Pese a su limitación y sus dotes de gran jugador de dominó, ‘El Guajiro’ es reconocido por su recio control político en el Concejo de Codazzi.
De entre los presentes, un hombre se levantó y pidió la palabra. Era ‘El Guajiro’, un concejal de Codazzi al que, pese a su ceguera, no le meten gato por liebre y eso es lo más curioso: como están las cosas en el país, en los entes coadministradores se requieren verdaderos vigilantes de los recursos públicos, gente con 4 ojos, o dos, pero de águila. Sin embargo, Eder Solano Ávila, como fue bautizado, no tiene ni lo primero, ni lo segundo. Lo que sí tiene es inteligencia, y de sobra.
Con lentes oscuros que impiden descifrarle, rebusca entre sus recuerdos el momento en el que le pusieron el remoquete con el que sería conocido por el resto de su vida.
“Nací en Maicao; de allá me trajeron pequeñito y alguien se le acercó a mi mamá y se atrevió a preguntarle que dónde estaba El Guajiro, refiriéndose a mí. Desde ese momento me quedé EL Guajiro”, narra desprendido de todas las prevenciones.
Casi 500 votos le hicieron merecedor de la credencial que hoy ostenta orgulloso y, hasta ahora, libre de tachas. Casi 500 votos que le ratificaron que está haciendo las cosas bien y que un segundo período en el Concejo Municipal nunca es demasiado para quien realiza su labor con honestidad.
“Mucha gente me hace el acompañamiento con su voto, de ver que mi condición de invidente no me cohíbe de servirle al pueblo y a mi población en condición de discapacidad, y de ir siempre hacia adelante haciendo las buenas cosas por Codazzi”, señala.
La primera vez que aspiró a la corporación, Eder Solano Ávila, fue electo “Con algo más que visión”. En la más reciente oportunidad, se hizo elegir como “Una luz de esperanza”, y, anunciando sus intenciones de aspirar por tercera vez al Concejo de Codazzi, ‘El Guajiro’ dice que quiere que esa luz siga brillando.
Casi inmóvil, Eder escucha las preguntas y responde sin vacilar. Sereno, seguro y punzante; modesto, también, cede la palabra cuando se le pregunta por las bondades de su ejercicio como concejal, que convencerían al elector de hacerlo concejal, por tercera vez.
Eder calla, no quiere ser ostentoso ni presumido. Su lazarillo observa con picardía, entonces Eder le encomienda la labor de responder. Gustavo Rodríguez, presidente del Concejo Municipal, quien es su guía esta vez, procede.
“Es una excelente persona, tiene una inteligencia innata” -dice el presidente sin quitarle la mirada de encima a ‘El Guajiro’- “Es uno de los profesores dentro del concejo –continúa- es nuestro jefe, como le decimos, no solo por cariño, sino también por el desenvolvimiento que tiene él sobre el conocimiento de las leyes. Se conoce las leyes que regulan al Concejo Municipal a la perfección, y es amplio conocedor de lo que regula a los presupuestos municipales, conocimientos base de todo concejal.”
‘El Guajiro’ se anima a hablar de sí mismo y remata lo que dijo Gustavo: “Mis demás compañeros concejales y el mismo pueblo pueden dar fe de cómo se comporta ‘El Guajiro’ dentro de la corporación.”
Con la misma postura adoptada desde el inicio del diálogo, El Guajiro destaca sus luchas más importantes: “Hacemos que los proyectos que vayan en beneficio de nuestro pueblo salgan adelante y que el desarrollo lleve a nuestro pueblo a hacer política de la buena, no politiquería”.
‘El Guajiro’ tiene una familia conformada por él, su esposa, 3 hijos y 4 nietos.
“Me fascina jugar dominó”, dice con emoción. Y antes de que se le termine de preguntar qué tan buen jugador es, este concejal invidente interrumpe con una eufórica respuesta que obliga a los demás presentes a voltear la mirada hacia la fuente de tremenda voz.
De nuevo, le pide a su compañero de corporación que responda: “Pregúntele al presidente, al que todas las noches le doy su lección. Anoche se llevó tres mondas”. Ambos ríen. Dicen jugar sin apostar plata: “Si jugáramos plata nos matáramos”, enfatiza ‘El Guajiro’ sin esconder su sonrisa.
Que no le pregunten cómo hace para ser tan buen jugador de dominó sin ver las fichas. Que mejor lo vayan a ver jugar, dice y, seguidamente, suelta el secreto de sus triunfos: “Yo tengo un tacto que me ayuda, sobre todo con las mujeres, yo las toco y ya sé cómo son”, asegura con la misma gracia que hace parte de él, y que le hace destacar dondequiera que vaya.
Parece que Eder ahora se siente más cómodo.
Se suelta de su lazarillo, pero sigue en posición pétrea.
Asegura que no le gusta el braille y no saber por qué. Pero sí sabe. “Tengo cartillas y tengo todo. De hecho, yo pertenezco a la Asociación de Limitados Visuales del Cesar, Asolvice, y a Instituto Nacional para Ciegos, INCI, pero no me he dedicado al braille porque me gusta más la compañía de otra persona que se siente a leer para mí”, confiesa.
‘El Guajiro’ dice no sentirse en desventaja por su condición visual, y se le nota. Por el contrario, agradece porque según dice Dios va quitando ciertas cosas, pero reemplaza las carencias con otras cosas.
“A mí me fue quitando la vista, pero me dio inteligencia, y una capacidad para reconocer ciertas cosas que otros no reconocen. Por eso tengo muchos amigos, gente que me hacen sentir que yo estoy vivo”, asegura ‘El Guajiro’.
Aunque es quien le acompaña en esta oportunidad, el presidente del Concejo no siempre es su lazarillo. “Yo me agarro de todos, de cualquiera de mis compañeros del Concejo, pero claro que me gusta agarrarme más de las mujeres”, puntualiza con pícara sonrisa.
Dice ‘El Guajiro’ que tiene todas las intenciones de recorrer los caminos que Dios le ponga delante: “De pronto vamos poquito a poco, ¿quién quita que mañana sea diputado, y después alcalde de Codazzi? ¿Y quién dice que luego no puedo ser gobernador? Queda claro que a ‘El Guajiro’ le falta vista, pero jamás visión.
Pese a su limitación y sus dotes de gran jugador de dominó, ‘El Guajiro’ es reconocido por su recio control político en el Concejo de Codazzi.
De entre los presentes, un hombre se levantó y pidió la palabra. Era ‘El Guajiro’, un concejal de Codazzi al que, pese a su ceguera, no le meten gato por liebre y eso es lo más curioso: como están las cosas en el país, en los entes coadministradores se requieren verdaderos vigilantes de los recursos públicos, gente con 4 ojos, o dos, pero de águila. Sin embargo, Eder Solano Ávila, como fue bautizado, no tiene ni lo primero, ni lo segundo. Lo que sí tiene es inteligencia, y de sobra.
Con lentes oscuros que impiden descifrarle, rebusca entre sus recuerdos el momento en el que le pusieron el remoquete con el que sería conocido por el resto de su vida.
“Nací en Maicao; de allá me trajeron pequeñito y alguien se le acercó a mi mamá y se atrevió a preguntarle que dónde estaba El Guajiro, refiriéndose a mí. Desde ese momento me quedé EL Guajiro”, narra desprendido de todas las prevenciones.
Casi 500 votos le hicieron merecedor de la credencial que hoy ostenta orgulloso y, hasta ahora, libre de tachas. Casi 500 votos que le ratificaron que está haciendo las cosas bien y que un segundo período en el Concejo Municipal nunca es demasiado para quien realiza su labor con honestidad.
“Mucha gente me hace el acompañamiento con su voto, de ver que mi condición de invidente no me cohíbe de servirle al pueblo y a mi población en condición de discapacidad, y de ir siempre hacia adelante haciendo las buenas cosas por Codazzi”, señala.
La primera vez que aspiró a la corporación, Eder Solano Ávila, fue electo “Con algo más que visión”. En la más reciente oportunidad, se hizo elegir como “Una luz de esperanza”, y, anunciando sus intenciones de aspirar por tercera vez al Concejo de Codazzi, ‘El Guajiro’ dice que quiere que esa luz siga brillando.
Casi inmóvil, Eder escucha las preguntas y responde sin vacilar. Sereno, seguro y punzante; modesto, también, cede la palabra cuando se le pregunta por las bondades de su ejercicio como concejal, que convencerían al elector de hacerlo concejal, por tercera vez.
Eder calla, no quiere ser ostentoso ni presumido. Su lazarillo observa con picardía, entonces Eder le encomienda la labor de responder. Gustavo Rodríguez, presidente del Concejo Municipal, quien es su guía esta vez, procede.
“Es una excelente persona, tiene una inteligencia innata” -dice el presidente sin quitarle la mirada de encima a ‘El Guajiro’- “Es uno de los profesores dentro del concejo –continúa- es nuestro jefe, como le decimos, no solo por cariño, sino también por el desenvolvimiento que tiene él sobre el conocimiento de las leyes. Se conoce las leyes que regulan al Concejo Municipal a la perfección, y es amplio conocedor de lo que regula a los presupuestos municipales, conocimientos base de todo concejal.”
‘El Guajiro’ se anima a hablar de sí mismo y remata lo que dijo Gustavo: “Mis demás compañeros concejales y el mismo pueblo pueden dar fe de cómo se comporta ‘El Guajiro’ dentro de la corporación.”
Con la misma postura adoptada desde el inicio del diálogo, El Guajiro destaca sus luchas más importantes: “Hacemos que los proyectos que vayan en beneficio de nuestro pueblo salgan adelante y que el desarrollo lleve a nuestro pueblo a hacer política de la buena, no politiquería”.
‘El Guajiro’ tiene una familia conformada por él, su esposa, 3 hijos y 4 nietos.
“Me fascina jugar dominó”, dice con emoción. Y antes de que se le termine de preguntar qué tan buen jugador es, este concejal invidente interrumpe con una eufórica respuesta que obliga a los demás presentes a voltear la mirada hacia la fuente de tremenda voz.
De nuevo, le pide a su compañero de corporación que responda: “Pregúntele al presidente, al que todas las noches le doy su lección. Anoche se llevó tres mondas”. Ambos ríen. Dicen jugar sin apostar plata: “Si jugáramos plata nos matáramos”, enfatiza ‘El Guajiro’ sin esconder su sonrisa.
Que no le pregunten cómo hace para ser tan buen jugador de dominó sin ver las fichas. Que mejor lo vayan a ver jugar, dice y, seguidamente, suelta el secreto de sus triunfos: “Yo tengo un tacto que me ayuda, sobre todo con las mujeres, yo las toco y ya sé cómo son”, asegura con la misma gracia que hace parte de él, y que le hace destacar dondequiera que vaya.
Parece que Eder ahora se siente más cómodo.
Se suelta de su lazarillo, pero sigue en posición pétrea.
Asegura que no le gusta el braille y no saber por qué. Pero sí sabe. “Tengo cartillas y tengo todo. De hecho, yo pertenezco a la Asociación de Limitados Visuales del Cesar, Asolvice, y a Instituto Nacional para Ciegos, INCI, pero no me he dedicado al braille porque me gusta más la compañía de otra persona que se siente a leer para mí”, confiesa.
‘El Guajiro’ dice no sentirse en desventaja por su condición visual, y se le nota. Por el contrario, agradece porque según dice Dios va quitando ciertas cosas, pero reemplaza las carencias con otras cosas.
“A mí me fue quitando la vista, pero me dio inteligencia, y una capacidad para reconocer ciertas cosas que otros no reconocen. Por eso tengo muchos amigos, gente que me hacen sentir que yo estoy vivo”, asegura ‘El Guajiro’.
Aunque es quien le acompaña en esta oportunidad, el presidente del Concejo no siempre es su lazarillo. “Yo me agarro de todos, de cualquiera de mis compañeros del Concejo, pero claro que me gusta agarrarme más de las mujeres”, puntualiza con pícara sonrisa.
Dice ‘El Guajiro’ que tiene todas las intenciones de recorrer los caminos que Dios le ponga delante: “De pronto vamos poquito a poco, ¿quién quita que mañana sea diputado, y después alcalde de Codazzi? ¿Y quién dice que luego no puedo ser gobernador? Queda claro que a ‘El Guajiro’ le falta vista, pero jamás visión.