Publicidad
Categorías
Categorías
Editorial - 14 mayo, 2019

Avances y desafíos de una ciudad creativa

Ayer se dio un paso histórico para lograr que Valledupar sea incluida en el listado de ciudades creativas a nivel mundial, al presentarse la solicitud formal ante la Unesco.

Ayer se dio un paso histórico para lograr que Valledupar sea incluida en el listado de ciudades creativas a nivel mundial, al presentarse la solicitud formal ante la Unesco. La admisión no es inmediata, se definirá antes de finalizar el presente año y, de darse, la ciudad empezará a posicionarse a nivel internacional en las industrias creativas, con la música vallenata como su principal bandera.

La red de ciudades creativas, a la que esperamos que entre nuestra ciudad, busca posicionar las industrias culturales como elementos claves para su desarrollo socioeconómico.

En ese sentido, sugerimos algunos enfoques a la administración municipal para las inversiones que se vienen haciendo en la ciudad para potenciarla como distrito naranja.

El grueso de las inversiones debería estar dirigido al gremio de los artistas. En esta tierra de compositores, cantantes, intérpretes de diferentes instrumentos y demás genios creativos, debería destinarse recursos que apalanquen, por ejemplo, las producciones musicales de los nuevos artistas y así acabar con la tentación del padrinazgo que a algunos les dan personajes de la cultura mafiosa.

Que los emprendedores de la música tengan líneas especiales de crédito para comprar instrumentos y con estos facilitar la organización de sus agrupaciones musicales. Que los veteranos del folclor puedan impartir conocimientos a las nuevas generaciones a través de escuelas de formación que ellos mismos lideren y masifiquen.

Históricamente se ha criticado que es más fácil conseguir un grupo de música vallenata en el rodadero de Santa Marta que en el balneario Hurtado de Valledupar, la capital mundial del vallenato. Qué tal si se diseña un proyecto con músicos de planta durante los días de mayor afluencia de turistas al balneario y otros sitios estratégicos de la ciudad, para que la presencia de artistas también sea un atractivo y la gente tenga una experiencia más activa con nuestra cultura, escuchando en vivo y en directo los diferentes aires vallenatos, y no se limiten a tomarse fotos con las esfinges de las glorias de nuestro folclor.

“En esta ciudad viven alrededor de 180 músicos, que hacen parte de más de 15 conjuntos que tocan en todo el país y el exterior. Hay 24 de los 50 autores socios de Sayco con los mayores ingresos por concepto de regalías redistribuidas por esta agremiación son compositores de música vallenata”, ha dicho en varias oportunidades el periodista e investigador de las TIC, Nicolás Stornelli.

Sin embargo, no se sabe o por lo menos no está documentado en qué condiciones viven esos músicos que no figuran en las carátulas de los discos; debería existir un censo y así saber si tienen garantizada su seguridad social (pagos de salud, pensión y riesgos profesionales), establecer que tan formales son las agrupaciones musicales con este tipo de obligaciones y si están en la informalidad se les faciliten las herramientas para que superen esa condición.

Consideramos que la Oficina de Cultura Municipal debería ser otro garante de la dignidad de nuestros artistas. Bien por las BEPS, que les garantizan recursos a quienes están en edad de pensión, pero no es suficiente, pues solo beneficia a un grupo reducido de los sectores más vulnerables.

Hay que impulsar las industrias creativas para que los jóvenes no prefieran un curso de maquinaria pesada para trabajar en las minas de carbón, que formarse en el arte, y a través de su talento puedan darles una vida digna a sus familias.

En Valledupar hace un año, luego del foro ‘Valledupar Distrito Naranja’ se instauró la Mesa Naranja para coordinar iniciativas y ayudar a impulsar los proyectos que puedan aportar a la organización de las industrias creativas. También se empezó la profesionalización de los músicos a través de un convenio entre la UPC y la Universidad del Atlántico, lo cual demuestra que se está haciendo la tarea; no hay que perder el impulso.

Editorial
14 mayo, 2019

Avances y desafíos de una ciudad creativa

Ayer se dio un paso histórico para lograr que Valledupar sea incluida en el listado de ciudades creativas a nivel mundial, al presentarse la solicitud formal ante la Unesco.


Ayer se dio un paso histórico para lograr que Valledupar sea incluida en el listado de ciudades creativas a nivel mundial, al presentarse la solicitud formal ante la Unesco. La admisión no es inmediata, se definirá antes de finalizar el presente año y, de darse, la ciudad empezará a posicionarse a nivel internacional en las industrias creativas, con la música vallenata como su principal bandera.

La red de ciudades creativas, a la que esperamos que entre nuestra ciudad, busca posicionar las industrias culturales como elementos claves para su desarrollo socioeconómico.

En ese sentido, sugerimos algunos enfoques a la administración municipal para las inversiones que se vienen haciendo en la ciudad para potenciarla como distrito naranja.

El grueso de las inversiones debería estar dirigido al gremio de los artistas. En esta tierra de compositores, cantantes, intérpretes de diferentes instrumentos y demás genios creativos, debería destinarse recursos que apalanquen, por ejemplo, las producciones musicales de los nuevos artistas y así acabar con la tentación del padrinazgo que a algunos les dan personajes de la cultura mafiosa.

Que los emprendedores de la música tengan líneas especiales de crédito para comprar instrumentos y con estos facilitar la organización de sus agrupaciones musicales. Que los veteranos del folclor puedan impartir conocimientos a las nuevas generaciones a través de escuelas de formación que ellos mismos lideren y masifiquen.

Históricamente se ha criticado que es más fácil conseguir un grupo de música vallenata en el rodadero de Santa Marta que en el balneario Hurtado de Valledupar, la capital mundial del vallenato. Qué tal si se diseña un proyecto con músicos de planta durante los días de mayor afluencia de turistas al balneario y otros sitios estratégicos de la ciudad, para que la presencia de artistas también sea un atractivo y la gente tenga una experiencia más activa con nuestra cultura, escuchando en vivo y en directo los diferentes aires vallenatos, y no se limiten a tomarse fotos con las esfinges de las glorias de nuestro folclor.

“En esta ciudad viven alrededor de 180 músicos, que hacen parte de más de 15 conjuntos que tocan en todo el país y el exterior. Hay 24 de los 50 autores socios de Sayco con los mayores ingresos por concepto de regalías redistribuidas por esta agremiación son compositores de música vallenata”, ha dicho en varias oportunidades el periodista e investigador de las TIC, Nicolás Stornelli.

Sin embargo, no se sabe o por lo menos no está documentado en qué condiciones viven esos músicos que no figuran en las carátulas de los discos; debería existir un censo y así saber si tienen garantizada su seguridad social (pagos de salud, pensión y riesgos profesionales), establecer que tan formales son las agrupaciones musicales con este tipo de obligaciones y si están en la informalidad se les faciliten las herramientas para que superen esa condición.

Consideramos que la Oficina de Cultura Municipal debería ser otro garante de la dignidad de nuestros artistas. Bien por las BEPS, que les garantizan recursos a quienes están en edad de pensión, pero no es suficiente, pues solo beneficia a un grupo reducido de los sectores más vulnerables.

Hay que impulsar las industrias creativas para que los jóvenes no prefieran un curso de maquinaria pesada para trabajar en las minas de carbón, que formarse en el arte, y a través de su talento puedan darles una vida digna a sus familias.

En Valledupar hace un año, luego del foro ‘Valledupar Distrito Naranja’ se instauró la Mesa Naranja para coordinar iniciativas y ayudar a impulsar los proyectos que puedan aportar a la organización de las industrias creativas. También se empezó la profesionalización de los músicos a través de un convenio entre la UPC y la Universidad del Atlántico, lo cual demuestra que se está haciendo la tarea; no hay que perder el impulso.