La Academia Sueca de Ciencias Económicas, que nada tiene que ver con la Fundación Premio Nobel, con ese reconocimiento quiere enviar un mensaje a los gobiernos.
Como es tradicional para esta época del año, se entregan los Premios Nobel a personas e instituciones que han aportado al progreso de la humanidad, desde distintas áreas del conocimiento.
Esta vez, la Academia Sueca de Ciencias Económicas acaba de otorgar el Premio Nobel de Economía a Ben Bernanke, destacado economista norteamericano, quien fuera presidente de la Reserva Federal, banco central de los Estados Unidos, y a Douglas Diamond, profesor de la Universidad de Chicago, y Philip Dybvig, docente de la Universidad de Washington, por sus trabajos individuales sobre la banca central y las crisis económicas y financieras.
En el caso de Bernanke, el reconocimiento tiene dos grandes razones, de una parte, una investigación académica que realizó sobre la crisis de 1930, cuando la llamada Gran Depresión, que tantos daños económicos, sociales y políticos originó; pero también por su labor como banquero central de EEUU, como presidente de la FED, entre 2006 y 2014, cuando supo manejar la crisis financiera de 2008, que tuvo un impacto menor al esperado, inicialmente. Bernanke, además, es experto en el problema de la hiperinflación en América Latina.
Los profesores Diamond y Dybvig, por su parte, de manera no relacionada, han investigado mucho el rol de los bancos centrales, autónomos e independientes, en el manejo del problema de la inflación, fantasma que hoy recorre el mundo y que afecta, también, a países como Colombia; donde el complejo panorama económico plantea serios retos a las autoridades económicas del gobierno de Petro, tanto en el ejecutivo, como a la autoridad monetaria, instaurada en el Banco de la República, desde la Constitución de 1991.
La Academia Sueca de Ciencias Económicas, que nada tiene que ver con la Fundación Premio Nobel, con ese reconocimiento quiere enviar un mensaje a los gobiernos, a los empresarios y sociedad civil, y académica, sobre la necesidad de respetar la autonomía de los bancos centrales en su lucha contra la inflación, donde requieren mucha autonomía, independencia y legitimidad; sin que esto signifique que no se pueda criticar la política monetaria; pero, politizar más de lo debido estos temas, es un asunto riesgoso que nos compete y afecta a todos: la inflación. Mucho cuidado con eso.
Y en el caso específico de Colombia, donde en los últimos treinta años, luego de aprobada la Constitución de 1991, la creación de la Junta Directiva del Banco de la República, que ha sido una institución que ha funcionado y cumplido con su objetivo de reducir, bajar y estabilizar la inflación, sin sacrificar la coordinación con otras políticas económicas, encaminadas a buscar mayores tasas de crecimiento económico y la generación de empleo.
En medio de esta crisis, inédita, luego de la pandemia y el conflicto Rusia-Ucrania, lo que menos podemos hacer es darle espacio a la salida fácil del populismo. Hay que respetar la autonomía de nuestra autoridad monetaria: la Junta Directiva del Banco de la República. Para evaluarlo está el Congreso de la República, ese es el escenario. Así de claro y así de sencillo.
POR: CARLOS A. MAESTRE MAYA/ESPECIAL PARA EL PILÓN
La Academia Sueca de Ciencias Económicas, que nada tiene que ver con la Fundación Premio Nobel, con ese reconocimiento quiere enviar un mensaje a los gobiernos.
Como es tradicional para esta época del año, se entregan los Premios Nobel a personas e instituciones que han aportado al progreso de la humanidad, desde distintas áreas del conocimiento.
Esta vez, la Academia Sueca de Ciencias Económicas acaba de otorgar el Premio Nobel de Economía a Ben Bernanke, destacado economista norteamericano, quien fuera presidente de la Reserva Federal, banco central de los Estados Unidos, y a Douglas Diamond, profesor de la Universidad de Chicago, y Philip Dybvig, docente de la Universidad de Washington, por sus trabajos individuales sobre la banca central y las crisis económicas y financieras.
En el caso de Bernanke, el reconocimiento tiene dos grandes razones, de una parte, una investigación académica que realizó sobre la crisis de 1930, cuando la llamada Gran Depresión, que tantos daños económicos, sociales y políticos originó; pero también por su labor como banquero central de EEUU, como presidente de la FED, entre 2006 y 2014, cuando supo manejar la crisis financiera de 2008, que tuvo un impacto menor al esperado, inicialmente. Bernanke, además, es experto en el problema de la hiperinflación en América Latina.
Los profesores Diamond y Dybvig, por su parte, de manera no relacionada, han investigado mucho el rol de los bancos centrales, autónomos e independientes, en el manejo del problema de la inflación, fantasma que hoy recorre el mundo y que afecta, también, a países como Colombia; donde el complejo panorama económico plantea serios retos a las autoridades económicas del gobierno de Petro, tanto en el ejecutivo, como a la autoridad monetaria, instaurada en el Banco de la República, desde la Constitución de 1991.
La Academia Sueca de Ciencias Económicas, que nada tiene que ver con la Fundación Premio Nobel, con ese reconocimiento quiere enviar un mensaje a los gobiernos, a los empresarios y sociedad civil, y académica, sobre la necesidad de respetar la autonomía de los bancos centrales en su lucha contra la inflación, donde requieren mucha autonomía, independencia y legitimidad; sin que esto signifique que no se pueda criticar la política monetaria; pero, politizar más de lo debido estos temas, es un asunto riesgoso que nos compete y afecta a todos: la inflación. Mucho cuidado con eso.
Y en el caso específico de Colombia, donde en los últimos treinta años, luego de aprobada la Constitución de 1991, la creación de la Junta Directiva del Banco de la República, que ha sido una institución que ha funcionado y cumplido con su objetivo de reducir, bajar y estabilizar la inflación, sin sacrificar la coordinación con otras políticas económicas, encaminadas a buscar mayores tasas de crecimiento económico y la generación de empleo.
En medio de esta crisis, inédita, luego de la pandemia y el conflicto Rusia-Ucrania, lo que menos podemos hacer es darle espacio a la salida fácil del populismo. Hay que respetar la autonomía de nuestra autoridad monetaria: la Junta Directiva del Banco de la República. Para evaluarlo está el Congreso de la República, ese es el escenario. Así de claro y así de sencillo.
POR: CARLOS A. MAESTRE MAYA/ESPECIAL PARA EL PILÓN