El futuro de esta región no es claro. Estos territorios están en cuidados intensivos y no se conoce un plan regional y local creíble para los próximos 20 años. Los informes de gestión, por lo general, solo apuntan a mostrar volúmenes pero no eficacia. Gobernar sin planificar es derrochar.
En el 2020, el Cesar celebró sus 53 años como ente departamental y es necesario evaluar su accionar público y privado desde la mirada de algunos indicadores básicos representativos de lo económico y lo social en comparación con algún departamento líder o testigo, y frente al país, como también la comparación de su capital. Es la única forma de saber cómo estamos y si vale la pena celebrar.
Lee también: Cesar, 53 años sin definir su futuro (I)
En la década de 1970 comenzó la caída de los precios del algodón y en la siguiente ya se sentía el estancamiento de la economía, amén del daño ecológico que este cultivo produjo en todo el Cesar sin haber producido el valor agregado esperado a la riqueza tradicional. Hoy, el desierto está presente en la mitad de su territorio.
Desde 1995 comienza la ilusión por el carbón como tabla de salvación pero, contrariamente, las condiciones de vida empiezan a decaer porque las regalías, pese a su abundancia, no han producido el impacto esperado, al menos, así lo dicen los indicadores.
El objetivo de este trabajo es mostrar cómo nos ha ido cómo departamento en materia social y económica. Por cuestiones de espacio solo tomaremos los indicadores más sensibles. En lo económico, primera parte, analizamos el PIB y la pobreza monetaria. En lo social, segunda parte, incluiremos las tasas de mortalidad infantil, la materna y la de desnutrición de la niñez. Con conocer estos tres sabemos cuál es la calidad de vida de un país, región o localidad. Pero, además, los resultados los mostraremos por periodos de gobierno para diferenciar el desempeño de cada uno de estos, tanto a nivel departamental como de Valledupar. La metodología consiste en comparar cómo cada mandatario encontró los indicadores referidos y cómo los dejó.
Los indicadores en salud dependen exclusivamente de los entes territoriales, que hoy están descentralizados para atender este sector, aunque, subsidiariamente, el departamento y/o la nación podrían ayudar. Cada mandatario en su periodo de gobierno debería establecer metas de mejoramiento acorde con su disponibilidad presupuestal y conocimiento de las condiciones sanitarias del ente.
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Parece que en pocos territorios ocurre este control así que los indicadores se comportan aleatoriamente como si no tuvieran dueños. Son muchos los indicadores pero analizaremos tres de ellos, los más sensibles: tasa de mortalidad infantil (niños menores de 1 año muertos por cada mil nacidos vivos), tasa de mortalidad materna (madres muertas por cada cien mil niños nacidos vivos) y la tasa de mortalidad por desnutrición de la niñez (niños entre 1 y 4 años por mil niños nacidos vivos). Por ellos sabremos qué tipo de país, región o localidad tenemos.
En cada una de estas variables mostraremos su tendencia en un parámetro representativo de tiempo, tanto para el Cesar como para Valledupar, en comparación con otro departamento o ciudad capital que sirva de testigo por ser los mejores, y frente a Colombia, para ver si estamos por encima o por debajo de la media nacional y de las 23 capitales consideradas.
Mide el número de niños muertos menores de 1 año por cada mil nacidos vivos. Las cifras históricas 2005-2018 se muestran en los gráficos 5 y 6.
En 2005, el Cesar registró una TMI de 16.46/1000, que se mantuvo en ascenso hasta 2007 cuando subió a 20.25; de ahí en adelante comenzó un proceso de mejoramiento hasta llegar a 13.4 en 2018. En total, en 14 años (2019-2005), el Cesar bajó su TMI en 3.01 puntos, a una tasa promedia anual de -1.45 % (factor de descenso = 0.985678254). Para llegar al 7.91/1.000 nacidos vivos que tuvo Santander (el mejor) en 2018, el Cesar requeriría 47 años (12 periodos de gobierno). Si nos fijamos un plan a 20 años para lograr los mismos objetivos, la tasa de descenso promedia anual para bajar la TMI debe ser de -2.69 %, asumiendo condiciones iguales.
Entre 2005 y 2019, Valledupar bajó la TMI en 5.14 puntos porcentuales, a una tasa promedia de -2.34 %/año (factor de descenso = 0.9765437). Valledupar necesitaría 21 años aproximadamente para tener una TMI de 8.0/1.000, (5 periodos de gobierno). Del municipio depende, en forma casi exclusiva, que este indicador mejore. Si nos fijamos un plan a 10 años para lograr los mismos objetivos, la tasa de descenso promedia anual para bajar la TMI, debe ser de -5 % (2.66 puntos de diferencia sobre -2.34). ¿Cuánto vale este esfuerzo? ¡Esto se llama planificación!
Mide el número de madres muertas por cada 100.000 niños nacidos. Las tendencias para el Cesar y Valledupar y sus testigos se muestran en los gráficos 7 y 8.
El comportamiento de la mortalidad materna en Valledupar y el Cesar es aleatorio, es una tendencia sin dueño, nadie se ha fijado qué pasa con este indicador. En Valledupar pasar de 22.44 a 71.31 es crecer a una tasa promedia anual de 9.4 %; a ese ritmo, dentro de 10 años, contados desde el 2018, el valor esperado del indicador será 173.5 muertes maternas.
Por su parte, el Cesar creció 5.06 % y a ese ritmo dentro de 10 años tendríamos una TMM esperada de 69.5. Tanto en el Cesar como en Valledupar, los resultados han sido atípicos, en especial entre 2009 y 2015, año a partir del cual comenzó, de nuevo, un ascenso fuerte. Son los únicos entes regional y local que tuvieron comportamiento ascendente de este indicador entre 2005 y 2018. El promedio de 23 capitales consideradas y el de Bogotá varía tranquilamente.
Es aquella que ocurre entre 1 y 4 años por cada mil nacidos vivos. Ver gráficos 9 y 10.
El comportamiento de este indicador, tanto en el Cesar como en Valledupar, es atípico, no hay señales de intervención estatal, con amplia tendencia al alza desde 2011 y ambos: el Cesar creció, en promedio, 1.02 % anual, y Valledupar 2.54 %.
Todos los indicadores deben tener un responsable, por eso les mostraré la variación por periodos de gobierno en el rango histórico considerado. Se trata de ver la variación entre el último año de cada periodo con el de su sucesor. En la Tabla 1 mostramos cuándo inicia cada periodo y cuándo termina.
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Un ejemplo: ¿cómo se comportó la TMM desde 2003? María Inés Castro dejó al Cesar en el puesto 18°; Molina empeoró ubicándose 15°; Moreno la degradó más al 5°, peor puesto, Luis Alberto Monsalvo la sostuvo ahí, pero con Francisco Ovalle en el 2018 ya el Cesar era el 4° peor en este indicador. Por su parte, este indicador para iguales periodos, Valledupar pasó del puesto 20° que dejó Elías Ochoa; luego pasó al puesto 18° que dejó Ciro Pupo; en la era Carvajal-Fernández empeoró ubicándola en el 6°; Freddys Socarrás la subió al 5°, peor puesto, y en el periodo de Augusto Ramírez Uhía, en el año 2018, faltando un año para terminar, ya Valledupar tenía el 2° peor lugar dentro de 23 ciudades capitales comparadas.
Analfabetismo: 7° y 6° más altos en 2005 y 2018, respectivamente, en 31 departamentos. Pobreza multidimensional: 11ª más alta en 2018. Pobreza monetaria extrema: en 2002, la 12ª más alta; en 2010, la 8ª más alta; en 2018, la 6ª más alta; y la 4ª más alta en 2019. Índice de competitividad: 6° peor de 25 departamentos en 2015 y 14° peor en 2019, entre 33 departamentos. Índice de transparencia: 8° peor en 2015 y 2019 entre 32 departamentos. Tasa específica de fecundidad en niñas de 10 a 14 años: fuimos 5° más alto en 2015.
Desplazamiento: somos el 7° más alto, 4.37 % (cifras acumuladas hasta 2018). Dengue: Cesar y Valledupar fueron 15° y 8° respectivamente en 2019, en número de más casos. Infección respiratoria aguda, IRA:3° puesto más alto en 2018.
Vías terciarias: el Cesar tiene 2.300Km (1.61 %, respecto al país) y el municipio de Valledupar tiene 215Km; en ambos casos, el 94 % se encuentra en mal estado y en eso competimos con el país. No importan nuestros campesinos.
Desempleo: este indicador ha venido creciendo; en 2004 fue 7.5 %, 10° puesto más alto; en 2007 fue 13.9 %, 3° más alto, y en 2018, 16.2 %, el 8° puesto más alto, con una población de 815.000 personas en edad de trabajar. Eso significa que para 2018, 683.000 personas podrían estar trabajando de los cuales 416.000 estarían en la informalidad (61 % de informalidad según la OIT).
El diagnóstico ofrecido por los indicadores presentados nos obliga a concluir que el Cesar y su capital Valledupar son entes más políticos que administrativos donde los gobiernos no han tenido por objetivo a la ciudadanía sino al fortalecimiento de sus clanes. El futuro de esta región no es claro. Estos territorios están en cuidados intensivos y no se conoce un plan regional y local creíble para los próximos 20 años. Los informes de gestión, por lo general, solo apuntan a mostrar volúmenes pero no eficacia. Gobernar sin planificar es derrochar.
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Un aspecto a considerar es la distribución etaria de la población. Estos dos entes, acorde con el censo de 2018, están integrados por gentes jóvenes; la mitad de la población del Cesar es menor de 24 años (mediana) y la de Valledupar es menor de 21 años. La media nacional es de 28 años.
En el Cesar, el 32 % de su población es menor de 15 años y en Valledupar el 30 %. El departamento tiene el 10° mejor índice de envejecimiento para mayores de 65 años, 31.68 % (relación entre los mayores de 65 y los menores de 15 años) y el 11° mejor índice de juventud, 27.05 % (15 a 29 años sobre el total). El bono demográfico del Cesar es de 166 personas en edad de trabajar por cada 100 dependientes y el de Valledupar es de 185 por 100 (Censo 2018). Esta es una relación casi de 2 a 1.
¿Quién está pensando por estas cohortes?
Por Luis Napoleón de Armas.
El futuro de esta región no es claro. Estos territorios están en cuidados intensivos y no se conoce un plan regional y local creíble para los próximos 20 años. Los informes de gestión, por lo general, solo apuntan a mostrar volúmenes pero no eficacia. Gobernar sin planificar es derrochar.
En el 2020, el Cesar celebró sus 53 años como ente departamental y es necesario evaluar su accionar público y privado desde la mirada de algunos indicadores básicos representativos de lo económico y lo social en comparación con algún departamento líder o testigo, y frente al país, como también la comparación de su capital. Es la única forma de saber cómo estamos y si vale la pena celebrar.
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En la década de 1970 comenzó la caída de los precios del algodón y en la siguiente ya se sentía el estancamiento de la economía, amén del daño ecológico que este cultivo produjo en todo el Cesar sin haber producido el valor agregado esperado a la riqueza tradicional. Hoy, el desierto está presente en la mitad de su territorio.
Desde 1995 comienza la ilusión por el carbón como tabla de salvación pero, contrariamente, las condiciones de vida empiezan a decaer porque las regalías, pese a su abundancia, no han producido el impacto esperado, al menos, así lo dicen los indicadores.
El objetivo de este trabajo es mostrar cómo nos ha ido cómo departamento en materia social y económica. Por cuestiones de espacio solo tomaremos los indicadores más sensibles. En lo económico, primera parte, analizamos el PIB y la pobreza monetaria. En lo social, segunda parte, incluiremos las tasas de mortalidad infantil, la materna y la de desnutrición de la niñez. Con conocer estos tres sabemos cuál es la calidad de vida de un país, región o localidad. Pero, además, los resultados los mostraremos por periodos de gobierno para diferenciar el desempeño de cada uno de estos, tanto a nivel departamental como de Valledupar. La metodología consiste en comparar cómo cada mandatario encontró los indicadores referidos y cómo los dejó.
Los indicadores en salud dependen exclusivamente de los entes territoriales, que hoy están descentralizados para atender este sector, aunque, subsidiariamente, el departamento y/o la nación podrían ayudar. Cada mandatario en su periodo de gobierno debería establecer metas de mejoramiento acorde con su disponibilidad presupuestal y conocimiento de las condiciones sanitarias del ente.
No dejes de leer: 15 años de la desmovilización de las AUC en La Mesa
Parece que en pocos territorios ocurre este control así que los indicadores se comportan aleatoriamente como si no tuvieran dueños. Son muchos los indicadores pero analizaremos tres de ellos, los más sensibles: tasa de mortalidad infantil (niños menores de 1 año muertos por cada mil nacidos vivos), tasa de mortalidad materna (madres muertas por cada cien mil niños nacidos vivos) y la tasa de mortalidad por desnutrición de la niñez (niños entre 1 y 4 años por mil niños nacidos vivos). Por ellos sabremos qué tipo de país, región o localidad tenemos.
En cada una de estas variables mostraremos su tendencia en un parámetro representativo de tiempo, tanto para el Cesar como para Valledupar, en comparación con otro departamento o ciudad capital que sirva de testigo por ser los mejores, y frente a Colombia, para ver si estamos por encima o por debajo de la media nacional y de las 23 capitales consideradas.
Mide el número de niños muertos menores de 1 año por cada mil nacidos vivos. Las cifras históricas 2005-2018 se muestran en los gráficos 5 y 6.
En 2005, el Cesar registró una TMI de 16.46/1000, que se mantuvo en ascenso hasta 2007 cuando subió a 20.25; de ahí en adelante comenzó un proceso de mejoramiento hasta llegar a 13.4 en 2018. En total, en 14 años (2019-2005), el Cesar bajó su TMI en 3.01 puntos, a una tasa promedia anual de -1.45 % (factor de descenso = 0.985678254). Para llegar al 7.91/1.000 nacidos vivos que tuvo Santander (el mejor) en 2018, el Cesar requeriría 47 años (12 periodos de gobierno). Si nos fijamos un plan a 20 años para lograr los mismos objetivos, la tasa de descenso promedia anual para bajar la TMI debe ser de -2.69 %, asumiendo condiciones iguales.
Entre 2005 y 2019, Valledupar bajó la TMI en 5.14 puntos porcentuales, a una tasa promedia de -2.34 %/año (factor de descenso = 0.9765437). Valledupar necesitaría 21 años aproximadamente para tener una TMI de 8.0/1.000, (5 periodos de gobierno). Del municipio depende, en forma casi exclusiva, que este indicador mejore. Si nos fijamos un plan a 10 años para lograr los mismos objetivos, la tasa de descenso promedia anual para bajar la TMI, debe ser de -5 % (2.66 puntos de diferencia sobre -2.34). ¿Cuánto vale este esfuerzo? ¡Esto se llama planificación!
Mide el número de madres muertas por cada 100.000 niños nacidos. Las tendencias para el Cesar y Valledupar y sus testigos se muestran en los gráficos 7 y 8.
El comportamiento de la mortalidad materna en Valledupar y el Cesar es aleatorio, es una tendencia sin dueño, nadie se ha fijado qué pasa con este indicador. En Valledupar pasar de 22.44 a 71.31 es crecer a una tasa promedia anual de 9.4 %; a ese ritmo, dentro de 10 años, contados desde el 2018, el valor esperado del indicador será 173.5 muertes maternas.
Por su parte, el Cesar creció 5.06 % y a ese ritmo dentro de 10 años tendríamos una TMM esperada de 69.5. Tanto en el Cesar como en Valledupar, los resultados han sido atípicos, en especial entre 2009 y 2015, año a partir del cual comenzó, de nuevo, un ascenso fuerte. Son los únicos entes regional y local que tuvieron comportamiento ascendente de este indicador entre 2005 y 2018. El promedio de 23 capitales consideradas y el de Bogotá varía tranquilamente.
Es aquella que ocurre entre 1 y 4 años por cada mil nacidos vivos. Ver gráficos 9 y 10.
El comportamiento de este indicador, tanto en el Cesar como en Valledupar, es atípico, no hay señales de intervención estatal, con amplia tendencia al alza desde 2011 y ambos: el Cesar creció, en promedio, 1.02 % anual, y Valledupar 2.54 %.
Todos los indicadores deben tener un responsable, por eso les mostraré la variación por periodos de gobierno en el rango histórico considerado. Se trata de ver la variación entre el último año de cada periodo con el de su sucesor. En la Tabla 1 mostramos cuándo inicia cada periodo y cuándo termina.
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Un ejemplo: ¿cómo se comportó la TMM desde 2003? María Inés Castro dejó al Cesar en el puesto 18°; Molina empeoró ubicándose 15°; Moreno la degradó más al 5°, peor puesto, Luis Alberto Monsalvo la sostuvo ahí, pero con Francisco Ovalle en el 2018 ya el Cesar era el 4° peor en este indicador. Por su parte, este indicador para iguales periodos, Valledupar pasó del puesto 20° que dejó Elías Ochoa; luego pasó al puesto 18° que dejó Ciro Pupo; en la era Carvajal-Fernández empeoró ubicándola en el 6°; Freddys Socarrás la subió al 5°, peor puesto, y en el periodo de Augusto Ramírez Uhía, en el año 2018, faltando un año para terminar, ya Valledupar tenía el 2° peor lugar dentro de 23 ciudades capitales comparadas.
Analfabetismo: 7° y 6° más altos en 2005 y 2018, respectivamente, en 31 departamentos. Pobreza multidimensional: 11ª más alta en 2018. Pobreza monetaria extrema: en 2002, la 12ª más alta; en 2010, la 8ª más alta; en 2018, la 6ª más alta; y la 4ª más alta en 2019. Índice de competitividad: 6° peor de 25 departamentos en 2015 y 14° peor en 2019, entre 33 departamentos. Índice de transparencia: 8° peor en 2015 y 2019 entre 32 departamentos. Tasa específica de fecundidad en niñas de 10 a 14 años: fuimos 5° más alto en 2015.
Desplazamiento: somos el 7° más alto, 4.37 % (cifras acumuladas hasta 2018). Dengue: Cesar y Valledupar fueron 15° y 8° respectivamente en 2019, en número de más casos. Infección respiratoria aguda, IRA:3° puesto más alto en 2018.
Vías terciarias: el Cesar tiene 2.300Km (1.61 %, respecto al país) y el municipio de Valledupar tiene 215Km; en ambos casos, el 94 % se encuentra en mal estado y en eso competimos con el país. No importan nuestros campesinos.
Desempleo: este indicador ha venido creciendo; en 2004 fue 7.5 %, 10° puesto más alto; en 2007 fue 13.9 %, 3° más alto, y en 2018, 16.2 %, el 8° puesto más alto, con una población de 815.000 personas en edad de trabajar. Eso significa que para 2018, 683.000 personas podrían estar trabajando de los cuales 416.000 estarían en la informalidad (61 % de informalidad según la OIT).
El diagnóstico ofrecido por los indicadores presentados nos obliga a concluir que el Cesar y su capital Valledupar son entes más políticos que administrativos donde los gobiernos no han tenido por objetivo a la ciudadanía sino al fortalecimiento de sus clanes. El futuro de esta región no es claro. Estos territorios están en cuidados intensivos y no se conoce un plan regional y local creíble para los próximos 20 años. Los informes de gestión, por lo general, solo apuntan a mostrar volúmenes pero no eficacia. Gobernar sin planificar es derrochar.
Lee también: En La Paz denuncian ‘piques’ clandestinos de motociclistas
Un aspecto a considerar es la distribución etaria de la población. Estos dos entes, acorde con el censo de 2018, están integrados por gentes jóvenes; la mitad de la población del Cesar es menor de 24 años (mediana) y la de Valledupar es menor de 21 años. La media nacional es de 28 años.
En el Cesar, el 32 % de su población es menor de 15 años y en Valledupar el 30 %. El departamento tiene el 10° mejor índice de envejecimiento para mayores de 65 años, 31.68 % (relación entre los mayores de 65 y los menores de 15 años) y el 11° mejor índice de juventud, 27.05 % (15 a 29 años sobre el total). El bono demográfico del Cesar es de 166 personas en edad de trabajar por cada 100 dependientes y el de Valledupar es de 185 por 100 (Censo 2018). Esta es una relación casi de 2 a 1.
¿Quién está pensando por estas cohortes?
Por Luis Napoleón de Armas.