Al conocerse el último informe del DANE, sobre el empleo, Valledupar queda inmersa en un panorama que la ubica entre el optimismo laboral y la realidad de la informalidad que sigue creciendo en esta ciudad.
El informe registra que unas 4.000 personas dejaron de ser desocupadas en Valledupar, en un mes, lo cual es positivo. El lado agridulce, es que son trabajos por cuenta propia, es decir, informales y sin ninguna garantía de seguridad social.
Son datos que despiertan una mezcla de esperanza y alerta. La reducción de la tasa de desempleo al 9 % en el trimestre mayo-julio de 2025, representa una caída de 2,3 puntos porcentuales respecto al mismo periodo del año anterior.
La informalidad laboral en Valledupar aparece ahora en el 64,2 %, lo cual hace evidente que el mercado laboral de Valledupar aún está lejos de ofrecer garantías de estabilidad y de cubrimiento de los derechos del trabajador, como se propuso la última ley de Reforma Laboral. Un dato de mejora a contracorriente del propósito gubernamental. Ya habíamos señalado en esta página editorial que el impacto de dicha Reforma en la región era limitado, tendría efecto sobre sectores formalizados que son los menos, pero en el conjunto de la población y de los empleadores las motivaciones no serían las esperadas.
Sí tenemos un ministro del Trabajo cesarense, qué bueno que se aprovechara su cargo para la región -y para él- debatiendo esos tópicos y hallando soluciones oportunas e innovadoras, dentro de los marcos legales.
Claro, que esas cifras de reducción del desempleo no son nuevas, el informe revela que Valledupar ya había alcanzado números más bajos en meses anteriores. Esto sugiere que la disminución actual podría representar una tendencia sostenida, y habría que ver cómo se garantiza en el mediano y largo plazo, si hay evidentes carencias estructurales de empresas en Valledupar, carencia que para todos es evidente al compararse con las otras ciudades capitales de la Costa Caribe, con las excepción de Riohacha y Sincelejo.
No olvidemos que Valledupar ha mejorado su posición en el listado de las principales ciudades del país, ubicada ahora en el puesto 15, aúnque está por debajo del promedio de la tasa nacional que es de 8.8 % de desempleo.
Estas nuevas cifras son buenas señales, no obstante, no se reflejan en la economía local y regional. “Lo que uno escucha es que no hay plata circulando, nadie tiene dinero y la mayoría de los negocios no están funcionando”, asegura un taxista de Valledupar, representando el sentimiento generalizado. Los taxistas son tal vez el mejor radar sobre lo que ocurre en las calles y su gente.
Todo indica que Valledupar sigue con una economía débil y en crisis, por eso no debe distraerse con estas supuestas mejoras del empleo y más bien tiene que concentrarse en las tareas pendientes para superar el rezago económico.
Por todo ello resulta importante la advertencia del Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales, Cesore, cuando asegura que no basta con cifras positivas en el corto plazo -cifras que podrían continuar con el programa de obras públicas viales anunciados- si no se aborda de forma estructural la generación de empleo de calidad. “La ciudad necesita un plan de choque inmediato, pero también estrategias sostenidas que involucren alianzas público-privadas, participación activa del gobierno nacional y colaboración con el sector académico. La solución no puede recaer en una sola entidad ni en esfuerzos aislados”.
La tarea es difícil y compleja, pero Valledupar tiene sectores económicos claramente identificados que se pueden potenciar para seguir avanzando y construir una ciudad de oportunidades.











