La sexóloga clínica Analía Lilian Pérez explicó las diferencias entre lo que ella llama “deseos sexuales muy elevados” y una adicción al sexo.
La sexóloga clínica Analía Lilian Pérez explicó las diferencias entre lo que ella llama “deseos sexuales muy elevados” y una adicción al sexo. Pérez explicó que las personas adictas al sexo “tienen deseo sexual y fantasías intensas y espontáneas; tienen una conducta sexual compulsiva a tener relaciones sexuales, a autoestimularse, a tener varias relaciones con parejas diferentes en una noche, y también a ver pornografía de manera constante y persistente”.
Pérez explicó que cuando se refieren a una adicción se habla de que es algo que impide vivir la vida cotidiana con normalidad y dicho impulso resulta incontrolable para la persona puesto que es algo que no puede controlar.
Las personas adictas están constantemente preocupadas por sentimientos y/o pensamientos sexuales al punto de que ello interfiere en su funcionamiento laboral y puede repercutir gravemente en sus relaciones. Sus impulsos sexuales se originan de manera espontánea y se sienten “calientes” aún en ausencia de incitadores sexuales externos.
La adicción al sexo, como otras adicciones, ocasiona una necesidad imperiosa de saciar ese impulso, impidiendo disfrutar en plenitud de la relación sexual en caso de tenerla.
Si bien las personas piensan que aquellas personas “adictas al sexo” serían muy buenas parejas. Esto podría estar equivocado, Pérez explicó que “no es lo mismo tener ganas con mucha frecuencia, ser creativo, tener riqueza y calidad en el encuentro que estar constantemente con un impulso incontrolable al sexo, lo que muchas veces no se disfruta y hasta se padece”.
Otra de las principales diferencias entre las personas adictas al sexo y un impulso hacia el sexo, la persona adicta “no duda en arriesgar su trabajo, su relación de pareja o incluso exponerse a infecciones de trasmisión sexual. Si no dan curso a su impulso suelen sentirse tensos, ansiosos y disfóricos”.
En caso de ser adicto es necesario acudir a tratamiento psicológico, sexológico, además puede ser conveniente el tratamiento psiquiátrico con medicación para poder trabajar esos aspectos profundos que producen estas conductas y sostienen esta adicción.
La sexóloga clínica Analía Lilian Pérez explicó las diferencias entre lo que ella llama “deseos sexuales muy elevados” y una adicción al sexo.
La sexóloga clínica Analía Lilian Pérez explicó las diferencias entre lo que ella llama “deseos sexuales muy elevados” y una adicción al sexo. Pérez explicó que las personas adictas al sexo “tienen deseo sexual y fantasías intensas y espontáneas; tienen una conducta sexual compulsiva a tener relaciones sexuales, a autoestimularse, a tener varias relaciones con parejas diferentes en una noche, y también a ver pornografía de manera constante y persistente”.
Pérez explicó que cuando se refieren a una adicción se habla de que es algo que impide vivir la vida cotidiana con normalidad y dicho impulso resulta incontrolable para la persona puesto que es algo que no puede controlar.
Las personas adictas están constantemente preocupadas por sentimientos y/o pensamientos sexuales al punto de que ello interfiere en su funcionamiento laboral y puede repercutir gravemente en sus relaciones. Sus impulsos sexuales se originan de manera espontánea y se sienten “calientes” aún en ausencia de incitadores sexuales externos.
La adicción al sexo, como otras adicciones, ocasiona una necesidad imperiosa de saciar ese impulso, impidiendo disfrutar en plenitud de la relación sexual en caso de tenerla.
Si bien las personas piensan que aquellas personas “adictas al sexo” serían muy buenas parejas. Esto podría estar equivocado, Pérez explicó que “no es lo mismo tener ganas con mucha frecuencia, ser creativo, tener riqueza y calidad en el encuentro que estar constantemente con un impulso incontrolable al sexo, lo que muchas veces no se disfruta y hasta se padece”.
Otra de las principales diferencias entre las personas adictas al sexo y un impulso hacia el sexo, la persona adicta “no duda en arriesgar su trabajo, su relación de pareja o incluso exponerse a infecciones de trasmisión sexual. Si no dan curso a su impulso suelen sentirse tensos, ansiosos y disfóricos”.
En caso de ser adicto es necesario acudir a tratamiento psicológico, sexológico, además puede ser conveniente el tratamiento psiquiátrico con medicación para poder trabajar esos aspectos profundos que producen estas conductas y sostienen esta adicción.