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Opinión - 16 marzo, 2025

Digna rabia

A las mujeres se nos recuerda una vez más que no estamos seguras en ninguna parte ni con ninguna compañía.

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El atroz caso de violación en manada a una mujer de 24 años mantiene a Valledupar en estado de conmoción y desesperanza. A las mujeres se nos recuerda una vez más que no estamos seguras en ninguna parte ni con ninguna compañía. El dolor que causa este crimen es tan profundo que no alcanza a ser plasmado en palabras.

El 8 de marzo a propósito de la marcha en conmemoración del día de la mujer, leí muchos comentarios en redes sociales, principalmente de hombres en los que se evidenciaba que no entienden ni les interesa entender por qué el feminismo exige políticas orientadas a la equidad de género y a la prevención de violencia contra la mujer. “Vayan a la cocina”, “No aportan nada a la sociedad”, “Están buscando 5 mujeres para descargar un camión de cemento”, “Feminazis”, nos decían.

No entienden ni les interesa entender que nuestra rabia es digna y nuestra lucha justa. Que casos como el de este 15 de marzo no son aislados sino que se han presentado desde hace muchos años alrededor del mundo y en nuestra ciudad. Que hacen parte de una estructura que refuerza los estereotipos de género y justifica la violencia contra la mujer. Que sus comentarios “chistosos” pueden tener efectos devastadores sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas. Señalan de enfermos y depravados a los 5 sujetos que perpetraron el acto, sin darse cuenta que sus palabras en esos comentarios, pueden alentar a este tipo de personas a violentarnos. Sin reflexionar siquiera en cómo su propio comportamiento, contribuye a que, en la mente del violador, la mujer merezca ser agredida y humillada.

Nuestra rabia es digna y estamos cansadas de quedarnos calladas porque el perpetrador es alguien poderoso, porque las autoridades no nos escuchan o porque sabemos que no pasará nada. Estamos cansadas de que quienes nos violentan queden impunes. Cansadas de pañitos de agua tibia, picnics, rosas y claveles. Las investigaciones para casos de feminicidios y violencia sexual no pueden seguir quedando estancadas. La familia de María Camila Urango, por ejemplo, después de casi un año de su asesinato sigue esperando justicia. Las medidas de prevención de estos crímenes tienen que tomarse en serio en este departamento, porque vienen en aumento y todo parece indicar que seguirán así.

Ya viene Festival Vallenato, época en la que se nos olvida todo lo que en el pasado nos indignó. Y eso no está mal, como seres humanos necesitamos también momentos de disfrute. Sin embargo, esta es también una temporada en la que el alcohol y la fiesta pueden derivar en violencia, incluida la de género. Por eso las medidas de prevención no dan espera y el olvido no puede ser la respuesta. Nuestro amado Festival no puede convertirse en una excusa para no seguir exigiendo justicia para las víctimas. Tenemos que seguir en pie de lucha y velar para que las autoridades sean efectivas en sus investigaciones y judicialicen a los responsables. No podemos voltear la cara hacia otro lado.

Nuestra digna rabia no se calmará. Además de medidas punitivas, pedimos inversión social. Porque la sociedad no se transforma a punta de cárcel sino con educación desde edades tempranas. Las futuras violaciones y futuros feminicidios no se previenen con condenas sino cambiando la mente de los futuros violadores y feminicidas. A las futuras víctimas no se les protege encerrando al violador de hoy, sino dándole recursos para escapar de su agresor y denunciar sin miedo y con la certeza de que no será revictimizada.

En el mundo hay miles de casos de los cuales aprender. Solo basta una verdadera voluntad y preocupación real por nuestra seguridad e integridad.

Mariana Orozco Blanco

Opinión
16 marzo, 2025

Digna rabia

A las mujeres se nos recuerda una vez más que no estamos seguras en ninguna parte ni con ninguna compañía.


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El atroz caso de violación en manada a una mujer de 24 años mantiene a Valledupar en estado de conmoción y desesperanza. A las mujeres se nos recuerda una vez más que no estamos seguras en ninguna parte ni con ninguna compañía. El dolor que causa este crimen es tan profundo que no alcanza a ser plasmado en palabras.

El 8 de marzo a propósito de la marcha en conmemoración del día de la mujer, leí muchos comentarios en redes sociales, principalmente de hombres en los que se evidenciaba que no entienden ni les interesa entender por qué el feminismo exige políticas orientadas a la equidad de género y a la prevención de violencia contra la mujer. “Vayan a la cocina”, “No aportan nada a la sociedad”, “Están buscando 5 mujeres para descargar un camión de cemento”, “Feminazis”, nos decían.

No entienden ni les interesa entender que nuestra rabia es digna y nuestra lucha justa. Que casos como el de este 15 de marzo no son aislados sino que se han presentado desde hace muchos años alrededor del mundo y en nuestra ciudad. Que hacen parte de una estructura que refuerza los estereotipos de género y justifica la violencia contra la mujer. Que sus comentarios “chistosos” pueden tener efectos devastadores sobre nuestros cuerpos y sobre nuestras vidas. Señalan de enfermos y depravados a los 5 sujetos que perpetraron el acto, sin darse cuenta que sus palabras en esos comentarios, pueden alentar a este tipo de personas a violentarnos. Sin reflexionar siquiera en cómo su propio comportamiento, contribuye a que, en la mente del violador, la mujer merezca ser agredida y humillada.

Nuestra rabia es digna y estamos cansadas de quedarnos calladas porque el perpetrador es alguien poderoso, porque las autoridades no nos escuchan o porque sabemos que no pasará nada. Estamos cansadas de que quienes nos violentan queden impunes. Cansadas de pañitos de agua tibia, picnics, rosas y claveles. Las investigaciones para casos de feminicidios y violencia sexual no pueden seguir quedando estancadas. La familia de María Camila Urango, por ejemplo, después de casi un año de su asesinato sigue esperando justicia. Las medidas de prevención de estos crímenes tienen que tomarse en serio en este departamento, porque vienen en aumento y todo parece indicar que seguirán así.

Ya viene Festival Vallenato, época en la que se nos olvida todo lo que en el pasado nos indignó. Y eso no está mal, como seres humanos necesitamos también momentos de disfrute. Sin embargo, esta es también una temporada en la que el alcohol y la fiesta pueden derivar en violencia, incluida la de género. Por eso las medidas de prevención no dan espera y el olvido no puede ser la respuesta. Nuestro amado Festival no puede convertirse en una excusa para no seguir exigiendo justicia para las víctimas. Tenemos que seguir en pie de lucha y velar para que las autoridades sean efectivas en sus investigaciones y judicialicen a los responsables. No podemos voltear la cara hacia otro lado.

Nuestra digna rabia no se calmará. Además de medidas punitivas, pedimos inversión social. Porque la sociedad no se transforma a punta de cárcel sino con educación desde edades tempranas. Las futuras violaciones y futuros feminicidios no se previenen con condenas sino cambiando la mente de los futuros violadores y feminicidas. A las futuras víctimas no se les protege encerrando al violador de hoy, sino dándole recursos para escapar de su agresor y denunciar sin miedo y con la certeza de que no será revictimizada.

En el mundo hay miles de casos de los cuales aprender. Solo basta una verdadera voluntad y preocupación real por nuestra seguridad e integridad.

Mariana Orozco Blanco