Con el objetivo de prevenir mayores daños, se llevó a cabo un consejo de gestión del riesgo para analizar la situación y tomar decisiones oportunas frente a la creciente del río Guatapurí.
“Yo estaba dormido y me di cuenta de que el agua empezó a subir a las 11 de la noche. Cuando olí barro, pensé: ‘qué situación tan mala’. Daba miedo el estruendo que hacían las piedras y escombros; el choque sonaba como un trueno. Fui hasta el puente colgante y las lámparas se las llevó el agua. El río arrastró como 14 carpas. El puente se tambaleaba como si estuviera borracho”, relató Walter Castillo Serna, quien se gana la vida vigilando carpas, negocios y motos muy cerca del CAI en Hurtado.
La creciente del río Guatapurí se hizo notoria y destructiva la noche del 12 de noviembre, evidenciada a través de videos en redes sociales y por el ruido de las piedras chocando entre sí, así como por el olor a tierra mojada que percibían aquellos que cuidaban sus negocios ambulantes. Para la mañana del 13 de noviembre, se podían observar marcas del agua sobre la tierra, luminarias rotas y desaparecidas, cables expuestos y un nivel de agua poco visto en décadas.
Wilberto Quintero Rojas, comerciante de recuerdos como miniaturas de la escultura de la Sirena Vallenata, mantas guajiras, pantalonetas, ponchos, mochilas y gorras, comentó: “Tuvimos que subir la mercancía más de lo habitual. La creciente comenzó a las 7 de la noche y estuvimos aquí hasta las 9. La señal donde llegó el agua está clara; a esa hora ya había subido bastante. Es terrible. Estamos aquí pendientes, pero cuando el agua comienza a subir por este lado, empezamos a recoger y guardar todo para no esperar la avalancha. Las ventas están muy graves porque el agua no nos deja trabajar bien. Cuando llega el turista y ve el río crecido, se va de inmediato. Llevo como tres semanas sin vender una pantaloneta porque la gente no se baña debido al aumento del nivel del río. La venta ha sido pesadísima, pero bueno, es la voluntad de Dios”.
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El río estaba rodeado de personas que se acercaban peligrosamente a la orilla; algunas estaban sentadas con los pies en el agua, mientras que otras capturaban fotografías de un fenómeno natural que no se había presenciado en generaciones. Al consultar en el CAI Hurtado sobre las medidas implementadas para prevenir accidentes, la respuesta fue que, desde hace una semana, la Alcaldía había prohibido la venta de bebidas alcohólicas. Sin embargo, esta medida no impide que las personas se aventuren tan cerca de una corriente que puede ser peligrosa.
En videos compartidos en redes sociales, se puede ver a jóvenes cruzando el río a nado. Al hablar con algunos vendedores en la orilla, quienes prefirieron permanecer en el anonimato, expresaron su preocupación por el creciente número de jóvenes que visitan el río en los últimos días para nadar, lanzarse desde los árboles y regresar a la orilla. No comprenden por qué se permite el ingreso de personas bajo estas circunstancias, especialmente considerando que la Defensa Civil Colombiana, seccional Cesar, realiza acompañamientos los fines de semana y ya han ocurrido accidentes con bañistas imprudentes durante la semana.
Al consultar a la Secretaría de Gobierno sobre las medidas que se tomarán y si se cerrará el acceso al río, confirmaron que actualmente están en un Consejo de Gestión del Riesgo permanente donde se determinarán las acciones a seguir. Hasta el cierre de esta edición, aún estaban evaluando las medidas pertinentes.
“Los tiempos han cambiado, pero el río no pregunta por nada, él busca su cauce”, aseguró Castillo Serna.
Por Redacción EL PILÓN
Con el objetivo de prevenir mayores daños, se llevó a cabo un consejo de gestión del riesgo para analizar la situación y tomar decisiones oportunas frente a la creciente del río Guatapurí.
“Yo estaba dormido y me di cuenta de que el agua empezó a subir a las 11 de la noche. Cuando olí barro, pensé: ‘qué situación tan mala’. Daba miedo el estruendo que hacían las piedras y escombros; el choque sonaba como un trueno. Fui hasta el puente colgante y las lámparas se las llevó el agua. El río arrastró como 14 carpas. El puente se tambaleaba como si estuviera borracho”, relató Walter Castillo Serna, quien se gana la vida vigilando carpas, negocios y motos muy cerca del CAI en Hurtado.
La creciente del río Guatapurí se hizo notoria y destructiva la noche del 12 de noviembre, evidenciada a través de videos en redes sociales y por el ruido de las piedras chocando entre sí, así como por el olor a tierra mojada que percibían aquellos que cuidaban sus negocios ambulantes. Para la mañana del 13 de noviembre, se podían observar marcas del agua sobre la tierra, luminarias rotas y desaparecidas, cables expuestos y un nivel de agua poco visto en décadas.
Wilberto Quintero Rojas, comerciante de recuerdos como miniaturas de la escultura de la Sirena Vallenata, mantas guajiras, pantalonetas, ponchos, mochilas y gorras, comentó: “Tuvimos que subir la mercancía más de lo habitual. La creciente comenzó a las 7 de la noche y estuvimos aquí hasta las 9. La señal donde llegó el agua está clara; a esa hora ya había subido bastante. Es terrible. Estamos aquí pendientes, pero cuando el agua comienza a subir por este lado, empezamos a recoger y guardar todo para no esperar la avalancha. Las ventas están muy graves porque el agua no nos deja trabajar bien. Cuando llega el turista y ve el río crecido, se va de inmediato. Llevo como tres semanas sin vender una pantaloneta porque la gente no se baña debido al aumento del nivel del río. La venta ha sido pesadísima, pero bueno, es la voluntad de Dios”.
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El río estaba rodeado de personas que se acercaban peligrosamente a la orilla; algunas estaban sentadas con los pies en el agua, mientras que otras capturaban fotografías de un fenómeno natural que no se había presenciado en generaciones. Al consultar en el CAI Hurtado sobre las medidas implementadas para prevenir accidentes, la respuesta fue que, desde hace una semana, la Alcaldía había prohibido la venta de bebidas alcohólicas. Sin embargo, esta medida no impide que las personas se aventuren tan cerca de una corriente que puede ser peligrosa.
En videos compartidos en redes sociales, se puede ver a jóvenes cruzando el río a nado. Al hablar con algunos vendedores en la orilla, quienes prefirieron permanecer en el anonimato, expresaron su preocupación por el creciente número de jóvenes que visitan el río en los últimos días para nadar, lanzarse desde los árboles y regresar a la orilla. No comprenden por qué se permite el ingreso de personas bajo estas circunstancias, especialmente considerando que la Defensa Civil Colombiana, seccional Cesar, realiza acompañamientos los fines de semana y ya han ocurrido accidentes con bañistas imprudentes durante la semana.
Al consultar a la Secretaría de Gobierno sobre las medidas que se tomarán y si se cerrará el acceso al río, confirmaron que actualmente están en un Consejo de Gestión del Riesgo permanente donde se determinarán las acciones a seguir. Hasta el cierre de esta edición, aún estaban evaluando las medidas pertinentes.
“Los tiempos han cambiado, pero el río no pregunta por nada, él busca su cauce”, aseguró Castillo Serna.
Por Redacción EL PILÓN