El Día de las Madres no fue de celebraciones para el hogar de Marina Blanco, en el suroriente de Valledupar. Fue de silencios y de lágrimas. A diferencia de otros años, no festejó en familia. ¿Cómo festejar, si su corazón sigue roto desde aquel 12 de mayo en que su nieto, Jhosuar David Mejía Gil, desapareció sin dejar rastro? En vísperas del primer aniversario de su ausencia, la fecha que antes era motivo de alegría se convirtió en recordatorio del dolor.
Alrededor de la una de la tarde del 12 de mayo de 2024, Jhosuar David Mejía Gil, un niño de 5 años, fue visto por última vez cuando salió en compañía de su madre, Angélica Gil, en una esquina cercana a la casa donde vivía con sus abuelos, en el barrio Nuevo Milenio de la capital del Cesar. A un año de lo sucedido, su paradero sigue siendo un misterio para sus familiares quienes guardan la esperanza de que aparezca sano y salvo.
Hoy, que se cumple un año de su desaparición, lo único que se ha podido conocer son los videos de cámaras de seguridad que captaron el momento exacto en el que la mamá llegó en una motocicleta, el niño se le acerca y la mujer lo sube al vehículo para tomar un rumbo desconocido. Desde ese momento, sus familiares, en especial sus abuelos maternos, viven días de incertidumbre y dolor.
Por un lado, su abuela, Marina Blanco, mantiene la esperanza de que algún día Jhosuar David aparezca y el sufrimiento diario que la invade como familia del menor termine pronto.
“Desde que ella se llevó a mi pelaito, mi vida quedó imposible, mucho sufrimiento para mí, todavía tengo esperanza de algún día encontrarlo, porque yo a ella le pregunto qué hizo con el niño y ella dice: ‘Yo se lo di al papá’. Y el papá dice que él no tiene al niño. Ella no le dio el niño a él, entonces ella no me quiere decir nada, que ella no sabe del niño. Ella no lo sacó del barrio, entonces, ¿dónde está el niño?”, dijo entre llantos Marina Blanco, abuela de Jhosuar David.
Sus abuelos manifiestan que todos los días lo recuerdan, en especial, cuando jugaba con otros niños en cercanías de la casa, y enfatizan que, cuando salía a divertirse, no se alejaba mucho de la vivienda.
“Triste, pensando cada ratico en él, yo era el que lo trasladaba para el colegio en la cicla, en la canasta; ella (la abuela) lo llevaba y yo lo traía todos los días. Cuando salíamos a jugar, a veces me decía: ‘Abuelo, vamos a jugar balón’, y me ponía a jugar con él”, aseguró el abuelo materno, Reinel Gil.
¿Dónde puede estar el niño?
El paradero del niño es un misterio, como si se lo hubiese tragado la tierra. Sin embargo, tanto la abuela como el abuelo coinciden en que el niño puede estar en un pueblo aledaño a Valledupar y que no está muy lejos.
“El niño puede estar en La Paz, el niño está en ese pedacito, no está en otro país, como dice la gente. Porque ella se lo llevó fue para allá. Se oyó que el niño lo tiene una señora mona, de edad avanzada, que tiene el pelo blanco, se escucha decir, pero nada”, expresó el abuelo.
Recompensa
Cabe recordar que, a pocos días de su desaparición, su familia exigió respuestas y apoyo por parte de las autoridades, quienes decidieron responder a ese clamor ofreciendo una recompensa de 10 millones de pesos a quien ofreciera información sobre el niño, la cual seguidamente fue aumentada por la Gobernación del Cesar a 15 millones de pesos, pero hasta el momento no hay respuestas sobre la ubicación del menor.
La búsqueda de Jhosuar ha sido incansable. Sus familiares han organizado velatones y caminatas por el regreso del niño, como la realizada el 12 de junio, a un mes de su desaparición, donde conocidos y comunidad en general, vestidos con ropa de color blanco y globos del mismo color, se desplazaron con carteles, mensajes, fotografías del niño, desde el barrio Nuevo Milenio hasta el Terminal de Trasporte, exigiendo justicia.
A un año de su desaparición, también continúan buscándolo en los pueblos, en diferentes lugares de Valledupar y sus alrededores, pero nadie tiene respuesta de su paradero y se tienen pocos detalles.
Captura de la mamá de Jhosuar
Cuando Jhosuar cumplía dos meses de desaparecido, en julio del año pasado, su mamá, Angélica Gil, fue capturada en el barrio La Florida del municipio de La Paz, Cesar. La orden de captura la hizo efectiva la Fiscalía Primera Especializada de Valledupar por el delito de desaparición forzada, esto con el objeto de que la mujer pudiera revelar alguna información para encontrar al niño.
Gil fue detenida al ser la última persona que estuvo con el menor y en ese momento la presentaron ante el Juzgado Segundo Penal Municipal con función de control de garantías de Valledupar, donde legalizaron su captura y le imputaron el cargo de desaparición forzada, delito que no aceptó. Posteriormente fue trasladada a la Cárcel Judicial.
“Esa captura estuvo mala porque tenían que capturar primero a la pareja de ella, que es la que la mete en este lío, porque ella sola no hubiera hecho eso, sino que se juntó con ella y la llevó a eso. Porque esa muchacha, a pesar que era menor que la hija mía, tenía un mundo, eso se le veía en la cara, que era diabólica, nunca daba la cara de frente, siempre agachaba la cabeza, no era confiable”, manifestó Reinel y añadió que desde que la pareja de su hija apareció en su vida, Angélica cambió notoriamente. “Ella cambió en el sentido de que ella sacaba al niño a pasear al parque, y de un momento a otro le fastidiaba, y a veces hasta le pegaba y él se ponía a llorar”.
¿Cómo va el caso?
En materia judicial, el caso se encuentra en desarrollo de la audiencia de juicio oral, donde la Fiscalía General de la Nación ha comenzado a practicar sus pruebas, tomando los testimonios de cada una de las personas que tiene información importante.
“Una vez culmine la Fiscalía, continuará la práctica de pruebas de la defensa y, finalmente, será un juez de conocimiento el que decida si la señora o madre del niño es responsable penalmente o no. El juicio oral se está adelantando por el delito de desaparición forzada”, aseguró Ronald Calderón, director Seccional de Fiscalías del Cesar.
De acuerdo con el director, la búsqueda del niño continúa, sin embargo, judicialmente lo que han podido lograr es la captura de la madre de Jhosuar.
“Ha sido hasta el momento la única persona que está siendo judicializada por esta desaparición, no tenemos hasta el momento vinculación formal de ninguna otra persona como autor o partícipe de ese delito de desaparición”, reitero Ronald Calderón.
Mientras los días pasan y el juicio sigue su curso, la familia de Joshuar David, en especial sus abuelos, no pierde la esperanza. Su abuela lo sueña, mientras su abuelo guarda su bicicleta para volver a pasearlo en la canasta: ambos conservan intacta la fe de que algún día volverán a escuchar su risa en el patio. Aunque el tiempo avanza, el amor de los abuelos no conoce de calendarios ni recompensas: solo quiere respuestas, y sobre todo, el regreso de su niño.
Por Leszlie Vides











