Cada día los acontecimientos nacionales nos pesan más, nos entorpecen más y lo que es más triste nos generan tristeza, desesperación e indignación. La agenda nacional nos cubre y nos agobia y genera malas sensaciones. No nos referimos solo a los muertos del covid-19, que ya ayer marcaron 282, en su gran mayoría personas por encima de los 70 años, principalmente no vacunados.
Cada día los acontecimientos nacionales nos pesan más, nos entorpecen más y lo que es más triste nos generan tristeza, desesperación e indignación. La agenda nacional nos cubre y nos agobia y genera malas sensaciones. No nos referimos solo a los muertos del covid-19, que ya ayer marcaron 282, en su gran mayoría personas por encima de los 70 años, principalmente no vacunados.
Pero también no deja de sorprender que haya casos evidentes de personas mayores con vacunación reforzada que han sido severamente afectadas.
Pero hay otros casos que destrozan el alma, como el de la familia Leal, del hijo ambicioso y envidioso que mata al hermano y a su madre, y que convirtió una audiencia judicial en objeto de una inusitada y masiva atención pública, o la muerte de un conductor, que si bien por perder de control de la volqueta de la basura atropelló a una madre indígena embera embarazada, y luego fue linchado por miembros de la comunidad, en medio de una llamada desesperada de auxilio a su jefe, o la estrellada de Egan Bernal, el flamante ciclista, contra un bus que paró en una vía de Cundinamarca.
Y los líderes sociales siguen muriendo en Cauca y en Arauca, los primeros cuando se oponen a los cultivos ilícitos en sus territorios.
Todo ello no hace sino confirmar que ya en 2021, los homicidios se habían disparado en el país y un número considerable ha correspondido a crímenes asociados al hurto.
Más próximos, a nuestra ciudad, son el secuestro en el municipio de Albania, La Guajira, del secretario de Hacienda, Roger Duarte, o el atropello ayer de un carro a dos motorizados patrulleros de la Policía Nacional en el barrio Novalito, cuyo conductor habría huido, o la infortunada caída de una estudiante de ingeniería civil, de la Universidad del Área Andina, quien realizaba sus prácticas profesionales en una obra en la Universidad Popular del Cesar, UPC, y que al recostarse en una pared cayó al vacío y perdió la vida.
Entonces nos preguntamos por nuestra sociedad en la que se presentan esos hechos que en común denotan faltas de educación, cultura, de normas y su cumplimiento. El imperio de la cultura del ‘atajo’.
¿No se podía presentar un caso como el de Egan Bernal en carreteras europeas? Sin duda accidentes suelen presentarse, pero la probabilidad del suceso era sustancialmente menor en un país desarrollado, con alto nivel educativo, con disciplina, normas y rigurosidad.
No es usual en aquellas carreteras que un bus se pare de pronto a recoger o dejar en la vía un pasajero y si lo hace, inapropiadamente, sobre la berma avisaría con tiempo o habría un paradero identificado.
Tenemos que avanzar, trabajar duro y de forma leal, transparente y legal, escuchar, dialogar, ponernos de acuerdo y concertar, manejar las emociones, los odios y pasiones tan naturales a la condición humana y ponernos propósitos de progreso como sociedad, ese es el principal capital con el que debemos contar.
Nosotros en nuestra región bastantes problemas tenemos, suficientes angustias en el diario vivir, pero el peso muerto de esta patria llamada Colombia, a la que tanto amamos, nos duele y nos hace más difícil cargar la cruz para llegar a la cima.
Cada día los acontecimientos nacionales nos pesan más, nos entorpecen más y lo que es más triste nos generan tristeza, desesperación e indignación. La agenda nacional nos cubre y nos agobia y genera malas sensaciones. No nos referimos solo a los muertos del covid-19, que ya ayer marcaron 282, en su gran mayoría personas por encima de los 70 años, principalmente no vacunados.
Cada día los acontecimientos nacionales nos pesan más, nos entorpecen más y lo que es más triste nos generan tristeza, desesperación e indignación. La agenda nacional nos cubre y nos agobia y genera malas sensaciones. No nos referimos solo a los muertos del covid-19, que ya ayer marcaron 282, en su gran mayoría personas por encima de los 70 años, principalmente no vacunados.
Pero también no deja de sorprender que haya casos evidentes de personas mayores con vacunación reforzada que han sido severamente afectadas.
Pero hay otros casos que destrozan el alma, como el de la familia Leal, del hijo ambicioso y envidioso que mata al hermano y a su madre, y que convirtió una audiencia judicial en objeto de una inusitada y masiva atención pública, o la muerte de un conductor, que si bien por perder de control de la volqueta de la basura atropelló a una madre indígena embera embarazada, y luego fue linchado por miembros de la comunidad, en medio de una llamada desesperada de auxilio a su jefe, o la estrellada de Egan Bernal, el flamante ciclista, contra un bus que paró en una vía de Cundinamarca.
Y los líderes sociales siguen muriendo en Cauca y en Arauca, los primeros cuando se oponen a los cultivos ilícitos en sus territorios.
Todo ello no hace sino confirmar que ya en 2021, los homicidios se habían disparado en el país y un número considerable ha correspondido a crímenes asociados al hurto.
Más próximos, a nuestra ciudad, son el secuestro en el municipio de Albania, La Guajira, del secretario de Hacienda, Roger Duarte, o el atropello ayer de un carro a dos motorizados patrulleros de la Policía Nacional en el barrio Novalito, cuyo conductor habría huido, o la infortunada caída de una estudiante de ingeniería civil, de la Universidad del Área Andina, quien realizaba sus prácticas profesionales en una obra en la Universidad Popular del Cesar, UPC, y que al recostarse en una pared cayó al vacío y perdió la vida.
Entonces nos preguntamos por nuestra sociedad en la que se presentan esos hechos que en común denotan faltas de educación, cultura, de normas y su cumplimiento. El imperio de la cultura del ‘atajo’.
¿No se podía presentar un caso como el de Egan Bernal en carreteras europeas? Sin duda accidentes suelen presentarse, pero la probabilidad del suceso era sustancialmente menor en un país desarrollado, con alto nivel educativo, con disciplina, normas y rigurosidad.
No es usual en aquellas carreteras que un bus se pare de pronto a recoger o dejar en la vía un pasajero y si lo hace, inapropiadamente, sobre la berma avisaría con tiempo o habría un paradero identificado.
Tenemos que avanzar, trabajar duro y de forma leal, transparente y legal, escuchar, dialogar, ponernos de acuerdo y concertar, manejar las emociones, los odios y pasiones tan naturales a la condición humana y ponernos propósitos de progreso como sociedad, ese es el principal capital con el que debemos contar.
Nosotros en nuestra región bastantes problemas tenemos, suficientes angustias en el diario vivir, pero el peso muerto de esta patria llamada Colombia, a la que tanto amamos, nos duele y nos hace más difícil cargar la cruz para llegar a la cima.