Carlos Nelson Núñez Fontalvo es uno de esos personajes macondianos que se debe visitar en Aracataca. Sentarse en su terraza y conversar con él es un viaje a la esencia más pura del vallenato.
Frente a la casa de los abuelos de Gabriel García Márquez reside Carlos Nelson Núñez Fontalvo, un hombre de 97 años que vive en una amplia vivienda, típica de las originales del barrio San Joaquín de Valledupar. En su hogar, Núñez guarda valiosos tesoros fotográficos que capturan la esencia de parrandas vallenatas eternas, donde personajes icónicos del folclor como Rafael Escalona y Colacho Mendoza dejaron su huella.
“Él (Gabo) se fue pa’ allá (Valledupar) porque era amigo de Escalona, fue jurado del primer Festival Vallenato. El primer Festival Vallenato fue aquí, Rafael y eso se lo llevaron para Valledupar. Yo fui organizador de la parranda que se hizo con Cepeda Samudio, Obregón. Un poco de gente de Barranquilla vino aquí con Escalona, Colacho Mendoza, como 30 personas. No amanecimos, hicimos un sancocho trifásico y puro ron caña que ya no lo hacen”, recuerda Núñez Fontalvo.
Además, rememora su tiempo como alcalde de Aracataca, lo que le permitió organizar estas parrandas cada vez que su vecino y amigo regresaba al pueblo.
La controversia sobre el origen del festival vallenato persiste. Aunque Núñez menciona su papel en la organización de este evento, los registros documentales más antiguos sobre competencias de acordeoneros datan de finales de los años treinta y principios de los cuarenta.
En esa época, comenzaron a surgir festivales espontáneos en varias localidades del Magdalena, donde figuras como García Márquez y Escalona vieron una oportunidad en la promoción del vallenato como identidad cultural de la región.
Un estudio realizado por la Universidad del Norte titulado ‘Un paseo a lomo de acordeón: Aproximación al vallenato, la música del Magdalena Grande, 1870 – 1960’, ofrece un contexto histórico sobre el desarrollo del vallenato. Este análisis revela que la música de acordeón comenzó a ganar popularidad en la región gracias a innovadores como Camilo George, quien organizó concursos de acordeoneros en el municipio de Fundación entre 1950 y 1959.
George percibió el potencial comercial del vallenato y utilizó su música como vehículo para promocionar sus productos.
Durante este período, García Márquez se encontraba en el municipio de La Paz, donde su amigo Manuel Zapata Olivella lo invitó a participar en actividades folclóricas. A pesar de las dificultades sociales y políticas de la época con liberales y conservadores, incluyendo un violento asalto policial en el pueblo, los jóvenes contadores de historias lograron reunir a acordeoneros locales para un encuentro improvisado.
Este evento marcó el inicio de una revitalización cultural que culminaría en el primer Festival Vallenato organizado oficialmente por García Márquez en Aracataca en 1966.
El primer Festival Vallenato no solo celebró la música; también fue un acto cívico que unió a comunidades enteras. Asistieron músicos destacados y personalidades literarias, creando un espacio donde el vallenato pudo florecer. La idea original de García Márquez fue tan impactante que Escalona a sabiendas de que Valledupar se convertiría en capital y junto a Consuelo Araújo vieron en la rotación del festival la oportunidad de celebrar la independencia política de Santa Marta y por fin desligarse de ser unos simples provincianos de Valledupar. Sin embargo, Valledupar se consolidó como su sede permanente a partir de 1968.
A través de eventos como el primer festival organizado por él y sus amigos, se cimentaron las bases para lo que hoy es uno de los festivales más importantes del país. La historia contada por Núñez Fontalvo no solo revive recuerdos entrañables sino que también reafirma el papel que tuvo García Márquez en la promoción del vallenato como patrimonio cultural colombiano.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN
Carlos Nelson Núñez Fontalvo es uno de esos personajes macondianos que se debe visitar en Aracataca. Sentarse en su terraza y conversar con él es un viaje a la esencia más pura del vallenato.
Frente a la casa de los abuelos de Gabriel García Márquez reside Carlos Nelson Núñez Fontalvo, un hombre de 97 años que vive en una amplia vivienda, típica de las originales del barrio San Joaquín de Valledupar. En su hogar, Núñez guarda valiosos tesoros fotográficos que capturan la esencia de parrandas vallenatas eternas, donde personajes icónicos del folclor como Rafael Escalona y Colacho Mendoza dejaron su huella.
“Él (Gabo) se fue pa’ allá (Valledupar) porque era amigo de Escalona, fue jurado del primer Festival Vallenato. El primer Festival Vallenato fue aquí, Rafael y eso se lo llevaron para Valledupar. Yo fui organizador de la parranda que se hizo con Cepeda Samudio, Obregón. Un poco de gente de Barranquilla vino aquí con Escalona, Colacho Mendoza, como 30 personas. No amanecimos, hicimos un sancocho trifásico y puro ron caña que ya no lo hacen”, recuerda Núñez Fontalvo.
Además, rememora su tiempo como alcalde de Aracataca, lo que le permitió organizar estas parrandas cada vez que su vecino y amigo regresaba al pueblo.
La controversia sobre el origen del festival vallenato persiste. Aunque Núñez menciona su papel en la organización de este evento, los registros documentales más antiguos sobre competencias de acordeoneros datan de finales de los años treinta y principios de los cuarenta.
En esa época, comenzaron a surgir festivales espontáneos en varias localidades del Magdalena, donde figuras como García Márquez y Escalona vieron una oportunidad en la promoción del vallenato como identidad cultural de la región.
Un estudio realizado por la Universidad del Norte titulado ‘Un paseo a lomo de acordeón: Aproximación al vallenato, la música del Magdalena Grande, 1870 – 1960’, ofrece un contexto histórico sobre el desarrollo del vallenato. Este análisis revela que la música de acordeón comenzó a ganar popularidad en la región gracias a innovadores como Camilo George, quien organizó concursos de acordeoneros en el municipio de Fundación entre 1950 y 1959.
George percibió el potencial comercial del vallenato y utilizó su música como vehículo para promocionar sus productos.
Durante este período, García Márquez se encontraba en el municipio de La Paz, donde su amigo Manuel Zapata Olivella lo invitó a participar en actividades folclóricas. A pesar de las dificultades sociales y políticas de la época con liberales y conservadores, incluyendo un violento asalto policial en el pueblo, los jóvenes contadores de historias lograron reunir a acordeoneros locales para un encuentro improvisado.
Este evento marcó el inicio de una revitalización cultural que culminaría en el primer Festival Vallenato organizado oficialmente por García Márquez en Aracataca en 1966.
El primer Festival Vallenato no solo celebró la música; también fue un acto cívico que unió a comunidades enteras. Asistieron músicos destacados y personalidades literarias, creando un espacio donde el vallenato pudo florecer. La idea original de García Márquez fue tan impactante que Escalona a sabiendas de que Valledupar se convertiría en capital y junto a Consuelo Araújo vieron en la rotación del festival la oportunidad de celebrar la independencia política de Santa Marta y por fin desligarse de ser unos simples provincianos de Valledupar. Sin embargo, Valledupar se consolidó como su sede permanente a partir de 1968.
A través de eventos como el primer festival organizado por él y sus amigos, se cimentaron las bases para lo que hoy es uno de los festivales más importantes del país. La historia contada por Núñez Fontalvo no solo revive recuerdos entrañables sino que también reafirma el papel que tuvo García Márquez en la promoción del vallenato como patrimonio cultural colombiano.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN