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Editorial - 20 febrero, 2021

El Marte de nuestros sueños

La mayor misión de exploración a Marte de la historia, y una más de las que vienen y vendrán (pues recordemos que ya hay un aparato estadounidense en tierras marcianas llamada Curiosity, y China, Europa, y hasta los Emiratos Árabes, dan vueltas en su órbita) con el objetivo de encontrar alguna señal de vida en lo que fue el lecho de un lago millones de años atrás.

La mayor misión de exploración a Marte de la historia, y una más de las que vienen y vendrán (pues recordemos que ya hay un aparato estadounidense en tierras marcianas llamada Curiosity, y China, Europa, y hasta los Emiratos Árabes, dan vueltas en su órbita) con  el objetivo de encontrar alguna señal  de vida en lo que fue el lecho de un lago  millones de años atrás.

 Es la misión más ambiciosa de la NASA, que involucró una inversión de más de US 3.000 millones, un viaje de 7 meses y 7 minutos terribles y definitivos para su amartizaje (en lugar  del recordado y para muchos humanos considerado aun  irreal y mentiroso alunizaje)”.

 “Todavía no me lo creo; es que entrar a Marte a 20.000 kilómetros por hora y que no se haya dañado nada es sorprendente”, reconoce nuestra compatriota caleña, vinculada al vuelo de la misión, Diana Trujillo, que hizo la transmisión en español de la NASA para el mundo.

Fue todo felicidad en la sala de control de la agencia espacial de EE UU, en Pasadena, California, por la llegada del vehículo en un cráter del hemisferio norte del planeta, entre aplausos del equipo de la misión. El robot móvil desarrollado con la ciencia y  la técnica de Estados Unidos es un carro de seis ruedas de una tonelada, tiene instrumentos apropiados, incluido un perforador que recogerá muestras para colocarlas en tubos que luego serán recogidos en una futura misión.

Según Trujillo, que trabajó en el grupo de diseño y  fabricación de un brazo especial, se cuenta con la perspectiva de hallar rastros, evidencias de cualquier posibilidad de vida en un inmenso valle otrora cenagoso.

Es un lugar especial porque todo indica que ahí desembocó un río. Es un cráter de aproximadamente 45 kilómetros de diámetro. Si uno mira las fotos se ve como un abanico, como un sitio en el que el agua y los sedimentos se hubieran esparcido”.

Queremos no solo reconocer el valioso concurso de la imaginación humana para desafiar lo más increíble, en momentos en que ayer recibíamos la primera vacuna contra el impredecible mal del coronavirus en la ciudad, sino la capacidad de la personas para encontrar un destino memorable de esfuerzo, disciplina y  trabajo honesto y sencillo.

 Más grato verlo en la imagen de una mujer colombiana, cuya trayectoria empieza a ser foco de los reflectores de los medios del mundo occidental, que llegó al país del norte, alejada del idioma inglés, de un abultado capital, como cualquier latinoamericana, persistiendo en conocer, aprender y poner de su parte en ejercicios colectivos de trabajo.

Nuevamente apreciamos la brecha tan grande entre los países ricos y los del sur, lacerados por la pobreza, las pobres  tecnologías y la pobre educación, y con disparidades notables en la que una pequeña sí pudo tener acceso a un mundo cultural superior, incrementando más la desigualdad en nuestras sociedades.

Desde nuestro pequeño terruño salimos estas noches a divisar Marte en el firmamento y maravillarnos de la vida, de este animal cerebral que lo habita, de nuestras incertidumbres y dolores, y de cuánto nos toca conversar, ponernos de acuerdo y trabajar juntos en las causas más nobles de nuestra civilización.

Editorial
20 febrero, 2021

El Marte de nuestros sueños

La mayor misión de exploración a Marte de la historia, y una más de las que vienen y vendrán (pues recordemos que ya hay un aparato estadounidense en tierras marcianas llamada Curiosity, y China, Europa, y hasta los Emiratos Árabes, dan vueltas en su órbita) con el objetivo de encontrar alguna señal de vida en lo que fue el lecho de un lago millones de años atrás.


La mayor misión de exploración a Marte de la historia, y una más de las que vienen y vendrán (pues recordemos que ya hay un aparato estadounidense en tierras marcianas llamada Curiosity, y China, Europa, y hasta los Emiratos Árabes, dan vueltas en su órbita) con  el objetivo de encontrar alguna señal  de vida en lo que fue el lecho de un lago  millones de años atrás.

 Es la misión más ambiciosa de la NASA, que involucró una inversión de más de US 3.000 millones, un viaje de 7 meses y 7 minutos terribles y definitivos para su amartizaje (en lugar  del recordado y para muchos humanos considerado aun  irreal y mentiroso alunizaje)”.

 “Todavía no me lo creo; es que entrar a Marte a 20.000 kilómetros por hora y que no se haya dañado nada es sorprendente”, reconoce nuestra compatriota caleña, vinculada al vuelo de la misión, Diana Trujillo, que hizo la transmisión en español de la NASA para el mundo.

Fue todo felicidad en la sala de control de la agencia espacial de EE UU, en Pasadena, California, por la llegada del vehículo en un cráter del hemisferio norte del planeta, entre aplausos del equipo de la misión. El robot móvil desarrollado con la ciencia y  la técnica de Estados Unidos es un carro de seis ruedas de una tonelada, tiene instrumentos apropiados, incluido un perforador que recogerá muestras para colocarlas en tubos que luego serán recogidos en una futura misión.

Según Trujillo, que trabajó en el grupo de diseño y  fabricación de un brazo especial, se cuenta con la perspectiva de hallar rastros, evidencias de cualquier posibilidad de vida en un inmenso valle otrora cenagoso.

Es un lugar especial porque todo indica que ahí desembocó un río. Es un cráter de aproximadamente 45 kilómetros de diámetro. Si uno mira las fotos se ve como un abanico, como un sitio en el que el agua y los sedimentos se hubieran esparcido”.

Queremos no solo reconocer el valioso concurso de la imaginación humana para desafiar lo más increíble, en momentos en que ayer recibíamos la primera vacuna contra el impredecible mal del coronavirus en la ciudad, sino la capacidad de la personas para encontrar un destino memorable de esfuerzo, disciplina y  trabajo honesto y sencillo.

 Más grato verlo en la imagen de una mujer colombiana, cuya trayectoria empieza a ser foco de los reflectores de los medios del mundo occidental, que llegó al país del norte, alejada del idioma inglés, de un abultado capital, como cualquier latinoamericana, persistiendo en conocer, aprender y poner de su parte en ejercicios colectivos de trabajo.

Nuevamente apreciamos la brecha tan grande entre los países ricos y los del sur, lacerados por la pobreza, las pobres  tecnologías y la pobre educación, y con disparidades notables en la que una pequeña sí pudo tener acceso a un mundo cultural superior, incrementando más la desigualdad en nuestras sociedades.

Desde nuestro pequeño terruño salimos estas noches a divisar Marte en el firmamento y maravillarnos de la vida, de este animal cerebral que lo habita, de nuestras incertidumbres y dolores, y de cuánto nos toca conversar, ponernos de acuerdo y trabajar juntos en las causas más nobles de nuestra civilización.