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Opinión - 8 octubre, 2024

Ciudades brutas

Por ahora, lo más inteligente que tenemos en nuestra ciudad son algunos semáforos funcionales con sensor de luz en el piso y una tarjeta de bus SIVA que pocos usan por retrechera —funciona cuando le da la gana—. Ni para aprovechar la energía solar en serio hemos podido. 

Boton Wpp

¿Vivimos en ciudades brutas? Una aproximación a la definición de las Ciudades Inteligentes nos enseña que son aquellas que usan las tecnologías como herramienta de transformación social, económica y ambiental de sus territorios; adaptándose a los retos y expectativas de las personas que la habitan, orientadas a la sostenibilidad e inclusión; generando un entorno de colaboración, innovación y comunicación permanente entre todos los actores e instituciones que interactúan en el territorio. 

Por el contrario, podemos considerar a las Ciudades Brutas como aquellas que desconocen la importancia del uso de las tecnologías y desaprovecha sus ventajas a la hora de garantizar el bienestar común, produciendo un estancamiento en el pasado.

La cuádruple hélice de gobierno, academia, sociedad civil y empresarios son los responsables de accionar los cambios de paradigmas dentro de un ciudad o territorio, pues no son de generación espontánea. Para llegar a ser un Ciudad Inteligente el primer paso consiste en iniciar un proceso de maduración —liderado por el gobierno local—, para evaluar las capacidades institucionales, la percepción ciudadana y el impacto real del uso y apropiación de las tecnologías dentro de la ciudad. Esto permitirá establecer una línea base en relación a las necesidades de desarrollo tecnológico en las áreas funcionales del territorio o ámbitos de ciudad, tales como las personas, la calidad de vida, gobernanza, economía, hábitat y el medio ambiente.  A partir de entonces se podrá iniciar una planificación, gestión y ejecución de proyectos que nos lleven a elevar nuestra inteligencia como ciudad.

Para llevar a cabo este proceso existen unos lineamientos establecidos por la Resolución 01117 de 2022 del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones; sin embargo, según el índice de medición de ciudades inteligentes del año 2023 publicado por MinTIC, sólo 20 ciudades aplicaron para la medición e iniciaron un proceso de maduración ese año. De la Costa Caribe sólo Cartagena saca la cara; Valledupar aún no ha arrancado, al igual que muchas ciudades que parecen querer quedarse rezagadas en soluciones tecnológicas. Vale la pena decir que iniciar este proceso de maduración, en el futuro, será la llave que permitirá acceder a importantes recursos para invertir en proyectos innovadores de tecnología. 

A manera de ejemplo, algunas ciudades que lo han entendido están aplicando a proyectos de inversión para generar soluciones y desarrollar sus potencialidades tales como murales con realidad aumentada, pantallas 3D, mediciones de calidad del aire, georreferenciación y orientación digital, movilidad inteligente, entre muchas ideas que se pueden desarrollar. En lo sucesivo, nuestras ciudades serán tan inteligentes como lo sean nuestros dirigentes para orientar sus decisiones e inversiones en el uso de la tecnología en todos los ámbitos del territorio. 

Por ahora, lo más inteligente que tenemos en nuestra ciudad son algunos semáforos funcionales con sensor de luz en el piso y una tarjeta de bus SIVA que pocos usan por retrechera —funciona cuando le da la gana—. Ni para aprovechar la energía solar en serio hemos podido. 

Jean Carlos López 

Abogado, politólogo y especialista en alta gerencia.

Opinión
8 octubre, 2024

Ciudades brutas

Por ahora, lo más inteligente que tenemos en nuestra ciudad son algunos semáforos funcionales con sensor de luz en el piso y una tarjeta de bus SIVA que pocos usan por retrechera —funciona cuando le da la gana—. Ni para aprovechar la energía solar en serio hemos podido. 


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¿Vivimos en ciudades brutas? Una aproximación a la definición de las Ciudades Inteligentes nos enseña que son aquellas que usan las tecnologías como herramienta de transformación social, económica y ambiental de sus territorios; adaptándose a los retos y expectativas de las personas que la habitan, orientadas a la sostenibilidad e inclusión; generando un entorno de colaboración, innovación y comunicación permanente entre todos los actores e instituciones que interactúan en el territorio. 

Por el contrario, podemos considerar a las Ciudades Brutas como aquellas que desconocen la importancia del uso de las tecnologías y desaprovecha sus ventajas a la hora de garantizar el bienestar común, produciendo un estancamiento en el pasado.

La cuádruple hélice de gobierno, academia, sociedad civil y empresarios son los responsables de accionar los cambios de paradigmas dentro de un ciudad o territorio, pues no son de generación espontánea. Para llegar a ser un Ciudad Inteligente el primer paso consiste en iniciar un proceso de maduración —liderado por el gobierno local—, para evaluar las capacidades institucionales, la percepción ciudadana y el impacto real del uso y apropiación de las tecnologías dentro de la ciudad. Esto permitirá establecer una línea base en relación a las necesidades de desarrollo tecnológico en las áreas funcionales del territorio o ámbitos de ciudad, tales como las personas, la calidad de vida, gobernanza, economía, hábitat y el medio ambiente.  A partir de entonces se podrá iniciar una planificación, gestión y ejecución de proyectos que nos lleven a elevar nuestra inteligencia como ciudad.

Para llevar a cabo este proceso existen unos lineamientos establecidos por la Resolución 01117 de 2022 del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones; sin embargo, según el índice de medición de ciudades inteligentes del año 2023 publicado por MinTIC, sólo 20 ciudades aplicaron para la medición e iniciaron un proceso de maduración ese año. De la Costa Caribe sólo Cartagena saca la cara; Valledupar aún no ha arrancado, al igual que muchas ciudades que parecen querer quedarse rezagadas en soluciones tecnológicas. Vale la pena decir que iniciar este proceso de maduración, en el futuro, será la llave que permitirá acceder a importantes recursos para invertir en proyectos innovadores de tecnología. 

A manera de ejemplo, algunas ciudades que lo han entendido están aplicando a proyectos de inversión para generar soluciones y desarrollar sus potencialidades tales como murales con realidad aumentada, pantallas 3D, mediciones de calidad del aire, georreferenciación y orientación digital, movilidad inteligente, entre muchas ideas que se pueden desarrollar. En lo sucesivo, nuestras ciudades serán tan inteligentes como lo sean nuestros dirigentes para orientar sus decisiones e inversiones en el uso de la tecnología en todos los ámbitos del territorio. 

Por ahora, lo más inteligente que tenemos en nuestra ciudad son algunos semáforos funcionales con sensor de luz en el piso y una tarjeta de bus SIVA que pocos usan por retrechera —funciona cuando le da la gana—. Ni para aprovechar la energía solar en serio hemos podido. 

Jean Carlos López 

Abogado, politólogo y especialista en alta gerencia.