Se ha demostrado en múltiples ocasiones que no toda norma es justa y es por ello que a través de la creación de la ley es que se ha permitido y legitimado dictaduras, genocidios e incluso el holocausto
“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, un refrán que engloba el debate social actual y es sobre el retroceso en materia de derechos humanos que plantea el cuestionamiento de fondo sobre la discriminación al colectivo LGBTI. Parece que retornáramos a la inquisición.
Se ha demostrado en múltiples ocasiones que no toda norma es justa y es por ello que a través de la creación de la ley es que se ha permitido y legitimado dictaduras, genocidios e incluso el holocausto, lo que hace necesario que se deba tener la capacidad de diferenciar cuándo se obra en Derecho y cuándo se aborda el valor esencial del mismo, que es la justicia. En la actualidad como un ideal mórbido nuevamente son tendencias internacionales escenarios de discriminación, violencia pasiva y desconocimiento de avances de la comunidad LGBTI, con el justificante que el mundo se ha convertido en un vendedor de la cultura diversa, olvidándose que lo que se ha pretendido es la inclusión social con equidad.
Es el caso de que en lo que va ocurrido del 2021 se han planteado fuertes restricciones a la comunidad diversa, es el caso de Hungría con la modificación de la constitución con el objetivo de evitar la adopción de parejas homosexuales, la prohibición de publicidad de algún tipo de socialización de parejas homosexuales en Rusia, Puerto Rico desprotege la discriminación contra la comunidad LGBTI como un delito (incitando de manera indirecta a la ocurrencia de actos de intolerancia) y, de manera paralela, el día 5 de julio del presente año fue asesinado un hombre en España por su orientación sexual (réplica de lo que ocurre a diario en el mundo).
No se trata de imponer una tendencia sino del reconocimiento legítimo de derechos fundamentales que como individuo se tienen y que son reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de diversos tratados internacionales, pero a pesar de ello la tendencia arriba plantea un panorama oscuro para la comunidad diversa que tiene la necesidad de una organización social sólida para la defensa de los derechos civiles adquiridos a través de la protesta social y de representantes de la comunidad que incluso le costaron la vida.
Se trata de comprender que el objetivo de la socialización de la existencia de comunidad LGBTI no se realiza con la finalidad de convertir a los demás en homosexuales sino de crear una consciencia colectiva de respeto por el otro y de inclusión que permita el ejercicio de derechos esenciales como la vida, la familia y se fomente el progreso hacia la aceptación del otro.
¿Qué tanto ha evolucionado el hombre en la inclusión social? ¿El abordaje de herramientas educativas y del ideal de derechos fundamentales, dónde queda? La respuesta a título personal es simple: no puede haber avance sobre la materia si quienes legislan son personas que pertenecen a otra generación que aún no aceptan el cambio del nuevo milenio, el cual busca fundamentarse en el respeto por el otro y el valor social; asimismo, los maestros de esta generación aún pertenecen a la generación pasada que se custodia y rehúsa al cambio y, por último, que no se puede normalizar la negación de derechos y desconocer el otro con el argumento de la soberanía de Estado ni con la libertad de expresión porque resulta necesario confrontar la injusticia desde los principios del Derecho y de la humanidad misma.
Se ha demostrado en múltiples ocasiones que no toda norma es justa y es por ello que a través de la creación de la ley es que se ha permitido y legitimado dictaduras, genocidios e incluso el holocausto
“Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, un refrán que engloba el debate social actual y es sobre el retroceso en materia de derechos humanos que plantea el cuestionamiento de fondo sobre la discriminación al colectivo LGBTI. Parece que retornáramos a la inquisición.
Se ha demostrado en múltiples ocasiones que no toda norma es justa y es por ello que a través de la creación de la ley es que se ha permitido y legitimado dictaduras, genocidios e incluso el holocausto, lo que hace necesario que se deba tener la capacidad de diferenciar cuándo se obra en Derecho y cuándo se aborda el valor esencial del mismo, que es la justicia. En la actualidad como un ideal mórbido nuevamente son tendencias internacionales escenarios de discriminación, violencia pasiva y desconocimiento de avances de la comunidad LGBTI, con el justificante que el mundo se ha convertido en un vendedor de la cultura diversa, olvidándose que lo que se ha pretendido es la inclusión social con equidad.
Es el caso de que en lo que va ocurrido del 2021 se han planteado fuertes restricciones a la comunidad diversa, es el caso de Hungría con la modificación de la constitución con el objetivo de evitar la adopción de parejas homosexuales, la prohibición de publicidad de algún tipo de socialización de parejas homosexuales en Rusia, Puerto Rico desprotege la discriminación contra la comunidad LGBTI como un delito (incitando de manera indirecta a la ocurrencia de actos de intolerancia) y, de manera paralela, el día 5 de julio del presente año fue asesinado un hombre en España por su orientación sexual (réplica de lo que ocurre a diario en el mundo).
No se trata de imponer una tendencia sino del reconocimiento legítimo de derechos fundamentales que como individuo se tienen y que son reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de diversos tratados internacionales, pero a pesar de ello la tendencia arriba plantea un panorama oscuro para la comunidad diversa que tiene la necesidad de una organización social sólida para la defensa de los derechos civiles adquiridos a través de la protesta social y de representantes de la comunidad que incluso le costaron la vida.
Se trata de comprender que el objetivo de la socialización de la existencia de comunidad LGBTI no se realiza con la finalidad de convertir a los demás en homosexuales sino de crear una consciencia colectiva de respeto por el otro y de inclusión que permita el ejercicio de derechos esenciales como la vida, la familia y se fomente el progreso hacia la aceptación del otro.
¿Qué tanto ha evolucionado el hombre en la inclusión social? ¿El abordaje de herramientas educativas y del ideal de derechos fundamentales, dónde queda? La respuesta a título personal es simple: no puede haber avance sobre la materia si quienes legislan son personas que pertenecen a otra generación que aún no aceptan el cambio del nuevo milenio, el cual busca fundamentarse en el respeto por el otro y el valor social; asimismo, los maestros de esta generación aún pertenecen a la generación pasada que se custodia y rehúsa al cambio y, por último, que no se puede normalizar la negación de derechos y desconocer el otro con el argumento de la soberanía de Estado ni con la libertad de expresión porque resulta necesario confrontar la injusticia desde los principios del Derecho y de la humanidad misma.