Y nos agarró el cambio climático con los calzones abajo. Los ganaderos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Sucre andan desesperados comprando carro-tanques de agua para evitar que sus vacas sigan muriendo de sed. De 700 milímetros cúbicos de agua que caían en años anteriores, este semestre escasamente cayeron unos 250 milímetros. Sin duda alguna, […]
Y nos agarró el cambio climático con los calzones abajo. Los ganaderos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Sucre andan desesperados comprando carro-tanques de agua para evitar que sus vacas sigan muriendo de sed.
De 700 milímetros cúbicos de agua que caían en años anteriores, este semestre escasamente cayeron unos 250 milímetros.
Sin duda alguna, el cambio climático va a tener un impacto sobre la productividad y rentabilidad de los negocios agropecuarios, sobre la degradación de los suelos, las disminuciones de especies polinizadoras y modificaciones en la prevalencia de plagas y enfermedades. Si no implementamos urgentemente una política de adaptación al cambio climático vamos a tener serias repercusiones en la economía nacional, en las tasas de pobreza rural y en la seguridad alimentaria. Acuérdense que el sector agropecuario es el responsable de producir los 30 millones de toneladas de alimentos anuales para 47 millones de colombianos, garantizar el 40% de las exportaciones del país y generar empleo directo al 23% de nuestra población.
Frente a este preocupante panorama, el presidente Juan Manuel Santos debería aprovechar las facultades extraordinaria otorgadas por el Congreso de la República en la Ley del Plan Nacional de Desarrollo, para crear una entidad con carácter de organismo autónomo, dependiente del Ministerio de Agricultura, que actué como órgano de coordinación y enlace por parte del Gobierno Nacional, para el desarrollo y manejo de la política de riesgos agropecuarios del país. Una entidad que elabore e implemente planes anuales de adaptación climática en los cuales se incluyan programas de uso eficiente de suelos, reconversión de cultivos, calendarios de siembra por regiones, manejo del recurso hídrico y seguros agrarios.
Adaptarse al cambio climático, significa que los productores del campo tendrán que cambiarse a cultivos orgánicos y genéticamente modificados (resistentes a plagas y sequia), hacer cambios de siembras y cosechas, inversiones en infraestructura de riego (pozos, drenajes, presas) y capacitarse en buenas practicas agrícolas y pecuaria. Los sistemas silvopastoriles son una tremenda alternativa de adaptación climática porque proveen servicios ambientales, al tiempo que suministran sombra guardando la humedad del suelo y disminuyen la temperatura para el ganado.
Por supuesto que estos esfuerzos deben ir acompañados de planes de inversión pública. En el marco de la inauguración de la versión número XX de Agroexpo, el ministro de agricultura, Aurelio Iragorri, anunció un paquete de ayudas que van desde subsidios (de hasta el 40%) para inversiones en construcción de reservorios, pozos profundos, infraestructura para almacenamiento, compra de tractores, hasta la subvención del 80% de los costos de las primas de seguros contra riesgos climáticos y unas líneas de créditos con plazos a 15 años.
Donde no hemos visto esfuerzo alguno para mitigar los riesgos del cambio climático, es en los gobiernos departamentales y municipales de la Región Caribe. No existe un solo alcalde que haya reforestado más del 10% de las cuencas de los ríos de sus municipios y un solo gobernador, que haya construido una represa para garantizar la producción de alimentos en su departamento.
Como decían los abuelos: “Nadie sabe con la sed que bebe el otro”
En el tintero: Por culpa de la politiquería costeña y los intereses personales, seguimos sin director de Cormagdalena. Van a terminar nombrándonos un cachaco.
*Consultor en crédito de fomento.
Y nos agarró el cambio climático con los calzones abajo. Los ganaderos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Sucre andan desesperados comprando carro-tanques de agua para evitar que sus vacas sigan muriendo de sed. De 700 milímetros cúbicos de agua que caían en años anteriores, este semestre escasamente cayeron unos 250 milímetros. Sin duda alguna, […]
Y nos agarró el cambio climático con los calzones abajo. Los ganaderos del Cesar, La Guajira, Magdalena y Sucre andan desesperados comprando carro-tanques de agua para evitar que sus vacas sigan muriendo de sed.
De 700 milímetros cúbicos de agua que caían en años anteriores, este semestre escasamente cayeron unos 250 milímetros.
Sin duda alguna, el cambio climático va a tener un impacto sobre la productividad y rentabilidad de los negocios agropecuarios, sobre la degradación de los suelos, las disminuciones de especies polinizadoras y modificaciones en la prevalencia de plagas y enfermedades. Si no implementamos urgentemente una política de adaptación al cambio climático vamos a tener serias repercusiones en la economía nacional, en las tasas de pobreza rural y en la seguridad alimentaria. Acuérdense que el sector agropecuario es el responsable de producir los 30 millones de toneladas de alimentos anuales para 47 millones de colombianos, garantizar el 40% de las exportaciones del país y generar empleo directo al 23% de nuestra población.
Frente a este preocupante panorama, el presidente Juan Manuel Santos debería aprovechar las facultades extraordinaria otorgadas por el Congreso de la República en la Ley del Plan Nacional de Desarrollo, para crear una entidad con carácter de organismo autónomo, dependiente del Ministerio de Agricultura, que actué como órgano de coordinación y enlace por parte del Gobierno Nacional, para el desarrollo y manejo de la política de riesgos agropecuarios del país. Una entidad que elabore e implemente planes anuales de adaptación climática en los cuales se incluyan programas de uso eficiente de suelos, reconversión de cultivos, calendarios de siembra por regiones, manejo del recurso hídrico y seguros agrarios.
Adaptarse al cambio climático, significa que los productores del campo tendrán que cambiarse a cultivos orgánicos y genéticamente modificados (resistentes a plagas y sequia), hacer cambios de siembras y cosechas, inversiones en infraestructura de riego (pozos, drenajes, presas) y capacitarse en buenas practicas agrícolas y pecuaria. Los sistemas silvopastoriles son una tremenda alternativa de adaptación climática porque proveen servicios ambientales, al tiempo que suministran sombra guardando la humedad del suelo y disminuyen la temperatura para el ganado.
Por supuesto que estos esfuerzos deben ir acompañados de planes de inversión pública. En el marco de la inauguración de la versión número XX de Agroexpo, el ministro de agricultura, Aurelio Iragorri, anunció un paquete de ayudas que van desde subsidios (de hasta el 40%) para inversiones en construcción de reservorios, pozos profundos, infraestructura para almacenamiento, compra de tractores, hasta la subvención del 80% de los costos de las primas de seguros contra riesgos climáticos y unas líneas de créditos con plazos a 15 años.
Donde no hemos visto esfuerzo alguno para mitigar los riesgos del cambio climático, es en los gobiernos departamentales y municipales de la Región Caribe. No existe un solo alcalde que haya reforestado más del 10% de las cuencas de los ríos de sus municipios y un solo gobernador, que haya construido una represa para garantizar la producción de alimentos en su departamento.
Como decían los abuelos: “Nadie sabe con la sed que bebe el otro”
En el tintero: Por culpa de la politiquería costeña y los intereses personales, seguimos sin director de Cormagdalena. Van a terminar nombrándonos un cachaco.
*Consultor en crédito de fomento.