Publicidad
Categorías
Categorías
Cultura - 9 noviembre, 2014

El Cacique Upar perdió una de sus manos

Una de las figuras emblemáticas de la ciudad quedó desmembrada por acciones vandálicas.

Sin uno de sus brazos y flecha de combate luce la escultura Cacique Upar. Jaider Santana/EL PILÓN
Sin uno de sus brazos y flecha de combate luce la escultura Cacique Upar. Jaider Santana/EL PILÓN

Las acciones vandálicas arrasan parte del patrimonio cultural de la ciudad; lo que queda evidenciado en el monumento Cacique Upar, al que le quitaron una de sus manos y la flecha de combate.

La figura localizada en la glorieta de la Terminal de Transporte de Valledupar, que se convierte en una de las más apreciadas por los visitantes que llegan a la ciudad, se muestra vulnerable pese a representar al jefe de jefes o ‘gran cacique’ legendario de la tribu de los Chimilas, quien se encargaba de la organización y orientación de la Región Caribe.

Esta estatua, realizada por el maestro vallenato Jorge Maestre, también es carcomida por la acción erosiva del sol y la lluvia, presentándose ‘desteñida’ ante quienes la aprecian.

El coordinador de Cultura Municipal, Alberto Muñoz Peñaloza, manifestó que le pasará oficio de la situación a la Secretaría de Obras, teniendo en cuenta que estos temas le competían a Amoblamiento Urbano y ante su caducidad pasan a ser responsabilidad de la primera sectorial.

“Teniendo en cuenta informes pasados del diario EL PILÓN ya le hemos pasado a Secretaría de Obras el diagnóstico de cómo se encuentran las esculturas en Valledupar para que procedan a la restauraciones respectivas. Ellos ya hicieron una evaluación del tema”, aseguró el funcionario.

Este medio de comunicación intentó comunicarse con el secretario de Obras del Municipio, Jair González Vigna, para conocer las gestiones que han hecho al respecto, pero no respondió su celular.

Historia del Cacique
En la época de la conquista, el territorio Chimila estaba dividido en dos grandes comarcas: Pocabuy y Upar, cada una de las cuales tenía sus propias ciudades y jefes o caciques, bajo el mando de un cacique supremo, de carácter sagrado, puesto era el representante de Dios.

Upar ejercía su cacicazgo sobre una federación de aldeas que incluían a El Molino, Villanueva, Chiriguaná y Sompallón (El Banco), extendiéndose desde el centro de La Guajira, en la poblaciones de Fonseca (norte) y hasta el río Magdalena (sur) y desde la Sierra Nevada de Santa Marta (occidente) hasta la Sierra de Perijá (oriente).

La comarca de Upar habitaba junto a las riberas de los ríos, y sus habitantes eran alfareros, agricultores, apicultores y músicos; creían en la existencia de un solo Dios de bondad, y en la inmortalidad del alma.

En está organizada tribu se podía adquirir el rango de ‘Cacique’ a través de demostraciones de inteligencia, astucia y fuerza; pero era preciso un auténtico y probado proceso de consagración ante el dios Sol y la Madre Luna por el bien de sus súbditos, para que el Cacique mereciera el título de Upar que significaba fortaleza, valor y justicia. Aspirar a la categoría del supremo cacique Upar requería además demostraciones de auténtico amor y abnegación por su pueblo.

ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
[email protected]

Cultura
9 noviembre, 2014

El Cacique Upar perdió una de sus manos

Una de las figuras emblemáticas de la ciudad quedó desmembrada por acciones vandálicas.


Sin uno de sus brazos y flecha de combate luce la escultura Cacique Upar. Jaider Santana/EL PILÓN
Sin uno de sus brazos y flecha de combate luce la escultura Cacique Upar. Jaider Santana/EL PILÓN

Las acciones vandálicas arrasan parte del patrimonio cultural de la ciudad; lo que queda evidenciado en el monumento Cacique Upar, al que le quitaron una de sus manos y la flecha de combate.

La figura localizada en la glorieta de la Terminal de Transporte de Valledupar, que se convierte en una de las más apreciadas por los visitantes que llegan a la ciudad, se muestra vulnerable pese a representar al jefe de jefes o ‘gran cacique’ legendario de la tribu de los Chimilas, quien se encargaba de la organización y orientación de la Región Caribe.

Esta estatua, realizada por el maestro vallenato Jorge Maestre, también es carcomida por la acción erosiva del sol y la lluvia, presentándose ‘desteñida’ ante quienes la aprecian.

El coordinador de Cultura Municipal, Alberto Muñoz Peñaloza, manifestó que le pasará oficio de la situación a la Secretaría de Obras, teniendo en cuenta que estos temas le competían a Amoblamiento Urbano y ante su caducidad pasan a ser responsabilidad de la primera sectorial.

“Teniendo en cuenta informes pasados del diario EL PILÓN ya le hemos pasado a Secretaría de Obras el diagnóstico de cómo se encuentran las esculturas en Valledupar para que procedan a la restauraciones respectivas. Ellos ya hicieron una evaluación del tema”, aseguró el funcionario.

Este medio de comunicación intentó comunicarse con el secretario de Obras del Municipio, Jair González Vigna, para conocer las gestiones que han hecho al respecto, pero no respondió su celular.

Historia del Cacique
En la época de la conquista, el territorio Chimila estaba dividido en dos grandes comarcas: Pocabuy y Upar, cada una de las cuales tenía sus propias ciudades y jefes o caciques, bajo el mando de un cacique supremo, de carácter sagrado, puesto era el representante de Dios.

Upar ejercía su cacicazgo sobre una federación de aldeas que incluían a El Molino, Villanueva, Chiriguaná y Sompallón (El Banco), extendiéndose desde el centro de La Guajira, en la poblaciones de Fonseca (norte) y hasta el río Magdalena (sur) y desde la Sierra Nevada de Santa Marta (occidente) hasta la Sierra de Perijá (oriente).

La comarca de Upar habitaba junto a las riberas de los ríos, y sus habitantes eran alfareros, agricultores, apicultores y músicos; creían en la existencia de un solo Dios de bondad, y en la inmortalidad del alma.

En está organizada tribu se podía adquirir el rango de ‘Cacique’ a través de demostraciones de inteligencia, astucia y fuerza; pero era preciso un auténtico y probado proceso de consagración ante el dios Sol y la Madre Luna por el bien de sus súbditos, para que el Cacique mereciera el título de Upar que significaba fortaleza, valor y justicia. Aspirar a la categoría del supremo cacique Upar requería además demostraciones de auténtico amor y abnegación por su pueblo.

ANNELISE BARRIGA RAMIREZ
[email protected]