Aunque para ese momento la capital del Cesar era un pequeño pueblo donde sus habitantes contaban con pocos televisores, el interés del momento permitió que muchos vivieran el acontecimiento entre vecinos.
Hoy el mundo entero revive el recuerdo del alunizaje protagonizado por la misión Apolo 11 hace 50 años. La misión, enviada por los Estados Unidos, fue seguida desde diferentes lugares a lo largo y ancho de la tierra entre los que Valledupar no quedó por fuera.
Cinco décadas después y con muchos cambios de por medio, desde aquel 1969 cuando en esta ciudad tuvieron que seguir la transmisión a blanco y negro, dos habitantes de esta capital que contaron entonces con la oportunidad de tener un televisor, recordaron cómo se vivió aquel histórico día.
A diferencia de ese 20 de julio, ahora frente a un moderno televisor y rodeado de muchas más comodidades que en otrora, Libardo Cuello Monsalvo, un valduparense criado muy cerca de la plaza Alfonso López, señaló que esa misión se percibía con mucho temor e incertidumbre.
“Me acuerdo que la gente decía: se va a acabar el mundo, porque iban a pisar la luna; otros decían que era mentiras de los gringos, que eso era inventado, que iban a poner un aparato de aterrizaje en un planeta por ahí”, relató Cuello Monsalvo, quien destacó que en ese momento la señal de Colombia era de muy mala calidad y por eso se conectaban a la señal de Venezuela.
“Había una antena encima de los techos y era muy mala la señal, pésima. Aquí los niños de los pueblos en ese tiempo se sabían era el himno de Venezuela” sostuvo.
En efecto, la televisión para ese día se veía con una imagen en blanco y negro y el señor Libardo, quien tenía 30 años cuando ocurrió este acontecimiento, contaba en su vivienda familiar con un aparato “de cuatro paticas que uno lo desarmaba y lo armaba, lo corríamos de lugar”. Lo habían comprado en Maicao, La Guajira.
Por este motivo en su casa, ubicada sobre la carrera sexta, se convirtió en el epicentro de algunos vecinos que llegaron hasta allí atraídos por la curiosidad de lo que sucedería ese día y que, a la par, muchos vaticinaban como el fin del mundo.
“Muy poca gente se reunió, los del barrio que pasaban y miraban. La gente tenía era miedo, terror, porque creían que se iba a acabar el mundo, decían”, expresó Cuello Monsalvo.
Dentro de sus recuerdos aparece que durante el tiempo que observaron la transmisión reinaba la tranquilidad y cierto asombro entre los espectadores que después, habiendo terminado el reporte que se hacía, se retiraron de su vivienda con mucha calma, hablando en voz baja y compartiendo sus impresiones al respecto.
“Un espectáculo, imagínese, ir a la luna”, sigue pensando en la actualidad sobre este evento. Sin embargo, no desconoció que en aquel momento también algunos creían, como todavía muchos lo hacen, que el viaje hasta el único satélite natural de la Tierra era una mentira inventada por los estadounidenses.
A pesar de las opiniones, el alunizaje mereció en esta ciudad, que para ese año todavía se limitaba a estar habitada en los barrios del centro, el Cañahuate, El Cerezo y La Garita, diversas impresiones entre los moradores de ese pequeños pueblo que vieron alucinados una gesta tan importante.
Entusiasmo sin dudas
María Victoria Saade fue otra de las vallenatas que tuvo la oportunidad de observar el que fue, en palabras del primer hombre que pisó la luna, Neil Armstrong, como “un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Ella tuvo la oportunidad de seguir esta noticia desde su propia casa, en compañía de vecinos y amigos entre los que se encontraban personas de todas las edades.
“Éramos unos jóvenes obviamente, Valledupar era una aldea, era muy pequeño y había muy pocos televisores en Valledupar y en el barrio que vivíamos, el Loperena, no había muchos en esas cuadras”, rememoró.
Entonces, narró Saade, sacaron el televisor al patio y allí todos tuvieron la oportunidad de ver la transmisión, compartiendo así entre gente adulta, sus papás, amigos de ellos y muchos niños y jóvenes quienes recibieron el evento con un gran regocijo, también viéndolo por medio de una señal a blanco y negro de la que Saade no logró precisar si era de origen colombiano o venezolano ya que, coincidiendo con Monsalvo Cuello, se refirió a que en esos años se captaba mejor la señal del vecino país aunque no en todas las casas pasaba igual.
“Era un acontecimiento y lo miramos, se juntaba la gente en las casas. Antes de eso en mi casa no había televisor y entonces era nuevo y era grande y lo pusimos en el patio y todos lo vimos, todos vimos llegar con gran regocijo. Fue un acontecimiento, una cosa que nunca se olvida a pesar de tantos años”, puntualizó, al mismo tiempo que atribuyó que el interés por comprar el televisor se dio en gran medida por tener dónde ver el alunizaje.
Sobre lo que comentaban las personas frente a este hecho aseguró que en su caso era algo absolutamente verídico y que no existían dudas al respecto y que más bien les parecía que era una gran maravilla lo que estaba pasando. “Todo el mundo estaba maravillado con que el ser humano hubiera alcanzado eso”, agregó.
Con relación al aparato que les permitió observar esta hazaña, manifestó que ya no cuentan con él debido a todo el tiempo que ha pasado. A pesar de esto lo que sí conservan, tanto Saade como Cuello Monsalvo, es el recuerdo prácticamente intacto de lo que fue el aterrizaje de la nave tripulada a la luna.
Daniela Rincones Julio / EL PILÓN
[email protected]
Aunque para ese momento la capital del Cesar era un pequeño pueblo donde sus habitantes contaban con pocos televisores, el interés del momento permitió que muchos vivieran el acontecimiento entre vecinos.
Hoy el mundo entero revive el recuerdo del alunizaje protagonizado por la misión Apolo 11 hace 50 años. La misión, enviada por los Estados Unidos, fue seguida desde diferentes lugares a lo largo y ancho de la tierra entre los que Valledupar no quedó por fuera.
Cinco décadas después y con muchos cambios de por medio, desde aquel 1969 cuando en esta ciudad tuvieron que seguir la transmisión a blanco y negro, dos habitantes de esta capital que contaron entonces con la oportunidad de tener un televisor, recordaron cómo se vivió aquel histórico día.
A diferencia de ese 20 de julio, ahora frente a un moderno televisor y rodeado de muchas más comodidades que en otrora, Libardo Cuello Monsalvo, un valduparense criado muy cerca de la plaza Alfonso López, señaló que esa misión se percibía con mucho temor e incertidumbre.
“Me acuerdo que la gente decía: se va a acabar el mundo, porque iban a pisar la luna; otros decían que era mentiras de los gringos, que eso era inventado, que iban a poner un aparato de aterrizaje en un planeta por ahí”, relató Cuello Monsalvo, quien destacó que en ese momento la señal de Colombia era de muy mala calidad y por eso se conectaban a la señal de Venezuela.
“Había una antena encima de los techos y era muy mala la señal, pésima. Aquí los niños de los pueblos en ese tiempo se sabían era el himno de Venezuela” sostuvo.
En efecto, la televisión para ese día se veía con una imagen en blanco y negro y el señor Libardo, quien tenía 30 años cuando ocurrió este acontecimiento, contaba en su vivienda familiar con un aparato “de cuatro paticas que uno lo desarmaba y lo armaba, lo corríamos de lugar”. Lo habían comprado en Maicao, La Guajira.
Por este motivo en su casa, ubicada sobre la carrera sexta, se convirtió en el epicentro de algunos vecinos que llegaron hasta allí atraídos por la curiosidad de lo que sucedería ese día y que, a la par, muchos vaticinaban como el fin del mundo.
“Muy poca gente se reunió, los del barrio que pasaban y miraban. La gente tenía era miedo, terror, porque creían que se iba a acabar el mundo, decían”, expresó Cuello Monsalvo.
Dentro de sus recuerdos aparece que durante el tiempo que observaron la transmisión reinaba la tranquilidad y cierto asombro entre los espectadores que después, habiendo terminado el reporte que se hacía, se retiraron de su vivienda con mucha calma, hablando en voz baja y compartiendo sus impresiones al respecto.
“Un espectáculo, imagínese, ir a la luna”, sigue pensando en la actualidad sobre este evento. Sin embargo, no desconoció que en aquel momento también algunos creían, como todavía muchos lo hacen, que el viaje hasta el único satélite natural de la Tierra era una mentira inventada por los estadounidenses.
A pesar de las opiniones, el alunizaje mereció en esta ciudad, que para ese año todavía se limitaba a estar habitada en los barrios del centro, el Cañahuate, El Cerezo y La Garita, diversas impresiones entre los moradores de ese pequeños pueblo que vieron alucinados una gesta tan importante.
Entusiasmo sin dudas
María Victoria Saade fue otra de las vallenatas que tuvo la oportunidad de observar el que fue, en palabras del primer hombre que pisó la luna, Neil Armstrong, como “un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. Ella tuvo la oportunidad de seguir esta noticia desde su propia casa, en compañía de vecinos y amigos entre los que se encontraban personas de todas las edades.
“Éramos unos jóvenes obviamente, Valledupar era una aldea, era muy pequeño y había muy pocos televisores en Valledupar y en el barrio que vivíamos, el Loperena, no había muchos en esas cuadras”, rememoró.
Entonces, narró Saade, sacaron el televisor al patio y allí todos tuvieron la oportunidad de ver la transmisión, compartiendo así entre gente adulta, sus papás, amigos de ellos y muchos niños y jóvenes quienes recibieron el evento con un gran regocijo, también viéndolo por medio de una señal a blanco y negro de la que Saade no logró precisar si era de origen colombiano o venezolano ya que, coincidiendo con Monsalvo Cuello, se refirió a que en esos años se captaba mejor la señal del vecino país aunque no en todas las casas pasaba igual.
“Era un acontecimiento y lo miramos, se juntaba la gente en las casas. Antes de eso en mi casa no había televisor y entonces era nuevo y era grande y lo pusimos en el patio y todos lo vimos, todos vimos llegar con gran regocijo. Fue un acontecimiento, una cosa que nunca se olvida a pesar de tantos años”, puntualizó, al mismo tiempo que atribuyó que el interés por comprar el televisor se dio en gran medida por tener dónde ver el alunizaje.
Sobre lo que comentaban las personas frente a este hecho aseguró que en su caso era algo absolutamente verídico y que no existían dudas al respecto y que más bien les parecía que era una gran maravilla lo que estaba pasando. “Todo el mundo estaba maravillado con que el ser humano hubiera alcanzado eso”, agregó.
Con relación al aparato que les permitió observar esta hazaña, manifestó que ya no cuentan con él debido a todo el tiempo que ha pasado. A pesar de esto lo que sí conservan, tanto Saade como Cuello Monsalvo, es el recuerdo prácticamente intacto de lo que fue el aterrizaje de la nave tripulada a la luna.
Daniela Rincones Julio / EL PILÓN
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