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Crónica - 8 febrero, 2022

“Bien por nuestro folclor, pero el logro intelectual de Quiroz Monsalvo también merece exaltación” 

“La presidencia de la Honorable Corte Suprema de Justicia es la más elevada distinción a que pueda ser convocado un servidor de la Rama Jurisdiccional del poder público”. 

Acto de posesión del vallenato Aroldo Quiroz Monsalvo como nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Acto de posesión del vallenato Aroldo Quiroz Monsalvo como nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Este sobresaliente valduparense, nacido en el tradicional barrio Cañaguate, de color amarillo vestido, recientemente ha sido exaltado por sus colegas, presidente de la Honorable Corte Suprema de Justicia. 

La presidencia de la corte es la más elevada distinción a que pueda ser convocado un servidor de la Rama Jurisdiccional del poder público del Estado de Derecho. Es el más alto honor de origen constitucional, que compromete responsabilidades ante sí, la familia, los amigos, la sociedad organizada jurídicamente. 

Y a fe que el doctor Quiroz Monsalvo las responderá cabalmente, de las cuales sus coterráneos somos solidarios, pues nos sentimos sanamente orgullosos de él,  porque representa el espíritu esforzado de una comarca  que fue conformada por las históricas provincias de Valledupar y Padilla,  que se caracterizaron por ser la matriz de habitantes y dirigentes que las glorificaron con sus virtudes ciudadanas,  su trabajo material, intelectual y político  en la construcción y desarrollo del antiguo Estado Soberano del Magdalena, después departamento de ese nombre y finalmente, el territorio  que integran  los respectivos departamentos del Magdalena, La Guajira y Cesar, ahora hermanados.

La honra recibida en la persona del doctor Quiroz, los cesarenses la queremos compartir por igual con esos hermanos nuestros. Aquella madre común ha reproducido y continuará haciéndolo, ciudadanos ejemplarizantes y dirigentes destacados ante la faz del país. Ahí estarán sus nombres históricos a consideración de un juicio nacional. 

No en pocas ocasiones aquel territorio mayor fue gobernado y asistido en la judicatura, por personalidades oriundas de las antes mencionadas provincias, las cuales hoy día, a través de los departamentos nombrados, siguen proveyendo a la Nación de nombres excepcionales, como el del doctor Aroldo Quiroz Monsalvo, quién privilegia esta columna. 

NO ES SOLO FOLCLOR

Quiero destacar esta circunstancia de orden intelectual, porque necesitamos cada vez más que nuestros profesionales liberales, políticos, empresarios y campesinos, tecnólogos, folcloristas, penetren más y sobresalgan en las distintas áreas de la vida del país; hemos de desarrollarnos más, intelectualmente y de manera tecnológica. 

Como sabemos, somos nacional e internacionalmente famosos al presente por nuestra rica cultura folclórica, que cuenta con las biografías de reputados trovadores y juglares, varones y mujeres , de antaño y de ahora, y es lo que más suele representarnos y en general 

pone la cara por nosotros, y hasta tal punto cultivamos este arte que avenidas y jardines de nuestra ciudad capital y poblaciones están engalanados con estatuas y monumentos en honor de nuestros folcloristas ¡enhorabuena sea! y excepcionalmente, muy excepcionalmente, por la de un viejo político, que son sus copartícipes en el fervor popular, y jamás la de un intelectual o científico. 

Me parece que esta asimétrica habrá que equilibrarla, a lo menos, a fin de enviar a la comunidad un mensaje más proporcionado o justo. 

Gracias, muchas gracias, al doctor Quiroz por sus esfuerzos como estudiante y méritos intelectuales,  cosechados en variados ámbitos académicos, sus desvelos por la infancia y la adolescencia, amén como tratadista en varias áreas de la jurisprudencia, y epónima carrera judicial, que nos permiten gozar con él la alegría de su felicidad espiritual, y particularmente a mí por haberme permitido la inspiración patriótica de escribir esta columna en su honor, honrando a mi mismo. Desde los montes de Pueblo Bello.

Por Rodrigo López Barros 

Crónica
8 febrero, 2022

“Bien por nuestro folclor, pero el logro intelectual de Quiroz Monsalvo también merece exaltación” 

“La presidencia de la Honorable Corte Suprema de Justicia es la más elevada distinción a que pueda ser convocado un servidor de la Rama Jurisdiccional del poder público”. 


Acto de posesión del vallenato Aroldo Quiroz Monsalvo como nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Acto de posesión del vallenato Aroldo Quiroz Monsalvo como nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia.

Este sobresaliente valduparense, nacido en el tradicional barrio Cañaguate, de color amarillo vestido, recientemente ha sido exaltado por sus colegas, presidente de la Honorable Corte Suprema de Justicia. 

La presidencia de la corte es la más elevada distinción a que pueda ser convocado un servidor de la Rama Jurisdiccional del poder público del Estado de Derecho. Es el más alto honor de origen constitucional, que compromete responsabilidades ante sí, la familia, los amigos, la sociedad organizada jurídicamente. 

Y a fe que el doctor Quiroz Monsalvo las responderá cabalmente, de las cuales sus coterráneos somos solidarios, pues nos sentimos sanamente orgullosos de él,  porque representa el espíritu esforzado de una comarca  que fue conformada por las históricas provincias de Valledupar y Padilla,  que se caracterizaron por ser la matriz de habitantes y dirigentes que las glorificaron con sus virtudes ciudadanas,  su trabajo material, intelectual y político  en la construcción y desarrollo del antiguo Estado Soberano del Magdalena, después departamento de ese nombre y finalmente, el territorio  que integran  los respectivos departamentos del Magdalena, La Guajira y Cesar, ahora hermanados.

La honra recibida en la persona del doctor Quiroz, los cesarenses la queremos compartir por igual con esos hermanos nuestros. Aquella madre común ha reproducido y continuará haciéndolo, ciudadanos ejemplarizantes y dirigentes destacados ante la faz del país. Ahí estarán sus nombres históricos a consideración de un juicio nacional. 

No en pocas ocasiones aquel territorio mayor fue gobernado y asistido en la judicatura, por personalidades oriundas de las antes mencionadas provincias, las cuales hoy día, a través de los departamentos nombrados, siguen proveyendo a la Nación de nombres excepcionales, como el del doctor Aroldo Quiroz Monsalvo, quién privilegia esta columna. 

NO ES SOLO FOLCLOR

Quiero destacar esta circunstancia de orden intelectual, porque necesitamos cada vez más que nuestros profesionales liberales, políticos, empresarios y campesinos, tecnólogos, folcloristas, penetren más y sobresalgan en las distintas áreas de la vida del país; hemos de desarrollarnos más, intelectualmente y de manera tecnológica. 

Como sabemos, somos nacional e internacionalmente famosos al presente por nuestra rica cultura folclórica, que cuenta con las biografías de reputados trovadores y juglares, varones y mujeres , de antaño y de ahora, y es lo que más suele representarnos y en general 

pone la cara por nosotros, y hasta tal punto cultivamos este arte que avenidas y jardines de nuestra ciudad capital y poblaciones están engalanados con estatuas y monumentos en honor de nuestros folcloristas ¡enhorabuena sea! y excepcionalmente, muy excepcionalmente, por la de un viejo político, que son sus copartícipes en el fervor popular, y jamás la de un intelectual o científico. 

Me parece que esta asimétrica habrá que equilibrarla, a lo menos, a fin de enviar a la comunidad un mensaje más proporcionado o justo. 

Gracias, muchas gracias, al doctor Quiroz por sus esfuerzos como estudiante y méritos intelectuales,  cosechados en variados ámbitos académicos, sus desvelos por la infancia y la adolescencia, amén como tratadista en varias áreas de la jurisprudencia, y epónima carrera judicial, que nos permiten gozar con él la alegría de su felicidad espiritual, y particularmente a mí por haberme permitido la inspiración patriótica de escribir esta columna en su honor, honrando a mi mismo. Desde los montes de Pueblo Bello.

Por Rodrigo López Barros