La tasa de desempleo en Valledupar cayó al 7,8 % en mayo de 2025, la más baja desde que el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) comenzó a medir el mercado laboral en 2007. La cifra representa una reducción histórica, incluso inferior al 8,6 % registrado en diciembre de 2013, que hasta ahora había sido el punto más bajo.
Comparada con mayo de 2024, la reducción es de más de cuatro puntos porcentuales. En ese entonces, el desempleo alcanzaba el 12 %, con 25.429 personas desocupadas. Hoy, esa cifra bajó a 16.620, mientras que el número de ocupados aumentó de 187.164 a 196.334, es decir, 9.170 trabajadores más en un año.
Una ciudad informal
Sin embargo, el panorama es preocupante en cuanto a la calidad del empleo: el 63,6 % de los trabajadores están en la informalidad, cuatro puntos más que el año pasado. Esto ubica a Valledupar como la tercera ciudad del país con más informalidad laboral, después de Sincelejo (68,6 %) y Riohacha (64 %). De los 196.334 trabajadores, 124.868 no tienen acceso a prestaciones sociales como cesantías, primas o vacaciones.
El sector con más trabajadores es el comercio, con 45.000 ocupados, seguido de la administración pública (33.332 personas), actividades artísticas y de entretenimiento (33.000) y transporte y almacenamiento (21.150). La mayoría de los empleos informales se concentran en estos sectores, especialmente en ventas ambulantes o empleos por cuenta propia.
De hecho, el número de trabajadores por cuenta propia superó los 89.000, frente a los 82.512 que había en mayo de 2024. “Lo que más está aumentando son los cuentapropistas. Personas que trabajan de forma independiente, muchas veces sin prestaciones ni estabilidad laboral”, explicó Fernando Herrera, director del Centro de Estudios Socioeconómicos Regionales (Cesore). Los famosos emprendedores o personas que se rebuscan al no conseguir empleo.
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Herrera reconoce el esfuerzo de quienes generan su propio sustento, pero advierte que se trata de “trabajos poco productivos y sin protección social”. Además, insiste en la necesidad de fortalecer la educación técnica y tecnológica en áreas que realmente respondan a las demandas de los sectores productivos.
También hizo un llamado a los gobiernos a invertir con mayor responsabilidad los recursos públicos, especialmente los provenientes de las regalías del carbón. “Que no inviertan en egos o en obras faraónicas, sino en lo que realmente necesita la gente. Y sobre todo, que no se roben la plata”, concluyó.
Por Andrea Guerra Peña / EL PILÓN











