EDITORIAL

El 16 de julio, que siga la tradición

Dicen los historiadores que cuando las costumbres y tradiciones paulatinamente comienzan a perder fuerza es una de las primeras señales de que “los pueblos están entrando a ese punto de dejar morir su alma”.

El 16 de julio, que siga la tradición

El 16 de julio, que siga la tradición

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Dicen los historiadores que cuando las costumbres y tradiciones paulatinamente comienzan a perder fuerza es una de las primeras señales de que “los pueblos están entrando a ese punto de dejar morir su alma”.

De esos conceptos se desprende que las costumbres y tradiciones son parte de la vida activa de nuestros pueblos, sin ellas se apaga la llama que permite la funcionalidad de muchas comunidades, las cuales, independiente de las creencias religiosas, dependen de la dinámica cultural y comercial que se deriva de las festividades patronales, festivales, ferias y demás expresiones propias de ese tipo de procesos.

En todo eso encarnan las festividades relacionadas con la celebración del 16 de julio, Día de la Virgen del Carmen, que no es solo un ritual religioso, se trata de una antigua tradición que activa el sentir de los pueblos alrededor de muchas actividades que permiten el intercambio cultural y comercial, además de garantizar la trascendencia en el tiempo y en las nuevas generaciones.

En una fecha como esta era costumbre que los campesinos salieran a divertirse al pueblo más cercano, los conductores organizaban sus tradicionales caravanas, además del resonar de los cantos vallenatos en honor a la virgen del Carmen, siendo los más recordados los de Los Zuleta y Diomedes Díaz. Era todo un acontecimiento.

Eso sucede o sucedía en diversos rincones de la Costa Caribe. En Valledupar, el Cesar y La Guajira, estas festividades han tenido mucho fervor, en especial en el barrio El Carmen, donde generalmente se llevan a cabo procesiones, misas y promesas, pero también parrandas, danzas, comidas típicas y una diversidad de situaciones enmarcadas entre lo sagrado y lo popular.

Realmente, esta es una de esas celebraciones que permite que se reactive el alma de los pueblos, que no mueran las tradiciones culturales como testimonio de identidad y continuidad a nuestras comunidades, más allá de los credos que se profesen en cada una de esas poblaciones.

La importancia de estas festividades radica en que es a través de las tradiciones culturales que se puede contribuir a que se preserven los verdaderos valores de los pueblos, representados en la solidaridad, el sentido de vecindad, el respeto por la tierra, la transmisión oral del conocimiento, el amor por la música y la expresión festiva de la vida en los sectores populares.

Eso debe preservarse en Valledupar, teniendo como epicentro al barrio El Carmen, para que desde allí se continúe con ese propósito de mostrar nuestras formas de vivir, de narrar al mundo lo que somos y de honrar los ciclos de nuestra historia desde el principio hasta los actuales momentos.

Sin embargo, las autoridades locales deben garantizar el normal desarrollo de estas festividades que, en algunas ocasiones han protagonizado riñas y actos violentos con saldos muy trágicos. Importante las fiestas, pero debemos anteponer el respeto y la promoción de nuestras tradiciones culturales sin que se ponga en riesgo la tranquilidad ciudadana en ese sector tan popular como el barrio El Carmen, de Valledupar y en algunos otros lugares donde se viven estas festividades.

La Casa Municipal de la Cultura de Valledupar ha informado que en esta fecha solo habrá actos religiosos, mientras que la programación cultural quedó postergada para el próximo 26 de julio. De todas maneras, las celebraciones espontáneas de la gente deben vigilarse y contar con el acompañamiento de las autoridades policivas para que así prevalezca la alegría y el entusiasmo en esta fecha especial de nuestro entorno cultural.

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