El verseador y compositor nacido en Chiriguaná, Cesar, casi no habla, sus días son llenos de silencio y la alegría se le alejó desde hace algún tiempo.
En Andrés Emilio Beleño Paba, primer rey de la piqueria en el año 1979, ya se refleja el paso inexorable de los años. De igual manera, lo acompaña la quietud unida a esos silencios prolongados que nunca le pertenecieron, porque siempre fue dueño de las máximas alegrías y las palabras precisas a la hora de versear.
Al llegar a su casa ubicada en el popular barrio Los Caciques, de Valledupar, estaba tranquilo, con contadas palabras en su boca y sonriendo cuando el momento lo pedía al recordar anécdotas que hicieron parte vital de su vida folclórica.
Eso sí, Andrés Emilio no se olvida de lucir sus camisas coloridas, esas prendas vistosas que algunos llaman ‘Abeleñadas’. Ahora es un hombre distinto debido a que solamente sale de ese mundo interior, donde está metido desde hace casi cuatro años, producto de una isquemia cerebral, cuando escucha las canciones que le grabaron los más importantes artistas vallenatos.
Ese, es precisamente el instante en que las vivencias aparecen en su memoria al recordarle el comienzo de algunas canciones que le grabaron Diomedes Díaz, Poncho Zuleta y Jorge Oñate, entre otros.
Él enseguida las registra en su memoria y las canta. Una de sus obras la comenzó a interpretar cuando le presentaron la historia de la mujer a la cual casi no se le podía decir nada, porque enseguida ripostaba. Esa mujer era una campana.
“Ella quiere vivir como la campana, tan, tan, tan, tan, tan, tan tan, tan. Yo no puedo salir ni decirle nada, porque eso es tan, tan tan, tan tan”.
Después pasó al caso de la hija que no hacía nada, y se la pasaba era bailando o sea moviendo la batea.
“Mamá, ayyyyy mamá, ¿Usted sabe dónde está María? Venga pa’ que la vea. Tiene la fiesta prendía meneando la batea, meneando la batea”…
Siguió con la historia de la mujer que estaba convencida de merecerlo todo, así el destino le marcara otro rumbo.
“Ella dice que yo no tengo nada en la casa, que si voy a comprá un carrito todo es pa’ ella. Ella dice que yo ando es piropeando muchachas y un día de estos me puede hacé pasá es una pena. Convencida, que voy hacé lo que tú quieras”.
Llegó el momento del homenaje a la autora de sus días, Olga del Socorro Paba Acosta, quien falleció y él todavía no lo sabe, pero un día se inspiró para contar qué como la mamá no hay ninguna.
“Cuando el hijo está llorando le duele, es a la mamá. Cuando el hijo tiene hambre le duele, es a la mamá. Ella no lo puede dejar, si es el hijo de sus amores, puede tener un mundo de errores, pero no para la mamá. No hay como la mamá de uno, no hay como la mamá de uno”.
De esa manera, frecuentemente hace un repaso en su memoria por el registro sonoro de la música vallenata que hoy reconoce en Andrés Emilio Beleño a uno de los más excelentes compositores y verseadores.
PUYAS FESTIVALERAS
Dentro del Festival de la Leyenda Vallenata aparece Andrés Beleño, no solamente como primer rey de la piqueria, sino como gran compositor en el aire de puya. Entre esas están: ‘Soy maestro’, ‘La contienda’, ‘El desconfiao’, ‘Los ví corriendo’, ‘Los parecidos’, ‘El combate’, ‘Me peino con la lengua’, ‘Vaya pa’ trás’, ‘Pico y espuela’ y ‘El contendor’.
Con varias de ellas se coronaron como reyes vallenatos Navín López, Juan David Herrera, Harold Rivera, Juan José Granados, Almes Granados y Cristian Camilo Peña. Además, reyes y reinas de distintas categorías también ganaron.
ENCUENTRO DE VERSEADORES
El verseador Andrés Beleño, con el primer rey de reyes de la Piqueria, José Félix Ariza, han sostenido a lo largo y ancho del país una serie de enfrentamientos que les han merecido altos elogios y aplausos. En el encuentro, sus familiares recordaron este hecho y más cuando en cierta ocasión se enfrentaron en Valledupar a verso limpio.
José Félix Ariza le dijo:
“Verseando soy quien lo aplico
ya le metí su fuetera,
y ahora les dejo a mi hijo
pa’ vé si tiene madera”.
Andrés Beleño le contestó:
“Pero de todas maneras
al muchacho hay que mirarlo,
yo sé que él tiene madera
no se sabe es de qué palo”.
Cómo se añoran esos instantes de gloria en el verso preciso y con gracia donde Andrés Beleño aplicaba a la perfección, y más ahora que se acerca la segunda versión Rey de Reyes de la Piqueria, donde será el gran ausente. Precisamente al recordarle ese hecho dijo una sola palabra. “Piquera, piquera, piqueria”. Ahí encerró esas hazañas que lo llevaron a estar entre los mejores.
SU HISTORIA
La historia de Andrés Emilio Beleño Pava comenzó en Chiriguaná, Cesar, donde nació el martes 30 de noviembre de 1948. Él es sinónimo de esfuerzo, constancia y trabajo. Estudió hasta cuarto de primaria y cuando contaba con 12 años comenzó a enamorarse de la música vallenata para tiempo después trasladarse hasta Valledupar.
Con la valentía y espontaneidad que lo caracterizan, se presentó por primera vez en el Festival de la Leyenda Vallenata, en el año 1972, en la categoría de Canción Inédita con el paseo ‘Orgullo triste’, donde estuvo acompañado por el acordeonero Andrés Landero. Se sintió feliz por dar ese paso.
Siete años después fue el primer Rey de la Piqueria arrancando con fuerza la vida musical de este hombre ceñido a las costumbres y a esa provincia que tiene la esencia del vallenato raizal.
Andrés Beleño nunca pretendió cambiar el universo con un verso, pero sí estuvo lleno de ilusiones y de eternas primaveras cantadas que se extendieron metidas en un acordeón para hacerlas sonar hasta en el corazón. Gracias Maestro.
Por Juan Rincón Vanegas
El verseador y compositor nacido en Chiriguaná, Cesar, casi no habla, sus días son llenos de silencio y la alegría se le alejó desde hace algún tiempo.
En Andrés Emilio Beleño Paba, primer rey de la piqueria en el año 1979, ya se refleja el paso inexorable de los años. De igual manera, lo acompaña la quietud unida a esos silencios prolongados que nunca le pertenecieron, porque siempre fue dueño de las máximas alegrías y las palabras precisas a la hora de versear.
Al llegar a su casa ubicada en el popular barrio Los Caciques, de Valledupar, estaba tranquilo, con contadas palabras en su boca y sonriendo cuando el momento lo pedía al recordar anécdotas que hicieron parte vital de su vida folclórica.
Eso sí, Andrés Emilio no se olvida de lucir sus camisas coloridas, esas prendas vistosas que algunos llaman ‘Abeleñadas’. Ahora es un hombre distinto debido a que solamente sale de ese mundo interior, donde está metido desde hace casi cuatro años, producto de una isquemia cerebral, cuando escucha las canciones que le grabaron los más importantes artistas vallenatos.
Ese, es precisamente el instante en que las vivencias aparecen en su memoria al recordarle el comienzo de algunas canciones que le grabaron Diomedes Díaz, Poncho Zuleta y Jorge Oñate, entre otros.
Él enseguida las registra en su memoria y las canta. Una de sus obras la comenzó a interpretar cuando le presentaron la historia de la mujer a la cual casi no se le podía decir nada, porque enseguida ripostaba. Esa mujer era una campana.
“Ella quiere vivir como la campana, tan, tan, tan, tan, tan, tan tan, tan. Yo no puedo salir ni decirle nada, porque eso es tan, tan tan, tan tan”.
Después pasó al caso de la hija que no hacía nada, y se la pasaba era bailando o sea moviendo la batea.
“Mamá, ayyyyy mamá, ¿Usted sabe dónde está María? Venga pa’ que la vea. Tiene la fiesta prendía meneando la batea, meneando la batea”…
Siguió con la historia de la mujer que estaba convencida de merecerlo todo, así el destino le marcara otro rumbo.
“Ella dice que yo no tengo nada en la casa, que si voy a comprá un carrito todo es pa’ ella. Ella dice que yo ando es piropeando muchachas y un día de estos me puede hacé pasá es una pena. Convencida, que voy hacé lo que tú quieras”.
Llegó el momento del homenaje a la autora de sus días, Olga del Socorro Paba Acosta, quien falleció y él todavía no lo sabe, pero un día se inspiró para contar qué como la mamá no hay ninguna.
“Cuando el hijo está llorando le duele, es a la mamá. Cuando el hijo tiene hambre le duele, es a la mamá. Ella no lo puede dejar, si es el hijo de sus amores, puede tener un mundo de errores, pero no para la mamá. No hay como la mamá de uno, no hay como la mamá de uno”.
De esa manera, frecuentemente hace un repaso en su memoria por el registro sonoro de la música vallenata que hoy reconoce en Andrés Emilio Beleño a uno de los más excelentes compositores y verseadores.
PUYAS FESTIVALERAS
Dentro del Festival de la Leyenda Vallenata aparece Andrés Beleño, no solamente como primer rey de la piqueria, sino como gran compositor en el aire de puya. Entre esas están: ‘Soy maestro’, ‘La contienda’, ‘El desconfiao’, ‘Los ví corriendo’, ‘Los parecidos’, ‘El combate’, ‘Me peino con la lengua’, ‘Vaya pa’ trás’, ‘Pico y espuela’ y ‘El contendor’.
Con varias de ellas se coronaron como reyes vallenatos Navín López, Juan David Herrera, Harold Rivera, Juan José Granados, Almes Granados y Cristian Camilo Peña. Además, reyes y reinas de distintas categorías también ganaron.
ENCUENTRO DE VERSEADORES
El verseador Andrés Beleño, con el primer rey de reyes de la Piqueria, José Félix Ariza, han sostenido a lo largo y ancho del país una serie de enfrentamientos que les han merecido altos elogios y aplausos. En el encuentro, sus familiares recordaron este hecho y más cuando en cierta ocasión se enfrentaron en Valledupar a verso limpio.
José Félix Ariza le dijo:
“Verseando soy quien lo aplico
ya le metí su fuetera,
y ahora les dejo a mi hijo
pa’ vé si tiene madera”.
Andrés Beleño le contestó:
“Pero de todas maneras
al muchacho hay que mirarlo,
yo sé que él tiene madera
no se sabe es de qué palo”.
Cómo se añoran esos instantes de gloria en el verso preciso y con gracia donde Andrés Beleño aplicaba a la perfección, y más ahora que se acerca la segunda versión Rey de Reyes de la Piqueria, donde será el gran ausente. Precisamente al recordarle ese hecho dijo una sola palabra. “Piquera, piquera, piqueria”. Ahí encerró esas hazañas que lo llevaron a estar entre los mejores.
SU HISTORIA
La historia de Andrés Emilio Beleño Pava comenzó en Chiriguaná, Cesar, donde nació el martes 30 de noviembre de 1948. Él es sinónimo de esfuerzo, constancia y trabajo. Estudió hasta cuarto de primaria y cuando contaba con 12 años comenzó a enamorarse de la música vallenata para tiempo después trasladarse hasta Valledupar.
Con la valentía y espontaneidad que lo caracterizan, se presentó por primera vez en el Festival de la Leyenda Vallenata, en el año 1972, en la categoría de Canción Inédita con el paseo ‘Orgullo triste’, donde estuvo acompañado por el acordeonero Andrés Landero. Se sintió feliz por dar ese paso.
Siete años después fue el primer Rey de la Piqueria arrancando con fuerza la vida musical de este hombre ceñido a las costumbres y a esa provincia que tiene la esencia del vallenato raizal.
Andrés Beleño nunca pretendió cambiar el universo con un verso, pero sí estuvo lleno de ilusiones y de eternas primaveras cantadas que se extendieron metidas en un acordeón para hacerlas sonar hasta en el corazón. Gracias Maestro.
Por Juan Rincón Vanegas