Llama la atención que Valledupar y el departamento del Cesar no fueran incluidos en un informe especial, publicado recientemente por el periódico El Espectador, titulado “Mapa viajero: destinos imperdibles para conocer Colombia de punta a punta”.
Reconocemos que esa es una iniciativa importante que invita a redescubrir la riqueza natural, cultural e histórica de nuestro país, pero que deja una pregunta tan evidente como dolorosa: ¿por qué Valledupar y el departamento del Cesar no aparecen en ese mapa?
Es una omisión que debe obligar a nuestras autoridades turísticas, gestores culturales y a todos los estamentos comprometidos con el tema, a revisar las razones del por qué no se tiene en cuenta a nuestra región como destino turístico. No se entiende ¿cómo puede hablarse de un recorrido por Colombia “de punta a punta” sin mencionar a la tierra del vallenato, declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad?
No podemos permitir que se pase por alto a nuestro departamento que concentra en su geografía contrastes tan impresionantes como la Sierra Nevada, Serranía del Perijá, el río Guatapurí, pueblos con atractivos como Atánquez, Nabusimake, Manaure, La Paz, San Diego, Río de Oro, Patillal, La Mina, Chemesquemena, entre otros; lo mismo que la Ruta de Los Juglares y una gastronomía que seduce al visitante desde el primer bocado, solo por mencionar algunos aspectos de esa larga lista de valores turísticos de nuestra región.
Nos deja un sinsabor que nuestra región no se incluya en una conversación en la que se hable del turismo colombiano, cuando sabemos que somos un territorio de leyendas, poesía y música; y que ha sabido forjar identidad propia desde la tradición.
Algo debe estar fallando en ese proceso de promoción de Valledupar y el Cesar ante Colombia y el mundo. En reciente tertulia entre un importante grupo de periodistas de la ciudad y directivos del Festival Evafe, la periodista Irina Fernández sacó a relucir la falta de un trabajo planificado del turismo en nuestro territorio. “No tenemos una infraestructura turística, el Festival Vallenato por sí solo no es turismo”, dijo la comunicadora.
Desde acá se deben emprender acciones para que allá afuera se sepa que Valledupar es una ciudad en constante transformación, dispuesta a desarrollar una apuesta clara por el turismo cultural, la sostenibilidad ambiental y el desarrollo económico. Eso es digno de contarse, de difundirse, para que medios como el periódico El Espectador lo tengan en cuenta en futuros informes.
Tenemos que estar dispuestos a superar los problemas de invisibilidad, representación y de falta de reafirmación de nuestra cultura. De esa manera se podrá evitar que Valledupar y el Cesar continúen como los grandes ausentes en las agendas nacionales y en los relatos que pretenden mostrar lo mejor de Colombia y sus regiones.
Ojalá y esto no quede como un simple reclamo aislado, sino que se convierta en una invitación urgente a revisar con lupa cómo se construyen los relatos que de Valledupar y el Cesar queremos mostrar al país y al mundo. Y que El Espectador comprenda que sin Valledupar y el Cesar, “El mapa viajero de Colombia” estaría incompleto.
