La Fundación Viva Internacional se encargará de hacer felices a 200 niños en la invasión Los Ciruelos, al suroriente de Valledupar.
No paraba de reírse, portaba únicamente un pequeño bóxer (interior) verde sobre su cuerpo; sin zapatos, porque dice gustarle el ‘sentir’ de la tierra, se desplaza por toda la invasión, menos de 40 casas situadas en una sola calle o cuchilla, ese es Brayan, quien con su sonrisa y su rubio cabello entrega un brillo único de inocencia. No lloró, (lo hizo un día que le fueron a tomar fotos), estuvo risueño, su hermana era la compinche, y al mirarse no hicieron más… Mayo en una silla arreglaba el regalo para su hermano, pero la timidez era su mejor compañía.
Brayan y Mayo, dos hermanos que, a pesar de la pobreza en que viven, son inseparables. Por lo menos así se notó en la mañana de ayer, cuando EL PILÓN visitó su vivienda, si de esa manera puede llamarse un cambuche de barro, forrado con plásticos y mallas, y con láminas de zinc, localizado en la invasión Los Ciruelos.
La inocencia se reflejaba a través de sus sonrisas; Mayo no deja de reírse porque a Brayan le tomaban fotos, y le preguntaban qué le pidió al Niño Dios en esta Navidad y de ver cómo los risos de su hermano de 5 años se mueven al ritmo de la brisa de diciembre.
Por su lado, Brayan simplemente contestó que “un carrito”, porque no sabe más… a su costado Mayo le hacía latonería y pintura a un carro de Brayan, (arreglaba con papel periódico un volteo de juguete del menor).
Las únicas luces que han observado en esta temporada son las estrellitas que relucen en las noches de cielo abierto que se observan en Valledupar; pero que los hermanos, con la sonrisa en los labios y la felicidad a flor de piel, parecen reflejar para hacerle eco a la canción interpretada por Julio Iglesias… “Por ese amor que tú me das, por ser así no más, porque a mi amor tú eres fiel, porque desde siempre te he llevado a flor de piel”…
Estafani y Manuel, sus padres, no estaban en la casa, por eso Mayo contestó “no sé” a la incógnita de qué regalo deseaba, debido a que se lo dijo a su mamá y se le había olvidado dijo (entre risas). La hermandad entre ellos es un horizonte bien plantado; para responder, se miran antes y con su visión tierna contestan en coro, por lo general, “deseamos una feliz Navidad”, aunque están en un sector rodeado de basuras, drogadictos, fétidos olores y la incesante brisa que ‘estremece’, por estos días, la pequeña pieza donde viven.
El año pasado se quedaron sin la visita de Papá Noel, dijo Mayo; pero este año, el destino está a punto de cambiar. La Fundación Viva Internacional entregará 200 regalos a los niños situados en la invasión Los Ciruelos y Mayo, junto con Brayan, son unos de los primeros inscritos.
La población está situada al suroriente de la capital del Cesar y está cercada por barrios como Los Cocos, Los Mayales, Los Milagros, Amaneceres del Valle, San Fernando y Panamá; en ella viven alrededor de 50 familias, que se sostienen con labores informales y hasta artesanales, debido a que recurren a la siembra de plátano, yuca, habichuela y otros productos y, por tener una acequia de aguas negras, las plantaciones crecen debido a la humedad y al fértil terreno en que se convierte el sector.
Mañana 15 de diciembre, Leonardo Jiménez, presidente de Viva Internacional entregará en el parque de Los Algarrobillos los detalles a los niños, que fueron donados por 200 familias de Valledupar.
“El mensaje es para que, esas personas que están bañadas en dinero y no ayudan en nada, lo hagan. Gracias a Dios las cosas han resultado para llevarles felicidad a los niños de Los Ciruelos; porque así, como ellos, hay muchos”, resaltó el líder de la iniciativa.
Leonardo Jiménez es taxista y, aunque debe trabajar a diario para sobrevivir, aparta un poco de tiempo para trabajar por los más necesitados. En el 2012, llevó 106 regalos a los niños de la invasión Emmanuel.
Sin embargo, para completar el detalle y, cuando solo falta un día, Leonardo busca las sillas para sentar a los menores y a sus padres; además debe aportar combustible a una organización que les brindará recreación y música en medio del acto. Por esa razón solicita la ayuda de las personas que deseen vincularse a la actividad.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
La Fundación Viva Internacional se encargará de hacer felices a 200 niños en la invasión Los Ciruelos, al suroriente de Valledupar.
No paraba de reírse, portaba únicamente un pequeño bóxer (interior) verde sobre su cuerpo; sin zapatos, porque dice gustarle el ‘sentir’ de la tierra, se desplaza por toda la invasión, menos de 40 casas situadas en una sola calle o cuchilla, ese es Brayan, quien con su sonrisa y su rubio cabello entrega un brillo único de inocencia. No lloró, (lo hizo un día que le fueron a tomar fotos), estuvo risueño, su hermana era la compinche, y al mirarse no hicieron más… Mayo en una silla arreglaba el regalo para su hermano, pero la timidez era su mejor compañía.
Brayan y Mayo, dos hermanos que, a pesar de la pobreza en que viven, son inseparables. Por lo menos así se notó en la mañana de ayer, cuando EL PILÓN visitó su vivienda, si de esa manera puede llamarse un cambuche de barro, forrado con plásticos y mallas, y con láminas de zinc, localizado en la invasión Los Ciruelos.
La inocencia se reflejaba a través de sus sonrisas; Mayo no deja de reírse porque a Brayan le tomaban fotos, y le preguntaban qué le pidió al Niño Dios en esta Navidad y de ver cómo los risos de su hermano de 5 años se mueven al ritmo de la brisa de diciembre.
Por su lado, Brayan simplemente contestó que “un carrito”, porque no sabe más… a su costado Mayo le hacía latonería y pintura a un carro de Brayan, (arreglaba con papel periódico un volteo de juguete del menor).
Las únicas luces que han observado en esta temporada son las estrellitas que relucen en las noches de cielo abierto que se observan en Valledupar; pero que los hermanos, con la sonrisa en los labios y la felicidad a flor de piel, parecen reflejar para hacerle eco a la canción interpretada por Julio Iglesias… “Por ese amor que tú me das, por ser así no más, porque a mi amor tú eres fiel, porque desde siempre te he llevado a flor de piel”…
Estafani y Manuel, sus padres, no estaban en la casa, por eso Mayo contestó “no sé” a la incógnita de qué regalo deseaba, debido a que se lo dijo a su mamá y se le había olvidado dijo (entre risas). La hermandad entre ellos es un horizonte bien plantado; para responder, se miran antes y con su visión tierna contestan en coro, por lo general, “deseamos una feliz Navidad”, aunque están en un sector rodeado de basuras, drogadictos, fétidos olores y la incesante brisa que ‘estremece’, por estos días, la pequeña pieza donde viven.
El año pasado se quedaron sin la visita de Papá Noel, dijo Mayo; pero este año, el destino está a punto de cambiar. La Fundación Viva Internacional entregará 200 regalos a los niños situados en la invasión Los Ciruelos y Mayo, junto con Brayan, son unos de los primeros inscritos.
La población está situada al suroriente de la capital del Cesar y está cercada por barrios como Los Cocos, Los Mayales, Los Milagros, Amaneceres del Valle, San Fernando y Panamá; en ella viven alrededor de 50 familias, que se sostienen con labores informales y hasta artesanales, debido a que recurren a la siembra de plátano, yuca, habichuela y otros productos y, por tener una acequia de aguas negras, las plantaciones crecen debido a la humedad y al fértil terreno en que se convierte el sector.
Mañana 15 de diciembre, Leonardo Jiménez, presidente de Viva Internacional entregará en el parque de Los Algarrobillos los detalles a los niños, que fueron donados por 200 familias de Valledupar.
“El mensaje es para que, esas personas que están bañadas en dinero y no ayudan en nada, lo hagan. Gracias a Dios las cosas han resultado para llevarles felicidad a los niños de Los Ciruelos; porque así, como ellos, hay muchos”, resaltó el líder de la iniciativa.
Leonardo Jiménez es taxista y, aunque debe trabajar a diario para sobrevivir, aparta un poco de tiempo para trabajar por los más necesitados. En el 2012, llevó 106 regalos a los niños de la invasión Emmanuel.
Sin embargo, para completar el detalle y, cuando solo falta un día, Leonardo busca las sillas para sentar a los menores y a sus padres; además debe aportar combustible a una organización que les brindará recreación y música en medio del acto. Por esa razón solicita la ayuda de las personas que deseen vincularse a la actividad.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN