En un pueblito recóndito, escondido entre varias montañas, vivía una niña curiosa con rasgos que caracterizan la belleza femenina de aquellas tierras, su piel morena como el café recién tostado, los ojos claros y alegres como abeja de panal.
En un pueblito recóndito, escondido entre varias montañas, vivía una niña curiosa con rasgos que caracterizan la belleza femenina de aquellas tierras, su piel morena como el café recién tostado, los ojos claros y alegres como abeja de panal.
Sentía gran admiración por su padre, su labor y compromiso que le trasmitía constantemente hacia la naturaleza. este trabajaba protegiendo el medio ambiente, cuidaba cada árbol, rio y animal.
Su padre llegaba tarde a casa y aunque cansado, le narraba a su hija sobre un lugar mágico, del cual ella siempre quería escuchar más. Él le hablaba de “el corazón del mundo” un lugar donde las aves de múltiples colores cantaban con fervor, y las plantas crecen por doquier.
Una mañana su padre le hablo que debía ir hasta la parte más alta del corazón del mundo, donde nacen los lagos y lagunas, un lugar de mucha curiosidad para la niña, que anhelaba conocer.
Al regresar esa noche su padre estaba distinto, su semblante cabizbajo y un poco retraído, la niña pregunto: -¿Qué sucede padre?-,:-algo en el corazón del mundo no anda bien- respondió el-,: -¡Es la manera absurda en la que esta devastándose ese mágico lugar!-. La niña al escucharlo y teniendo conocimiento de lo difícil que sería llegar allá, insistió en ir. Su padre se lo permite y a tempranas horas parten hacia el corazón del mundo.
El trayecto fue largo y agotador, más cuando llegaron y así como se asoma el sol, lograron ver quiénes eran los que dañaban el corazón del mundo, y para su sorpresa, eran los mismos habitantes, estaban talando, cazando de más, quemando terrenos para construir viviendas a los que llegaban.
Al ver esto, el padre y su hija llamaron a un padre espiritual, para ver cómo se podía solucionar el daño al corazón del mundo, este organizo a cuatro grupos étnicos diferentes y asigno tareas importantes a cada grupo, más lo fundamental seria no afectar o dañar el corazón del mundo, ya que si este es tocado todos sufrirían las consecuencias.
La niña con orgullo abrazo y beso a su padre y le dijo: – ¡seguiremos juntos protegiendo el corazón del mundo! porque todos podemos aportar un granito de arena y cuidar el mundo-.
Autor: María Alejandra Mestre M – Colegio San Isidro Labrador.
En un pueblito recóndito, escondido entre varias montañas, vivía una niña curiosa con rasgos que caracterizan la belleza femenina de aquellas tierras, su piel morena como el café recién tostado, los ojos claros y alegres como abeja de panal.
En un pueblito recóndito, escondido entre varias montañas, vivía una niña curiosa con rasgos que caracterizan la belleza femenina de aquellas tierras, su piel morena como el café recién tostado, los ojos claros y alegres como abeja de panal.
Sentía gran admiración por su padre, su labor y compromiso que le trasmitía constantemente hacia la naturaleza. este trabajaba protegiendo el medio ambiente, cuidaba cada árbol, rio y animal.
Su padre llegaba tarde a casa y aunque cansado, le narraba a su hija sobre un lugar mágico, del cual ella siempre quería escuchar más. Él le hablaba de “el corazón del mundo” un lugar donde las aves de múltiples colores cantaban con fervor, y las plantas crecen por doquier.
Una mañana su padre le hablo que debía ir hasta la parte más alta del corazón del mundo, donde nacen los lagos y lagunas, un lugar de mucha curiosidad para la niña, que anhelaba conocer.
Al regresar esa noche su padre estaba distinto, su semblante cabizbajo y un poco retraído, la niña pregunto: -¿Qué sucede padre?-,:-algo en el corazón del mundo no anda bien- respondió el-,: -¡Es la manera absurda en la que esta devastándose ese mágico lugar!-. La niña al escucharlo y teniendo conocimiento de lo difícil que sería llegar allá, insistió en ir. Su padre se lo permite y a tempranas horas parten hacia el corazón del mundo.
El trayecto fue largo y agotador, más cuando llegaron y así como se asoma el sol, lograron ver quiénes eran los que dañaban el corazón del mundo, y para su sorpresa, eran los mismos habitantes, estaban talando, cazando de más, quemando terrenos para construir viviendas a los que llegaban.
Al ver esto, el padre y su hija llamaron a un padre espiritual, para ver cómo se podía solucionar el daño al corazón del mundo, este organizo a cuatro grupos étnicos diferentes y asigno tareas importantes a cada grupo, más lo fundamental seria no afectar o dañar el corazón del mundo, ya que si este es tocado todos sufrirían las consecuencias.
La niña con orgullo abrazo y beso a su padre y le dijo: – ¡seguiremos juntos protegiendo el corazón del mundo! porque todos podemos aportar un granito de arena y cuidar el mundo-.
Autor: María Alejandra Mestre M – Colegio San Isidro Labrador.