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Las huellas de los 'falsos positivos' - 18 agosto, 2022

Albeiro Flórez y Edgar Beltrán, los atlanticenses entregados por los ‘para’ para un resultado del Ejército

Los jóvenes salieron de sus casas para trabajar en Pueblo Bello y terminaron muertos como guerrilleros.

Albeiro Flórez y Edgar Beltrán Hurtado, víctimas.
Albeiro Flórez y Edgar Beltrán Hurtado, víctimas.

Cuando se encontraban recolectando café en una finca cercana al municipio de Pueblo Bello, Albeiro Flórez Hernández y su compañero Edgar Beltrán Hurtado se vieron sorprendidos por los pasos de unos hombres con botas de caucho y camuflaje que inesperadamente llegaron al predio.  

En sus manos tenían armas con las que enfundaron el terror y se pudieron llevar a los jóvenes que estaban recién llegados en busca de ayudar económicamente a sus familiares que vivían en el municipio de Luruaco, Atlántico.  

Los fines de los muchachos, sin duda, poseían una valerosa intención, pero eso a los hombres no les importó, pues ellos llegaron con el motivo de entregar un ‘positivo’ a unos coterráneos y así lo cumplieron.  

Los disparos provenientes de los paramilitares al mando de alias 38 impactaron en la humanidad de Edgar Beltrán Hurtado y Albeiro Flórez Hernández hasta dejarlos sin vida cuando estaban a la altura de la vereda El Secreto, jurisdicción del corregimiento de Las Minas de Iracal.  

EL PLAN 

La primera parte del plan se consumó. La segunda corrió por cuenta de algunos oficiales del Batallón de Artillería Nº2 La Popa que llegaron a recibir los cuerpos y a simular un combate el 15 de agosto del año 2003.   

Al terreno llegó un grupo de militares, entre ellos el sargento primero (r) Efraín Andrade Perea, suboficial de la sección de inteligencia.

Cuando llegué allá… al sitio, yo encontré a Andrade todo sudado, a Hugo también… todos revolcados, con gorra al revés, con fusil en mano y había dos tipos muertos que supuestamente iban a atentar contra (…) unos transformadores de luz”, manifestó Eduart Álvarez Mejía, en una versión voluntaria entregada el 18 de marzo de 2018. 

Eduart Álvarez Mejía comandaba el grupo Zarpazo y llegó con el pelotón a atender el supuesto combate. “[L]legamos fue a hacer el drama (…) pero allí no hubo ningún combate ya los habían matado a las dos personas (sic)”, recordó el soldado retirado Yeris Andrés Gómez Coronel, en una declaración a la Fiscalía el 28 de agosto de 2018.  

En realidad, las muertes obedecieron a que alias 38 había acordado con integrantes del batallón la entrega de unos cuerpos para que hicieran un falso positivo, según contó el paramilitar alias Z1 a la justicia ordinaria. 

Desde el punto de vista subjetivo se aprecia que existió un conocimiento previo por parte de Yeris Andrés Gómez del resultado que se quería causar, como una existencia previa de una voluntad de actuar de manera conjunta o mancomunada con otros miembros de la unidad militar de la que hizo parte, para causar estas muertes. Esta voluntad se manifestó a través de una división del trabajo criminal, que en el caso del señor Gómez se materializó, como se indicó en precedencia, en la comisión de los asesinatos, en actuaciones de coordinación con los paramilitares y labores de encubrimiento”, acotó la Jurisdicción Especial para la Paz en un auto. 

El Batallón La Popa reportó a las víctimas como dos guerrilleros del ELN no identificados que murieron en un combate. 

EL PILÓN el 11 de septiembre de 2007 registró la identificación de una de las víctimas. 

LA FAMILIA Y LA BÚSQUEDA 

Edgar Beltrán Hurtado y Albeiro Flórez Hernández cinco días antes de los hechos partieron de sus casas para trabajar en Pueblo Bello. Junto a ellos se unieron Donaldo Vizcaíno de los Reyes y José de los Santos Ariza Rodríguez, pero una vez llegaron al municipio cesarense el grupo se separó: Edgar y Albeiro se fueron a una finca y los demás a otra. 

Desde entonces los familiares no tuvieron conocimiento de sus seres queridos por muchos años. Solo en el 2007 por una publicación en la prensa sobre la identificación de varios cuerpos de Medicina Legal que ingresaron como N.N., se enteraron de la muerte de los jóvenes. 

Mi familia y yo llevamos 20 años en la lucha buscando respuestas, buscando sus restos, el de mi hermano, el de Edgar y el de muchos al que los comparecientes le cegaron la vida. Solo digo que, así como tuvieron las agallas y capacidad para acabar con tantos jóvenes como la vida de mi hermano, que nos ayuden o nos den respuesta de dónde están los restos, queremos que mi hermano y Edgar tengan una santa sepultura que nosotros como familia podamos llevarle una vela, una rosa”, dijo Yesenia Flórez Hernández, hermana de Albeiro. 

No obstante, posiblemente los restos podrían estar en una fosa común del cementerio Jardines Del Ecce Homo de Valledupar a donde trasladaron algunos restos que retiraron del cementerio Central. 

LOS INVOLUCRADOS 

El exteniente Eduart Gustavo Álvarez Mejía y el exsoldado Yeris Andrés Gómez Coronel reconocieron su responsabilidad por los dos crímenes ante la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Ambos aceptaron las ejecuciones extrajudiciales y se disculparon. 

Les pido perdón, y no me lo merezco tampoco, porque ellos no eran ni paramilitares ni guerrilleros”, aseguró Gómez Coronel. 

Por Marllelys Salinas / EL PILÓN 

[email protected] 

Las huellas de los 'falsos positivos'
18 agosto, 2022

Albeiro Flórez y Edgar Beltrán, los atlanticenses entregados por los ‘para’ para un resultado del Ejército

Los jóvenes salieron de sus casas para trabajar en Pueblo Bello y terminaron muertos como guerrilleros.


Albeiro Flórez y Edgar Beltrán Hurtado, víctimas.
Albeiro Flórez y Edgar Beltrán Hurtado, víctimas.

Cuando se encontraban recolectando café en una finca cercana al municipio de Pueblo Bello, Albeiro Flórez Hernández y su compañero Edgar Beltrán Hurtado se vieron sorprendidos por los pasos de unos hombres con botas de caucho y camuflaje que inesperadamente llegaron al predio.  

En sus manos tenían armas con las que enfundaron el terror y se pudieron llevar a los jóvenes que estaban recién llegados en busca de ayudar económicamente a sus familiares que vivían en el municipio de Luruaco, Atlántico.  

Los fines de los muchachos, sin duda, poseían una valerosa intención, pero eso a los hombres no les importó, pues ellos llegaron con el motivo de entregar un ‘positivo’ a unos coterráneos y así lo cumplieron.  

Los disparos provenientes de los paramilitares al mando de alias 38 impactaron en la humanidad de Edgar Beltrán Hurtado y Albeiro Flórez Hernández hasta dejarlos sin vida cuando estaban a la altura de la vereda El Secreto, jurisdicción del corregimiento de Las Minas de Iracal.  

EL PLAN 

La primera parte del plan se consumó. La segunda corrió por cuenta de algunos oficiales del Batallón de Artillería Nº2 La Popa que llegaron a recibir los cuerpos y a simular un combate el 15 de agosto del año 2003.   

Al terreno llegó un grupo de militares, entre ellos el sargento primero (r) Efraín Andrade Perea, suboficial de la sección de inteligencia.

Cuando llegué allá… al sitio, yo encontré a Andrade todo sudado, a Hugo también… todos revolcados, con gorra al revés, con fusil en mano y había dos tipos muertos que supuestamente iban a atentar contra (…) unos transformadores de luz”, manifestó Eduart Álvarez Mejía, en una versión voluntaria entregada el 18 de marzo de 2018. 

Eduart Álvarez Mejía comandaba el grupo Zarpazo y llegó con el pelotón a atender el supuesto combate. “[L]legamos fue a hacer el drama (…) pero allí no hubo ningún combate ya los habían matado a las dos personas (sic)”, recordó el soldado retirado Yeris Andrés Gómez Coronel, en una declaración a la Fiscalía el 28 de agosto de 2018.  

En realidad, las muertes obedecieron a que alias 38 había acordado con integrantes del batallón la entrega de unos cuerpos para que hicieran un falso positivo, según contó el paramilitar alias Z1 a la justicia ordinaria. 

Desde el punto de vista subjetivo se aprecia que existió un conocimiento previo por parte de Yeris Andrés Gómez del resultado que se quería causar, como una existencia previa de una voluntad de actuar de manera conjunta o mancomunada con otros miembros de la unidad militar de la que hizo parte, para causar estas muertes. Esta voluntad se manifestó a través de una división del trabajo criminal, que en el caso del señor Gómez se materializó, como se indicó en precedencia, en la comisión de los asesinatos, en actuaciones de coordinación con los paramilitares y labores de encubrimiento”, acotó la Jurisdicción Especial para la Paz en un auto. 

El Batallón La Popa reportó a las víctimas como dos guerrilleros del ELN no identificados que murieron en un combate. 

EL PILÓN el 11 de septiembre de 2007 registró la identificación de una de las víctimas. 

LA FAMILIA Y LA BÚSQUEDA 

Edgar Beltrán Hurtado y Albeiro Flórez Hernández cinco días antes de los hechos partieron de sus casas para trabajar en Pueblo Bello. Junto a ellos se unieron Donaldo Vizcaíno de los Reyes y José de los Santos Ariza Rodríguez, pero una vez llegaron al municipio cesarense el grupo se separó: Edgar y Albeiro se fueron a una finca y los demás a otra. 

Desde entonces los familiares no tuvieron conocimiento de sus seres queridos por muchos años. Solo en el 2007 por una publicación en la prensa sobre la identificación de varios cuerpos de Medicina Legal que ingresaron como N.N., se enteraron de la muerte de los jóvenes. 

Mi familia y yo llevamos 20 años en la lucha buscando respuestas, buscando sus restos, el de mi hermano, el de Edgar y el de muchos al que los comparecientes le cegaron la vida. Solo digo que, así como tuvieron las agallas y capacidad para acabar con tantos jóvenes como la vida de mi hermano, que nos ayuden o nos den respuesta de dónde están los restos, queremos que mi hermano y Edgar tengan una santa sepultura que nosotros como familia podamos llevarle una vela, una rosa”, dijo Yesenia Flórez Hernández, hermana de Albeiro. 

No obstante, posiblemente los restos podrían estar en una fosa común del cementerio Jardines Del Ecce Homo de Valledupar a donde trasladaron algunos restos que retiraron del cementerio Central. 

LOS INVOLUCRADOS 

El exteniente Eduart Gustavo Álvarez Mejía y el exsoldado Yeris Andrés Gómez Coronel reconocieron su responsabilidad por los dos crímenes ante la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Ambos aceptaron las ejecuciones extrajudiciales y se disculparon. 

Les pido perdón, y no me lo merezco tampoco, porque ellos no eran ni paramilitares ni guerrilleros”, aseguró Gómez Coronel. 

Por Marllelys Salinas / EL PILÓN 

[email protected]