Ayer culminaron los actos conmemorativos de los 100 años del natalicio del primer rey del Festival de la Leyenda Vallenata, Gilberto Alejandro Durán Díaz, evento que parte en dos la historia de El Paso, porque empiezan a desarrollarse proyectos para convertirlo en otro municipio ‘naranja’ del Cesar.
Después hay regocijo. Los visitantes han regresado a sus sitios y los lugareños se encuentran de nuevo con la calma cotidiana; se ensancha el sentimiento de gratitud en las almas y todos subrayan en el calendario la fecha del 9 de febrero de 2019 como el día que se marcó otro hito en la historia de El Paso y de la tradición folclórica que hoy vuela libre con la brisa del mundo. Dicen que el día del centenario del natalicio de Gilberto Alejandro Durán Díaz fue distinto, que algo cambió para mejorar, que los libros de historia deberán destinar más páginas por el índice de la D, de Dinastía, de Durán.
Después vendrá el trabajo juicioso, intenso y responsable que crecerá a partir de los cimientos que en este día se fundamentaron sobre el folclor, sobre el amor profundo a la tradición cantada del centro del Cesar y sobre los compromisos adquiridos por todos. Y a ellos, a los Durán, los verán de una manera distinta, con exacerbado interés y merecida admiración.
“Nosotros tenemos un agradecimiento grande con los senadores y todas las personas que tuvieron a bien llevar al Congreso de la República el proyecto de ley que después se convirtió en Ley 1860 (Ley Alejo). Eso marcó una pauta y después, dentro de la misma ley se establece que se ordena al Gobierno Nacional incluir dentro de su presupuesto todos los recursos económicos necesarios para la construcción de un parque temático Alejo Durán, de una casa museo, de una escultura que debe estar en la plaza central de El Paso; pero también hay algo fundamental que es la cátedra Alejandro Durán Díaz, que enmarca todo lo que es la vida y obra del maestro, para difundirla y divulgarla a nivel regional, nacional, e internacional”, explicó Luis Durán Escorcia, miembro de la Dinastía Durán y director ejecutivo de la Fundación Centenario Alejo Vive.
Feliz por el positivo balance de la conmemoración del centenario del juglar, pues se cumplieron las metas y expectativas, como traer a la parte legislativa y ejecutiva a nivel nacional, regional y local para que escucharan todo lo que se refiere a la ley 1860 del 1 de agosto de 2017. También logramos traer un artista de la talla de Carlos Vives que eso nos ha dado un boom a nivel folclórico, ejecutivo, a todos los niveles”.
Lo que en El paso sucedió este fin de semana, a su modo de ver, más que un antes y un después, “es la consecuencia, el alargue de una génesis folclórica que culturalmente hicieron los Durán Díaz y que nosotros, los Durán Escorcia, los hijos del viejo Alejo y los Durán Robles, hemos tratado de que tenga continuidad y que no quede estancado en el tiempo”. Que son entonces un patrimonio cultural: “El viejo alejo, como Naferito y mi tío Luis Felipe marcaron un derrotero por donde nosotros, las nuevas generaciones debíamos transitar y así lo hemos hecho satisfactoriamente. Usted ve por lo menos que la dinastía permanece a través de Luis Durán Escorcia con sus composiciones, de Jader Durán como acordeonero ; están Victor Julio y Armando Durán como compositores; y los hijos del viejo Alejo que no han sido unos grandes grabadores, pero también tiene su estructura folclórica establecida”.
Por todo esto y por el inmenso y evidente cariño, admiración y apropiación social que tiene la obra de Alejo Durán y su dinastía, que se remonta a los que fueron antes que él, el ‘después’ de ellos y de su legado folclórico se visualiza avanzando hacia la consolidación como patrimonio cultural e inmaterial, con una nube de padrinos que estarán pendientes de su bienestar.
Antes estaban las gaitas, las tamboras y toda una tradición tejida a través de los días y noches de casi cinco siglos de existencia de El Paso (antes San Antonio del Paso del Adelantado). Estaban Juana Díaz, Catalina Peinado, Antonia Silva, Emelina Blanco, Teodomira Silva, muchas mujeres cantadoras y bailadoras, y señores como Luis Martínez que tocaba la caja, Cristiano tocaba el alegre; todo ello fue influenciando a las generaciones. Y Juana Díaz parió unos hijos que se convirtieron en juglares, no solo por los genes de ella, por los de su padre y abuelo, sino por ese territorio que prueba cómo el lugar de crianza es determinante en la formación del carácter y el arte de las personas.
Antes, Juana Díaz solía cantar con tambora piezas que más tarde fueron reinterpretadas por su hijo, Alejo, con acordeón, como ‘La candela viva’, ‘La Perra’ o “dime por quién lloras y te diré por qué, a ti no te da vergüenza llorar por una mujer”. Porque la gaita menguó y la tambora bracea con fuerza para mantenerse a flore en el mar de nuevas formas musicales que han ido copando grandes espacios de lo tradicional.
Antes, Luis Felipe, Alejo y Náfer, con su herencia al hombro, abrieron nuevos caminos folclóricos en esa zona, por muchos transitados, llevando en alto la bandera del vallenato, pero teniendo siempre en sus cimientos más fornidos la savia de sus ancestralidad sonora. Fue por eso que para conmemorar el centenario de Alejo Durán, llegaron cantadoras de tambora de diversos puntos del Caribe a cantar eso que su madre le cantaba cuando niño.
Y amaneció el 9 de febrero
Llegado el día, los sonidos de tamboras rompieron el silencio de la madrugada. Un extenso perímetro era alcanzado por las voces de cantadoras entonando cantos añejos que dan cuenta de una tradición vital, de usanzas folclóricas transversales a las generaciones, del folclor negro identitario del centro del Cesar, retrato de mujeres que sostenían con sus pregones la sustancia ancestral de su progenie. Y las de hoy, las cantadoras contemporáneas, no hacen más que continuar con el legado que les dejaron.
“Yo conformo la cuarta generación de tamboras de mi familia. Mi mamá, mi abuela y mi bisabuela, que murió de 105 años, eran cantadoras de tamboras. Cuando mamá murió se me apareció en sueños y me entregó su arte, entonces me toca a mí conservar las raíces para que siga”, relató Matilde Camacho Estrada, procedente de Río Viejo, sur de Bolívar.
Rosa Emilia Hernández trajo a memoria imágenes de su niñez, cuando se metía a las ruedas de tambora sin que nadie la invitara, por lo que se ganó el apodo de ‘La chiquitica’. Ella vivió experiencias con Juana Díaz y de ella bebió, a lo que se suma que es oriunda de El Paso. “Alejo nos dejó mucho que aun no alcanzamos a comprender, con su humildad y forma de ser. Nosotros como paisanos no estamos apropiados de lo que tenemos; es algo grande”.
Damaris Sayas Gómez viajó desde Tamalameque para rendir honores a Alejo Durán en su centenario; tiene 38 años y lleva 20 cantando tambora. Vicenta Miranda, su abuela, bailadora de tambora, murió de 105 años. De ella conoció la historia sobre una Virgen de Santa Bárbara que apareció dibujada en una taba en su casa y les infundió aliento a las mujeres para llevar las banderas de la tradición folclórica; instauraron una celebración para la virgen en diciembre y en las noches sin luna se reunían en un patio colosal a cantar tamboras y contar historias.
Narró Milexy Martínez, de San Bernardo Cesar, que su hermano Francisco es cantautor de tambora y que ella creció escuchándolo a él y a otros; que empezó en el coro, pasó a ser bailarina y después descubrieron que tenía talento para cantar. “Estoy aquí difundiendo mi legado, que dejaré se lo debo a mis hermanos”. Milexy y todas las cantadoras que llegaron al homenaje, relacionan a Juana Francisca Díaz, bien sea porque bebieron directamente de la fuente o porque les llegó su néctar a través de las generaciones. Por eso sus pregones llegaron hasta el mismo cielo a tocar el alma del homenajeado.
El Cesar, una cantera de economía naranja
La historia detrás de la canción del 039, de la autoría de Alejo Durán, es un claro ejemplo que lo que es Economía Naranja, resaltó Ernesto Acevedo, director encargado del Sena Regional Cesar, durante su intervención en el conversatorio sobre Economía Naranja que tuvo lugar en El Paso, en el marco de la conmemoración del centenario del natalicio del juglar, al que asistieron también como panelistas Nadith Perdomo, encargada economía naranja en Colpensiones; Hidalfo De la Cruz, alcalde de El Paso, así como Nicolla Stornelli como moderador.
“Yo traía todo un discurso preparado para este conversatorio, pero me acaban de dar una clase maravillosa de lo que es Economía Naranja: Acabo de conocer a Irene, la protagonista del 039 y al maestro Náfer Durán y he conocido la historia de la canción, narrada por su protagonista. Eso es Economía Naranja” enfatizó, al tiempo que invitó a virar la mirada a lo propio, a las potencialidades del territorio: “Tenemos una riqueza inmensa y no la han podido cuantificar; cuando uno vienen a este territorio y ve la cultura que ustedes tienen, ahí está la Economía Naranja; es eso que ustedes hacen todos los días, pero ¿cómo lo masifico?”.
Apuntarle al fortalecimiento, mediante procesos de formación, innovación y asociatividad fueron recomendaciones que surgieron en el espacio académico, como forma de potenciar el desarrollo regional echando mano de la economía naranja, una de las banderas del actual Gobierno.
Nadith Perdomo llamó al sector cultural al ahorro voluntario en fondo de pensiones, como manera de garantizar su futuro; para esto, dijo, Colpensiones ofrece líneas especiales para músicos, compositores, artistas plásticos y todo lo que tiene que ver con cultura.
Destacaron la pertinencia de este espacio en este evento, puesto que en él se hicieron compromisos importantes que sin duda transformarán la historia cultural de El Paso y, por ende, el desarrollo departamental y regional.
El Festival y el patrimonio
Uno de los puntos de la programación del centenario de natalicio de Alejo Durán en El Paso fue El Festival Pedazo de Acordeón como Patrimonio Cultural de la Nación, contemplada en la Ley 1860 o Ley Alejo, del Congreso de la República. Luis Fernando Arenas, asesor de la dirección de Patrimonio de Ministerio de Cultura, llegó a El Paso con la delegación de liderar las mesas de trabajo en las que participación de la comunidad pasera, con miras a generar reflexiones sobre qué es patrimonio y por qué este Festival lo es.
El funcionario estuvo conversando con El Pilón, sobre la ruta que deben seguirse para postular una manifestación cultural para que sea incluida en las listas representativas de patrimonio. “En el marco de la ley 1860 (Ley Alejo) se considera el Festival Pedazo de Acordeón Patrimonio Cultural de la Nación, lo cual no significa su inclusión en la lista representativa de patrimonios culturales e inmateriales, que puede darse en varios niveles: el municipal, departamental y nacional. Para poder traducir ese reconocimiento patrimonial, hay que hacer un ejercicio, conforme lo establece la Ley de Cultura (Ley 1285); entonces mi propósito aquí es hacer un taller para generar esas reflexiones sobre qué es patrimonio cultural y por qué lo es”.
Y son las personas en lo local quienes deben generar estas reflexiones, explicó el funcionario. “Sobre eso, la comunidad de El Paso tiene que iniciar reflexiones respecto a qué es aquello que los identifica, qué les da sentido de pertenencia y desde allí delimitar lo que es la manifestación; explico que en Ministerio trabaja de una forma distinta a cómo lo hace el Congreso de la República en el tema de Patrimonio, pues el Congreso decide y declara, mientras que el Ministerio busca llegar a un conocimiento más profundo que permita una clara delimitación de la manifestación cultural, así como tener claridad en los argumentos que justifiquen su inclusión en la lista de patrimonios.
En este contexto, a la comunidad de El Paso le queda la tarea de profundizar sobre aquello que les identifica y comenzar a partir de ahí la construcción de un documento de postulación. “Nuestra propuesta como Ministerio es que arranquen, incluso para que se fortalezca el Sistema de Patrimonio y Cultura en el departamento, que el Festival Pedazo de Acordeón aspire a la lista representativa del departamento”. Una vez haya pasado el eslabón departamental, deberá continuar en lo nacional.
Un cumpleaños inolvidable
Estos días fueron de reencuentro, de abrazos, de conocimiento entre los miembros de la familia que no se conocían, de presentación a un público ampliado de los herederos de sangre y arte de Alejo Durán; los dos que siguieron su legado musical, Gilberto Alejandro Durán Chacón y Alejandro Santiago Durán Gómez, tocaron su acordeón y cantaron ante un auditorio a reventar y todos asentían con la cabeza o murmuraban bajito diciendo que “hijo de tigre sale pintao”.
Náfer Durán va frecuentemente al pueblo; visita a los suyos con regularidad, pero esta vez se le vio nostálgico en casa de su hermano Luis Felipe, en casa de Alejo, paseando por la plaza del pueblo, sintiendo en su alma el peso de la ausencia de los tres, porque “nosotros como hermanos éramos muy unidos” y él es el único que queda de ellos.
Hubo homenajes a acordeoneros de El Paso y llegaron noticias de lo bonito de la fiesta en Planeta Rica, segunda patria chica de Alejo, donde también dejó su corazón y parte de sus alegrías y donde reposaron sus restos. Las celebraciones del cumpleaños in memoriam se extendieron hasta bien entrada la madrugada. El sonido de la plaza principal hizo silencio y los asistentes a las fiestas se desperdigaron en distintas direcciones, encontrado a su paso que en las terrazas de las casas seguía sonando una que otra melodía que se les adherida a los labios y los obligaba continuar su camino a casa, tarareando en voz baja, “ese negro sí toca, ese sí come nota…”.
Por Maríaruth Mosquera / EL PILÓN
Ayer culminaron los actos conmemorativos de los 100 años del natalicio del primer rey del Festival de la Leyenda Vallenata, Gilberto Alejandro Durán Díaz, evento que parte en dos la historia de El Paso, porque empiezan a desarrollarse proyectos para convertirlo en otro municipio ‘naranja’ del Cesar.
Después hay regocijo. Los visitantes han regresado a sus sitios y los lugareños se encuentran de nuevo con la calma cotidiana; se ensancha el sentimiento de gratitud en las almas y todos subrayan en el calendario la fecha del 9 de febrero de 2019 como el día que se marcó otro hito en la historia de El Paso y de la tradición folclórica que hoy vuela libre con la brisa del mundo. Dicen que el día del centenario del natalicio de Gilberto Alejandro Durán Díaz fue distinto, que algo cambió para mejorar, que los libros de historia deberán destinar más páginas por el índice de la D, de Dinastía, de Durán.
Después vendrá el trabajo juicioso, intenso y responsable que crecerá a partir de los cimientos que en este día se fundamentaron sobre el folclor, sobre el amor profundo a la tradición cantada del centro del Cesar y sobre los compromisos adquiridos por todos. Y a ellos, a los Durán, los verán de una manera distinta, con exacerbado interés y merecida admiración.
“Nosotros tenemos un agradecimiento grande con los senadores y todas las personas que tuvieron a bien llevar al Congreso de la República el proyecto de ley que después se convirtió en Ley 1860 (Ley Alejo). Eso marcó una pauta y después, dentro de la misma ley se establece que se ordena al Gobierno Nacional incluir dentro de su presupuesto todos los recursos económicos necesarios para la construcción de un parque temático Alejo Durán, de una casa museo, de una escultura que debe estar en la plaza central de El Paso; pero también hay algo fundamental que es la cátedra Alejandro Durán Díaz, que enmarca todo lo que es la vida y obra del maestro, para difundirla y divulgarla a nivel regional, nacional, e internacional”, explicó Luis Durán Escorcia, miembro de la Dinastía Durán y director ejecutivo de la Fundación Centenario Alejo Vive.
Feliz por el positivo balance de la conmemoración del centenario del juglar, pues se cumplieron las metas y expectativas, como traer a la parte legislativa y ejecutiva a nivel nacional, regional y local para que escucharan todo lo que se refiere a la ley 1860 del 1 de agosto de 2017. También logramos traer un artista de la talla de Carlos Vives que eso nos ha dado un boom a nivel folclórico, ejecutivo, a todos los niveles”.
Lo que en El paso sucedió este fin de semana, a su modo de ver, más que un antes y un después, “es la consecuencia, el alargue de una génesis folclórica que culturalmente hicieron los Durán Díaz y que nosotros, los Durán Escorcia, los hijos del viejo Alejo y los Durán Robles, hemos tratado de que tenga continuidad y que no quede estancado en el tiempo”. Que son entonces un patrimonio cultural: “El viejo alejo, como Naferito y mi tío Luis Felipe marcaron un derrotero por donde nosotros, las nuevas generaciones debíamos transitar y así lo hemos hecho satisfactoriamente. Usted ve por lo menos que la dinastía permanece a través de Luis Durán Escorcia con sus composiciones, de Jader Durán como acordeonero ; están Victor Julio y Armando Durán como compositores; y los hijos del viejo Alejo que no han sido unos grandes grabadores, pero también tiene su estructura folclórica establecida”.
Por todo esto y por el inmenso y evidente cariño, admiración y apropiación social que tiene la obra de Alejo Durán y su dinastía, que se remonta a los que fueron antes que él, el ‘después’ de ellos y de su legado folclórico se visualiza avanzando hacia la consolidación como patrimonio cultural e inmaterial, con una nube de padrinos que estarán pendientes de su bienestar.
Antes estaban las gaitas, las tamboras y toda una tradición tejida a través de los días y noches de casi cinco siglos de existencia de El Paso (antes San Antonio del Paso del Adelantado). Estaban Juana Díaz, Catalina Peinado, Antonia Silva, Emelina Blanco, Teodomira Silva, muchas mujeres cantadoras y bailadoras, y señores como Luis Martínez que tocaba la caja, Cristiano tocaba el alegre; todo ello fue influenciando a las generaciones. Y Juana Díaz parió unos hijos que se convirtieron en juglares, no solo por los genes de ella, por los de su padre y abuelo, sino por ese territorio que prueba cómo el lugar de crianza es determinante en la formación del carácter y el arte de las personas.
Antes, Juana Díaz solía cantar con tambora piezas que más tarde fueron reinterpretadas por su hijo, Alejo, con acordeón, como ‘La candela viva’, ‘La Perra’ o “dime por quién lloras y te diré por qué, a ti no te da vergüenza llorar por una mujer”. Porque la gaita menguó y la tambora bracea con fuerza para mantenerse a flore en el mar de nuevas formas musicales que han ido copando grandes espacios de lo tradicional.
Antes, Luis Felipe, Alejo y Náfer, con su herencia al hombro, abrieron nuevos caminos folclóricos en esa zona, por muchos transitados, llevando en alto la bandera del vallenato, pero teniendo siempre en sus cimientos más fornidos la savia de sus ancestralidad sonora. Fue por eso que para conmemorar el centenario de Alejo Durán, llegaron cantadoras de tambora de diversos puntos del Caribe a cantar eso que su madre le cantaba cuando niño.
Y amaneció el 9 de febrero
Llegado el día, los sonidos de tamboras rompieron el silencio de la madrugada. Un extenso perímetro era alcanzado por las voces de cantadoras entonando cantos añejos que dan cuenta de una tradición vital, de usanzas folclóricas transversales a las generaciones, del folclor negro identitario del centro del Cesar, retrato de mujeres que sostenían con sus pregones la sustancia ancestral de su progenie. Y las de hoy, las cantadoras contemporáneas, no hacen más que continuar con el legado que les dejaron.
“Yo conformo la cuarta generación de tamboras de mi familia. Mi mamá, mi abuela y mi bisabuela, que murió de 105 años, eran cantadoras de tamboras. Cuando mamá murió se me apareció en sueños y me entregó su arte, entonces me toca a mí conservar las raíces para que siga”, relató Matilde Camacho Estrada, procedente de Río Viejo, sur de Bolívar.
Rosa Emilia Hernández trajo a memoria imágenes de su niñez, cuando se metía a las ruedas de tambora sin que nadie la invitara, por lo que se ganó el apodo de ‘La chiquitica’. Ella vivió experiencias con Juana Díaz y de ella bebió, a lo que se suma que es oriunda de El Paso. “Alejo nos dejó mucho que aun no alcanzamos a comprender, con su humildad y forma de ser. Nosotros como paisanos no estamos apropiados de lo que tenemos; es algo grande”.
Damaris Sayas Gómez viajó desde Tamalameque para rendir honores a Alejo Durán en su centenario; tiene 38 años y lleva 20 cantando tambora. Vicenta Miranda, su abuela, bailadora de tambora, murió de 105 años. De ella conoció la historia sobre una Virgen de Santa Bárbara que apareció dibujada en una taba en su casa y les infundió aliento a las mujeres para llevar las banderas de la tradición folclórica; instauraron una celebración para la virgen en diciembre y en las noches sin luna se reunían en un patio colosal a cantar tamboras y contar historias.
Narró Milexy Martínez, de San Bernardo Cesar, que su hermano Francisco es cantautor de tambora y que ella creció escuchándolo a él y a otros; que empezó en el coro, pasó a ser bailarina y después descubrieron que tenía talento para cantar. “Estoy aquí difundiendo mi legado, que dejaré se lo debo a mis hermanos”. Milexy y todas las cantadoras que llegaron al homenaje, relacionan a Juana Francisca Díaz, bien sea porque bebieron directamente de la fuente o porque les llegó su néctar a través de las generaciones. Por eso sus pregones llegaron hasta el mismo cielo a tocar el alma del homenajeado.
El Cesar, una cantera de economía naranja
La historia detrás de la canción del 039, de la autoría de Alejo Durán, es un claro ejemplo que lo que es Economía Naranja, resaltó Ernesto Acevedo, director encargado del Sena Regional Cesar, durante su intervención en el conversatorio sobre Economía Naranja que tuvo lugar en El Paso, en el marco de la conmemoración del centenario del natalicio del juglar, al que asistieron también como panelistas Nadith Perdomo, encargada economía naranja en Colpensiones; Hidalfo De la Cruz, alcalde de El Paso, así como Nicolla Stornelli como moderador.
“Yo traía todo un discurso preparado para este conversatorio, pero me acaban de dar una clase maravillosa de lo que es Economía Naranja: Acabo de conocer a Irene, la protagonista del 039 y al maestro Náfer Durán y he conocido la historia de la canción, narrada por su protagonista. Eso es Economía Naranja” enfatizó, al tiempo que invitó a virar la mirada a lo propio, a las potencialidades del territorio: “Tenemos una riqueza inmensa y no la han podido cuantificar; cuando uno vienen a este territorio y ve la cultura que ustedes tienen, ahí está la Economía Naranja; es eso que ustedes hacen todos los días, pero ¿cómo lo masifico?”.
Apuntarle al fortalecimiento, mediante procesos de formación, innovación y asociatividad fueron recomendaciones que surgieron en el espacio académico, como forma de potenciar el desarrollo regional echando mano de la economía naranja, una de las banderas del actual Gobierno.
Nadith Perdomo llamó al sector cultural al ahorro voluntario en fondo de pensiones, como manera de garantizar su futuro; para esto, dijo, Colpensiones ofrece líneas especiales para músicos, compositores, artistas plásticos y todo lo que tiene que ver con cultura.
Destacaron la pertinencia de este espacio en este evento, puesto que en él se hicieron compromisos importantes que sin duda transformarán la historia cultural de El Paso y, por ende, el desarrollo departamental y regional.
El Festival y el patrimonio
Uno de los puntos de la programación del centenario de natalicio de Alejo Durán en El Paso fue El Festival Pedazo de Acordeón como Patrimonio Cultural de la Nación, contemplada en la Ley 1860 o Ley Alejo, del Congreso de la República. Luis Fernando Arenas, asesor de la dirección de Patrimonio de Ministerio de Cultura, llegó a El Paso con la delegación de liderar las mesas de trabajo en las que participación de la comunidad pasera, con miras a generar reflexiones sobre qué es patrimonio y por qué este Festival lo es.
El funcionario estuvo conversando con El Pilón, sobre la ruta que deben seguirse para postular una manifestación cultural para que sea incluida en las listas representativas de patrimonio. “En el marco de la ley 1860 (Ley Alejo) se considera el Festival Pedazo de Acordeón Patrimonio Cultural de la Nación, lo cual no significa su inclusión en la lista representativa de patrimonios culturales e inmateriales, que puede darse en varios niveles: el municipal, departamental y nacional. Para poder traducir ese reconocimiento patrimonial, hay que hacer un ejercicio, conforme lo establece la Ley de Cultura (Ley 1285); entonces mi propósito aquí es hacer un taller para generar esas reflexiones sobre qué es patrimonio cultural y por qué lo es”.
Y son las personas en lo local quienes deben generar estas reflexiones, explicó el funcionario. “Sobre eso, la comunidad de El Paso tiene que iniciar reflexiones respecto a qué es aquello que los identifica, qué les da sentido de pertenencia y desde allí delimitar lo que es la manifestación; explico que en Ministerio trabaja de una forma distinta a cómo lo hace el Congreso de la República en el tema de Patrimonio, pues el Congreso decide y declara, mientras que el Ministerio busca llegar a un conocimiento más profundo que permita una clara delimitación de la manifestación cultural, así como tener claridad en los argumentos que justifiquen su inclusión en la lista de patrimonios.
En este contexto, a la comunidad de El Paso le queda la tarea de profundizar sobre aquello que les identifica y comenzar a partir de ahí la construcción de un documento de postulación. “Nuestra propuesta como Ministerio es que arranquen, incluso para que se fortalezca el Sistema de Patrimonio y Cultura en el departamento, que el Festival Pedazo de Acordeón aspire a la lista representativa del departamento”. Una vez haya pasado el eslabón departamental, deberá continuar en lo nacional.
Un cumpleaños inolvidable
Estos días fueron de reencuentro, de abrazos, de conocimiento entre los miembros de la familia que no se conocían, de presentación a un público ampliado de los herederos de sangre y arte de Alejo Durán; los dos que siguieron su legado musical, Gilberto Alejandro Durán Chacón y Alejandro Santiago Durán Gómez, tocaron su acordeón y cantaron ante un auditorio a reventar y todos asentían con la cabeza o murmuraban bajito diciendo que “hijo de tigre sale pintao”.
Náfer Durán va frecuentemente al pueblo; visita a los suyos con regularidad, pero esta vez se le vio nostálgico en casa de su hermano Luis Felipe, en casa de Alejo, paseando por la plaza del pueblo, sintiendo en su alma el peso de la ausencia de los tres, porque “nosotros como hermanos éramos muy unidos” y él es el único que queda de ellos.
Hubo homenajes a acordeoneros de El Paso y llegaron noticias de lo bonito de la fiesta en Planeta Rica, segunda patria chica de Alejo, donde también dejó su corazón y parte de sus alegrías y donde reposaron sus restos. Las celebraciones del cumpleaños in memoriam se extendieron hasta bien entrada la madrugada. El sonido de la plaza principal hizo silencio y los asistentes a las fiestas se desperdigaron en distintas direcciones, encontrado a su paso que en las terrazas de las casas seguía sonando una que otra melodía que se les adherida a los labios y los obligaba continuar su camino a casa, tarareando en voz baja, “ese negro sí toca, ese sí come nota…”.
Por Maríaruth Mosquera / EL PILÓN