Otro ejemplo es el de Nixon que declaró en los años 70 la guerra a las drogas. Pero, en vez de disminuir su consumo, esa política, logró lo contrario. Hay drogas por montones, en todo el mundo y en cualquier esquina.
Hay cosas que salen al revés. Logran lo contrario, lo que no se quería.
Un ejemplo es la Segunda Guerra Mundial. La brutalidad de Hitler y su intento de exterminar al pueblo judío contribuyeron, de manera paradójica, a lo contrario, a la creación del Estado de Israel en 1948. Este proceso fue complejo y estuvo influenciado por el movimiento sionista, el Holocausto y la política internacional. Hoy el gobierno de Israel ataca inmisericordemente otro pueblo que podría terminar -paradojas de la vida- fundando el Estado palestino, es decir, lo que quiso aniquilar.
Otro ejemplo es el de Nixon que declaró en los años 70 la guerra a las drogas. Pero, en vez de disminuir su consumo, esa política, logró lo contrario. Hay drogas por montones, en todo el mundo y en cualquier esquina.
Pero hay ejemplos más cercanos y actuales. Petro es uno de ellos. Quiere desde el voluntarismo y el relato, la paz total, pero está provocando lo contrario. La guerra se está esparciendo en todo el país y la gente, ahí, en esos territorios, tiene miedo. Está intimidada y evita expresarse políticamente y así se cercena la democracia y la libertad.
Con sus reformas sociales, Petro pretende mejorar el servicio de salud, pero basta con preguntarles a los profesores y sus familias afiliados a Fecode para ver el resultado opuesto.
El “acuerdo nacional por la constituyente” es otro caso. En lugar de unir al país, está generando un gran acuerdo en contra de la constituyente. Y el ministro Cristo, que a propósito, si no quiere quemarse de entrada, podría anunciar que la constituyente no va y así no se desgasta en lo imposible. Pero no lo hará. Le toca obedecer. Su problema es que si no cambia de foco no tendrá nada que mostrar.
En este contexto de “el tiro salió por la culata”, es decir, que se devolvió en dirección contraria, se puede empezar a construir el primer gran acuerdo multipartidista y ciudadano, un gran frente político de cara a 2026, que se centre en defender las instituciones, la libertad, la vida y la propiedad. Un acuerdo que promueva la recuperación de la economía, la seguridad para todos y el buen gobierno.
El primer paso podría ser un gran acuerdo del “no a la constituyente”, que ya se está gestando tácitamente. Es hora de darle cuerpo y organización a este gran frente político para recuperar el país en 2026.
La constituyente es la estrategia electoral de Petro para distraer la atención de su mal gobierno y enfocarla en la constituyente y darle así, oxígeno a sus candidatos pero las elecciones del 2026 se están perfilando como un multitudinario plebiscito contra el petrismo.
Y ahí perderá, porque el país quiere otro tipo de liderazgo. Uno ponderado; concentrado en los hechos más que en las palabras al viento; que concite la unidad y no el señalamiento, ni el victimismo, ni la camorra, ni la zozobra, ni el escándalo semanal.
Por Enrique Herrera
@enriqueha
Otro ejemplo es el de Nixon que declaró en los años 70 la guerra a las drogas. Pero, en vez de disminuir su consumo, esa política, logró lo contrario. Hay drogas por montones, en todo el mundo y en cualquier esquina.
Hay cosas que salen al revés. Logran lo contrario, lo que no se quería.
Un ejemplo es la Segunda Guerra Mundial. La brutalidad de Hitler y su intento de exterminar al pueblo judío contribuyeron, de manera paradójica, a lo contrario, a la creación del Estado de Israel en 1948. Este proceso fue complejo y estuvo influenciado por el movimiento sionista, el Holocausto y la política internacional. Hoy el gobierno de Israel ataca inmisericordemente otro pueblo que podría terminar -paradojas de la vida- fundando el Estado palestino, es decir, lo que quiso aniquilar.
Otro ejemplo es el de Nixon que declaró en los años 70 la guerra a las drogas. Pero, en vez de disminuir su consumo, esa política, logró lo contrario. Hay drogas por montones, en todo el mundo y en cualquier esquina.
Pero hay ejemplos más cercanos y actuales. Petro es uno de ellos. Quiere desde el voluntarismo y el relato, la paz total, pero está provocando lo contrario. La guerra se está esparciendo en todo el país y la gente, ahí, en esos territorios, tiene miedo. Está intimidada y evita expresarse políticamente y así se cercena la democracia y la libertad.
Con sus reformas sociales, Petro pretende mejorar el servicio de salud, pero basta con preguntarles a los profesores y sus familias afiliados a Fecode para ver el resultado opuesto.
El “acuerdo nacional por la constituyente” es otro caso. En lugar de unir al país, está generando un gran acuerdo en contra de la constituyente. Y el ministro Cristo, que a propósito, si no quiere quemarse de entrada, podría anunciar que la constituyente no va y así no se desgasta en lo imposible. Pero no lo hará. Le toca obedecer. Su problema es que si no cambia de foco no tendrá nada que mostrar.
En este contexto de “el tiro salió por la culata”, es decir, que se devolvió en dirección contraria, se puede empezar a construir el primer gran acuerdo multipartidista y ciudadano, un gran frente político de cara a 2026, que se centre en defender las instituciones, la libertad, la vida y la propiedad. Un acuerdo que promueva la recuperación de la economía, la seguridad para todos y el buen gobierno.
El primer paso podría ser un gran acuerdo del “no a la constituyente”, que ya se está gestando tácitamente. Es hora de darle cuerpo y organización a este gran frente político para recuperar el país en 2026.
La constituyente es la estrategia electoral de Petro para distraer la atención de su mal gobierno y enfocarla en la constituyente y darle así, oxígeno a sus candidatos pero las elecciones del 2026 se están perfilando como un multitudinario plebiscito contra el petrismo.
Y ahí perderá, porque el país quiere otro tipo de liderazgo. Uno ponderado; concentrado en los hechos más que en las palabras al viento; que concite la unidad y no el señalamiento, ni el victimismo, ni la camorra, ni la zozobra, ni el escándalo semanal.
Por Enrique Herrera
@enriqueha