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Cultura - 28 marzo, 2016

El acordeonero argentino que llegó buscando ‘La gota fría’

La canción ‘La gota fría’, creada en 1942 por Emiliano Antonio Zuleta Baquero y que cuenta con más de 80 versiones, cautivó de primera oída al argentino Alan Eloy Monzón, quien se había propuesto llegar a la meca del vallenato para conocer esa historia.

Desde su llegada a Valledupar notó que acá era un mundo diferente donde la auténtica música vallenata es un imán que se pega por todas partes. Foto Edgar de la Hoz.
Desde su llegada a Valledupar notó que acá era un mundo diferente donde la auténtica música vallenata es un imán que se pega por todas partes. Foto Edgar de la Hoz.

La canción ‘La gota fría’, creada en 1942 por Emiliano Antonio Zuleta Baquero y que cuenta con más de 80 versiones, cautivó de primera oída al argentino Alan Eloy Monzón, quien se había propuesto llegar a la meca del vallenato para conocer esa historia.

Este nómada del folclor Latinoamericano, nacido hace 24 años en el barrio El Palomar de Buenos Aires, ha recorrido países como Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil y Colombia, donde ha visitado en tres ocasiones a Valledupar, enamorándose perdidamente del folclor vallenato.

Regalo del abuelo

Su encuentro con la música del Valle del Cacique Upar fue de milagro, y le cambió la vida casi al instante. Así lo cuenta paso a paso: “Viajando por el sur de Argentina compartí fogón con un chico que tenía un acordeón. Me lo prestó y, desde ahí me gustó. Cuando volví a casa en Buenos Aires le comenté a mi familia y me ayudaron a contactar a mi abuelo, que se llama Juan Castillo, quien era el dueño de un acordeón, sistema piano. Mi abuelo es oriundo de Corrientes, tierra de los acordeones donde nació el ritmo musical llamado Chamamé”.

El abuelo, al ver el interés de su nieto por la música, no dudó en entregarle su adorado instrumento e impartirle las más elementales clases. “Heredé su pedazo de acordeón, un pedazo de su vida que rodó con él por muchos años.

Estoy eternamente agradecido con abuelo Juan”.

Con el acordeón en su poder, dejó todo a un lado y se sumergió en el amplio mundo de las notas y los cantos. Estuvo un año aprendiendo solo y después buscó al profesor Luis Cañiu, quien le trazó de manera precisa la manera de interpretar tangos y el Chamamé.

Superada esa primera etapa, tomó la determinación de emprender una aventura por distintos países; su primer destino fue Bolivia, llevando su música a buses, restaurantes, mercados y lugares con buena afluencia de público. “La formación que tengo es por estar tocando en la calle, así sean las mismas canciones que voy redescubriendo”, afirma Alan Eloy.

Llegada a Colombia

En esas correrías comenzó a investigar sobre Colombia y su música, encontrándose con la cumbia, y después con el vallenato. “Una vez encontré una canción que se llama ‘Ay hombe’. Desde ahí empecé a escuchar canciones como ‘La gota fría’ (Emiliano Zuleta), ‘Matilde Lina’, (Leandro Díaz) y ‘Pedazo de acordeón’ (Alejandro Durán), entre otras, y me encontré con ritmos distintos como merengue, paseo, puya y son, que no los conocía, y de inmediato me empezaron a gustar. Hasta conocí otro tipo de acordeón que se llama diatónico o de botones”, dice, mientras da las explicaciones precisas.

Enseguida, Alan entra en el verdadero mundo vallenato y se pasea por esta tierra a la que exalta por su belleza natural y su folclor. “Cuando llegué a Valledupar me sorprendió el vallenato puro, el de acordeón, caja y guacharaca. Así nada más. Yo conocía el vallenato, pero con muchos instrumentos”.

Se emociona y relata que le gusta el vallenato sencillo, tocado debajo del palo e’ mango, en los patios y en el río Guatapurí. “Eso nos acerca al folclor de más sentimiento”, recalca.

Después, cierra los ojos y al abrirlos cita a un compositor sublime, según sus propias palabras. “Leandro Díaz me agradó por su forma de describir, y me llama más la atención que una persona que no veía pudiera plasmar hermosas canciones”.

Festival Vallenato, una gran fiesta

Para enamorarse de Valledupar contribuyeron su amistad con la periodista Taryn Escalona, el maestro Andrés ‘El Turco’ Gil y sobremanera, con el Festival de la Leyenda Vallenata.

“He estado tres veces en Valledupar y por poco tiempo. Hace tres años estuve en el Festival Vallenato, una gran fiesta, y me agradó el concurso de acordeón infantil porque los participantes tienen mucha expresión, espontaneidad y lo saben disfrutar. Esta es una hermosa tarea que cumple la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata”.

Sorprendido con la pregunta de si en algún momento quisiera participar como acordeonero aficionado, responde de inmediato. “Yo toco otro estilo de música, a mí me gusta escuchar para nutrirme de cada cultura. Tendría que dedicarme un tiempo largo y estudiar bastante el acordeón diatónico con el que me defiendo, pero me conformo con aprender a interpretar los cuatro aires del folclor vallenato”.

Mientras mira al frente, hace un comentario sobre el afiche promocional del 49º Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Emiliano y ‘Poncho’, los hermanos Zuleta. “Estos son los hijos de Emiliano Zuleta Baquero, el autor de la canción que más me gusta: ‘La gota fría’. Él, fue un juglar extraordinario y al morir dejó una huella gigante”.
Para cerrar el ciclo interpretó la canción, pero esta vez en el propio templo de la música vallenata, y no en la calle como suele hacerlo frecuentemente.

La selección Colombia
Mientras hacía el recorrido por las notas de su acordeón, tuvo tiempo para hablar de fútbol, que como a todo argentino le corre por las venas. Destacó a Diego Armando Maradona como el mejor futbolista del mundo, porque según él estuvo arriba, abajo y nunca perdió. “Maradona siguió siendo el mismo, como acá Diomedes Díaz”. Observó a los presentes y nadie dijo nada, lo que le permitió sacar su propia conclusión: “El que calla otorga”.
La trampa del sentido de pertenencia por su país fue cuando se le preguntó por el desempeño de la selección Colombia, y de una anotó: “Está entre las mejores selecciones del mundo, claro, si tiene un técnico argentino, el profesor José Pékerman (Risas)”.

El acordeonero Alan Eloy Monzón se despidió del Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’ con miles de gotas de emociones, con su larga cabellera alborotada por el viento y llevando en su pensamiento, que se desplazaba a toda velocidad, el recuerdo de la canción donde el viejo ‘Mile’ tuvo la osadía de cantarle la tabla a Lorenzo Morales, pa’ que se acabara la vaina.

“Yo toco otro estilo de música, a mí me gusta escuchar para nutrirme de cada cultura”.

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv

 

Cultura
28 marzo, 2016

El acordeonero argentino que llegó buscando ‘La gota fría’

La canción ‘La gota fría’, creada en 1942 por Emiliano Antonio Zuleta Baquero y que cuenta con más de 80 versiones, cautivó de primera oída al argentino Alan Eloy Monzón, quien se había propuesto llegar a la meca del vallenato para conocer esa historia.


Desde su llegada a Valledupar notó que acá era un mundo diferente donde la auténtica música vallenata es un imán que se pega por todas partes. Foto Edgar de la Hoz.
Desde su llegada a Valledupar notó que acá era un mundo diferente donde la auténtica música vallenata es un imán que se pega por todas partes. Foto Edgar de la Hoz.

La canción ‘La gota fría’, creada en 1942 por Emiliano Antonio Zuleta Baquero y que cuenta con más de 80 versiones, cautivó de primera oída al argentino Alan Eloy Monzón, quien se había propuesto llegar a la meca del vallenato para conocer esa historia.

Este nómada del folclor Latinoamericano, nacido hace 24 años en el barrio El Palomar de Buenos Aires, ha recorrido países como Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil y Colombia, donde ha visitado en tres ocasiones a Valledupar, enamorándose perdidamente del folclor vallenato.

Regalo del abuelo

Su encuentro con la música del Valle del Cacique Upar fue de milagro, y le cambió la vida casi al instante. Así lo cuenta paso a paso: “Viajando por el sur de Argentina compartí fogón con un chico que tenía un acordeón. Me lo prestó y, desde ahí me gustó. Cuando volví a casa en Buenos Aires le comenté a mi familia y me ayudaron a contactar a mi abuelo, que se llama Juan Castillo, quien era el dueño de un acordeón, sistema piano. Mi abuelo es oriundo de Corrientes, tierra de los acordeones donde nació el ritmo musical llamado Chamamé”.

El abuelo, al ver el interés de su nieto por la música, no dudó en entregarle su adorado instrumento e impartirle las más elementales clases. “Heredé su pedazo de acordeón, un pedazo de su vida que rodó con él por muchos años.

Estoy eternamente agradecido con abuelo Juan”.

Con el acordeón en su poder, dejó todo a un lado y se sumergió en el amplio mundo de las notas y los cantos. Estuvo un año aprendiendo solo y después buscó al profesor Luis Cañiu, quien le trazó de manera precisa la manera de interpretar tangos y el Chamamé.

Superada esa primera etapa, tomó la determinación de emprender una aventura por distintos países; su primer destino fue Bolivia, llevando su música a buses, restaurantes, mercados y lugares con buena afluencia de público. “La formación que tengo es por estar tocando en la calle, así sean las mismas canciones que voy redescubriendo”, afirma Alan Eloy.

Llegada a Colombia

En esas correrías comenzó a investigar sobre Colombia y su música, encontrándose con la cumbia, y después con el vallenato. “Una vez encontré una canción que se llama ‘Ay hombe’. Desde ahí empecé a escuchar canciones como ‘La gota fría’ (Emiliano Zuleta), ‘Matilde Lina’, (Leandro Díaz) y ‘Pedazo de acordeón’ (Alejandro Durán), entre otras, y me encontré con ritmos distintos como merengue, paseo, puya y son, que no los conocía, y de inmediato me empezaron a gustar. Hasta conocí otro tipo de acordeón que se llama diatónico o de botones”, dice, mientras da las explicaciones precisas.

Enseguida, Alan entra en el verdadero mundo vallenato y se pasea por esta tierra a la que exalta por su belleza natural y su folclor. “Cuando llegué a Valledupar me sorprendió el vallenato puro, el de acordeón, caja y guacharaca. Así nada más. Yo conocía el vallenato, pero con muchos instrumentos”.

Se emociona y relata que le gusta el vallenato sencillo, tocado debajo del palo e’ mango, en los patios y en el río Guatapurí. “Eso nos acerca al folclor de más sentimiento”, recalca.

Después, cierra los ojos y al abrirlos cita a un compositor sublime, según sus propias palabras. “Leandro Díaz me agradó por su forma de describir, y me llama más la atención que una persona que no veía pudiera plasmar hermosas canciones”.

Festival Vallenato, una gran fiesta

Para enamorarse de Valledupar contribuyeron su amistad con la periodista Taryn Escalona, el maestro Andrés ‘El Turco’ Gil y sobremanera, con el Festival de la Leyenda Vallenata.

“He estado tres veces en Valledupar y por poco tiempo. Hace tres años estuve en el Festival Vallenato, una gran fiesta, y me agradó el concurso de acordeón infantil porque los participantes tienen mucha expresión, espontaneidad y lo saben disfrutar. Esta es una hermosa tarea que cumple la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata”.

Sorprendido con la pregunta de si en algún momento quisiera participar como acordeonero aficionado, responde de inmediato. “Yo toco otro estilo de música, a mí me gusta escuchar para nutrirme de cada cultura. Tendría que dedicarme un tiempo largo y estudiar bastante el acordeón diatónico con el que me defiendo, pero me conformo con aprender a interpretar los cuatro aires del folclor vallenato”.

Mientras mira al frente, hace un comentario sobre el afiche promocional del 49º Festival de la Leyenda Vallenata en homenaje a Emiliano y ‘Poncho’, los hermanos Zuleta. “Estos son los hijos de Emiliano Zuleta Baquero, el autor de la canción que más me gusta: ‘La gota fría’. Él, fue un juglar extraordinario y al morir dejó una huella gigante”.
Para cerrar el ciclo interpretó la canción, pero esta vez en el propio templo de la música vallenata, y no en la calle como suele hacerlo frecuentemente.

La selección Colombia
Mientras hacía el recorrido por las notas de su acordeón, tuvo tiempo para hablar de fútbol, que como a todo argentino le corre por las venas. Destacó a Diego Armando Maradona como el mejor futbolista del mundo, porque según él estuvo arriba, abajo y nunca perdió. “Maradona siguió siendo el mismo, como acá Diomedes Díaz”. Observó a los presentes y nadie dijo nada, lo que le permitió sacar su propia conclusión: “El que calla otorga”.
La trampa del sentido de pertenencia por su país fue cuando se le preguntó por el desempeño de la selección Colombia, y de una anotó: “Está entre las mejores selecciones del mundo, claro, si tiene un técnico argentino, el profesor José Pékerman (Risas)”.

El acordeonero Alan Eloy Monzón se despidió del Parque de la Leyenda Vallenata ‘Consuelo Araujonoguera’ con miles de gotas de emociones, con su larga cabellera alborotada por el viento y llevando en su pensamiento, que se desplazaba a toda velocidad, el recuerdo de la canción donde el viejo ‘Mile’ tuvo la osadía de cantarle la tabla a Lorenzo Morales, pa’ que se acabara la vaina.

“Yo toco otro estilo de música, a mí me gusta escuchar para nutrirme de cada cultura”.

Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv