este flagelo. Lo primero que sugeriríamos es construir o fortalecer la alianza entre ICBF, autoridades educativas, judiciales y organizaciones sociales y de padres de familia con el objetivo de aunar esfuerzos y tener una política común en contra del embarazo temprano.
Entre las recomendaciones, ya implementadas en otras ciudades, está la provisión de servicios de salud que sean integrales a la educación sexual y reproductiva. Para ello, es esencial: explicar el uso de métodos anticonceptivos desde las escuelas, de modo que garantice el acceso seguro a métodos para prevenir el embarazo; enseñarles a los alumnos sobre sus derechos a acceder a los métodos de anticoncepción que provee el Gobierno.
Paralelo a esta educación, es necesario invertir en procesos terapéuticos que contribuyan a la salud mental y psicológica de las madres, pues ello sería un catalizador para salir de la trampa de pobreza.
Aunque está claro que el departamento necesita redireccionar sus acciones de política pública para hacer más eficiente la prevención del embarazo temprano, las decisiones deben igualmente tener presente la fuerte heterogeneidad municipal en este tema. Mientras Manaure, La paz, San Diego y La Gloria evidencian menores tasas de embarazo en mujeres jóvenes, otros municipios presentan más vulnerabilidades.
En particular, se requiere de una atención prioritaria y de mayor urgencia en la aplicación de estas recomendaciones en los municipios de Codazzi, Bosconia, Chiriguaná, Palaya y Aguachica que es donde se evidencia un mayor flagelo en esta materia.
Algunas experiencias en otras partes de Colombia, que han sido exitosas, podrían construirse en estos municipios. Por ejemplo, diseñar cursos de manera conjunta con los estudiantes, cuyo currículum aborde los temas de salud sexual de mayor interés para los jóvenes, de modo que pudieran hablar sin prejuicios. Medidas pragmáticas como ésta permitiría romper con el prohibicionismo y, por el contrario, enseñar a cuidarse. Este proceso se potencializaría si desde los colegios se trabaja con los padres de familia en enseñarles como dirigirse a sus menores para formar una educación sexual más sana.
Para acelerar el progreso hacia la reducción del embarazo, también es necesario que desde las instituciones educativas se trabaje de forma mancomunada con el Gobierno local para el diseño de un modelo en donde los alumnos puedan hablar, de manera confidencial, sobre sus experiencias de abuso sexual, de haberlas. Esto permitiría encender las alarmas para evitar que una mujer joven quede encinta.
Luis Miguel Bermúdez fue seleccionado como el mejor maestro de Colombia hace un par de años. El logro de Bermúdez es haber reducido a cero el número de embarazos en el colegio Gerardo Paredes de Suba, una de las localidades más pobladas de Bogotá con más de un millón de habitantes. Afirma el profesor que decidió en su cátedra hablar de derechos y diversidad sexual. “Me acerqué a los jóvenes sin juzgarlos y dejando de lado el discurso prohibicionista. Se trata de entenderlos no de imponerse”, fue la característica de su trabajo. Hoy día se dedica a pregonar su método por todo el país.
Hay que buscar aliados, con fundaciones y sector privado. Por ejemplo, la Fundación JUANFE, de Cartagena o muchas otras que hay en el país. La JUANFE que es muy exitosa en sus procesos, se promociona: “Con el propósito específico de romper los ciclos de pobreza de madres adolescentes, diseña e implementa el Modelo 360 Grados, que tiene una duración aproximada de dos años y consiste en la provisión integral de servicios de salud (mental, emocional y física), educación de calidad (básica, técnica laboral y complementaria) y vinculación al mercado laboral formal”. Tanto al profesor Bermúdez, como a la Fundación JUANFE hay que traerlos al Cesar.
Está también la inserción al mercado laboral formal de las jóvenes, que les permita generar ingresos y tener experiencia que les facilite su curso profesional en el futuro. Esto, por supuesto, debe estar reforzado de una educación de calidad, que les asegure la finalización de sus estudios y que las preparen en carreras técnicas acorde a la demanda del mercado laboral cesarense.
Finalmente, se debe trabajar en las barreras estructurales desde las comunidades, como lo sería romper con la creencia de que los embarazos tempranos traen mayor aceptación cultural y de que hay valores que benefician la desigualdad entre sexos. Aunque esta puede ser una de las propuestas más difíciles, en realidad sería de las más efectivas.
Por CESORE en alianza con Radio Guatapurí y diario EL PILÓN.