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Editorial - 26 febrero, 2025

Del vandalismo político a violentos grafitis

En nota editorial anterior registramos cómo algunas paredes en Valledupar fueron utilizadas para ejercer una especie de vandalismo con mensajes irrespetuosos, pero, como si eso fuera poco, este miércoles la cosa empeoró: aparecieron grafitis de grupos armados ilegales.

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En nota editorial anterior registramos cómo algunas paredes en Valledupar fueron utilizadas para ejercer una especie de vandalismo con mensajes irrespetuosos, pero, como si eso fuera poco, este miércoles la cosa empeoró: aparecieron grafitis de grupos armados ilegales.

Lo más preocupante es que esos grafitis fueron realizados a plena luz del día en las paredes de la sede del Colegio Nacional Loperena ubicada en el barrio Garupal y en algunos vehículos que estaban estacionados en los alrededores de esa institución.

A plena luz del día, porque esos vehículos no pasaron la noche ahí, llegaron en la mañana a estacionarse, lo cual indica que los militantes de estos grupos armados se mueven a sus anchas, a cualquier hora, por la ciudad. Ese ha de ser un primer punto para tener en cuenta, señores de la Policía Nacional y demás autoridades.

Obvio, la situación ha generado incertidumbre en la ciudadanía porque no se sabe a ciencia cierta qué buscan los autores armados ilegales con este tipo de mensajes y, lo que es peor, qué sigue después de esos grafitis.

Los grafitis aparecieron con las siglas ACSN y se les atribuyen a las Autodefensas de la Sierra Nevada. Las primeras hipótesis que manejan las autoridades locales, es que estos podrían estar relacionados con intentos de extorsión a comerciantes y transportadores, además de una estrategia para establecer control territorial en el mercado del narcotráfico.

Pero no es solo Valledupar, durante pasados días se instalaron banderas del ELN y artefactos explosivos en varias regiones del Cesar y La Guajira. Por ejemplo, en el municipio de Río de Oro fueron detectados dos cilindros bombas enterrados; lo mismo ocurrió este miércoles en la vía que comunica a los municipios de Villanueva y El Molino. A ello también se suma el reciente secuestro de la expersonera de Tamalameque, Yennis Salazar Zabaleta, junto a dos personas más que posteriormente fueron liberadas, al tiempo que incineraron el vehículo en el que se movilizaban.

Como se ve, son hechos que han puesto en evidencia el creciente accionar de grupos armados ilegales de todo tipo en la región.

Tanto en Valledupar como en la región estamos bajo la intimidación armada y hay que prender todas las alarmas para que en medio de ese fenómeno no se caiga en la peligrosa normalización de la violencia. No hay que perder la capacidad de asombro y debemos alarmarnos todas las veces que sea necesario.

Lo paradójico es que las autoridades, por un lado, insisten en los avances en seguridad y, por el otro, se percibe el resurgimiento de grupos armados ilegales, tal como acaba de ocurrir.

No queremos que se repitan esos episodios históricos ocurridos en el Cesar y La Guajira en las décadas de los 80 y 90, máxime cuando en los últimos años se lograron avances importantes en materia de seguridad.

No podemos negar que, a pesar de los esfuerzos de la institucionalidad, la sombra de los grupos armados ilegales sigue siendo alargada y, por tanto, la seguridad sigue siendo un tema pendiente de resolver. No bajemos la guardia.

De una columna sobre Afinia
EL PILÓN garantiza la libre expresión de sus columnistas. Pero en el caso de la columna de Eloy Gutiérrez titulada ‘Afinia, una empresa delincuente’, del pasado martes 25, aunque consideramos grave la denuncia, cuyo tono y titular rechazamos, debe dársele respuesta oficial por la empresa. El columnista, que explica su desesperación, se habría motivado con la idea de que de otro modo no hubiera tenido igual visibilidad y resonancia. Tratándose de un asunto personal, debió previamente hacerse la denuncia ante nuestros periodistas, para hacer el informe respectivo, y encontrar antes una respuesta.

Editorial
26 febrero, 2025

Del vandalismo político a violentos grafitis

En nota editorial anterior registramos cómo algunas paredes en Valledupar fueron utilizadas para ejercer una especie de vandalismo con mensajes irrespetuosos, pero, como si eso fuera poco, este miércoles la cosa empeoró: aparecieron grafitis de grupos armados ilegales.


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En nota editorial anterior registramos cómo algunas paredes en Valledupar fueron utilizadas para ejercer una especie de vandalismo con mensajes irrespetuosos, pero, como si eso fuera poco, este miércoles la cosa empeoró: aparecieron grafitis de grupos armados ilegales.

Lo más preocupante es que esos grafitis fueron realizados a plena luz del día en las paredes de la sede del Colegio Nacional Loperena ubicada en el barrio Garupal y en algunos vehículos que estaban estacionados en los alrededores de esa institución.

A plena luz del día, porque esos vehículos no pasaron la noche ahí, llegaron en la mañana a estacionarse, lo cual indica que los militantes de estos grupos armados se mueven a sus anchas, a cualquier hora, por la ciudad. Ese ha de ser un primer punto para tener en cuenta, señores de la Policía Nacional y demás autoridades.

Obvio, la situación ha generado incertidumbre en la ciudadanía porque no se sabe a ciencia cierta qué buscan los autores armados ilegales con este tipo de mensajes y, lo que es peor, qué sigue después de esos grafitis.

Los grafitis aparecieron con las siglas ACSN y se les atribuyen a las Autodefensas de la Sierra Nevada. Las primeras hipótesis que manejan las autoridades locales, es que estos podrían estar relacionados con intentos de extorsión a comerciantes y transportadores, además de una estrategia para establecer control territorial en el mercado del narcotráfico.

Pero no es solo Valledupar, durante pasados días se instalaron banderas del ELN y artefactos explosivos en varias regiones del Cesar y La Guajira. Por ejemplo, en el municipio de Río de Oro fueron detectados dos cilindros bombas enterrados; lo mismo ocurrió este miércoles en la vía que comunica a los municipios de Villanueva y El Molino. A ello también se suma el reciente secuestro de la expersonera de Tamalameque, Yennis Salazar Zabaleta, junto a dos personas más que posteriormente fueron liberadas, al tiempo que incineraron el vehículo en el que se movilizaban.

Como se ve, son hechos que han puesto en evidencia el creciente accionar de grupos armados ilegales de todo tipo en la región.

Tanto en Valledupar como en la región estamos bajo la intimidación armada y hay que prender todas las alarmas para que en medio de ese fenómeno no se caiga en la peligrosa normalización de la violencia. No hay que perder la capacidad de asombro y debemos alarmarnos todas las veces que sea necesario.

Lo paradójico es que las autoridades, por un lado, insisten en los avances en seguridad y, por el otro, se percibe el resurgimiento de grupos armados ilegales, tal como acaba de ocurrir.

No queremos que se repitan esos episodios históricos ocurridos en el Cesar y La Guajira en las décadas de los 80 y 90, máxime cuando en los últimos años se lograron avances importantes en materia de seguridad.

No podemos negar que, a pesar de los esfuerzos de la institucionalidad, la sombra de los grupos armados ilegales sigue siendo alargada y, por tanto, la seguridad sigue siendo un tema pendiente de resolver. No bajemos la guardia.

De una columna sobre Afinia
EL PILÓN garantiza la libre expresión de sus columnistas. Pero en el caso de la columna de Eloy Gutiérrez titulada ‘Afinia, una empresa delincuente’, del pasado martes 25, aunque consideramos grave la denuncia, cuyo tono y titular rechazamos, debe dársele respuesta oficial por la empresa. El columnista, que explica su desesperación, se habría motivado con la idea de que de otro modo no hubiera tenido igual visibilidad y resonancia. Tratándose de un asunto personal, debió previamente hacerse la denuncia ante nuestros periodistas, para hacer el informe respectivo, y encontrar antes una respuesta.